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Capítulo 11: Confusión

Está desorientada, puede escuchar que alguien le habla pero no puede reconocer a quién le pertenece la voz. Siente que la levantan y se acurruca más en los brazos de esa persona, quedando su cabeza contra su cuello.

No puede dejar de llorar, su cuerpo da unos continuos espasmos y hay una nebulosa en su mente que no logra borrar.

La dejan sobre una superficie fría, su espalda choca contra la piedra dura. Unos dedos apartan su pelo de la cara y trata de enfocar sus ojos.

—¿Hermione? Necesito que me digas qué sucedió...

Intenta abrir la boca y formular las palabras pero se siente tan cansada... Sus ojos se cierran por un momento.

—¿Hermione? —esa voz la trae de vuelta—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás llorando? ¿Tomaste algo?

Las preguntas la abruman. No puede responder, siente la lengua pesada y sus ojos se cierran por segunda vez.

—Mierda... —maldice por lo bajo—. Traeré ayuda, ¿de acuerdo? —toma su cabeza y la levanta—. Estarás bien.

Antes de que intente decirle que no la deje sola ya está doblando una esquina.

¿Por qué no puede concentrarse? Estaba en la fiesta... estaba... y luego se fue... y aturdió a alguien... lo aturdió. La estaba tocando y...

Cabecea nuevamente y cierra los ojos cuando un dolor la atraviesa con fuerza. Sus latidos están demasiado acelerados, sus mejillas están mojadas con las lágrimas que no puede frenar. Se siente inútil.

—No sé qué le pasa... la encontré así —escucha murmullos—. No deja de llorar.

Siente una presencia delante de ella, el olor a manzanas la invade y eso parece hacerla reaccionar y abrir los ojos.

—¿Granger? —unos dedos fríos se posicionan en su mejilla—. ¿Puedes hablar?

Intenta mantener sus ojos abiertos pero las caricias en su mejilla la hacen querer cerrar sus ojos y no volver a abrirlos nunca más. Se siente bien...

—¿Granger? —su voz está teñida de preocupación—. Necesito que me digas que sucedió, ¿me oyes?

—Dra...co —decir su nombre le cuesta un enorme dolor en la garganta.

—Estoy aquí —inspecciona su rostro—. ¿Granger? —suena desesperado.

Vuelve a cerrar sus ojos una vez más. La vuelven a cargar, pero estos brazos se sienten diferente que los anteriores. El aroma a manzana y colonia cara la embriaga y la hace sentir a salvo. Esconde su cabeza en el costado de su cuello e inhala profundamente, tratando de relajarse.

Escucha pasos delante de ella y luego alguien murmura algo.

—¿Hay alguien?

—No... todo despejado, sabes que la fiesta es mañana.

Entreabre los ojos, logra distinguir algo verde y lo que parece... ¿agua? frente a ella. Se obliga a mantenerse despierta, a hacer reaccionar su cuerpo.

—¿Blaise?

—Con Pansy.

—Bien.

Lo siguiente que siente es que la acuestan sobre una cama, las sábanas son suaves y una cantidad absurda de almohadas la envuelve. Ya no siente tanto calor, pero la pesadez en su cabeza continúa y la neblina en sus recuerdos también. Siente las mejillas tirantes por las lágrimas que se secaron en su piel.

Está agotada.

—No te duermas —ordena.

—¿Qué le sucede? —la otra voz... ¿Theo?

—Diría que alcohol pero hay algo más... una poción tal vez —comenta enfurecido.

—¿Una poción? ¿Quién le querría dar una poción?

—¡No lo sé, Theo!

—Está bien... —agrega más calmado—. Estará bien, Draco.

—¿Granger?

Esos ojos grises se enfocan en ella. Quiere estirar sus dedos y tocar los mechones rubios que caen sobre su frente, besar sus labios rosados. En su lugar parpadea.

—Parece... confundida.

Luego de eso, escucha como se abren y cierran frascos, el tintineo del cristal al chocar. Un peso se coloca a su lado, le levantan la cabeza y algo se filtra por su boca. Tiene el reflejo de apartarse pero esa mano pálida no la deja.

—Estarás bien...

Puede jurar sentir una caricia en su pelo y una presión en sus labios. Pero está tan desorientada y tan cansada que sus ojos se cierran. Escucha más murmullos. ¿Gritos, tal vez?

Sin embargo, sus ojos no se vuelven a abrir, la oscuridad se hace presente y se deja llevar por completo.

✦✦✦

La próxima vez que abre los ojos se encuentra mejor. La niebla en su cabeza desapareció casi por completo, solo siente un pinchazo de dolor en su cabeza. Su garganta no arde y nota que su cuerpo ya no está entumecido.

