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Capítulo 26: Bomba

Quería ir con él a Hogsmeade, quería tomarlo de la mano, quería poder besarlo y ser una pareja. Pero no eran eso, y tampoco los demás magos y brujas lo aprobarían. No es que necesitara su opinión, pero... si le importaba lo que pensaban Harry y Ron.

Esto era un desastre.

Luego de tomar una ducha, arreglarse los rizos descontrolados y cambiarse con unos jeans y un suéter, estaba lista.

Más o menos.

¿Qué diría cuándo llegara? Es amiga de Theo, con él no tenía problema. Por otro lado, también irían Zabini y Parkinson por lo que escuchó. La Slytherin la odia. Está segura de eso y ni siquiera sabe por qué, no cruzaron más de dos palabras, que no fueran insultos, en todos estos años.

Causaría revuelo, la chica dorada junto al nido de serpientes. No tenía sentido. Y Ginny no estaba por ningún lado para preguntarle lo que debía hacer. O para decirle que estaba completamente fuera de sus cabales.

No importa.

Ya aceptó. Y es una Gryffindor, no va a echarse hacia atrás, su orgullo no se lo permitiría, incluso si era la mejor opción desistir de esta especie de... reunión.

Acarició a Crookshanks que estaba acostado en su cama, se aseguró de dejarle comida y agua. Tomó su varita y salió de la Sala Común de Gryffindor. ¿Debería volver a las Mazmorras? Honestamente, no quería regresar a ese lugar por el momento. Tal vez estarían en la salida del castillo... si tenía suerte se habrían ido y ella hablaría con Draco a la vuelta, más tranquilos.

Eso no iba a pasar.

El rubio la estaba esperando en la salida de Hogwarts. Su camisa negra, al igual que sus pantalones, se ajustaba a todos sus músculos, había notado que estaba recuperando peso, no se veía tan demacrado como al principio del año escolar. Gritaba elegante por dónde se lo viera. Aristocrático. Y una vez más, Hermione no sabía qué hacía con ella.

Daphne Greengrass era mucho mejor que ella.

Sin embargo, hace tiempo que no la veía con la rubia y estaba agradecida por eso.

Sus ojos se encontraron, la discusión de antes seguía presente en su cabeza, pero no dejaría que eso arruinara el día, o las últimas horas. Se acerca a paso lento, hasta estar a pocos centímetros de su rostro, de sus labios. Puede sentir su aliento chocar contra su boca y oler su colonia cara junto a ese aroma cítrico de manzanas verdes. Sin embargo, cuando está a punto de decir algo, un grito la detiene.

—¡Qué demonios hace ella aquí!

—Cariño... —Zabini intenta detenerla pero fracasa.

—Esto será divertido —comenta Theo—. Apuesto a Hermione.

La castaña le regala una mirada asesina, este no es el momento para hacer esas bromas. El cabello corto de la Slytherin está perfectamente arreglado, sus ojos delineados y su atuendo también deslumbra elegancia y sensualidad.

¿Por qué todos los de esa casa se tenían que ver así de bien? Era injusto.

—Pansy —reprocha—. Esto...

—No te metas —le responde a Draco sin apartar la vista de Hermione.

Termina su recorrido cuando llega a tan sólo pocos centímetros de la castaña. La inspecciona de arriba a abajo y mentiría si esto no la pone nerviosa. Sin embargo, se mantiene firme, endereza su espalda y le devuelve la misma mirada inquisitiva.

—No sé qué demonios fue lo de antes y espero no volver a presenciarlo —comienza—. Pero por alguna razón, creo que no pasará eso. No me agradas, no te agrado y tu apariencia... bueno, ¿eso es siquiera de tu talla? —se cruza de brazos—. Lo que quiero decir es, si Draco llega a sufrir por tu culpa, esta conversación será la más civilizada que tendrás.

—¿Por qué me odias?

—¿Qué? —da un paso hacia atrás sorprendida.

—¿Por qué me odias? Nunca hice nada para que me odiaras, no cruzamos palabras en todos estos años y sinceramente, que tu rivalidad se deba a un estereotipo de casas es ridículo.

—¿Me estás llamando ridícula? —inquiere.

