↠Prólogo↞
— ¡Corre Elizabeth, llévate a nuestro cachorro lejos de aquí!, ¡Vamos, corre! — gritaba un Alfa a la lejanía, con la esperanza de que la mujer a la que gritaba le hiciese caso.
La mujer con su hijo en brazos, hecho a correr lo más que pudo, sin mirar atrás por nada del mundo. Sabia muy bien que si sólo se giraba un instante, la alcanzarían en un santiamén.
Alfas vampiro iban tras la mujer, con la intención de matarla a ella y llevarse al pequeño Omega lobo.
Ella era una humana normal y corriente, el padre del pequeño Omega era un Alfa lobo, por eso el pequeño salió a su padre, más no era un lobo cualquiera, sino un tipo de lobo muy especial, por eso se lo querían llevar.
Ese tipo de lobo tan especial ya no existía, por eso eran tan valiosos, y los vampiros lo querían para su líder.
La mujer no paraba de correr, aunque le dolían las piernas, decidió no parar, tenia que poner a salvo a su hijo primero.
Los vampiros la estaban alcanzando, y preguntareis, ¿Cómo es posible que no la alcancen si los vampiros son muy rápidos por naturaleza?, pues veréis, sólo estaban jugando con ella, la estaban haciendo creer que puede salvarse, pero en realidad no.
Ella sabia eso, también sabia que la manada había sido aniquilada, junto a su Alfa y su familia. Ya no quedaba nadie con vida, sólo ellos dos. La única alternativa era llegar a la frontera de su territorio y pedir ayuda a la manada vecina, sólo unos kilómetros más y estarían a salvo.
La mujer vislumbro el río indicando el final del territorio de su manada. Al ser marcada por su Alfa destinado, pasó a ser parte de la manada.
Se alegró tanto, que hizo un esfuerzo más y consiguió llegar a su destino.
Al otro lado del río estaban el Alfa líder de la manada vecina y otros Alfas protectores de este y de la frontera. Todos estaban en su forma humana.
Sólo tardaron unos segundos en darse cuanta de que una mujer venia hacia ellos, se sorprendieron al verla, pues muy bien saben que es la pareja destinada del Alfa Derek, el líder de la manada más fuerte de todas las manadas que había. Bueno hasta ahora...
Ella estaba muy agotada por haber corrido tanto, pero sabia que esos vampiros vendrían, así que se acercó al borde del río y gritó.
— ¡Por favor Deimon, llévate a mi cachorro contigo!, ¡Rápido, no hay tiempo de que te explique el porque! — suplicaba al líder desesperadamente, mirando constantemente hacia atrás y adelante.
— ¡¿Que es lo que esta pasando, Elizabeth?!, ¡¿Y donde está Derek?! — el líder estaba sorprendido por cómo lucia Elizabeth, también porque esta siempre estaba acompañada de su Alfa y ahora no la veía con él.
— ¡No hay tiempo de explicaciones, sólo llévate a mi cachorro!, ¡Tienes que darte prisa, ellos ya vienen! — muy tarde, los vampiros ya estaban a escasos centímetros de ella. Esta con el ultimo aliento que le quedaba, lanzó los más alto posible al cachorro, para que los vampiros no le pudiesen alcanzar. Haciendo así que el líder con gran rapidez, fuera hacia el pequeño Omega y lo atrapara con sus fuertes brazos, en el aire.
Aterrizó de pie y miró al pequeño que tenia en sus brazos. Este sólo tenia un año de vida. Le miró con tristeza, pero a la vez sorprendido, pues reconoció el tipo de lobo que era. Era uno muy especial.
Luego volvió su vista a la mujer, encontrándose con una escena sangrienta.
Uno de los vampiros tenia la mano atravesada en el pecho de ella, justo en el corazón. La tenia atravesada por la espalda.
Esta sólo pudo soltar sangre por la boca, y diciendo así.
— P-Por favor...Protegelo por n-nosotros.. — fue lo último que dijo antes de ser arrastrada por los vampiros hacia la oscuridad del bosque, escuchándose después, el sonido de huesos rompiéndose y gritos de dolor al mismo tiempo, dando a entender que la habían matado del todo, pues los gritos habían dejado de oírse al cabo de unos segundos.
Los Alfas bajaron la cabeza en señal de tristeza, en cambio el líder miró con tristeza y a la vez furia hacia donde habían arrastrado a la mujer. Sabiendo que si ella había llegado sola hasta aquí, eso significaría que todos habían muerto, incluido el Alfa Derek.
El líder gruñó enfurecido por lo que había sucedido, y también para advertirles a los vampiros que si cruzaban el río, habrían consecuencias severas, pues ahora estaban algo heridos por la batalla con los lobos. No por eso eran conocidos cómo los más fuertes.
El gruñido también afectó a los Alfas lobo, haciendo que temblaran un poco.
Unos minutos después, el líder ordenó a los Alfas que fueran yendo a la manada, él los alcanzaría después.
El líder miró una vez más hacia el oscuro bosque y luego se volvió hacia el frente, encaminándose a su hogar, junto al pequeño Omega, que ahora yacía dormido.
Siento si el prólogo es muy largo, pero sino no entenderéis la historia más adelante.
Besos xx mis conejitos.
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