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Epílogo

Seis años después

Las calles se encuentran concurridas, la brisa otoñal despeina los rizos de Hermione, está a punto de sacar su varita para lanzar un hechizo sobre estos cuando recuerda que no debe hacer magia. Al menos no de esa manera, por lo que murmura unas palabras y sus rizos castaños se controlan por unos minutos.

La mano que se encuentra entrelazada con la de ella le da un apretón y luego la suelta para salir corriendo. Hermione protesta pero cuando la cabeza castaña gira y le sonríe, solo puede negar con la cabeza, es exactamente igual a su amigo.

—¡James! ¡Despacio! —grita Ginny a su lado.

Es inútil. El niño de dos años es demasiado hiperactivo para la estabilidad de sus amigos, y se potencia aún más con Teddy. Por suerte no llegan dentro de otra media hora. La pelirroja se acerca hasta su hijo y lo toma en brazos. Ambas caminan por las calles del Londres muggle.

—¿Y el hurón? —interroga su amiga—. ¿No debería estar aquí?

—¿Sabes? No es necesario que lo sigas llamando así, ya sabemos que se llevan bien y que son amigos.

—Tal vez... pero es divertido —James se ríe entre sus brazos.

Hermione está por protestar cuando una mueca en el rostro de Ginny la detiene.

—¿Todo en orden? —inquiere preocupada.

—Sí, sí... sólo náuseas —suspira—. Apenas van tres meses y ya quiero que este bebé salga.

Hermione suelta una carcajada. Mantiene su vista enfocada en James, que intenta a toda costa bajarse de los brazos de su madre para seguir corriendo. Los recuerdos de hace unos años la atacan. Luego de Hogwarts todo fue demasiado caótico.

Hermione había conseguido apartamento en el Londres muggle. Fue demasiado divertido ver a Draco en ese ambiente. Sin embargo, al cabo de un par de meses el rubio le pidió que se mudaran juntos. No importaba dónde, solo quería vivir con ella. Y Hermione aceptó. Así que en un minuto estaba en su apartamento modesto y al minuto siguiente Draco le estaba presentando su nuevo hogar.

La dejó sin aliento.

Cabe aclarar que aceptó solo por la gran biblioteca que tenía la casa, no por nada más... No podía creer que el rubio gastara tanto dinero así. En un principio se sintió incómoda, pero luego entendió que así había sido educado Draco, y tal vez esa era su forma de demostrar cariño.

Comprando una casa.

No era tan grande como la Mansión Malfoy, pero era definitivamente más grande que su monoambiente. Y Draco se veía tan feliz, y emocionado de que vivieran juntos que nada más importó excepto ese momento. A Crookshanks le había encantado el lugar desde el primer segundo. La casa se encontraba en el mundo mágico, pero Hermione no dejó las visitas al Londres muggle, y tampoco dejó de arrastrar a Draco a las visitas a su librería favorita.

Draco se quejaba pero internamente disfrutaba de esos paseos tanto como ella. Solo lo hacía para molestarla. Y en este momento se encontraba con Ginny y James sentada en la fuente que estaba en frente de la librería, esperando a que Draco llegara.

Él y Theo estaban en algo misterioso últimamente. Hermione intentó varias veces sacarle la verdad a su esposa, pero Luna no decía ni una palabra que pudiera arruinar los planes de su marido.

Hermione suspiró y bajó la vista hasta su mano. Su anillo brillaba, otras de las tantas cosas costosas que Draco le había dado, no le gustaba admitirlo, pero se estaba acostumbrando a que la consintiera de esta manera.

El día de su casamiento fue un revoltijo de emociones. Estaba demasiado nerviosa, y atribuía todo eso a la situación del momento. Sin embargo, tenía la leve sospecha de que podía estar embarazada, tenía un atraso de una semana. Pero no se lo dijo a nadie, ni siquiera a Ginny, que el día de su boda fue una de sus damas de honor, junto con Luna.

