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Capítulo 16

Mientras despedían a los últimos alumnos de la clase de vuelo, Bellatrix comentó sin mostrar emoción alguna:

-A pesar de que evidentemente esto no es lo tuyo, no lo has hecho mal del todo, Granger. Los críos confían en ti y tienes paciencia.

Hermione iba a darle las gracias por el semicumplido cuando se dieron cuenta de que no estaban solas. Chloe Flint, una hufflepuff bastante tímida e introvertida, se había rezagado y las miraba con cierto temor. Era una de las pocas que no había necesitado ayuda durante la clase de vuelo. La gryffindor le preguntó sonriente si necesitaba algo.

-Yo... yo... que... quería hablar con... Madame Bla... Black... -balbuceó mirando al suelo.

Uno de los alumnos le había explicado a Hermione que Bellatrix les advirtió que nada de llamarla "profesora", ella no era una vieja fanática de la enseñanza como todos los demás. Y la obedecían sin rechistar.

-Habla, pero no tartamudees. No mato a niños de once años, mi maestro me demostró que suele salir mal -respondió la bruja oscura.

Hermione le dedicó un gesto de reproche por asustarla más y Bellatrix le respondió con una sonrisa cruel. Aún sin mirarlas, la niña se armó de valor y soltó con rapidez:

-Quería hablar con usted, pero no es nada de esta clase ni de la suya...

-Entonces no me atañe, trece. Habla con Sprout. Sé que es repulsiva en todos los sentidos, pero es la jefa de tu casa.

-Ya, pero... -respondió con cierta tristeza- Tiene razón, hablaré con ella, lo siento.

La niña se giró y se marchó cabizbaja. La gryffindor iba a reprocharle a su compañera su falta de tacto y a ofrecerse a Chloe por si necesitaba hablar con alguien. Pero no hizo falta. Bellatrix suspiró y murmuró:

-Vuelve aquí, trece. Vamos a dar una vuelta, hace buena noche.

La hufflepuff se giró de inmediato con renovada esperanza y corrió junto a la slytherin. Mientras Hermione recogía las escobas, las observó alejarse. Ella no consideraba en absoluto que hiciese buena noche: la niebla estaba tan baja que el frío y la humedad se colaban entre los huesos casi sin darte cuenta. Pero al parecer a Bellatrix le gustaba. Chloe parecía estar contándole algo con una mezcla de vehemencia y angustia manifiesta en sus gestos. La bruja oscura la escuchaba con la vista perdida en el horizonte. Tenía mucha curiosidad por saber de qué estarían hablando. Sabía poco de esa alumna: hija única, sangre pura y tenía un gato siamés. Eso era todo. Siempre la envolvía cierta tristeza y le costaba centrarse en las clases. Pero como apenas llevaba dos meses en el colegio creyó que le costaba adaptarse.

Transcurrieron quince minutos hasta que ambas regresaron. A Hermione casi no le quedaban excusas para permanecer fuera del castillo. Así que suspiró aliviada. Le sorprendió ver que la niña parecía mucho más feliz de lo que la había visto en esos meses. Cuando llegaron junto a la entrada, Bellatrix le ordenó que se largara a cenar. Chloe asintió sonriente. En un gesto inesperado y con rapidez, se abrazó a la falda de la bruja oscura y le dio las gracias. La expresión de horror de la mortífaga provocó que a la gryffindor le costara aguantar la risa.

-Suéltame ahora mismo o serás la cena de una familia de acromántulas -advirtió Bellatrix cuando se recuperó del estupor.

La niña obedeció pero en absoluto amedrentada por la amenaza. Se alejó con alegría en dirección al Gran Comedor. Hermione se acercó a su compañera sin poder ocultar la sonrisa burlona. Intentando impostar un tono serio comentó:

-Tiene valor para ser una hufflepuff. Yo preferiría abrazar a un centauro...

-Como cuentes algo de esto, te juro que...

-Ya, ya -la cortó Hermione con voz cansina-, terminarás lo que empezaste en la Mansión Malfoy. ¿Te das cuenta de que siempre que hablamos me amenazas?

-Bueno... -respondió la slytherin con lentitud- Me he criado en una familia tradicional y me gusta cumplir las costumbres que tengo con la gente: cada vez que nos vemos, yo te amenazo con verdadero deseo de torturarte y tú me miras las tetas como si no existiera museo merecedor de albergar semejante obra de arte.

La castaña no se había sonrojado tanto en su vida. Negarlo sería ridículo. Mientras entraban al castillo buscó la forma de disculparse, pero no fue capaz. En su lugar le preguntó si le sucedía algo a Chloe/trece.

-En agosto condenaron a su padre a un año en Azkaban por fraude fiscal y estaba muy asustada. Su madre le ha prohibido hablar del tema porque es una vergüenza para la familia. Ha oído historias horribles y estaba segura de que a estas alturas su padre ya estaría loco o muerto.

