Capítulo 14
"La nostalgia de lo que se pierde es más soportable que la nostalgia por lo que nunca se tuvo."
Mignon Mclaughlin
***
—Esa es la peor frase que puedes decir en una situación así —me dijo Alek, juntando sus cejas.
—Pero es la verdad.
—Lo sé, pero podrías decirlo de otro modo menos telenovelero, y así no lo harías sentir estúpido.
—¿Me van a decir qué pasa? —gruñó Mirko, de muy mal humor.
—¿Le dices tú o le digo yo? —Alek me puso a decidir, lo cual me preocupó porque no tenía una mentira bien elaborada y no sabía si podía confiar en que él lo haría bien.
—No entramos de la mano, eso fue una mentira —dije simplemente, pero Alek continuó con la explicación de inmediato.
—Estoy preocupado porque Jean está actuando muy extraño últimamente, siento que me oculta algo y… no sé, pensé que era buena idea hablarlo con ella, su prima muy cercana a la que jamás me había mencionado, hecho que me hizo pensar que probablemente no seamos tan amigos como yo creía.
—Y necesitabas encerrarte aquí con ella porque… —exigió una explicación más específica.
Alek estaba jugando con sus miedos, y eso se me hizo maravilloso. No era algo éticamente correcto, pero fue muy inteligente.
En ese momento Mirko estaba más preocupado porque Alek estuviera sospechando de su relación real, que por lo que estaba pasando entre él y yo.
—Porque aquí todos son chismosos, ¿No te dijeron que entramos tomados de la mano? ¿Alguna vez en tu vida me viste tomar la mano de alguien?
—No…
—Dales cinco minutos más y ya dirán que salían ruidos extraños.
—¿Entonces es mejor que todos crean que soy un cornudo, a que te escuchen preocuparte por tu amigo?
—Si ella iba a contarme algo sobre él, no quería que los demás escucharan.
—¿Y qué te dijo? —insistió, algo le hacía sentir que tenía que indagar por la verdad, pero no tenía fundamentos firmes para argumentar.
—Ella te dirá, yo tengo una clase en tres minutos. —Tomó su mochila del suelo y sin decir mucho más salió del depósito.
Eso volvía todo más fácil, se suponía que estaba enojada con Mirko por desconfiar de mí, así que no le iba a dar grandes explicaciones.
—¿Qué está pasando? ¿Qué haces con mi hermano?
—Ya te lo dijo.
—¿Y por qué no me avisaste? —cuestionó acortando nuestra distancia.
Puse una mano en su pecho y lo hice retroceder sobre sus pasos.
—¿Tengo que recordarte que no soy tu novia en realidad? —hablé con una clara molestia en mi voz—. No sé por qué estás acostumbrado a tratar a las personas como mierda, pero te estás equivocando conmigo.
—Lo siento por lo de hoy ¿Sí? —soltó un resoplido y se esforzó por sonar cortés— Estoy muy estresado y me da miedo que todo esto termine llegando a mi papá, el papelito ese… esa mierda… si no eres tú, entonces alguien más lo sabe. Y Alek tiene el de Jean, si llega a leerlo y se entera…
—Si se entera ¿Qué?
—No quiero que lo sepa y ya.
—Pues estás haciendo todo mal, nos muestras como una pareja débil frente a los demás, con la forma en la que me trataste hoy nadie te va a creer que me amas.
—Ya te dije que lo siento, ¿Puedes decirme qué le dijiste a Alek? —insistió nuevamente, negado a dejar ir el asunto.
—Tú pides perdón, ahora hace falta que yo te perdone, y la verdad es que en este momento no tengo ganas —concluí sin dar el brazo a torcer—. O me tratas como me merezco o vete a la mierda, tú y todos tus secretos.
Estaba lista para mi salida triunfal, pero él me detuvo antes de que alcance a salir.
—Aitana…
—¿Qué?
—No me dejes solo, te necesito.