Así que, la ceremonia siguió. Hermione pasó de ser Granger a Granger-Malfoy y fue uno de los días más felices de su vida. Draco tenía una luz en sus ojos que le calentaba el corazón. Narcissa estuvo presente, al igual que la familia Weasley, incluyendo a Ron y Molly. Sus padres seguían en Australia, pero aún no perdía la esperanza.

Sólo faltaba algo y tenía que sacarse esa duda. Tuvo que recurrir a Harry, era el único que sabía cómo conseguir una prueba de embarazo muggle. Podría haber utilizado un encantamiento y listo, pero quería usar la forma muggle, quería sentirse cerca de su madre, la cual siempre le contaba cómo fue el momento en que se enteró que estaba embarazada de ella. Harry casi se desmaya cuando escuchó la petición de Hermione, pero rápidamente le consiguió la prueba sin que Draco lo notara.

En la noche de bodas Hermione se encerró en el baño, sacó el test de su cajita, leyó las instrucciones y siguió todos los pasos. Al día siguiente irían a París por su Luna de Miel y no podía dilatar esto por mucho más tiempo. Podía escuchar a Draco descorchar una botella de alcohol y llamarla a lo lejos porque ya no aguantaba las ganas de besarla.

Todo el mundo de Hermione se detuvo en ese momento.

Una rayita.

Negativo.

Las lágrimas se empezaron a acumular en sus ojos, los llamados de Draco se detuvieron para pasar a tocar la puerta del baño. Al no recibir respuesta ingresó y su expresión cambió de felicidad a preocupación en menos de un segundo.

—¿Amor? ¿Qué sucede? —caminó hasta tenerla entre sus brazos—. ¿Hermione? Me estás asustando, cariño.

Pero Hermione no podía contener las lágrimas, levantó la prueba de embarazo entre ellos para que el rubio la viera.

—¿Qué es eso?

Por supuesto. Otra clase que se había saltado en Hogwarts. Lo hubiese regañado de no haber sido por la situación del momento.

—Es una prueba de embarazo muggle.

—Oh... —desvió la vista a la mano de la castaña y luego a sus ojos—. Oh.

—Draco... —interrogó temblorosa.

—¿Y qué significa una raya? —ahora no podía apartar sus ojos de la prueba de embarazo.

—Negativo —susurró.

Draco la abrazó y Hermione se deshizo en lágrimas. No sabía lo mucho que quería ser madre hasta ese momento, hasta que una estúpida prueba de embarazo le dijera que no estaba esperando un bebé.

—Ya llegará el momento, amor —susurró—. Me encantaría tener un hijo juntos, pero llegará en el momento que tenga que llegar. El destino nos unió después de todo, ¿no?

La castaña soltó una risa ahogada. Draco la separó de su pecho y enfocó sus ojos.

—Te amo, y eso no va a cambiar —comentó serio—. Y hasta que ese bebé llegue, podemos seguir practicando.

Las lágrimas dejaron de caer, dejando un rastro en sus mejillas, pero la sonrisa apareció nuevamente. Se besaron y sin previo aviso, Draco la alzó entre sus brazos, al estilo nupcial.

—Es momento de celebrar, ¿no crees? —murmuró contra sus labios—. Me encanta ese vestido, pero más me gustaría verte sin él.

Fue un momento difícil, no lo va a negar. Pero Draco tenía razón, su hijo o hija llegaría en algún momento. Inconscientemente llevó sus manos a su vientre.

—¿Mami? —la voz de James la trajo devuelta al presente—. ¿Y papi?

—Ya debe estar por llegar, cariño —respondió Ginny.

James abrazó a su madre y en menos de un minuto salió corriendo nuevamente, pero esta vez, en dirección a Teddy, el cual venía caminando con Andrómeda y Narcissa.

—¡Teddy! ¡Teddy!