—Así que debe de haber algo más —la ignora—. Créeme, me preocupo por Draco tanto como tú. No pretendo que salga lastimado de... esto.

—De igual manera, te seguiré vigilando, Granger.

—Seguro que lo harás.

Ninguna aparta la mirada, como si eso significaba perder de alguna manera. Theo silba detrás de ellas y eso es suficiente para que cada una vuelva a su lugar. Parkinson regresa con su novio y Hermione... caminó hacia el rubio.

—Eso fue... interesante —comenta—. Y muy caliente, también.

Hermione lo empuja mientras oculta una sonrisa. ¿Por qué tenía que ser una montaña rusa con él? En un momento estaban allá arriba y al otro, caían en picada.

—¿Listos para irse? —interroga Blaise.

—De hecho... invité a alguien.

La mirada de Theo se encuentra automáticamente con Hermione, y esta sonríe. Cree que sabe de quién se podría tratar.

—Theodore, ¿finalmente decidiste abrir tu corazón de piedra? —se burla Pansy—. ¿Quién es la afortunada?

Y como si estuviera planeado, Luna aparece por la puerta, su ropa colorida y brillante a pesar de estar todavía en invierno. Sus rizos rubios caen hasta su cintura y sus mejillas se encuentran sonrojadas.

—¿Llegué tarde? —inquiere con voz risueña—. Me entretuve buscando nargles.

—Llegaste justo a tiempo —el castaño se acerca a ella y le planta un beso en la mejilla.

—Díganme que es una broma —comenta exasperada—. ¡Tiene que ser una jodida broma! ¿Lunática también?

—Pansy, compórtate —murmura entre dientes.

—Descuida, Theo —interrumpe Luna—. Es un placer conocerlos finalmente.

—Claro, igualmente... —responde inseguro Blaise.

—Hola, Draco.

—Lovegood.

—¿Por qué estás alejado de Hermione? —sonríe—. Se nota que tiene frío.

—Luna...

Pero la rubia no responde, en su lugar engancha su brazo al de Theo y ambos comienzan a caminar hacia las afueras del castillo. Blaise y Pansy los siguen por detrás, la Slytherin continúa protestando a lo que su novio trata de calmarla.

—¿Tienes frío? —Draco sacó su varita y lanzó un encantamiento de calor sobre ella—. Aunque si lo prefieres, puedo darte mi abrigo.

Hermione niega con la cabeza y de esa manera comienzan su caminata hacia el punto de aparición.

Con Luna, ahora no se siente tan nerviosa. Al menos ya no está rodeada de serpientes. Su amiga se encuentra con ella. Debería preguntarle qué estaba pasando con el castaño y tenía que tener una seria conversación con Theo. ¿Era una cita? ¿Estaban saliendo? ¿Eran solo amigos?

Cuando llegan al punto de aparición, la ansiedad crece en su pecho. Definitivamente prefiere caminar hacia el pueblo que aparecerse, pero el resto del grupo no pensaba lo mismo. Draco le regala una mirada preocupada antes de desaparecer delante de ella. Hermione lo sigue a los pocos segundos, al llegar esa sensación de mareo y náuseas la invade, se apoya contra lo primera que encuentra para evitar caer.

—¿Estás bien?

Draco la sujeta de la cintura, recorre todo su cuerpo en busca de alguna herida. Aparta un rizo que cae sobre su frente y lo coloca detrás de su oreja.

—Estoy bien... —se estabiliza—. Sólo, no me gusta mucho aparecerme.

—Recuerdo que en las clases eras la más emocionada —frunce el ceño.

—¿Me veías en clases?

—Con tu cabello ocupando media habitación y respondiendo todas las preguntas como una sabelotodo, era un poco complicado no prestar atención —bromea.

—Claro —pone los ojos en blanco—. No te creo.

—¿Tú me veías en clase? —replica.

—Con tus comentarios arrogantes y tu presencia de hurón... también era difícil no hacerlo.

Draco suelta una carcajada. Eran pocas veces que había escuchado al rubio reír de verdad, sin que sea una risa fingida o petulante. Y le encantaba. Le encantaba él. A pesar de todo lo malo que había a su alrededor.

