Capítulo 7
"Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad."
Ayn Rand
***
—Aquí me llamo Aitana, y no nos conocemos —susurré acercándolo hacia mí.
—¿Qué? —cuestionó, un poco confundido. Llevaba un par de copas encima, y aunque era un excelente mentiroso, también era excelente para arruinar lo que sea.
—No hay tiempo para explicaciones, solo finge que no me conoces, Gael, no es tan difícil.
—Okay —aceptó, pero al darse la vuelta chocó de frente con alguien, lo que lo hizo detenerse.
—Hola —saludó Alek, sonando frío como siempre.
—¡Ey! —Gael se mostró muy efusivo— ¿Cómo estás? Llevo meses sin verte.
Se conocían, se estaban viendo frente a frente y se conocían. Mi cerebro estaba a punto de colapsar, ¿cómo pude pasar por alto algo así? Solo me quedaba rezarle al universo por que Gael no dijera nada estúpido.
Alek sonrió de inmediato en cuanto lo reconoció, y luego de chocar sus manos se dieron un abrazo.
Gael me iba a volver a buscar para obtener respuestas, y de ninguna forma eso era algo bueno.
—¿Se conocen? —cuestionó Alek en cuanto reparó en mi presencia.
Negué con la cabeza, al igual que Gael.
—Estaba intentando conseguir su número, pero no tuve suerte. ¿Está contigo?
—No, es la novia de mi hermano menor —respondió Alek, aunque un poco dudoso ante la situación.
—Sí, mejor no mezclar esos asuntos, termina mal, te lo aseguro —dijo y se rió, a conciencia de que no sabíamos de qué estaba hablando.
En realidad yo sí, pero se suponía que no.
—Ajá, lo sé —afirmó volteando su torso hacia mí, pero aún hablando con él—: Me alegro de verte, te escribiré luego y…
—Espera, no te vayas, Oliver está aquí, se alegrará de verte —aseguró poniendo una mano en su hombro.
Dudo que Oliver sea capaz de alegrarse por ver a alguien, pero Alek y él compartían la misma cara de culo y mala onda constante, así que podrían llevarse bien sin dudas.
La realidad es que no tenía idea de cómo sobrellevar esa situación, Gael, el único hombre del que había estado enamorada, y Alek, una parte del plan más importante de mi vida, se conocían y tenían planeada una interacción más larga que no sabía cómo manejar.
Gael podía mentir por mí, pero Oliver, su hermano, ponía en riesgo todo porque él y yo jamás habíamos tenido una buena relación.
—¿Qué haces aquí? —me reclamó Alek, en cuanto Gael se alejó.
—¿Te debo explicaciones?
—Si viniste a "rescatar" a mi hermana de la situación lamentable en la que se encuentra sin que yo me entere, sí, definitivamente me las debes.
—No, de hecho ni así te las debo —respondí, rechazando su autoridad— Permiso.
Intenté evadirlo, pero me obstruyó el paso.
—Tiene diecisiete años, su estabilidad emocional es inexistente y eso la ha empujado hacia un problema bastante serio con ciertas adicciones. Mirko le permite los excesos y la cubre, cuando se dé cuenta del daño que le hace ya no podremos sacarla de allí —explicó de forma adulta, con toda la esperanza de encontrar en mí algo similar.
¿Sería un buen plan aliarme con él en eso? Hasta ese momento la única certeza era que él conocía la verdad. Si era capaz de lograr que confíe en mí siendo responsable, entonces estaba dispuesta a serlo.
—Yo no sabía eso, él me pidió que la busque nada más.
—¿Y por qué no vino él? —cuestionó, como si ya conociera la respuesta.
—No estoy segura, me sacó de la cama y me trajo aquí, solo dijo que él no puede entrar.
—Ninguno de los dos tiene la entrada permitida, es el bar de un amigo y sé perfectamente las cosas que ocurren aquí.