Parpadea un par de veces para apartar las lágrimas acumuladas y enfoca su vista. Todo es... verde. Tres camas con dosel decoran la habitación, la ventana a su costado está cerrada. Debajo de ella siente las sábanas suaves y sedosas. Lleva puesto todavía su disfraz.

Su disfraz...

Se incorpora de golpe con la respiración agitada.

—Ey... tranquila.

Gira la cabeza en dirección a esa voz.

—¿Theo?

El castaño está sentado en un sofá individual a unos metros de la cama. Tiene el ceño fruncido, deja a un lado el libro que estaba leyendo y enfoca su atención en Hermione.

—¿Cómo te sientes?

—Yo... ¿Dónde estoy?

Theo suspira.

—En mi habitación —responde—. Bueno, esa es la cama de Draco.

—¿Estoy en la Sala Común de Slytherin?

—Tu inteligencia sigue intacta —intenta bromear pero hace una mueca—. Me asustaste.

—¿Qué pasó?

—Te encontré cerca de la entrada a la Sala Común, estabas temblando y... llorabas tanto —niega con la cabeza—. Nunca te había visto así...

—Yo...

Y los recuerdos la atacan.

La fiesta.

Ginny.

Ron.

Luna.

Cormac.

Cormac le dió una bebida. Se sintió mareada y luego la acompañó a volver a su habitación. Pero no fueron a su habitación. Se desviaron.

Se desviaron...

Fueron a las mazmorras. Él la arrinconó contra la piedra fría y...

Se lleva una mano a la boca para ahogar un sollozo.

¿No haría eso, cierto? Sí, Hermione creía que era bastante insistente y pesado con ella. Pero, ¿llegar a ese punto? ¿Qué hubiese pasado si no lo hubiera golpeado? ¿Si no hubiera alcanzado su varita y lo hubiera aturdido?

—Hermione...

Theo se sienta a su lado en la cama, trata de alcanzar la mano que reposa sobre la sábana verde esmeralda pero la aparta rápidamente.

—Lo siento... yo...

—Está bien, no tienes porqué disculparte.

Tiene una expresión afligida. No quiere lástima. Ella soportó cosas mucho peores. Sobrevivió a una guerra. Y ¿Por qué se siente que lo último que le quedaba se está rompiendo?

—¿Dónde está Draco? —inquiere.

Theo no responde.

Vuelve a sentarse en el sofá que estaba antes y la observa. Tanteando cada uno de sus movimientos.

—Theo —su voz suena más firme—. ¿Dónde está Draco?

—Volverá enseguida.

—Eso no responde mi pregunta —Hermione apartó las sábanas y dejó sus pies descalzos sobre la alfombra—. ¿Dónde está Draco?

Se levanta de golpe, con la intención de llegar hasta Theo, pero al momento que está de pie, se tambalea y tiene que sostenerse del dosel para no caer.

—Granger —una electricidad la recorre—. Vuelve a la cama —ordena.

Draco entra a la habitación. Su cabello rubio se encuentra despeinado, como si hubiera pasado sus manos varias veces por ese lugar. Los primeros botones de su camisa están desabrochados y la tela se arremolina en sus brazos, dejando al descubierto su piel pálida y su marca.

Sus manos...

—¡Merlín! —exclama horrorizada—. Estás sangrando...

Sus puños están enrojecidos, la piel se abrió, dejando paso a la sangre. Draco la ignora, en cambio le lanza una mirada a Theo y el castaño inmediatamente se retira de la habitación. Malfoy pasa de largo, abre una puerta y se encierra por lo que parecen horas.

¿Qué demonios está pasando?

Las últimas horas están borrosas y solo espera despertarse de esta pesadilla.

Recuesta su espalda contra el respaldo de la cama, inspecciona una vez más la habitación. Nunca creyó estar en la Sala Común de Slytherin. Mucho menos en la habitación de Draco. En su cama.

Rebusca en los bolsillos de su vestido, su varita sigue allí. La agarra entre su mano y lanza un rápido hechizo de tiempo.

Una y media de la madrugada.

¿Tanto tiempo durmió?

O...

¿Tanto tiempo estuvo drogada?

La puerta a su costado se abre. El rubio aparece delante de ella, sigue tenso, lo puede notar por sus músculos y por cómo aprieta su mandíbula. Sus nudillos están como nuevos, como si nada hubiera pasado.

Quiere preguntar pero a la vez no quiere hacerlo. No por miedo a la respuesta de él. Sino por lo que pueda causar en ella.

Evita sus ojos. Se sienta en el sofá donde antes estaba Theo, reposa sus brazos sobre sus rodillas y echa su cabeza hacia delante. Parece... derrotado. Hermione espera. Espera que diga algo, que haga un movimiento, pero nada sucede y eso la hace sentir más nerviosa.