—¿Nos vemos aquí dentro de una hora? —interroga Blaise.

—Perfecto, amigo —contestó Theo.

Pansy y Blaise se alejan de ellos. Hermione mira confundida al rubio, pensaba que estarían todos juntos.

—Mañana es el cumpleaños de Blaise —aclara—. No le gusta mucho celebrarlo, así que pasa un tiempo con Pansy, seguro elige su regalo y luego nos reunimos en Las Tres Escobas.

—¿Y no tiene ningún problema como qué... estemos aquí? —señala a Luna y luego a ella misma.

—No.

—De acuerdo... —comenta—. Necesito una pluma nueva y quería pasar por Tomes & Scrolls, si tenemos una hora...

Draco está a punto de responder pero Luna se adelanta.

—Yo también necesito una pluma. Podemos ir juntas, Hermione.

—Por supuesto, Luna.

La castaña engancha el brazo con el de su amiga y se alejan, dejando tanto a Theo como a Draco sorprendidos con esa acción. Está segura que escucha una maldición de parte del rubio. Pero ya se encuentran girando en una esquina y perdiéndolos de vista.

Primero compran un par de plumas que ambas necesitaban, luego pasan por Honeydukes. Hermione se abastece de algunos dulces, entre ellos, los caramelos de manzana que le gustan a Draco y plumas de azúcar. Y finalmente, dan una vuelta por la librería.

—¿Theo y tú... —comienza—. ¿Pasó algo?

—Oh, no. Somos buenos amigos.

Recorren varias estanterías hasta que se detienen en la sección de Herbología.

—¿Así que esto no es una cita?

—No —sonríe—. ¿Es una cita entre tú y Draco?

—No... no lo creo —niega con la cabeza—. Sus señales son confusas.

—¿Y te gustaría tener una cita con él? —toma un libro del estante

—Sí —responde antes de procesarlo—. Sería lindo.

—Invítalo, entonces.

—Lo haces sonar tan fácil.

—Te lo dije, es fácil —sus ojos azules la enfocan—. ¿Habrá algún libro sobre Criaturas Mágicas? Podría servir para el proyecto que estoy haciendo con Theodore.

Y así, se aleja de Hermione para recorrer el resto de las estanterías.

Quería una cita con él. Sin sus amigos, sin los murmullos de los estudiantes... solo ellos dos.

Pasa de largo varias secciones hasta llegar a la parte de Pociones. Ojea los títulos que hay allí. Muchos de estos son lo que usa en su clase y hay un par que vio en manos de Draco. Sin embargo, hay uno que le llama la atención.

Cómo las pociones afectan a la medicina muggle: una guía completa.

Sus dedos recorren la tapa del libro. ¿Lo habrá leído? Sabía que quería ser sanador, pero seguía considerando que no se merecía tal puesto y que nadie lo aceptaría. Sólo había que ver lo magnífico que era con las Pociones, esa curiosidad de seguir aprendiendo, de querer saber más.

—Sabía que estarías aquí.

Su voz ronca la sorprende. Voltea para enfrentarlo, una sonrisa arrogante se planta en su rostro.

—¿Ya es la hora?

—Casi —mete las manos en los bolsillos del pantalón—. Pero algo me decía que te perderías en estos pasillos y no volverías más.

—Eso no es verdad —pone los ojos en blanco—. Luna también está aquí.

—Lovegood tiene menos sentido del tiempo que tú. Se distrae con... facilidad.

—Lo que digas.

—¿Qué tienes ahí?

Draco extiende su mano y baja un poco el libro que se encuentra presionado contra el pecho de la castaña, para leer el título.

—Interesante... buen libro, pero muy redundante.

—¿Lo leíste? —inquiere sorprendida.

—Sí, hace un par de meses.

Hermione le echó un último vistazo al libro y lo dejó en la estantería. Comienzan a caminar entre los pasillos y demás secciones para salir de la librería.

—¿Sabías que Madame Pomfrey siempre está buscando aprendices?

—He escuchado algo de eso...

—¿Qué piensas?

—¿Qué pienso de qué? —espeta.

—Podrías estudiar con ella. Estoy segura que estaría encantada de tener un estudiante como tú.