Después de terminar Hogwarts, la relación de Draco con su familia había mejorado considerablemente, y estaba feliz por eso. Estaba feliz por él. Narcissa retomó el contacto con su hermana y a Teddy le encantaba pasar tiempo con su primo, quién generalmente se burlaba de él adoptando el tono rubio de su pelo. Era divertido.

—Hola, querida.

Recibe un pequeño abrazo de ambas mujeres.

—¿Mi hijo aún no llegó?

Hermione negó con la cabeza.

—¡Mione! —los brazos de Teddy se envuelven alrededor de la cintura de la castaña.

—Hola, cariño —acaricia su cabello de un rosa brillante—. Estás enorme.

Teddy ya tenía ocho años y cada vez se parecía más a sus padres. Se alejó para jugar con James. Andrómeda y Ginny los vigilaban.

—¿Sabe qué trama? —la castaña inquiere.

—Oh, querida. Estoy tan perdida como tú —Narcissa sonríe.

Algo le decía a Hermione que su suegra sabía algo, pero no diría nada. Es extraño verla en el Londres muggle. Al principio estuvo rehacía, pero cuando encontró todas las casas de decoración, eso cambió absolutamente, alegando que los muggles tenían buen gusto en los arreglos para el hogar.

—¿Cómo están tus padres?

Sus padres.

Draco había cumplido con su promesa. Al año que se habían casado, el rubio la había sorprendido con su regalo de aniversario. Resultó que finalmente había encontrado la solución para devolverle la memoria a sus padres, pero iba a ser un proceso lento.

—Siguen en Australia —responde—. Ya recuperaron la mayor parte de su memoria. Pero aún tienen problemas para adaptarse. Prefieren quedarse un poco más allí antes de volver a Londres.

—Todo a su tiempo, querida —acaricia su brazo—. Me alegro que los hayas recuperado.

—Yo igual —sonríe.

Fue complicado al principio. Tuvieron que volver a rastrearlos ya que no se encontraban en el mismo lugar que Hermione los había encontrado la primera vez. Luego tuvieron que contarle toda la historia, sus padres pensaron que había perdido la cabeza. Una extraña apareció en su casa diciendo que tenían una hija. Fue peor cuando les dijo que era una bruja.

Luego de varias horas, Draco pudo realizar el hechizo que recuperaría su memoria y entregarles una serie de pociones que debían tomar. Fue agotador, pero al finalizar el día, los padres de Hermione pudieron reconocerla como su hija y eso ya era un avance. Todavía les quedaba un largo camino por recorrer y en la actualidad ya estaba más cerca de recuperar a sus padres por completo.

—¡Granger!

Hermione volteó la cabeza hasta encontrar a la dueña de esa voz.

—Parkinson —sonríe.

—Me puedes decir por qué tu marido arrastró al mío para uno de sus planes, ¿qué están haciendo?

—No sabía que Blaise estaba involucrado.

—Theo lo convenció —responde una voz risueña.

—Luna, ¿sabes algo?

—Habla ya, Lovegood.

—Lo siento, es un secreto —se encoge de hombros.

—Ya no tenemos diecisiete años, puedes hablar —bufa Pansy.

—En unos minutos lo sabrás.

Su amiga pelinegra se aleja refunfuñando hasta posicionarse al lado de Ginny. Parece irreal, pero los amigos de ella y los de Draco encontraron un punto intermedio en dónde podían convivir sin querer asesinarse uno al otro. Incluso eran amigos, aunque lo negaran.

—Gracias por la nota en el periódico, no he tenido tiempo de decírtelo antes.

—No es nada, Hermione. Me gusta ayudar a mi amiga.

Luego de Hogwarts, Luna se convirtió en naturalista mágica, buscando y clasificando las diferentes criaturas mágicas de este mundo. Sin embargo, había heredado El Quisquilloso de su padre. Esta semana, por un nuevo inicio escolar en Hogwarts, Luna había hecho una nota sobre ella y el impacto que había tenido su proyecto para la adaptación de niños y niñas muggles en el mundo mágico.