—¿Y por qué la dejaron entrar y ponerse así, entonces? —cuestioné, mientras ambos caminábamos hacia la barra en la que estaba Mar.
—Ya llegó así, por eso mi amigo la dejó entrar, para llamarme y que venga por ella.
—¿Por qué tienes un amigo que corre drogas en su bar? —volví a cuestionar, ganándome una mirada de reojo bastante peculiar.
—No puedo tomar decisiones por los demás, aunque se estén equivocando, él tiene sus motivos y yo los respeto.
—¿Y por tus hermanos sí?
—Es diferente, soy la única persona que cuida de ellos.
—¿De qué tipo de drogas estamos hablando?
Me generó curiosidad el hecho porque aún no tenía el motivo por el que Vlad murió. Quién lo mató tuvo que tener una razón, y si había actividades ilegales en torno a todos ellos, las posibilidades se abrían aún más.
—¿Qué cambia eso?
—No es lo mismo si hablamos de alcohol o marihuana, que si hablamos de drogas sintéticas.
—Sí, es lo mismo.
—¡Claro que no!
—¿También consumes drogas? —interrogó, deteniéndose a unos pocos metros de su hermana.
—No, odio sentir que no tengo el control y además valoro demasiado mis neuronas.
—¿Entonces por qué defiendes que otros maten las suyas?
—Considero que dentro del consumo responsable se puede… —comencé a explicar, pero él me interrumpió.
—Puedes hablar de consumo responsable si eres mayor de edad, tienes estabilidad y eres consciente de lo que le haces a tu cuerpo. Este definitivamente no es el caso, ella todavía es una niña y solo está intentando desesperadamente no sentir.
Tenía razón y estaba claro, pero no dejaba de sonarme un poco hipócrita de su parte cuando hacía pocos días lo había encontrado borracho en la cocina. Y tampoco olvidaba que Mirko le preguntó si solo era alcohol o algo más, lo cual dejó claro que Mar no era la única en la familia con problemas para lidiar con su dolor.
—¿Qué te metiste? —le preguntó a su hermana, haciendo que se incorpore en su asiento para levantar sus párpados y ver cuán dilatadas estaban sus pupilas.
—Tú no… —se quejó ella con un poco de dificultad para hablar—. Solo es un mal viaje, no es…
—¿De qué? —insistió, hablando con calma.
—Molly —murmuró como si fuera un secreto—. Solo quería divertirme un rato, no te enojes conmigo, Al.
Se recostó en su hombro e hizo un puchero, mientras el cabello caía por su rostro pegándose en su propia transpiración.
—¿Qué sientes? —Me senté a su lado y puse una mano en su frente.
—Calor, náuseas, miedo… —murmuró ella, intentando enumerar con sus dedos y fracasando— Mis manos se sienten... raras.
—¿Hay que llevarla al hospital? —le pregunté a Alek, mostrando preocupación.
—¿Y que nuestros padres la maten? No, hay que llevarla a casa sin que la vean.
—Estás haciendo lo mismo que Mirko, entonces —mostré mi descontento.
—Tú no conoces a nuestros padres, solo estoy cuidando de ella.
—Ya, saquémosla de aquí.
Si nos dábamos prisa íbamos a evitar el encuentro con Oliver, y eso era todo en lo que mi cerebro podía pensar en ese momento.
Él la tomó, yo me ocupé de abrir paso entre la gente. Sus manos estaban temblorosas, y por un momento sentí pena por ella. Mirko la dejaba hacer lo que sea y Alek la ahogaba en regaños, pero ninguno de los dos la estaba ayudando en realidad.
En cuanto logramos salir, Mirko bajó del auto para ayudar a Alek a subirla. Me quedé de pie en la acera, esperando y procesando cuál debía ser mi postura en esa situación.
—Eres un imbécil —lo acusó Alek una vez que se aseguraron de ponerle el cinturón—. No sé qué mierda pasa en tu cabeza, pero la estás ayudando a matarse.