—Tienes un novio real, conmigo solo un contrato comercial —respondí con frialdad, quería que él piense que actuaba así porque estaba herida de algún modo, como si importara.
—No estamos bien, todo se está derrumbando… —La forma ahogada en la que dijo las últimas palabras me hizo pensar que esa vez sí estaba siendo sincero, y que tal vez mi intromisión en su vida estaba causando más estragos de los que pretendía.
—No están bien porque no lo cuidas, yo en su lugar ya te hubiera dejado.
—Lo sé, intentaré hacerlo mejor, con él y contigo, ¿Me perdonas?
Probablemente estaba siendo altamente manipulada por esta muestra de vulnerabilidad, pero era justo, yo también le estaba mintiendo.
—Pero no vuelvas a desconfiar de mí, yo no soy el enemigo, Mirko, estoy de tu lado.
Mentira por mentira, así construíamos nuestra relación, sin bases firmes ni una pizca de confianza, pero allí estaba, existiendo.
***
—Bienvenida —dijo una voz a mis espaldas en cuanto me senté en una mesa vacía en la cafetería.
Me volteé para encontrar a Jean, que rápidamente se sentó frente a mí en una silla libre.
—¿Qué tal tu primer día?
—Al parecer tengo una tendencia a elegir hombres débiles porque pienso que van a necesitarme y por eso no van a abandonarme como mi papá.
—Interesante. —Soltó una risita y puso un sándwich frente a mí—. ¿Tu papá te abandonó?
—Ni siquiera tengo su apellido, me ignoró desde siempre.
—Bueno, el mío prefiere un hijo muerto que uno gay —comentó elevando ambas cejas mientras observaba su vaso con la mirada perdida—. Obviamente lo entiendo, yo prefiero un padre muerto que uno homofóbico, al menos así podría cobrar la herencia.
—No entiendo… —Levanté la mirada hacia él, y él hizo exactamente el mismo movimiento al mismo tiempo— Si tú saliste del closet con tu familia, ¿por qué te sigues ocultando aquí? Ni tu mejor amigo lo sabe, es… raro.
—Oh… eso. —Su voz cambió por una un poco avergonzada, tal vez triste también— Si yo saliera del closet la gente no tardaría en relacionarme con Mirko, lo hacemos todo juntos y nadie lo ve mal porque somos amigos, pero entonces sería… bueno, una obvia suposición.
—¿No solo está en el closet él, también te mantiene a ti? Jean… por favor.
—No, no, él jamás me lo ha pedido —se apresuró a aclarar—. Se asustó mucho con la reacción de mi papá, piensa que el suyo será igual o peor, y yo… solo lo quiero cuidar, no quiero que pase por toda la mierda que yo pasé sin estar listo.
—Yo no he pasado por nada de esto, seguramente no tengo derecho a opinar, pero nada de lo que está haciendo se ve bien. Lo siento por mi sinceridad, pero tú lo priorizas mucho más de lo que él te tiene en cuenta.
—Lo amo.
—No lo puedo entender, lo siento.
—¿Por las infidelidades?
—Por las mentiras, no puedes amar a alguien en quien no puedes confiar.
—Yo sé que él también me ama, no te lo puedo explicar, y sé que probablemente nadie sería capaz de entenderlo en realidad… —Hizo una pausa como si realmente estuviera evaluando si estaba bien decir lo siguiente, pero al final se decidió a decirlo—: Estoy confundido ahora, porque tú me haces sentir muy bien.
Y tampoco podía confiar en mí.
Por un instante de empatía, sentí pena por estarle mintiendo, su vida ya estaba lo suficientemente jodida, y yo solo había llegado a joderla un poco más.
Pero el objetivo estaba primero, y yo por mi hermano estaba dispuesta a dejar cualquier tipo de ética en el olvido.
—No sientes nada por mí —lo contradije rápidamente—. Solo es algo físico, el problema es que no estás acostumbrado a tratar con personas que tienen decencia humana básica.
