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4._Tres años


Ese Whiss se estaba tardando demasiado. El viaje al planeta de Mary no era tan largo. Seguro y se estaba despidiendo de ella el muy desgraciado, que con esos modales afeminados estuvo escondiendo por eras su verdadera naturaleza. Y claro ella no se quedaba atrás. A su manera Mary era bastante coqueta y como al pelafustán de Whiss si lo podía besar, seguro y se estaban comiendo las bocas el par de atrevidos, falsos y traicioneros. No quería volver a ver a ninguno de los dos en lo que le quedaba de vida. Eso y otro sin fin de ideas semejantes tenían a Bills, que estaba al borde de un colapso nervioso. Y es que cuando su fatalismo y su paranoia se mezclaban el resultado era un manojo de nervios incapaz de tener un solo pensamiento sensato o apartado del motivo de sus mortificaciones. Bills no dejó de alimentar sus muy mal fundados  celos y enojo, hasta que el viento le llevó las páginas de los cuadernos de Mary hasta él. Las hojas estaba por todas partes y los datos que a la mujer le tomó años reunir, desaparecían en segundos contra los charcos de agua sucia que caía de lo que antes fue el baño. En algunas de las páginas había dibujos y uno de ellos logró cautivar el interés del dios, que fue por ese trozo de papel.

A Mary le gustaba dibujarlo. Decía que era fácil porque él podía quedarse quieto por horas si estaba a gusto. Los retratos que ella hacía de él siempre lo mostraban como pensado. El que veía en ese momento lo mostraba durmiendo en una pocisión digna y relajada. Soltó la hoja de papel para mirar al cielo. Seguramente ella miró ese cielo muchas veces buscando constelaciones o estrellas fugaces. Posiblemente hizo fogatas para comer salchichas asadas. Con toda certeza se quedó tendida por horas en el campo de flores. La conocía bien. Muy bien...


Después de quedar satisfecho con su curiosidad, Whiss dejo de buscar a Mary salvó para llevarle comida. Entendió porque ella se enamoro de su señor y porque él se enamoro de ella. En su momento le resultó insólito, después de conocerla todo tomó sentido. Tampoco era algo que verdaderamente le importara. Sólo era una de esas cosas que estimulaba su curiosidad.

Dos meses después de la última vez que habló con Mary, el ángel la busco para llevarle comida. Cuando miró por su cetro la vio en la orilla de un río. Al llegar allí sólo encontró su ropa y sus cosas. Era obvio que estaba sumergida en el agua, pero se equivocó. Unos minutos después notó que la mujer estaba entre los árboles. La muchacha apareció llena de lodo y con una herida en el brazo, que sangraba de forma abundante. Cuando Whiss le preguntó que sucedió,
ella le dijo que pensaba nadar un poco, pero entonces apareció un extraño animal que la atacó y por huyó hacia los árboles. El ángel se quedó mirando a la mujer, que fue a lavarse al río. Entendiendo que ella necesitaba privacidad, le dejó la comida y se retiró. Pero volvió al anochecer con una cajita blanca.

-Le será útil-le dijo al entregársela.

Mary tomó aquel botiquín con vendas, tijeras y algunas sustancias extrañas que según Whiss le ayudarían a limpiar sus heridas, como también a cicatrizarlas. Mientras ella examinaba aquellos objetos, la atención del ángel se la llevó las varillas frente al fuego en cuyos extremos habían unas salchichas. Olía muy bien.

-¿Quieres quedarte a comer?-le preguntó Mary después de verlo estirar el cuello, por encima de ella, para ver qué estaba preparando.

-Me encantaría-le contestó con entusiasmo.

Así fue como el ángel terminó sentado junto al fuego comiendo salchichas asadas, haciendo toda clase de gestos y movimientos extraños que a Mary no le permitian comer a gusto.

-No sabía que las salchichas podían comerse de esta forma y debo decir también que estar al intemperie junto a una fogata es muy agradable-le dijo con la boca llena de comida, razón por la cual casi se atragantó, aunque lo superó rápido.

-Sí, lo es- afirmo Mary antes de dar una mordida a su salchicha. Tenía una lata de cerveza en la mano. No se la había dado Whiss, esa era suya- Seguro te encantarían los malvaviscos- comentó después de beber un poco de aquella lata.

-¿Malvaviscos? ¿Eso es un tipo de salchicha de su mundo?