Hermione había vuelto a Hogwarts, le presentó su proyecto a la directora McGonagall y luego de meses de planificación, el proyecto se había puesto en marcha. La castaña ayudaba a todos los estudiantes que hubieran recibido una carta para Hogwarts y eran muggles a adaptarse a su nueva vida, tal como ella hubiese querido en su infancia.

Sin embargo, el Ministerio hace bastante tiempo la estaba persiguiendo para ofrecerle un puesto. Todas las veces lo había rechazado. Era feliz con lo que hacía, tal vez más adelante tendría la misma determinación que antes al querer trabajar en el Ministerio, pero por el momento estaba bien.

Draco, de igual manera, había conseguido un puesto para estudiar en San Mungo y convertirse en un medimago. No sólo se limitó a la medicina mágica, sino también extendió sus horizontes a la medicina muggle. Era feliz con su trabajo.

—Qué curioso... tus ojos brillan.

—¿Qué? —soltó una risa nerviosa.

—Tienen un brillo especial.

Al terminar de decir esas palabras, Luna se apartó con una sonrisa y levantó una mano para saludar a alguien detrás suyo.

—Hola, preciosa... ¿me extrañaste?

Theo le da un beso a su esposa, mientras que Blaise se acerca a una Pansy demasiado irritada.

—¿Dónde estabas, Harry Potter?

—Por ahí...

—Ha...

—¡Papi!

James salió corriendo a los brazos de su padre evitando que Ginny diga algo. La pelirroja negó con la cabeza, pero luego se acercó a su marido.

—¿Lista? —el brazo de Theo se posiciona alrededor de su cuello.

—¿Para qué?

—Ya lo verás...

—No te sale lo misterioso, Nott. Suelta ya el secreto.

—Relájate, roja.

Hermione suspira.

—¿Dónde está mi marido, Theo?

—A eso iba... —señala con sus manos en dirección a la librería—. Te está esperando allí dentro.

Hermione se encamina hacia su librería favorita, mientras que sus amigos la siguen unos pasos por detrás. Theo abre la puerta y lo primero que puede observar son varias guirnaldas alrededor del lugar y pétalos decorando el piso. Cuando levanta la vista, los ojos plata de Draco la reciben. Se encuentra en el centro de la librería.

—Sabes que no es nuestro aniversario, ¿cierto? —bromea.

—Bueno... tu cumpleaños es en unos días y quise darte tu regalo antes.

Hermione mira a su alrededor.

—Entonces, ¿puedo elegir un libro? —inquiere confundida.

—Oh, amor —sonríe—. Todos los que quieras. Es tuyo.

—¿Los libros?

—La librería.

La castaña suelta una carcajada nerviosa. Deja de mirar los estantes para enfocar los ojos grises de su marido.

—¿La librería? —interroga—. La librería es de la señora Williams.

—La vendió —se encoge de hombros—. Así que la compré.

—Draco... —una sonrisa se escapa de su rostro—. ¿Es en serio?

—Es tuya, la librería es tuya. Puedes leer cada libro que hay en este lugar, puedes abrirla nuevamente, puedes hacer lo que quieras. Vi varias ediciones de Romeo y Julieta por ahí —bromea.

Las lágrimas se acumularon en los ojos de Hermione. Estaba demasiado sensible últimamente y que Draco le dé este regalo... la estaba consintiendo demasiado.

—No te consiento, te doy lo que mereces.

—Draco —reprocha.

—Amor —replica—. ¿Te gustó tu regalo?

—¡Me encanta! —algunas lágrimas caen por sus mejillas—. Gracias.