Evidentemente mi respuesta hirió su ego, porque su tono de voz cambió por uno muy frío al responder.
—No dije que siento algo, solo que estoy confundido.
—¿Y eso qué significa? —No pretendí sonar irónica, pero tal vez mi inconsciente me traicionó un poco.
—Que todas las veces que estuve con otras personas… no lo sé, luego ya no quiero saber de ellas. Contigo no es así, me agradas, me agrada hablar contigo, y aunque pienso en Mirko y en qué ya no quiero que nos hagamos daño, luego no quiero dejar de verte.
—No tiene que ser algo confuso, Jean, la amistad existe.
—Los amigos no tienen sexo, ni se besan, ni duermen abrazados…
—¿Quién te dijo esa mentira?
Su mirada bajó a su sandwich a medio morder y se quedó en silencio en cuanto vio a Mirko atravesar la puerta de la cafetería. Nunca fue mi objetivo romper su relación, pero desde mi llegada a la casa era todo lo que había hecho.
Toda mi historia con Jean no estaba teniendo ningún sentido, él no me había dicho nada sobre la muerte de Vlad, jamás hablamos del tema siquiera. Los que más información me habían dado eran Alek y Mar, y ella ni siquiera lo había hecho a voluntad.
Tal vez podía tomar distancia de él para dejarlos recomponerse, tal vez sería lo más sensato para ganarme la confianza de Mirko, porque estaba segura de que él sabía más de lo que decía.
Mirko llegó a nuestra mesa, su mano bajó de mi cabeza hasta mi cuello como una caricia, y me atrajo para darme un beso, un poco largo para un saludo.
Jean se veía muy incómodo.
—¿Cómo estuvo tu primera clase? —preguntó, y ocupó su lugar justo a mi lado.
—Bien, supongo —le sonreí a medias y sentí como entrelazaba nuestras piernas bajo la mesa.
—¿Saben? Apenas crucé la puerta mis ojos se fueron directo hacia aquí, es como… demasiada belleza concentrada, lo lindos que son los dos no es de este mundo.
—Y ahora llegaste tú, así que no debe haber persona en esta cafetería que no nos esté viendo. —Jean le respondió el cumplido, aunque no estaba segura de que fuera uno.
—Necesito que me ayuden con esto. —Alek se sentó junto a Jean, con su computadora abierta sobre la mesa. No sé en qué momento entró, ninguno de nosotros lo vio llegar.
—¿Qué es? —Jean se acercó a él para leer lo que decía.
—Encuestas etnográficas, necesito contactos en el extranjero.
—Yo te ayudo con eso —cedió Jean rápidamente—. ¿Qué más?
—Si también las completan ustedes y sus amigos sería genial.
—Está bien, mándame el link —Mirko también lo apoyó.
Había algo raro y bonito en verlos fuera del ambiente oscuro de su casa, sin la energía rara y triste de ese lugar. Ellos allí lucían como chicos normales, disfrutando de un almuerzo en la universidad en medio de tantos exámenes.
¿En algún universo paralelo mi vida sería así? Con amigos, un novio lindo, en la universidad sin mayor preocupación que aprobar mis clases… Siempre estuve bien con mi vida caótica, pero ese instante, construido sobre un montón de mentiras y completamente falso, de algún modo estúpido se sentía feliz.
Pero no era real, ni el sentimiento ni la escena, todas las personas en la mesa estábamos ocultando cosas de los demás, todos teníamos secretos, todos estábamos fingiendo.
La apariencia de un grupito relajado, feliz y unido, que en realidad solo era la fachada de una realidad mucho más oscura.
¿Sería igual con todos a nuestro alrededor? Observé a los demás grupitos, conversando animados y con buena energía, sus risas, sus gestos… ¿Ocultarían ellos tanta mierda como nosotros? ¿En realidad existían las relaciones sanas, las vidas normales?
De pronto me sentí vacía en esa falsa felicidad. Extrañaba poder sentir algo real, necesitaba un respiro de todo eso.
