Capítulo 3
"La ventaja de ser inteligente es que se puede fingir ser imbécil, mientras que al revés es imposible."
Woody Allen
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Hacer todo completamente sola era un desafío, no quería dejar ningún rastro que pudiera llevarlos a mi verdad, pero eso me significaba renunciar a tener sus teléfonos intervenidos, no guardar ningún tipo de información sospechosa en mi computadora, ni en mi celular, ni entre mis cosas.
Tenía que manejarme con la información que ya poseía y, en caso de ser muy necesario, alejarme lo suficiente de la casa antes de meterme en alguno de sus sistemas.
Desde que puse un pie en la casa en adelante, toda investigación debía dejar fuera a mis conocimientos en tecnología.
De igual forma, guardé en mi memoria muchísimas contraseñas, para que en caso de necesitar una revisión rápida, no tuviera que volverlos a hackear.
La personalidad que armé para llegar a María Isabel era bastante diferente a la de Mirko y Jean. Ella necesitaba una referente que no le exigiera nada, solo estuviera dispuesta a escuchar sin juzgar, y que cada tanto la hiciera sentir que lo mucho que se esforzaba servía de algo.
Su mamá la trataba como una reina, le cumplía hasta el más ridículo capricho, pero jamás se interesaba lo suficiente en ella. Le decía que con ser bonita le alcanzaba, que su belleza le pondría lo que sea en el mundo a su alcance.
Algo me dijo que en realidad ella no creía lo mismo. Se esforzaba mucho para que sus calificaciones fueran excelentes, estudiaba y leía sobre todo, la idea de ser solo una cara bonita le aterraba, aunque ella jamás iba a demostrarle eso a alguien.
Nuestra primera interacción llegó dos días después de mi llegada a la casa, ella estaba en el jardín, junto a la piscina, con un iPad en las manos y muy concentrada en lo que hacía.
Su cabello castaño y extremadamente lacio brillaba mucho por la luz del sol, al igual que su cuerpo, bañado en algún tipo de aceite que la ayudaba a broncearse. Su piel trigueña le permitía eso, la mía, hiperblanca y llena de pecas, me exigía usar bloqueador para poder usar un traje de baño, como en ese momento.
—Hola —saludé y ocupé la silla reposera que estaba a su lado.
—¿Mirko? —preguntó ella sin levantar los ojos de la pantalla, y obviando por completo los saludos.
—Ahora viene —aseguré, aunque no sabía cuánto se iba a tardar, llevaba un buen rato encerrado con Jean en la habitación—. Jugaban videojuegos y me aburrí.
—Ese color te queda super bien —señaló mi traje de baño color aguamarina—, ¿dónde lo compraste?
—Me lo regaló tu hermano, no estoy segura —respondí con la verdad.
—Oh, es que tiene mucho sentido de la estética, bastante inusual —confirmó.
En realidad era verdad, toda la ropa que compró para mí tenía el estilo perfecto para encajar en su familia, se veía elegante y juvenil a la vez.
Busqué un libro en el bolso que había traído conmigo y lo abrí a la mitad. Realmente había avanzado hasta allí la lectura, necesitaba estar lo suficientemente informada si ella lo traía a la conversación.
Ese era el objetivo, y funcionó en el primer intento.
—Es un buen libro —dijo, con una sonrisa cómplice.
—No me cuentes el final —pedí, y le regresé el gesto.
—¿Ya pasaste el capítulo quince?
—Sí —sonreí nuevamente.
—¿Te dio morbo? —preguntó de forma sugerente, como si estuviera buscando medirme de algún modo.
—Me hubiese dado morbo si fuera algo que jamás hice —contrapuse con confianza y cerré el libro para dejarlo sobre la silla.
—¿Lo hiciste? —presionó para saber.
—Mirko se va a enojar si sabe que hablo de esto contigo, lo siento —mostré mi arrepentimiento volviendo a mi posición inicial.
Ella sonrió de lado, apagó la pantalla del iPad y lo dejó en el césped, demostrando que desperté su curiosidad demasiado rápido.
—No se lo diré —simplificó con un ademán de su mano— ¿Lo hiciste con él?
—Prefiero no entrar en detalles de ese tipo.
—Okay, obviemos a los involucrados, solo dime ¿es tan genial como lo pone ahí? —señaló el libro, interrogándome con la mirada.
—Tiene una descripción muy cercana a la realidad, la escritora es buena.
—Mi novio no es tan abierto sexualmente —confesó dejándose caer hacia atrás con dramatismo.