Hermione se lanza a sus brazos y Draco la atrapa rápidamente, acercándose más a su cuerpo. El aroma a manzanas la envuelve, pero a diferencia de otras veces, las náuseas la atacan. Se tiene que separar de Draco, quien la mira confundido.

—¿Estás bien? ¿Qué sucede?

—Yo también tengo una sorpresa para ti.

Lentamente toma la mano de Draco, donde reposa su anillo de boda, y lo guía hasta su vientre todavía plano. El rubio mantiene su vista allí por varios segundos hasta que enfoca los ojos de su esposa.

—¿Qué... —una sonrisa aparece en su rostro.

—Estoy embarazada.

Si antes había tratado de detener las lágrimas, ahora ya era imposible. Draco mantuvo la mano en su vientre, dio un paso hacia ella y con su otra mano acarició su mejilla.

—¿Vamos a tener un bebé? —susurró contra sus labios—. ¿Voy a ser padre?

Hermione asintió, incapaz de hablar. Lo siguiente que sabía es que Draco la estaba abrazando mientras daba vueltas en el lugar, no pudiendo evitar su emoción. Cuando se detuvo, sus labios se unieron en un beso cargado de amor. Sus lágrimas se mezclaban, pero no eran de dolor, ni de tristeza o impotencia.

No.

Eran lágrimas de felicidad.

Habían conseguido lo que por tantos años creían que era imposible.

Paz. Amor. Familia.

Había logrado todo eso con Draco. Y volvería a pasar por todo ese sufrimiento si eso la llevaba a este momento. A este bebé.

—Yo también... yo también —murmuró—. Te amo, te amo, te amo... Te amo. Gracias por volverme a ser el hombre más feliz del mundo.

Hermione dejó varios besos en sus labios, sin poder apartarse de su marido.

—Merlín, ya lo están haciendo otra vez —inquiere Pansy.

—En serio, hurón. Eres el mago más necesitado que he visto.

—Estás casada con Potter.

—No te metas, Nott.

Draco los ignoró, besó por última vez a su esposa y luego entrelazó sus manos para hacer frente a todos sus amigos. No. A toda su familia.

—¿Por qué vinieron todos ustedes? —inquiere Hermione—. No creo que estuvieran tan interesados en una librería vieja.

—Malfoy nos prometió comida y bebida gratis —contesta Harry.

—E ilimitada —agrega Ginny.

—Bueno... ahora tenemos una razón más para celebrar —mira a su esposa—. Seremos padres.

—¡Lo sabía! ¡Me debes diez galeones! —la pelirroja es la primera en hablar.

—Espera, ¿qué? —la confusión se filtra en la voz de Hermione.

—En realidad, ambos me deben quince —Theo señala a Ginny y Harry—. La apuesta era si lo anunciaban esta semana, yo gané.

—¡Eres un mentiroso, Nott!

—Paga, roja.

—¿Apostaron? —inquiere Draco con una expresión seria—. ¿En qué estaban pensando?

—No te hagas el santo —responde Pansy—. Tú también apostate por el hijo de Potter.

—No es cierto.

—¡Draco Malfoy! —empuja a su marido—. No puedo creerlo...

—Yo sí —la voz dulce de Luna se hace presente—. Apostó conmigo.

—¡Luna!

—¡Cariño! —se lleva una mano a su pecho—. Me siento ofendido, apostaste con el idiota y no conmigo.

La librería se llenó de gritos, pero no pudo arruinar la alegría que estaba sintiendo en estos momentos. De hecho, era divertido.

—¡Son todos unos bárbaros! —Narcissa Malfoy se abre paso entre la multitud de gente—. ¡Theodore, compórtate! ¡Tú también, Blaise!

—Si, señora —responden ambos.

Cuando llega frente a Hermione y Draco, la mujer abraza a su hijo. Luego hace lo mismo con la castaña.

—Felicidades a ambos —toma sus manos—. Estoy feliz por ustedes.

—Gracias, madre.

—Gracias, Narcissa.

