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5._Indefinido


La verdad es que Bills no estaba molesto con Mary y mucho menos con Whiss.

Recordar ese momento al despertar, después de tres años, le causaba un profundo disgusto. Ella estaba realmente feliz de verlo abrir los ojos después de todo ese tiempo. Su mirada brillaba, su sonrisa era amplia y se lanzo sobre él llena de júbilo. Lo extraño y mucho. La manera en que hundió sus manos en su espalda, la fuerte inhalación sobre su cuello, esos largos segundos en que no se apartó de él, eran evidencia de cuanto Mary añoró verlo despierto, estar con él. Eso fue más que agradable para Bills, pero rápidamente se volvió un pequeño malestar que fue creciendo en cuestión de horas.

Cuando le propuso a Mary mudarse con él a su mundo, esperaba una respuesta inmediata y afirmativa, en lugar de eso ella le pidió tiempo para pensarlo.

-¿Qué tanto tienes que pensar? ¿Acaso no quieres estar conmigo?-le cuestionó el dios, cruzando los brazos y con el ceño fruncido.

-Quiero estar contigo más que muchas cosas Bills-le respondió ella que en verdad estaba muy contenta de recibir esa oferta- Pero también quiero otras cosas...

Mary tenía más sueños además de él. También tenía gente a la que quería e iba a extrañar. Sin mencionar que su partida podía causar dolor en esas personas. Ella siempre andaba lejos de su gente, pero nunca perdía contacto con ellos. Si se iba a ese otro mundo sencillamente desaparecería causando sufrimiento. Explicarles su decisión no era opción, pues se iban a oponer o le cuestionarian demasiadas cosas imaginaba Bills, que pese a su actitud entendía el porque ella le pidió tiempo para pensar. Fue un mes de aquel planeta lo que el dios le concedió. Estaba confiado en que ella aceptaría vivir con él, pero esa cuota de sensatez en su juicio le inserto un ligero temor a que ella optará por rechazar la oferta. Finalmente Mary tomó la decisión de dejar su mundo atrás para hacer del suyo su nuevo hogar. Bills fue con Whiss a recogerla. Llevaron el cubo pensando que ella llevaría un equipaje abundante, pero no. Mary puso toda su vida en una mochila grande nada más.

Cuando dejaron ese mundo, Mary se quedó callada por largos minutos y no apartó la mirada de ese planeta azul que flotaba en la oscuridad del espacio. Bills supuso que ese fue el momento en que ella realmente comprendió la magnitud de su decisión. Whiss se detuvo. Él no se lo pidió, pero el ángel lo hizo posiblemente considerando lo mismo que él: que ella iba a retractarse, que rompería a llorar y diría que no era capaz. Y aunque los ojos de Mary se llenaron de lágrimas y su respiración se cortó por un momento,no cambió su postura. Cerró los ojos un instante, respiró profundo dando un paso atrás y se dió la vuelta mostrando la espalda a su planeta.

-¿Algún problema?-les preguntó sonriendo.

-Ninguno -le contestó Bills y Whiss retomo el viaje.

Mary no volteó a ver su planeta Tierra. Posiblemente temía que de ver atrás su resolución flaquearia y no sería capaz de continuar. O bien fue la forma en que se dijo así misma que esa mundo quedaba atrás. Mary tuvo que dejar muchas cosas para aceptar esa propuesta que tenía una enorme cuota de egoísmo. El viaje a ese otro mundo era algo muy cansado para Bills. Se le hacia fastidioso, además le molestaba la idea de que ella pudiera llegar a compartir demasiado de su persona con alguien que no fuera él. Y es que desde su perspectiva Mary era suya. No como un objeto, no como para controlar lo que ella hiciera o no, era un sentido de propiedad sobre lo que consideraba importante, le gustaba o simplemente lo entretenía. Todo lo que prefería era suyo, como lo era él mismo. Esa suerte de temor a que ella diera a otro cosas suyas, respondía a que de no estar él ahí para...

Bills arrojo otra piedra al estanque y después de verla rebotar una docena de veces sobre el agua, se dió la vuelta y se alejó hacia los árboles. Pensar tanto y así de profundo no era natural en él. Caminando por el estrecho sendero, con la luz del ocaso entrando entre las ramas sacudidas por un viento callado, el dios retornaba a su mundo interno medio revuelto.