Clava con fuerza las uñas en sus palmas.

Él levanta la cabeza. Sus ojos oscuros, la pared levantada frente a ella. Se recompone, endereza la espalda, cruza una pierna sobre la otra y la mira.

—¿Cómo te sientes?

—Yo... estoy mejor —admite—. Estaba...

—¿Confundida?

Ella asiente.

—Poción de confusión —explica—. Se enseña en tercer año, muy fácil de preparar pero si se mezcla con alcohol... digamos que genera efectos secundarios.

Hay un dejo de cólera en su voz. Se está conteniendo.

—Estaba en la fiesta...

—Granger, no es necesario —afirma.

—Quiero decirlo en voz alta.

No responde. No aparta sus ojos de ella y eso le da el suficiente valor para relatar lo que se acuerda de las últimas horas.

—Estaba en la fiesta de Gryffindor —comienza—. Saludé a Ginny apenas llegué... Ella y Harry se fueron a bailar y yo me quedé con Ron.

Suelta un gruñido al escuchar el nombre del pelirrojo.

—Me iba a ir, estaba cansada y todo parecía una estupidez. Pero choqué con Luna... hablamos y... —omite la parte en que escuchó a él y a Theo hablar de ella—. Y luego apareció Cormac.

Sus manos formaron puños sobre el sofá.

—Dijo que estaba pálida y me ofreció algo para beber... dijo que era whisky de fuego, pero... —niega con la cabeza—. Estoy lo bastante familiarizada con el sabor y esto me quemó la garganta.

Suspira.

—Me sentía mareada —acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja—. Me quería ir y él se ofreció a acompañarme... no íbamos a la suite.

Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas otra vez.

—Estaba desorientada y no podía hablar y... —balbucea—. Hacía frío y me estampó contra la piedra dura y empezó a besarme el cuello... Intenté moverme, no quería eso. Me obligué a concentrarme, a hacer que mi cuerpo reaccionara y en una oportunidad lo golpeé y cuando conseguí mi varita, lo aturdí.

Las lágrimas a este punto caen por sus mejillas. Oculta su rostro entre sus manos para ahogar los sollozos que se escapan de su boca.

¿En serio iba a hacerlo?

Tal vez si no le hubiera prestado atención en sexto año, o no hubiera aceptado ir con él a la fiesta de Slughorn. Tal vez tendría que haber hecho cualquier cosa para no hacerle creer que había una posibilidad.

—Granger —su voz sale estrangulada.

Levanta la cabeza de sus manos, se refriega los ojos y lo enfrenta. La vena de su cuello se marca con facilidad. Está apretando tanto la mandíbula que juraría que sus dientes están rechinando. Además, cada músculo de su brazo está en tensión.

—No es tu culpa. El muy jodido hijo de puta está enfermo.

—¿Qué hiciste?

—No importa.

—Sí, importa —repite—. Draco... ¿Qué hiciste?

Desvía sus ojos hacia el dosel frente a ella.

—Me aseguré que no te volviera a tocar en lo que resta de su patética vida.

La oscuridad se filtra en sus palabras. No sabe muy bien por qué pero su vista se posa en su marca. Se ve desteñida, como un tatuaje viejo. Sin embargo, es más que eso.

—Gracias.

Vuelve a mirarla. Por un segundo, el gris plata se hace presente y al siguiente instante sus pupilas están dilatadas y el negro lo envuelve.

Odia cuando hace eso, pero no tiene la suficiente fuerza para discutirlo ahora.

—Te administré una poción de filtro de la paz —comenta—. Al lado tuyo hay una poción de sueño sin sueños. Deberías dormir, es tarde.

Él amaga a levantarse. El terror vuelve a ella. No quiere quedarse sola, mucho tiempo se sintió de esta manera. Y teme que las pesadillas se hagan presentes, incluso con la poción.

—Quédate.

—Granger —reprocha.

—No tienes que acostarte a mi lado, ni nada de eso —asegura—. Sólo quiero sentir la presencia de otra persona. No quiero estar sola.

Él duda. Inspecciona toda la habitación meditando su decisión. Finalmente asiente y se vuelve a acomodar en el sofá.

—Duerme. Estaré aquí cuando despiertes —promete.

Toma la poción y se la toma de un trago. Se acuesta entre la cantidad absurda de almohadas y cierra los ojos. El cansancio la invade y rápidamente se encuentra raspando el sueño.

—Tan jodidamente valiente.

Es lo último que escucha antes de desvanecerse.

Se despierta más descansada. No tuvo ningún sueño o pesadilla por lo que la poción funcionó efectivamente. Está vez, pequeños rayos de luz se filtran por la ventana. Aunque sigue siendo demasiado temprano.