—Lo dudo —suelta una risa fingida.

—Eres excelente en Pociones y en Encantamientos.

—No va a suceder.

—Estamos bastante adelantados en el año escolar, pero no creo que tenga problema con aceptarte —continúa—. Tiene solo dos alumnos más y tendrías que acomodar tus horarios, aunque...

—Déjalo, Granger —interrumpe.

Salen de la librería y el aire frío los recibe. Hermione se abraza a sí misma. El rubio se encuentra tenso, pero de igual manera lanza un encantamiento cálido sobre ella.

—No quería incomodarte, lo siento.

—No te disculpes —murmura—. No creo que Madame Pomfrey quiera enseñar a alguien como yo.

—¿Extremadamente arrogante y atractivo? —bromea.

—Un Mortífago.

—Ex... Mortífago.

—No importa. No lo haré.

Mantiene su vista en ella. Hermione sólo quería ayudar. Y parece que nunca lo logra.

—¡Aquí están!

Theo se acerca con Luna.

—Creí que estabas adentro todavía.

—Oh... salí hace unos minutos —sonríe—. Parecías bastante concentrada allí, no quise molestarte.

—Te lo dije —susurró el rubio en su oído.

—Pansy y Blaise ya deben estar en Las Tres Escobas —aclara el castaño.

Así, los cuatros se dirigen al lugar mencionado. Los nervios de Hermione vuelven a aparecer. Puede notar las miradas de los magos y brujas que caminan junto a ellos. Luna y Theo también reciben comentarios y miradas en menor medida, pero parece que a ninguno les importa. Al llegar a Las Tres Escobas, Draco abre la puerta y apoya una mano en la espalda baja de la castaña para que entre. Mantiene esa posición hasta que se sienta frente a la pareja Slytherin.

Es extraño. Cuatro Slytherins, una Ravenclaw y una Gryffindor. No solo por el hecho de sus casas, sino por los magos y brujas que son. Nadie se imaginaría que Hermione Granger se sentara en la misma mesa que Pansy Parkinson y Draco Malfoy.

Blaise pide cervezas de mantequilla para todos y ella se resiste a corregir eso por un whisky de fuego. Hace mucho que no bebe. Y eso la hace sentir bien...

Y, a pesar de que al principio haya resultado extraño e incómodo, a medida que pasa el tiempo, se va relajando cada vez más. El rubio a su lado sostiene su rodilla cuando esta no deja de subir y bajar frenéticamente, deja pequeñas caricias que la hacen calmarse automáticamente.

Conversa con Luna. Su amiga le cuenta las novedades acerca del Puffskein y cómo planea estudiar algo relacionado a Criaturas Mágicas cuando salga de Hogwarts.

—¿Y tú, Hermione? —inquiere con voz suave—. ¿Qué planeas hacer al terminar tus estudios aquí?

—Eso, Granger —interrumpe Pansy—. ¿Qué hará la chica dorada? Asumo que ya lo tienes todo planeado en un período de diez años... o más.

—De hecho —se remueve incómoda en el lugar—. Todavía no sé qué quiero para mí futuro.

—¿En serio? —Blaise interroga divertido—. Ministra de Magia es un buen título, pensé que irías a lo grande.

—Bueno... eso quería antes —siente un apretón en su rodilla—. Pero ahora... todavía no lo sé. Estoy viendo mis posibilidades.

—Son muchas, me imagino —agrega despectiva—. Todo el mundo mágico querría trabajar con la heroína de guerra.

—Pansy...

El tono de Draco es intimidante al pronunciar su nombre, la chica solo se encoge de hombros y da por terminada esa conversación cuando se sienta en las piernas de Blaise.

—¿Estás bien? —susurra contra su oído.

—Bien —asegura.

Cuando se aleja, queda a pocos centímetros de su rostro. Hermione desvió la mirada de sus ojos a su boca. Y sin pensarlo demasiado, lo besa. Un roce de labios, un beso corto pero lleno de significado. Puede afirmar que las voces aumentan en la habitación, al igual que esa sensación de sentirse observada. A los pocos segundos se separan. El ceño del rubio se encuentra fruncido y teme de haber hecho algo mal.