—Estoy muy orgullosa de ti, Draco —se acerca Andrómeda.

—Gracias, tía.

—¡Draco! —una pequeña cabeza rosa viene corriendo hasta alzarse en los brazos de su primo—. ¿Tendrán un bebé?

—Sí, tendremos un bebé.

—Debes cuidar mucho a Mione...

Los adultos sueltan una carcajada.

—La cuidaré, lo prometo.

—¿Y tendrá el pelo rubio?

Teddy cambia el rosa brillante de su pelo por el tono platinado de su primo.

—Bueno, eso todavía no lo sabemos, cariño —responde Hermione.

Luego de eso, Teddy baja de los brazos de su primo y va en busca de James. El resto de sus amigos los felicitan. Y hay una lista extensa para ser el padrino y madrina del bebé.

Después de la guerra, ni siquiera podía pensar que en su futuro podría ser madre. Ni siquiera sabía si se recuperaría del trauma que la guerra le dejó. Pero se encontró con Draco, y como lo dijo hace varios años, fue el destino que los unió, pero esta vez de manera permanente. El pasado quedó atrás. Le gusta pensar que todas las personas se merecen segundas oportunidades. Luego está en cada uno decidir si dársela o no.

—¿Sabes? —Ginny se separa de los brazos de la castaña—. Tengo el leve presentimiento de que serán amigos.

—Un Potter y Malfoy siendo amigos —niega con una sonrisa—. ¿Quién lo hubiese creído?

—¿Me nombraron?

—Siempre siendo entrometido, Harry Potter.

—Sólo quiero felicitar a mi amiga —la abraza—. Sé lo mucho que querías esto —susurra contra su oído.

Se separan con una sonrisa.

—Por eso, pido ser el padrino.

—¡Ni lo sueñes, Potter! —grita Theo desde la otra punta de la librería—. Ese privilegio es mío. Me lo gané. Literalmente junté a estos dos.

Nuevamente los gritos se alzaron y con ello las apuestas. Hermione se alejó unos pasos de ellos y Draco vino a su encuentro. Se posicionó detrás de ella y la abrazó por la cintura, dejando sus manos en su vientre.

—Te amo —la castaña volteó la cabeza.

—Te amo —dejó un beso en sus labios—. Los amo a los dos.

Hermione giró para quedar frente a su marido. Las manos de él se mantuvieron en su cintura. Besó sus labios como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Porque lo tenían.

No puede imaginar una vida sin él. Sin sus amigos. Sin su familia.

Sus ojos chocaron ese día en la Torre de Astronomía. La miel y la plata se fusionaron para crear un nuevo color. Suyo. De ellos. Y era para siempre.



✦✦✦

Holaa, ¿cómo están?

Bueno, finalmente llegamos al final de esta historia. Espero que les haya gustado el fanfic, que lo hayan disfrutado tanto como yo disfruté escribirlo. Hace mucho tiempo quería escribir una historia entre Draco y Hermione, como lo dije anteriormente, son mi ship frustrado de la saga. 

Todo comenzó siendo un one-shot, y luego ya estaba escribiendo como diez capítulos. Me encantó escribir sobre ellos, sobre Theo, Luna, Ginny, Harry, sobre todos ellos. Gracias por el apoyo en comentarios y en los votos que me motivaban a seguir. 

En serio espero que se hayan quedado conformes con el final. No fue un fanfic dark o ambientado durante la guerra, lo considero más el estilo de fanfic con drama pero sabiendo que tendrán un final feliz, porque créanme que lo tienen. 

Gracias por acompañarme capítulo a capítulo, las historias no son nada sin los lectores, así que gracias a ustedes 


PD: Voy a dejar un poco de spam por aquí, tengo un fanfic completo de Finnick Odair en mi perfil por si les interesa :) 


Ahora sí, me despido. Nos leemos en otro proyecto. 

~Luly

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