-No. Es una golicina de azúcar, jarabe de maíz y otro montón de cosas. Seguro en la Tierra de aquí deben haber.

-Le preguntare a la señora Bulma por esos caramelos-le contestó Whiss llevándose la décima salchicha a la boca y como era la última, quedó en libertad de poner su atención en la mujer.

Mary comía y bebía mirando el cielo. De hecho ella siempre estaba escudriñando el cielo nocturno.

-¿Busca algo en particular?-le preguntó el ángel.

-No, sólo me gusta ver el cielo. De niña siempre lo miré. Pensaba que un día dejaría mi hogar y recorrería el mundo siguiendo las estrellas. A veces sólo buscaba formas entre ellas...

-¿Formas entre las estrellas?-repitió Whiss sin estar seguro de a qué se refería.

-Constelaciones. Como esas estrellas que están allí-le señaló un punto al sur, en el cielo-Parecen un gato obeso. Bueno debes unirlas usando un poco de imaginación. La gente les pone nombres según lo que le recuerdan...

Whiss se quedó mirando el grupo de estrellas. Inclinó la cabeza, ligeramente, a un lado y después al otro.

-A mí me recuerda unas criaturas que habitan un planeta al sur de la galaxia. Aunque su nombre no viene a mí en estos momentos-confeso- Las llamaré señor Champa ¿Cree que haya una constelación con la forma del señor Bills?

Mary se rió para sus adentros.

-Supongo que sí. Después de todo hay millones de mundos y cada uno tiene su cielo- le contesto la mujer.

"Y cada uno tiene su cielo" esa frase le quedó dando en la memoria a Whiss. Los humanos tienes una forma única de ver lo que para ellos es cotidiano, monótono, natural. Mary no era como Bulma, Goku u otra criatura con la que hubiera interactuando. Tenía una visión más profundas de las cosas y también más cruda. Sin embargo, su mirada renovó la suya en muchos aspectos durante esos años.

Pasaron tres semanas antes de que volviera a ir con ella. Entonces la descubrió planeando sandías en una planicie cerca del agua. Mary le contó que era una de sus frutas favoritas y que temía no hubiera en ese universo, así que llevo semillas de sandía y otras cosas para plantar allí, pero tenía que dar con las condiciones óptimas para cada fruta y no estaba segura de que tuvieran el mismo sabor  que en su mundo.

-La calidad del suelo, por ejemplo, puede hacer que un fruto sea más sabroso-le explicó al  ángel cuando esté preguntó a qué se refería con que no tendría el mismo sabor- Todo varía dependiendo de muchas cosas. Al cocinar quien lo haga también es un factor si del sabor del sabor o la estética se trata. Tú y yo no cocinamos igual.

Whiss se quedó pensando en eso.

-Creo que la comida deliciosa es deliciosa sin importar quien la prepare-le dijo después de un rato y con buen ánimo.

-Eso es porque a ti te gusta todo. Hasta una cucharada de harina mezclada con azúcar te parecería bueno -le dijo Mary un poco fastidiada.

-¡Oiga!-exclamó un poco ofendido, pero después se quedó pensando un poco- Puede que tenga razón. O simplemente no soy tan selectivo como lo es usted Mary -agregó con tono burlón.

La muchacha lo miró con suspicacia.

-Tú puedes vivir para siempre. Yo no. Mi tiempo es valioso y por ende lo doy a lo que vale la pena. Del mismo modo no como algo que cualquiera encuentra delicioso...-le contestó Mary.

Whiss estaba habituado a burlarse de su señor, de vez en cuando, con un comentario. Bills nunca respondía con algo que no fuera un gruñido o un cuestionamiento a si se estaba burlando de él. Mary le contestaba y en más de una ocasión logró dejarlo callado o sin ganas de responder. Por esa noche no volvieron a hablar del tema.

Varias semanas después, Mary tuvo la oportunidad de demostrar su punto a Whiss. En efecto, una misma comida podía tener un sabor totalmente distinto dependiendo de quién la preparara. Y no era que el ángel no fuera capaz de percibir ese detalle, sólo pasaba de ello gracias a otros interés más importante respecto a la comida. Unos muy propios como para ponerlo en palabras ante una mujer ordinaria, aunque tenía la sensación de que ella podía llegar a descubrir de que se trataba si se lo proponía.