—¿Y eso por qué fue? —interroga confundido.

Hermione muerde su labio ansiosa. Deseando que su respuesta no haga que él se aleje.

—Porque quería —murmura.

A continuación, Draco tomó su mandíbula con fuerza y la acercó a su boca. La besó como si no hubiese nadie en el lugar. Metió su lengua y la recorrió por completo. Incluso, soltó un jadeo cuando tiró de su labio inferior y volvió a atacarla.

—Estamos aquí presentes —menciona divertido Theo.

—Y yo voy a volver a vomitar —agrega Blaise.

La castaña se aleja despacio, no queriendo romper el hechizo. Y cuando sus ojos se abren, él ya la está mirando. Ese color gris plata, completamente despejado y libre. El color que le gusta. Los estudiantes siguen hablando a su alrededor, pero no le interesa. Sólo quiero volver a unir sus labios.

—Si se van a besar de nuevo, esperen que consiga una bolsa.

—Imbécil.

La tarde se pasa bastante entretenida después de eso. Blaise paga por las bebidas y salen de Las Tres Escobas en dirección a Hogwarts. Cuando llegan al punto de aparición, nuevamente Hermione se muestra tensa. Una mano se entrelaza con la de ella y le da un fuerte apretón.

—¿La leona necesita un poco de valentía? —bromea.

—¿De una serpiente? —continúa sarcástica—. Eso sí que no se ve todos los días.

—Tal vez me haces sentir valiente cuando estoy contigo —se encoge de hombros—. Pero si llego a ver el mínimo color rojo sobre mi ropa, no te gustará el castigo.

—Anotado —sonríe.

—¿Lista?

Hermione asiente y el tirón se hace presente en su pecho, Draco la sostiene cuando aterriza y el mareo no es tan fuerte como antes. Respira profundamente y sonríe.

—Estoy bien —afirma.

Atraviesan el patio, todavía se pueden notar restos de nieve. Pansy y Blaise caminan a varios metros de ellos, seguidos por Theo y Luna. Cada pocos segundos, el castaño toca el brazo de la rubia y se aleja. En serio lo está intentando.

Las palabras de Luna vuelven a su mente. ¿Debería invitarlo a una cita? Es decir, la parte del sexo la tienen bastante resuelta. Sabe que funcionan en esa área. Pero un lado más... ¿romántico? No tenía que ser una gran cita, podían caminar los dos solos sin rumbo o pasar una tarde a orillas del Lago Negro. O tal vez, podían alejarse de Hogwarts, del pueblo e ir más allá.

Hermione está decidida a preguntarle. Sin embargo, el ambiente cambia. Draco se detiene de repente, sus músculos tensos y su mandíbula igual de apretada. Esa mirada fría vuelve.

—¿Mione?

Cierra los ojos. Puede que sea un mal sueño, una pesadilla. Les iba a decir, en algún momento. No quería que se enteraran de esta manera, pero teniendo en cuenta que los vieron en Hogsmeade, sólo era cuestión de tiempo.

—¿Hermione? —repite—. ¿Qué estás haciendo?

Enfoca su cabello, no cree que pueda mirarlo a los ojos. Con lo que no contaba era con que Harry también estuviera a su lado. Su expresión es confundida, pero Ron... se ve furioso. Y reacciona peor cuando siente un brazo rodear su cintura y atraerla a su cuerpo.

No es buen momento para la posesividad de Draco.

—¡Suéltala! —baja los escalones de la entrada—. ¡Maldito hurón! ¡No sé qué hiciste para que ella se quede a tu lado, pero suéltala!

—Ron... —su voz suena ahogada.

—Hermione, vas a estar bien.

El pelirrojo llega a ellos, el brazo se encierra con más fuerza en torno a su cuerpo, en parte lo agradece porque siente que sus piernas fallarán en cualquier momento. Pero eso solo hace crecer la tensión.

Harry se acerca a paso lento, todavía sin creer lo que está sucediendo.

—Ron... —repite.

—No, Mione. Estás hechizada —afirma—. Seguro todas estas serpientes te hicieron algo —espeta.

—No estoy hechizada y no me hicieron nada.