—¿Estás bien? —Mirko acarició mi mejilla con su pulgar.
—Sí —mentí con una sonrisa. Le di un besito y levanté la mirada para encontrarme con los ojos de Alek viéndome directamente.
Fue como si dijera que sabía que estaba mintiendo, tal vez solo estaba susceptible, probablemente a él también le importaba una mierda.
—Voy al baño. —Me aparté de Mirko para rodear el banco, sin volver a levantar la mirada.
Odiaba ese tipo de vulnerabilidad, pero había algo que siempre funcionaba en los momentos bajos, un pequeño empuje de energía cuando todo se sentía mal, e iba a correr tras eso.
—¿Hay algún teléfono público aquí? —le pregunté a una chica en el pasillo que parecía amistosa.
—¿De moneditas? No, pero hay uno para uso común en el pasillo de arriba.
—Gracias —murmuré mientras me alejaba hacia las escaleras.
Llegué rápido, no fue difícil de encontrar pero tuve que esperar porque alguien más lo estaba usando.
En cuanto fue mi turno, marqué el número más recordado en mi memoria con rapidez.
—Hola, soy Zoe —dije en un tono bajo, hacía mucho que no usaba mi nombre, se sintió raro.
—Ah, dame un minuto —dejó el teléfono sobre la mesa y la escuché alejarse.
Unos segundos después escuché unos pequeños pies resonar contra el piso cada vez más cerca.
—¡Tía Zoe! —gritó con efusividad y alegría.
Mis ojos se volvieron acuosos, me tragué la emoción y sonreí.
—Hola enano, ¿Cómo estás?
—Estaba grabando un vídeo para un proyecto del colegio, la cámara que me regalaste era muy difícil de usar, pero aprendí, luego papá dijo que estaba perdiendo mi tiempo…
—Es mentira —lo interrumpí con una sonrisa—, haz siempre lo que te gusta y te prometo que llegarás lejos, no lo escuches, eres muy talentoso.
—¿Por qué no has venido por mí? Ya no me han llevado al cine, mamá dice que cuando vayamos a Milán, pero luego no cumple —sus tiernos reclamos me sacaron otra sonrisa.
—Estoy trabajando mucho, te prometo que iré en cuanto pueda.
—Todos me dicen lo mismo —murmuró con tristeza, lo que me hizo sentir enormemente culpable.
—Pero yo jamás te miento, sabes que la tía siempre te cuida, aunque no te vea ¿Verdad?
—Lo sé —suspiró con resignación—. Tú sí cumples.
—Te amo, enano, ya tengo que irme.
—¿Vendrás por mi cumpleaños?
—No me lo perdería.
—Te quiero mucho, tía —dijo de la forma más tierna y adorable que pueda existir.
—Yo también te quiero, y mantente fuerte, recuerda que eres libre y la única opinión que importa es la tuya.
—Lo intentaré, voy a anotarlo así no me olvido, ¡Adiós!
Terminó la llamada, pero con una conversación tan breve y fugaz, me dio la fuerza que sentí que estaba perdiendo.
Mi padre no me quería, mi hermana era una mierda, pero ella me había dado a Elai, el único amor puro que había conocido en mi vida. Y a pesar de que como hermanas teníamos un vínculo de mierda, jamás me había impedido estar cerca de él.
—Ey… —la voz tierna de Alek me trajo a la realidad de nuevo, me había seguido— ¿Qué te pasa?
Mentir no tenía mucho sentido, en mi rostro estaba la huella de mis lágrimas.
—Solo estoy un poco nostálgica.
—No es por lo de los papeles, ¿O sí? Porque si es eso no te preocupes, tengo una pista.
—¿Qué? —quise saber de inmediato, limpiando mi rostro y olvidando las penas.
—¿Te suena el nombre de Zoe?
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Hola pollitos 🐣
Se me hizo un poco tarde pero tuvimos un pequeño invitado especial 🥺
Los quiero mucho ❤️
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