Conjura nuevamente un encantamiento de tiempo.

Seis y media de la mañana.

Suspira.

—Eso fue...

Su cabeza gira a tal velocidad que siente un pinchazo en su cuello. Draco la mira fijamente, su expresión no es algo que haya visto antes.

—¿Sorprendido? —bromeó.

—Un poco.

—Me siento halagada —sonríe—. No siempre se recibe un elogio del príncipe de Slytherin.

—Que no se te suba a la cabeza.

—Muy tarde —muerde su labio—. Podría enseñarte.

—Por muy tentador que suene, tengo que pasar —su comisura se levanta—. No pareces un tipo de profesora... paciente.

—¿Temes por tu persona?

—Bueno, acabas de conjurar un encantamiento no verbal y sin varita.

—Qué Slytherin de tu parte.

—Orgullosamente.

Ella niega con la cabeza. Suelta una pequeña carcajada y devuelve su atención al rubio. Hay círculos negros debajo sus ojos y hace una mueca de dolor cuando truena su cuello.

Hermione aparta las sábanas y baja los pies. Su vestido cae con el movimiento, los tonos azules y plateados se encuentran más brillantes de lo que recordaba. La sangre se secó en torno a su abdomen y pecho, una marcha bordó es todo lo que se ve ahora. No quiere imaginar cómo está su pelo, puede notar que las ondas siguen intactas pero no lo siente tan liso como antes.

Bufa.

Sus zapatos se encuentran a un lado de la cama, así que ágilmente se los coloca. Una vez que se siente estable, se pone de pie. Draco sigue cada movimiento de ella. Da un paso y luego otro, sus extremidades no se sienten entumecidas y la movilidad volvió completamente a ella.

—¿Las pociones? Las hiciste tú, ¿verdad?

—Bruja brillante.

—¿Hiciste un filtro de la paz? —inquiere.

—¿Sorprendida? —se burla.

—¡Sí! ¡Claro que sí! —exclama—. Es una poción avanzada.

—Soy bueno en Pociones.

—No eres solo bueno —argumenta—. Eres el mejor en Pociones. Draco, es increíble. Y la poción sueño sin sueños también. Serías un gran sanador.

Se maldice a ella misma cuando la pared se levanta entre ellos.

—Lo siento... no quise...

—No te disculpes —habla entre dientes.

—Yo... debería irme. Volveré a la suite —anuncia.

Se apresura a atravesar la habitación, pasa por su lado pero no llega muy lejos cuando él la detiene. Se levanta del sofá y la enfrenta. Sus dedos se sienten fríos contra su piel cálida. Deja círculos imperceptibles en la cara interna de su muñeca. La inspecciona de arriba a abajo y sonríe.

—¿Julieta?

—Lo adivinaste...

—Es un poco obvio —comenta engreído.

—Nadie lo notó —se encoge de hombros.

—Eso es porque los Gryffindors tienen una piedra por cerebro.

Ella ahogó una risa.

—Trágico, ¿no crees?

—Poético —corrige ella.

—Eres imposible...

Siente su aliento pegar contra su boca. Está tan cerca, prácticamente el tacto en su muñeca quema. Se sintió tan bien cuando la tenía en sus brazos. Protegida. A salvo. Nada podría hacerle daño mientras él la abrazara.

Roza sus labios y se aparta.

—Tengo unos asuntos que atender —aclara—. Theo te acompañará a tu habitación.

—No hace falta.

—No fue una petición, Granger.

—Sí, Draco.

Sus pupilas se dilatan y vuelven a la normalidad incontables veces. Tensa la mandíbula y baja la tela de la camisa que estaba enrollada alrededor de sus brazos, ocultando su marca.

—¡Theo!

El castaño aparece con expresión cansada, la marca de la almohada todavía se encuentra en su rostro y parpadea varias veces para enfocar al rubio delante de él.

—Acompaña a Granger a su habitación.

—Mademoiselle —extiende su brazo—. Su transporte ha llegado.

Ella ríe. Engancha su brazo al de Theo y se dirigen a la puerta de la habitación. Voltea su cabeza antes de salir, mira al rubio sobre su hombro.

—Gracias.

Y puede asegurar que está vez la comisura de su boca se levantó en una sonrisa. 



✦✦✦

Holaa, ¿cómo están?

Bueno, al final no era Draco quién la encontró, pero todo lo que hizo después!!!

Vuelvo a la pregunta del anterior capítulo, ¿alguien más odia a McLaggen? jajaja

Espero que les este gustando la historia, me ayudan mucho con un voto y me encanta leer sus comentarios :) 

Prepárense, porque esto no termina acá, Draco tiene algo que hacer todavía. 

Nos leemos el viernes. 

~Luly

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