No supe a cuál de los dos se refería, pero supuse que tal vez había uno oficial para la familia.
—Entonces necesitas uno nuevo —afirmé sin rastro de duda.
—O dos —coincidió pensativa, mientras mordía el lado interno de su mejilla, para de inmediato pedir—: No le menciones ni la más mínima parte de esta conversación a mi hermano.
—A las únicas a las que les debo lealtad, es a las mujeres.
Eso era en parte cierto, porque si bien estaba dispuesta a lo que sea por mi hermano, deseaba con todas mis fuerzas tener la capacidad de evitar afectarla demasiado con mis manipulaciones.
Si no quedaba alternativa, lo haría, pero como última opción.
Mi idea era caerle bien para hacerla hablar, y esperaba que con eso fuera suficiente.
La conversación se detuvo con la llegada de los chicos, entre risas y sin camisetas venían tonteando y empujándose el uno al otro. Guardé el libro en el bolso y esperé a que llegaran a nosotras.
—Si dejas sola a tu novia para jugar videojuegos te va a durar poco —lo regañó Mar, evidenciando mi mentira de forma muy conveniente para nosotros.
—No me pondría de novio con una mujer sin independencia —respondió él, y no sé por qué, lo sentí como una indirecta para Jean.
Me aparté un poco para que se recostara a mi lado, pero de todos modos me tomó por sorpresa la cercanía de su cuerpo.
Literalmente me abrazó por detrás, con su mano sobre mi cintura, sus dedos en mi abdomen y todo su cuerpo pegado al mío.
Lo habíamos hablado, le dije que estaba bien, que no se preocupara por los límites físicos, que dentro de la actuación era su novia y me tratara como si realmente lo fuera.
Me volteé apenas para verlo, y noté una pequeña llama de maldad en sus ojos. Obviamente más allá de la actuación estaba buscando provocar a Jean, era consciente de sus celos y los estaba disfrutando.
Acercó sus labios a los míos y me volteó de forma brusca para besarme, nada fingido, nada de tacto, directamente su lengua dentro de mí. Me gustó su beso, fue muy tierno a pesar de la impulsividad, así que simplemente disfruté de dejar que me use para lo que sea que me estaba usando.
Además, molestar a Jean nunca estaba de más.
Él no dudó en expresar su molestia arrojando uno de sus zapatos hacia nosotros, que Mirko atrapó en el aire.
—Está bien que acepte la traición de que te comas a mi prima, pero no en mi cara, imbécil —desafió fingiendo que era en broma, aunque obviamente no lo era.
—¿Tenías una relación incestuosa con ella? —le preguntó Mar, con mucha ironía.
—Claro que no, qué asco —se defendió Jean, expresando su desagrado hacia mi persona mientras volví a voltearme para verlos.
—Entonces no encuentro la traición.
—No.
—¿No qué? —Mar alzó sus cejas, más que una interrogante era un desafío.
—Eres una bebé, aunque estar contigo no fuera traicionar a mi mejor amigo, de todos modos sería no, porque no me siento atraído por las niñas.
—Ajá, y en seis meses cambias de opinión —aseguró ella, rodando los ojos.
—No, no es un asunto legal, es un asunto de preferencias. Soy un hombre y me gustan las mujeres de mi edad.
Jean se quedó esperando que Mirko dijera algo para defenderlo, pero eso no pasó, él estaba muy ocupado pasando sus deditos por las pecas de mi hombro.
¿Por qué me estaba usando para molestarlo? ¿Qué había hecho Jean que despertó su indiferencia? Estaba convencida de que no estaban precisamente peleando en la habitación, de hecho llegaron riendo y tonteando.
—Ya, suficiente —determinó Jean, se acercó a mí, me tomó de la mano y de un solo jalón me puso de pie—. Hora de bañarse.
Su brazo rodeó mis piernas para levantarme. Tenía los conocimientos perfectos de defensa personal para librarme de su agarre, pero no podía dejarlos en evidencia. Además, de todos modos quería meterme en la piscina.
Un par de pasos después y ambos estábamos en el agua, estaba helada, por lo que la piel de mi cuerpo reaccionó erizándose por completo.
En cuanto volví a respirar reaccioné a su risita dándole un golpe en el pecho.
—Imbécil —me quejé intentando secar mis ojos.
—¿Lo disfrutaste? —me desafío en voz baja, aprovechando que los demás estaban lo suficiente lejos para no escuchar.