-Madre mía... No tenía ni idea, no me extraña que no se centre, pobre niña -respondió Hermione acongojada-. ¿Le has respondido algo?

-Le he contado que Azkaban ahora está mucho mejor: no hay dementores ni ningún peligro. Su padre estará tranquilo con libros para entretenerse y tiempo para ir al patio a pasear o lo que le dé la gana. Le he explicado que está interno igual que ella aquí, solo que su padre está mejor porque no tiene que aguantar a todos los profesores viejos e impertinentes... Y que aún así, yo estuve catorce años cuando aquello era un infierno y casi lo agradecí. Fue la época más tranquila de mi vida y tuve tiempo para reflexionar y hacer planes. Así que se ha quedado mucho más animada.

Hermione la miró epatada sin saber qué decir. Entendió por qué los alumnos confiaban en ella. Jamás creyó a esa mujer capaz de reconfortar a nadie y menos en un asunto tan grave.

-¡Lo estás haciendo otra vez! -exclamó la bruja oscura- ¿Por qué insistes en mirarme fijamente? Sé que estoy muy buena, pero podrías invitarme a cenar o algo antes de memorizar cada poro de mi piel...

De nuevo, la castaña intentó buscar una disculpa y explicarle que esta vez la fascinación no era por su físico. Pero en un arranque de coraje y con un enorme deseo de devolverle la incomodidad, respondió:

-Tienes razón. Te invito a cenar, ¿el sábado te viene bien?

Bellatrix abrió y cerró la boca sorprendida sin saber qué responder. Era evidente que no le apetecía, pero no podía reconocer que la había ganado en su juego de amenazas vacías. Mientras buscaba una respuesta que eliminara su incomodidad, Hermione añadió:

-Entiendo que no tengas valor para cenar con una sangre sucia. Quién sabe, podría llevarte a un restaurante muggle y morirías de la repulsión...

-Me gusta el McDonald's -respondió la morena encogiéndose de hombros.

-¿Perdón?

-Que si me vas a llevar a un infecto restaurante muggle, me gusta el McDonald's. Además por tu aspecto dudo que puedas permitirte mucho más...

Hermione frenó en seco para ver si le estaba tomando el pelo. Sin duda volvía a ser ella la más perpleja. Como pudo le preguntó cómo diantres conocía esa cadena de comida rápida.

-Una vez Tom me mandó a una misión en un barrio muggle para secuestrar a un tipo y presionar al Ministro. Cuando llegué aún faltaba media hora para que el muggle volviera del trabajo. Como tenía hambre y lo único que había en esa calle era un McDonald's, me arriesgué. Maté a algún muggle para hacer sitio porque ahí había demasiados, pero aparte de eso la comida estaba buena. Ya sabes, las hamburguesas, las patatas fritas, el refresco ese con tanto azúcar... me gustó. Cené y luego secuestré al muggle y torturé a su familia. Una noche normal.

La castaña boqueó como un pez arrojado en la arena. Optó por obviar la última parte. Sin dar crédito, intentó cerciorarse de nuevo:

-A ver... Me quieres decir que si te llevo a cenar un Big Mac con patatas fritas y Coca Cola, ¿te parecería bien?

-Joder, qué rata eres... -respondió la bruja poniendo los ojos en blanco- ¿No puedo pedir también nuggets y un helado? Este cuerpo no se mantiene solo, Granger -susurró acariciándose la cintura.

El bochorno se superpuso al asombro y se sonrojó; su cara nunca había reflejado tal amalgama de sentimientos. La slytherin la devolvió a la realidad comentando que daba igual: no tenía permitido salir del castillo. McGonagall no le daría permiso y menos tras la escena en su despacho... Cuando superó su estupor y asustada de tener que renunciar al plan, la castaña aseguró que la convencería. Bellatrix alzó las cejas sorprendida por su autoconfianza. Le preguntó con sorna si el resultado sería el mismo que cuando había intentado convencerla para no dar la clase de vuelo.

-Bueno... Al final no la he dado yo, así que yo diría que me ha salido bien -respondió Hermione orgullosa.

Bellatrix sacudió la cabeza y murmuró: "Tienes suerte de que sea un ser de luz y me guste ayudar a los desfavorecidos...". Hermione sonrió burlona. Hasta que cayó en la cuenta que la "desfavorecida" era ella. Aún así no hubo opción a réplica: la mortífaga había desaparecido por los pasillos del castillo. La joven se dirigió al Gran Comedor temblequeando de emoción o de arrepentimiento, no estaba claro. ¿Le había propuesto una cita a la lugarteniente de Voldemort? Y lo que era aún más extraño, ¿Bellatrix había aceptado? 

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