Casi ocho meses después, de la llegada de Mary a ese mundo, Whiss la descubrió llorando entre las ramas de un árbol. Ella lo vio, pero no abandonó su pocisión y él que sabía que no era buena idea preguntarle algo en un estado tan alterado, se fue sentar sobre la hierba y esperó que ella bajara. No sabía si iba a contarle o no porque estaba así, pero era fácil suponer los motivos de ese llanto.

-No me mires por favor -le pidió Mary cuando llegó a su espalda.

-No lo haré- le respondió él y se sumergieron en un largo silencio.

-Si él duerme cuarenta años- comenzó la muchacha- Para cuando despierte, yo seré una anciana. Sé que entonces no querrá estar conmigo. Imaginó que dirá que puede solucionarlo y con toda certeza tú y él pueden darme una vida joven prolongada. El problema es que no sé si lo siga amando después de cuarenta años,de diez o de cinco en condiciones como esta- le confesó y su voz se oyó quebrada- Todo cambia y muere. El amor también. Jamás le he prometido un amor eterno. Es ridículo considerando mi condición...A veces temo que sea esto el motivo de descuidos como este. Dijo que serían dos semanas, pronto será un año ¿Cuánto más seguirá durmiendo?

Esa pregunta sonó quebrada y dolorida. Mary guardo silencio un instante. Tenía que hacer acopio de sus fuerzas para seguir, pero prefirió terminar con un : "gracias por escucharme" y luego perderse entre los árboles.

Unos días después, cuando Whiss la miró a través de su cetro, la vio ir hacia el palacio. En aquella oportunidad fue a su encuentro y le dijo que no había indicios de que el dios fuera a despertar pronto.

-Sólo quiero verlo- le respondió ella y él la llevó con Bills.

Para el ángel no dejaba de ser curioso lo tranquilo que se quedaba su señor cuando ella llegaba a su lado. Tal vez entre sueños percibía la presencia de esa mujer, pensaba Whiss. En cuanto a Mary, una vez abandonaba esos aposentos parecía cobrar nuevas energías. En aquella oportunidad, sin embargo, se podía decir que había un buen motivo por el cual ella se fuera sonriendo y es que el Pez Oráculo le dijo que Bills despertaría en dos años y dos meses.

-Dos años y dos meses- repitió Mary- Considerado que puede dormir mil años...no es tanto- comentó.

Si Whiss tuvo dudas respecto a por qué Mary nunca intentó despertar a Bills, ese día tuvo su respuesta.

Los encuentros que el ángel sostuvo con la mujer nunca fueron muy seguidos ni muy prolongados, pero se habituó a su presencia allí. A qué no estaba solo en ese planeta y había alguien más aparte del Pez Oráculo y su señor dormido. Por una razón o por otra, en ocasiones la buscaba para compartir un instante. Tal vez lo ayudaba a lidiar con el hastío, en cuanto a Mary  él angel era esa cuota de compañía que requería en ocasiones, para no desvirtuar sus sentidos, su sentimientos, su humanidad.

Casi un año después, mientras Mary tomaba un baño en el castillo, Whiss notó lo gastada y sucia que estaba la ropa de la mujer. Con un entusiasmo ajeno a ella, el ángel le confecciono nuevos atuendos.

-La tela es más resistente. No se estropeará tan rápido-le dijo al darle las primeras prendas.

-Gracias, pero ¿Por qué tiene que tener estos detalles tan...?

-¡Ay eso fue puro gusto personal!-exclamó Whiss al ver que Mary miraba el encaje de uno de los vestidos.

-¿Gusto personal? ¿Tú te pondrías esto?

-Sí...

-¡Te atrapé!-exclamó Mary.

-Lo dije porque me parece muy bonito y elegante.

-Claro ¿Por qué más iba a hacer?-le cuestionó la muchacha en tono burlón.

-Le digo que...

-Sí, si, si...ya entendí.

Y ese día, como muchos otros, se quedaron discutiendo en el pasillo. A veces lo hacían en el comedor, el jardín, el bosque y muchos sitios donde se encontraban.

Bills estaba sentado entre los escombros, cuando Whiss regreso. El dios lo miró y el ángel contempló el desastre con un gesto de niño obligado a limpiar por su madre.

-¿Ella está bien?-le preguntó Bills con un tono tranquilo que sorprendió a su asistente.

-Sí...-respondió viéndolo con curiosidad.

-Repara esto ¿Quieres? Y date prisa. Tengo hambre-le ordenó saltando entre los escombros, para alejarse caminando hacia el campo de flores.

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