—¿Por qué tan inseguro? —aproveché el momento para burlarme— No me culpes a mí, arréglense ustedes.
—¿Te gustó o no? —insiste, sosteniendo la mirada.
—Estuvo bien.
—No tienes idea lo mucho que probaste de mí en ese beso, deberías tener cuidado con dónde metes la lengua.
Mierda. Ese comentario fue tan inteligente y conveniente de su parte... Me hubiera encantado decirle que me dio asco, pero no, obviamente no fue así.
—Sigo creyendo que estuvo bien —mantuve mi punto, sin bajar la mirada.
—Deberías ir directo a la fuente —murmuró.
Mientras pensaba en una respuesta adecuada durante una fracción de segundo, un perro del tamaño de un caballo se lanzó a la piscina salpicando todo de forma desproporcionada.
Me tomé de su brazo porque me sorprendió el sonido, pero él lo interpretó como que sentí miedo y se decidió a ponerse en modo protector poniéndose delante de mí.
Me pareció conveniente ser vulnerable al hermoso perro gris, así que apoyé mis brazos en su espalda y lo dejé sentirse importante.
—¡No la dejes meterse! —reclamó Mar a su hermano mayor, que no noté en qué momento llegó—. Llena todo de pelos, hazte responsable.
—Su cabello está mejor cuidado que el tuyo —le respondió Alek sin dirigirle una mirada.
Sus ojos negros se fijaron en mí por un instante, y pareció divertido por mi miedo al perro gigante.
Mirko se acercó al borde de la piscina por el otro lado y estiró su mano para ayudarme a salir.
—Jean es más peligroso que Harley, y ninguno de los dos te hará daño, tranquila —me convenció de forma tierna, mientras que luego de jalar mi mano me dejó sentada en el borde.
—Es demasiado grande.
Harley era una perra gris de raza Gran Danés que pertenecía a Alek, que en ese momento la miraba muy complacido nadar en la piscina y llenarla de pelos.
En cuanto me puse de pie, Mirko acomodó el traje de baño en mi cadera porque se había volteado. Entonces entendí su detallismo, él era un experto fingiendo. Eran esos detalles pequeños los que evidenciaban que estábamos cómodos uno con el otro, que había confianza, y él estaba al pendiente de cada uno.
Sabía perfectamente cómo pretender, porque había pasado su vida entera haciéndolo.
Eso era lo suficientemente triste para generarme empatía, pero a pesar de sentirlo por él, no había más que eso. Formar relaciones reales estaba fuera de cualquier posibilidad, iba a meterme en sus vidas, pero no a involucrarme.
—¿Puedes creer que hoy hay un concierto? —se indignó Mar, hablando principalmente con Mirko— ¡Todo el mundo irá! ¿Y quién es la única idiota que no puede salir un viernes?
—Tú —se burló Jean, saliendo de la piscina para quedarse sentado al borde.
—Siempre presumes de que eres la más consentida —aseguró Alek—. Ahí tienes tus privilegios, lo que Mirko y yo hagamos un viernes de noche a todo el mundo le vale mierda.
—Eso es porque son hombres, y no es justo —protestó Mar, molesta con su hermano.
—Ellos son mayores de edad y tú no, esa es la única diferencia —la contradijo Jean.
No estaba segura de quién tenía el punto justo, solo tenía en mente que nada de lo que decían parecía interesante.
—Después de la cena salimos por atrás, yo te llevo y Alek te va a buscar —resolvió Mirko en un segundo.
—No —dijo Alek de inmediato.
—Anda, ¿por qué no? —se quejó ella con una súplica en su mirada.
—No voy a levantarme en la madrugada solo por ti —mantuvo su postura firme—. Además la última vez que fui por ti estabas borracha, y te caías de la parte de atrás de la moto mientras conducía. Gracias, pero paso.
—Entonces tú la llevas y yo la voy a buscar —ofreció Mirko, que como sea quería conformar a su hermanita.
—¿Se va a morir por no salir un viernes? No. Tengo otras cosas que hacer.
—Gracias —ironizó Mirko rodando los ojos—. Sin dudas eres alguien con quien se puede contar, ya lo haré todo yo...
Alek se puso de pie, y con un silbido trajo de regreso a Harley que salió de la piscina salpicando todo.
—Yo no soy el que quiere fingir que nada pasó, entonces jamás seré el que esté en falta —sentenció dejando a todos en silencio.