—No exageres, solo tomó un poco de más, es una adolescente y se está divirtiendo.
—No está borracha, Mirko, no seas estúpido.
—¿Y entonces? —cuestionó un poco descreído.
—Molly, ella me lo dijo, ¿sabes lo que eso hace?
—Ni siquiera sé qué es —negó Mirko, en voz baja.
—Mierda pura.
En definitiva, se supone que el Molly es la misma droga que tiene el éxtasis pero en estado puro. El problema es que no suele ser tan así, a las mezclas del polvo le pueden poner cualquier mierda y no tienes idea de lo que te estás metiendo. Además, ese tipo de drogas, para generar el estado de euforia y felicidad momentáneo, gastan tus reservas de serotonina y luego tu cerebro tarda mucho en reponerlas, por lo que si las consumes sin dejar tiempo en medio, el estado depresivo es básicamente constante.
Entendía a Alek, pero enojándose tampoco iba a resolver nada, solo que sus hermanos siguieran aliándose a sus espaldas y terminaran los dos en la mierda. No es que eso fuera de mi interés, pero su falta de recursos era una buena oportunidad para acercarme a él.
—¿Y qué esperas que haga? —se quejó con molestia— Si me vuelvo como tú solo la voy a alejar, al menos intento que ella siga contando conmigo.
—¿Sabes? Es una mierda hablar contigo. Mejor llévala a casa.
—Yo no sabía que ella se estaba metiendo otras cosas, me parece peor que esté encerrada en casa llorando como los primeros meses —intentó conciliar, dejando en evidencia que entendía su error.
—Terapia le hace falta, un duelo sano, no esta mierda que los dos están haciendo.
—¡No quiere! ¿Puedes respetar eso? Todo lo quieres a tu forma, por eso ya nadie te aguanta.
—No me aguantan porque les digo la verdad —afirmó sin perder ni un poco la seguridad.
—Vamos —murmuró Mirko hacia mí, luego de un gesto despectivo hacia su hermano.
La comunicación no era su fuerte, eso quedó claro.
—Ve tú, necesito hablar de algo con Alek.
—¿Cómo? —cuestionó, entre molesto y confundido.
—Lo que escuchas, no te pongas tóxico, ahora voy.
En su mirada estaba claro cuánto quería protestar, pero al mismo tiempo estaba consciente de que no tenía el derecho, así que simplemente se subió al auto dando un portazo y salió del lugar a toda velocidad.
—¿Qué haces? —cuestionó Alek en cuanto estuvimos solos en aquella transitada calle.
—Tienes razón, y Mirko no lo asumirá jamás.
—¿Por qué te importa? Apenas nos conoces, nada de lo que pase con nosotros tendrá un impacto en tu vida…
—Yo amo a tu hermano y…
—Sin mentiras —me interrumpió, dejando en claro que seguía sin creer en nada de lo que le decía.
Estaba demasiado molesto por eso, o tal vez por la discusión con su hermano, pero cada vez que mencionaba nuestra relación el enojo burbujeaba en sus ojos.
—Alguien a quien yo… una persona que me importaba mucho… —intenté decir una verdad subjetiva, pero el hecho de que Gael estuviera allí dentro no estaba ayudando a minimizar la memoria emotiva cuando se trataba de él—. Sé lo que las drogas hacen en las personas, lo he visto de cerca y me dolió mucho.
—Sigue sin ser tu asunto.
—¿Por qué eres tan desconfiado? —lo acusé en cuanto me dió la espalda para caminar a su motocicleta.
—Hay algo en ti que no me cierra...
—¿Por qué te escapas de mí? —insistí al ver que no se daba la vuelta para hablarme— No tengo malas intenciones, quiero ayudar a tu hermana, eso es todo.
—¿Quieres que te crea? —inquirió con un poco de prepotencia, dándose la vuelta y caminando hacia mí— ¡Entonces dime la verdad! ¿Qué haces con mi hermano?