Mary siempre le comentó que de poder ir a su planeta le hubiera gustado que él se lo enseñará. Imaginaba que podía haber lugares como sacados de un sueño. Él la oía, pero la idea de recorrer ese mundo nunca le fue atractiva. Es que llevaba demasiado tiempo allí. Cada piedra, cada árbol y cada flor en ese planeta dejo de ser motivo de curiosidad para Bills hace mucho tiempo. Todo siempre estaba igual allí para él. Pero claro, para Mary todo era nuevo y ella siempre exploraba lo nuevo para ver cómo era, como funcionaba o si realmente era interesante. Pese a todo debió divertirse mucho en ese lugar. Tuvo que tener momentos felices sin él. Mary siguió viviendo sin él.

Tres años, cuarenta o mil... Durmiendo no hay tiempo. Durmiendo se sueña, pero no se vive. Mary no era de mucho dormir, ni de soñar demasiado. En todo ese tiempo que estuvo sola, Bills estaba seguro, ella hizo más que sólo explorar su planeta. Era humana, era alguien para quien cada momento era valioso.

Convertirse en dios le dió muchas cosas, pero también le arrebato muchas otras. No las extrañaba realmente porque él era así, no pensaba en el pasado, sin embargo, esa cuota de naturaleza mortal todavía persistente en su ser y de vez en cuando, lo llevaba a hacer o buscar cosas que de manera indirecta lo hicieran conectar con ese lejano él. Ese que estaba al filo del olvido más insensible que pudiera haber.

¿Por qué un dios de la destrucción se rodea de placeres, por qué peca de arrogancia y por qué no decirlo también de crueldad entre otro montón de vicios que alimentan el ego insano? Esa conducta tan propia de los mortales que alcanzan una cuota de poder es el mayor testimonio de como su naturaleza prevalece aún con el desgastes de las eras. Pero así como ese aspecto de la soberbia mortal se realza, también crecen huecos en el alma. Espacios dónde las necesidades mortales solían tener forma y nombre, pero que la distorsión de la extensión del tiempo, más allá de lo que por natura estaban destinados a vivir, volvió un vacío. Mary comprendía eso. Ella lo amaba así y por eso aceptaba todo de él tal cual era.

Bills pudo gritar que esa mujer no lo despertó porque estaba cómoda en compañía del ángel, pero en el fondo sabía que sino lo hizo fue porque dormir así, por años o eras, hacía parte de su naturaleza. Era una de esas cosas con las que ella tendría que aprender a lidiar como se suponía él tenía que hacerlo con los cosas molestas que ella tenía por ser una mortal. Entre ellas la percepción del tiempo. Tres años era un suspiro en la vida de un dios, pero para Mary tres años eran tiempo suficiente para recorrer un mundo completo. Ella cambiaba más rápido que él y no sólo era su aspecto lo que se modificaba haciendo más perceptible su vejez, sino su carácter, sus costumbres y demás. La Mary de antes de irse a dormir le hubiera reclamado de forma irónica su descuido, le hubiera gritado al perder la paciencia. Él hubiera gritado también, haciendo de todo eso un espectáculo que hubiera terminado con los dos sin ganas de verse por varios días. Pero la Mary que encontró al abrir los ojos expresó lo que sentía y antes su antipatía, guardo silencio para después tomar distancia. Mary no se había ido, no volvió a su mundo. Ella estaba ahí, en ese universo, posiblemente dedicándose a algo que descubrió le gustaba hacer y en lo que se sentía cómoda. Él no tenía idea qué era o donde estaba, mas la sabía allí.

-Señor Bills- lo llamó el ángel y el miró atrás por encima de su hombro- El castillo está como antes y la comida pronto estará lista...

-¿Cuando volverá?-le preguntó el dios, tomando por sorpresa a Whiss- Mary ¿Cuándo la traeras de regreso?

-En unos días-le contestó el ángel con una expresión medio suspicaz- ¿Quiere saber dónde está?

Bills no respondió y se alejó en silencio entre los árboles.