Supuse que se refería a la muerte de Vlad, porque de un instante a otro la energía del grupo cambió por completo. Sentí a Mirko tragar grueso mientras veía a su hermano alejarse, percibí cómo le dolieron sus palabras.
—¿Por qué hace esto? —protestó Jean, unos segundos después.
—Porque está herido —lo defendió Mar.
—Eso no le da derecho a... —iba a continuar, pero esta vez fue Mirko quién lo interrumpió.
—Sí, tiene todo el derecho, déjalo en paz.
Me dio la impresión de que tenían ese tipo de relación de: "Yo puedo agredir a mi hermano, pero sí tú lo intentas te mataré", y me pareció tierno cómo frente a frente se desafiaban, pero luego quedaba claro que eran parte de lo mismo.
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—Toma —me dijo Mirko dándome una camiseta suya—. Mar vendrá a buscarme, debes verte lista para dormir con tu novio.
—Okay —acepté sin muchos rodeos, para que de inmediato él continuara con las indicaciones.
—Solo bragas debajo, ¿está bien? Y desarréglate el cabello, quítate el maquillaje, los accesorios...
—Sé cómo dormir, relájate —lo interrumpí soltando una risita.
—¿Sabes cómo funcionan las mentiras, Aitana? —preguntó mientras se acercaba a mí para acomodarme el cabello.
Por supuesto que lo sabía, pero tener la perspectiva de otros sobre un tema siempre puede enseñarte cosas nuevas así que negué.
—Ilumíname —acepté.
—El cerebro percibe las sutiles diferencias entre la verdad y la mentira sin darse cuenta, en detalles que a simple vista no puedes procesar, pero que al juntarlos terminan por hacerte sentir que hay algo extraño, y muchas veces no entiendes por qué, pero lo sabes.
—¿Crees que puedes engañar al inconsciente de los demás? —Me senté en la cama para quitarme los zapatos, él se estaba esforzando mucho en que el moño en mi cabello se viera naturalmente desordenado.
—Sé cómo hacerlo, tú solo confía en mí.
—Tranquilo, haré lo que me digas, solo... —murmuré mostrándome insegura.
—¿Qué pasa? —se preocupó de sobremanera.
—Es que... Jean está celoso, yo no quiero estar entre ustedes.
—Yo soy completamente gay y Jean lo sabe, solo te está molestando porque su hobbie en la vida es molestar a otras personas. No le hagas caso.
—¿Seguro? —insistí de forma dubitativa.
—En todo caso el celoso debería ser yo, y no lo soy así que relax.
Terminó con mi cabello por lo que fui al baño a cambiarme, y justo en el momento en el que salí fue que Mar golpeó la puerta.
Mirko se acercó a mí rápidamente, me tomó por el mentón de forma suave y murmuró un muy suave "permiso" antes de morder mi labio inferior lo suficientemente fuerte como para dejarlo inflamado.
Me sentí molesta conmigo misma, de verdad no podía creer que esa tontería me hubiera calentado.
Pero, si mentir se trataba de los detalles, este había dado mucho resultado, porque en cuanto él abrió la puerta mis mejillas estaban rojas y hasta mi respiración estaba acelerada.
—¿Llegué en mal momento? —preguntó Mar, con una clara insinuación en sus ojos.
Mirko volteó a mirarme y elevó una ceja mostrando su diversión con la situación.
—No, claro que no —fingió mentir mientras tomaba su camiseta del suelo— ¿Vamos?
—Estoy lista —sonrió señalando su planificado outfit.
—Te ves hermosa —aseguré, y era una absoluta verdad.
—No te duermas, espérame despierta —pidió Mirko, para un segundo después tomarme por la cintura, pegarme a él y darme un buen beso como despedida.
Eso definitivamente no colaboró con la situación, a esas alturas sentía que no estaba fingiendo nada.
Obviamente solo eran reacciones naturales del cuerpo al morbo de la situación, lo que se siente prohibido o imposible siempre es más atractivo que lo demás.
—No te duermas, Aitana —repitió Mar, riéndose sin pena—. Te guardé helado, ¿por qué no bajas a buscarlo mientras tu chico regresa?
—Gracias —sonreí, dejando entrever cierto nerviosismo.
Por fin se fueron, así que me decidí a bajar por ese helado. Tal vez me ayudaba a enfriar la situación ya que no había cómo quitarse las ganas.
Me puse una sudadera más larga sobre la camiseta, porque mi nueva personalidad no era tan descarada como la anterior, por lo que debía cuidar ciertas formas por si me cruzaba a alguien, ya sea de la familia o del personal doméstico.
