Su cabeza da vueltas y su estómago duele demasiado, lo siente revuelto. Se quiere bajar del camión ya que va muy rápido y puede chocar. No quiere eso, se niega.

Su ropa se está pegando a su cuerpo debido al sudor y el aire se le está yendo; nuevamente le está dando un ataque de ansiedad. No quiere morir.

Está dispuesto a bajarse del transporte público y caminar por un lugar más seguro, pero tiene una cita de trabajo y va tarde; no debe faltar.

Comienza a llorar y patalear mientras respira rápido y se aferra al asiento. Sabe que tiene que tranquilizarse, sabe que tiene que superar ese latente miedo a morir.

Por lo tanto, Gabriel Agreste, diseñador de modas, se levanta y va con el chofer a pedirle que reduzca la velocidad, regresa a su asiento y trata de convencerse mentalmente que nada malo pasará.

No morirás. No morirás. No morirás. Repite una y otra vez, calmándose.

Entonces llega a su destino y baja rápidamente del camión, feliz por haber durado todo el recorrido, pero sobretodo, por haber enfrentado su miedo.