—¿Cuál es tu obsesión con eso? Él no…
—Es gay, tú lo sabes, yo lo sé y también sé que lo sabes. Lleva mucho tiempo con Jean, ellos están juntos y tú ni siquiera eres su prima. Sé la verdad y me llena de ira que me mientas en la cara.
Era una batalla sin sentido y lo entendí en ese momento, tenía que decirle la verdad porque él ya la sabía, y si me esforzaba en sostener la mentira solo generaba más desconfianza.
—Lo conocí en un bar, acababa de llegar a la ciudad y mi ex me había dejado sin nada. Él necesitaba una pantalla para poder estar con Jean sin que tus padres sepan, y yo necesitaba un lugar donde vivir mientras me estabilizo otra vez. Fue un acuerdo, los dos… nos necesitamos mutuamente, somos amigos y eso es todo.
—Ajá, eso ya lo sé —murmuró, invadiendo mi espacio personal un poco—. Pero entonces mantente en tu personaje, y no te entrometas en mi familia.
—Te guste o no te guste, tengo muchísimas más oportunidades de acercarme a Mar que tú, así que si te importa más tu orgullo que ayudar a tu hermana, creo que tenía un concepto equivocado de ti.
—No intentes manipularme, pierdes tu tiempo —simplificó volviendo a alejarse.
—Ya veo… —ironicé dándome la vuelta.
—¿A dónde vas?
—A buscar un taxi.
—Yo voy a llevarte —contrapuso siguiendo mis pasos.
—No, gracias.
—No voy a dejarte aquí en medio de la madrugada, no es una posibilidad, súbete a la moto.
—No necesito un papá, Alek, y mucho menos que finjas nobleza cuando todo el tiempo me estás tratando como la mierda. Eres un imbécil.
Se había generado cierta tensión entre nosotros, de la que no es agradable, de la que te da ganas de golpear a la otra persona en el rostro mientras habla. Me generaba frustración que él desconfiara de mí, pero al mismo tiempo en mi interior sabía que estaba en lo cierto al hacerlo.
Aunque yo no quería dañar a su familia y solo quería la verdad, en definitiva no me importaba el daño que pudiera generar en medio. Él estaba siendo protector en el lugar correcto y de la forma correcta, y aunque yo no le había dado motivos, su instinto funcionaba bien.
Lo que me enojaba de él era que estuviera a mi altura, estaba acostumbrada a lidiar con estúpidos, eran fáciles de manejar, incluso con personas medianamente inteligentes, aunque costaban más trabajo. Pero él… él me seguía los pasos, él sabía más de mí que yo de él, y eso me enojaba demasiado.
En mi cabeza solo estaba la idea de que debía recuperar el control, porque la posibilidad de ganarme su confianza se veía cada vez más lejos.
¿Cómo podía lograr eso? Tal vez hacerle sentir que podía controlarme lo hiciera bajar un poco la paranoia.
—No seas hipócrita, acabas de asumir que todo el tiempo estabas mintiéndome, no te vuelvas la víctima ahora —Entrecerró los ojos, incrédulo.
—Me importas una mierda, Alek. El que te está mintiendo es tu hermano, yo no te conozco, no me importa lo que pienses de mí —solté con frialdad—. En tu lugar me preocuparía más por el hecho de que mi propio hermano no se sienta seguro para contarme a quién ama.
—Eres tan metida e insoportable… —murmuró mirándome muy fijamente a los ojos.
De inmediato me reí, su mirada, y esa frase tan típica de alguien que siente atracción por quién no debería; acababa de dejarse en evidencia solo.
¿Iba a usar eso a mi favor? Evidentemente sí.
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Hola Pollitos 🌻
No sé qué poner en la nota, la escribo y la borro para no dr spoilers, así que mejor no pongo nada :)
Los quiero mucho ❤️
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