La vista de Ron cae a la mano del rubio presionada en su cintura. Las mejillas se tornan del mismo color que su pelo.

—¡Te dije que te alejaras de ella! —empuja a Draco.

El Slytherin se aleja un par de pasos hacia atrás por el impacto que lo tomó desprevenido. Sin embargo, al segundo está listo para responder. Hermione se apresura a quedar en el medio de ellos para evitar un desastre. Puede sentir cómo las lágrimas se acumulan en sus ojos, la ansiedad la embarga, pero ya está hecho.

—¿Los rumores son ciertos, entonces? —interroga dolido.

—Yo...

—¡Habla de una maldita vez! —grita—. ¿Yo no era lo suficientemente bueno así que te fuiste con un Mortífago?

—Ex Mortífago —susurra.

—¡Mientras lloraba por ti y te rogaba que nos diéramos una segunda oportunidad, tú te revolcabas con él! —escupe las palabras

—No le hables así —gruñe Draco.

—¡Tú no te metas! —señala—. ¡Te amo, Hermione! ¿Y me traicionas así?

—Ron, hace meses que terminamos —encuentra su voz—. Nuestra relación no iba a ningún lado. Ambos decidimos ser amigos.

—¡Tú decidiste eso! ¡Yo quería seguir luchando!

—¡Estaba cansada de luchar! —las lágrimas por sus mejillas—. ¡Ya luché demasiado en mi vida! ¡Y no estaba siendo feliz contigo! Solo te iba a lastimar...

—¿Pues adivina? —comenta sarcástico—. Me estás lastimando ahora. Pensaba que eras más inteligente que esto. Sólo te usará y cuando se canse de su puta de turno, te botará a la basura.

Draco deja su lugar detrás de ella. Es demasiado tarde para reaccionar, el rubio engancha su puño en la nariz de Ron.

—¡Cuida tus malditas palabras, comadreja! —otro golpe—. No te permito que le hables así.

Hermione se aleja sorprendida. Probablemente esté en shock, las lágrimas continúan saliendo de sus ojos y las uñas están presionadas fuertemente contra sus palmas, hasta el punto que siente algo húmedo sobre estas.

Ambos caen al suelo. Pero la castaña apenas nota lo que pasa delante de ella, voltea a Harry. Su amigo está parado en el mismo lugar que antes, y su expresión no es como la de Ron.

No.

La ve decepcionado.

Los gritos llenan sus oídos y cuando Ron golpea al Slytherin piensa que ya tuvo suficiente de esto.

—¡Hagan algo! —ordena en dirección a Theo y Blaise.

Los dos reaccionan y se apresuran a apartar a su amigo del pelirrojo. Harry finalmente se acerca y levanta a Ron del suelo, aunque este se aleja de golpe.

—No vuelvas llorando cuando te rompa el corazón —señala—. Estás muerta para mí.

Y se aleja hacia el interior del castillo. Harry niega con la cabeza, y lo sigue.

—Harry... —suelta con voz entrecortada.

Camina para alcanzarlo pero una mano en su muñeca la detiene.

—Granger, no creo que sea buena idea.

Se suelta de su agarre.

—¿Por qué hiciste eso? ¡Lo tenía controlado!

—Sí, se notaba a la perfección —inquiere sarcástico.

—Sólo...

Desvía su mirada al resto del grupo, Luna y Theo la ven con una expresión triste, incluso Blaise y Pansy parecen afectados por las palabras del pelirrojo. Sin embargo, la postura de Draco es como si estuviera a punto de matar a alguien.

—Tengo que hablar con ellos... no puedo perderlos —da un paso hacia atrás—. Lo siento.

Y así, empieza a correr hacia el castillo, en busca de sus amigos. Había tiempo... todavía había tiempo para arreglarlo.

O no.

La bomba había explotado y lo hizo justo enfrente de su cara. 



✦✦✦

Bueno, finalmente lo saben... ¿qué pasará ahora? 

¿Qué les está pareciendo la historia? ¿Les gusta? Siempre pueden comentar con respeto, me encanta leer lo que piensan :) 

Me ayudan mucho con un voto 

Muchas gracias por los 6K de lecturas!! 

Nos leemos el viernes. 

~Luly

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