Mary recorrió el planeta de Bills, pero también recorrió otros. Cuando Whiss estaba de humor o aceptaba un trato con gastronómica como recompensa, la llevaba a otros planetas. La curiosidad insaciable de Mary la impulsaba a buscar más y más conocimiento. Desde luego la exploración también era un buen método para distraer su mente de esa espera tediosa, porque Bills despertara. En uno de los mundos que visitó, Mary conoció la Patrulla Galáctico donde uno de sus talentos resultó bastante útil para tratar con criminales uniéndose al grupo como una especie de consultor. Tenía buena reputación debido a lo hábil que era para desglosar conspiraciones, como para detectar anomalías en los interrogatorios, ayudando también a resolver algunos casos. Se divertía mucho allí, pero en más de una ocasión le comentó a Whiss que ese universo era muy simple en comparación al planeta de dónde ella provenían. Que los males de ese cosmos, aunque grandes respondían a cosas muy sencillas, lo que en si convertía a su trabajo en la Patrulla Galáctica en un simple pasatiempo. El ángel jamás apoyó o negó esa idea de la mujer. Se limitaba a llevarla al cuartel general y a recogerla cuando ella lo llamaba. Whiss no le contó esto a Bills, lo haría ella cuando regresará, algo que pasó un par de semanas después.

Era temprano. Bills fue a darse un baño y encontró allí a la mujer. Desde luego él advirtió su presencia desde antes de llegar,mas no caminó con más prisa por ello. Sin embargo, al entrar no pudo evitar dibujar una delgada sonrisa al verla ahí. Sentada en el borde de esa piscina que era su bañera.

Mary se había cortado el cabello. Tenía puesto un traje de baño de color azul y murmuraba una canción. Hacia eso cuando estaba pensando y Bills lo corroboro porque ni siquiera notó cuando él llegó a su espalda. La muchacha miró el reflejo del dios en el agua, él permaneció allí esperando que ella dijese algo, lo que fuera. No tenía planeado responder...

-Buenos días-le dijo Mary y levantó un poco su pierna, para deshacerse del reflejo del dios en el agua.

-Hola...-contestó Bills.

Hubo un largo silencio entre los dos que terminó cuando Mary saltó al agua y nado lejos de él. Salió del otro lado. Tomó una bata y dejó el baño. No estaba enojada,sino triste. Era bastante obvio. Bills la alcanzó en el comedor dónde ella charlaba con Whiss respecto a cómo ayudo detener a una organización de piratas especiales. Estaba muy emocionada por eso. Era la primera vez que se involucraba tanto en un caso. La mujer se calló cuando lo vio aparecer. Bills sólo se sentó en su puesto y comenzó a comer. La miró de reojo. No le sorprendió que ella consiguiera ese pasatiempo,pero le disgusto que lo hiciera. Era otro pinchazo en su ser por el mismo motivo que le disgusto la idea de que ella pasara tanto tiempo con Whiss, o creciera su cabello.

Mary se levantó una vez terminó de comer, Bills la siguió con la mirada. La alcanzaría después y así lo hizo. La encontró en el campo de flores, escribiendo en un cuaderno. Fue de frente a ella, así que Mary lo vio desde que apareció por la senda adoquinada. No huyó, pero tampoco dejó de hacer lo que hacía por él. Apartó el cuaderno con Bills se hinco ante ella para quedar a su altura. Lo miró a los ojos un instante, después bajo sus ojos recibiendo una caricia en la barbilla.

Si ella podía dejar su mundo atrás y esperar tres años a qué él despertara siendo una humana ordinaria ¿Qué tan difícil podía ser para él dormir por las noches y estar despierto durante el día? Era un esfuerzo insignificante a fin de cuentas. Lo abordo así, pasando de todo lo demás a conciencia. Era su manera de ser.

Acercó su boca al oído de la mujer y susurró dos simples palabras antes de sujetarle las muñecas para hacerla caer de espaldas sobre las flores y agachando las orejas, frotar su cabeza contra el mentón de Mary a quien aquello le provocaba cosquillas. Una vez le soltó las manos, Bills metió las suyas por debajo de la camiseta de la mujer, sólo para medio pellizcar su piel. Mary era suave y mucho más blanda en comparación a él. Le gustaba hacer eso cuando quería jugar con ella. Pero en ese momento aquello respondió a las palabras que le dijo a modo de promesa sólo que por ese lado pretencioso que tenía, prefería restarles importancia.

Si Mary dejó su mundo y le fue fiel por tres años en que estuvo sola en ese planeta, él podía dormir menos. Al fin que no quería perderse la vida de esa mujer que en su calidad mortal, tenía una existencia más breve y no podía desaprovechar un solo momento. Después de todo lo hacía lo suficientemente feliz como para haberla llevado a ese espacio tan reservado sólo de él y no se refería a ese planeta o al castillo cuando pensaba en ese lugar.

Fin.

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