Las luces estaban apagadas, pero las de la cocina se encendieron solas cuando entré. Era un sitio demasiado amplio, pero no me detuve mucho a observar los detalles, mi objetivo era buscar el helado y comerlo en la habitación.
La heladera estaba al revés de lo que yo acostumbraba, la parte de congelados estaba debajo, por lo que me generó confusión y me costó un poco encontrar el helado, pero finalmente lo hice.
Lo mismo me pasó para encontrar una cuchara, eran muchos cajones y tuve que abrir demasiados hasta que di con el correcto.
Tomé una botellita de agua, y me dispuse a salir.
Obviamente, no todo iba a ser pacífico, así que justo en la puerta de la cocina me encontré con Alek bloqueándome el paso.
—¿Por qué te comes mi helado? —reclamó haciéndome soltar una risita.
—Es que... —balbuceé dando un paso hacia atrás por lo intimidantes que lucían sus ojos negros enrojecidos— Mar dijo que lo había guardado para mí.
—¿Qué haces despierta a esta hora? —volvió a interrogarme, y aunque desafiarlo hubiera sido bueno, responder sus preguntas me hacía ver más accesible.
—Mirko fue a llevarla al concierto, lo estoy esperando.
Dejé el helado sobre la encimera y lo empujé hacia él, no con la mejor predisposición, pero pelear por comida era una estupidez con todo el dinero que tenían.
Él se acercó hacia mí, y en cuanto la luz de la cocina lo iluminó por completo pude notar que no estaba en sus cinco sentidos. Me pareció muy conveniente aprovechar la inhibición de su sentido común para que me diga algo interesante.
Se sentó en uno de los bancos altos junto a la isla, abrió el recipiente y enterró la cuchara como si estuviera enojado con el mundo.
Llevaba su nombre en la tapa, lo que casi me hace reír, ni siquiera lo había notado hasta ese momento.
—¿Qué me ves? Sigue tu camino —me dijo de mal modo.
—¿Por qué me tratas mal? —pregunté sentándome frente a él— Ni siquiera me conoces.
—No me hace falta, sé que mientes.
—No...
—A mi hermano no le gustan las mujeres, yo lo sé, tú lo sabes, no eres su novia.
—Yo... —susurré, la verdad fue que me tomó por sorpresa lo directo de su afirmación, y no tenía una respuesta preparada.
Dejé a mis ojos perderse en la nada sin pestañear para que se pusieran vidriosos, lo cual dio resultado de inmediato.
—No hagas una escenita... —comenzó a decir, pero al ver que mis lágrimas eran reales suavizó su mirada y su expresión.
Estiró su mano para tomar la mía, pero de inmediato la aparté. Necesitaba que él creyera en mi relación con su hermano para seguir siendo necesaria en la casa, así que tenía que pensar muy bien en mi discurso.
—Lo siento si fui muy grosero, pero estoy diciendo la verdad.
—¿Por qué estás tan seguro de eso? —cuestioné limpiando mis mejillas con la sudadera.
—Por cómo se miran... ellos.
Supuse que se refería a Mirko y Jean, y con eso entendí que era muy perceptivo, lo que me exigía el doble de trabajo para sostener el personaje.
—Entonces, ¿el hecho de que le gusten los hombres significa expresamente que no le gustan las mujeres?
—No me vas a manipular, sé que mienten, lo que no entiendo es por qué —insistió, pero ya había abandonado sus modos groseros por completo.
—Tú hermano me salvó de un infierno, y me importa una mierda tu opinión, sé que lo que tenemos es real.
—Sí, ajá, muy conmovedor. —Hizo un ademán con su mano invitándome a irme gentilmente, y agregó—: No te preocupes, no abriré la boca, pero te estaré observando.
Mi corazón se sintió acelerado en cuanto entendí mi error. Entré a la casa pensando que tenía todo bajo control y, aunque mi información sobre Alek era nula, lo subestimé. Era mi oponente más inteligente, y no tenía absolutamente nada que lo comprometa.
No me creía, y yo no tenía un punto débil dónde atacar, ninguna estrategia para llegar a él, absolutamente nada.
Necesitaba encontrar una solución, y lo necesitaba ya.
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Hola Pollitos 🐣
¿Coma va? ¿Ya tienen un favorito?
Nos estamos dejando llevar por las apariencias, eso no es bueno considerando el nombre del libro :)
Los quiero
Besos, mil besitos
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