0.03 -El amigo de Jungkook
—¿Eh? —El chico de cabellos dorados, que con anterioridad se veía relajado, se giró con una mueca de disgusto al escuchar la pregunta de aquel individuo.
Jimin tenía los labios fruncidos y no estaba seguro si debía contestar tal información básica a un extraño; así que, en un acto reflejo, agachó la mirada y empezó a jugar con sus dedos.
El rubio sentía la mirada atenta de aquel joven puesta en él, pero no era capaz de decir ni una sola palabra y eso era extraño ya que suele ser bastante extrovertido.
Jungkook, sin saber muy bien el comportamiento del chico, suspiró y miró a Mochi. El elefante seguía ahí, oliendo el pelo del "chico bocata".
En sus ojos negros como el carbón, se podía ver ese brillo que, en un momento dado, se había apagado.
Aunque Kook no lo quisiera admitir, se sintió aliviado al ver, que de nuevo, los ojos de su amigo trasmitían algún signo de vida.
—¿No vas a contestar? —Kook se posó al lado de Jimin, el cual le llegaba hasta el hombro. Algo que le pareció tierno a Jungkook.
Este estiró el brazo para acariciar la trompa de su animal, mientras esperaba una respuesta.
—¿Sabes? Lo que has hecho de dar comida a...
El peli-dorado no dejó terminar de hablar al mayor. De repente, en un acto hiperactivo, agarró un trozo de la manga de la camisa de Jungkook y se agachó en signo de disculpa.
Jimin no entendía ni su propio comportamiento, pero su corazón se sentía acelerado. Tal vez sea por la idea de creer que ha hecho algo malo, o por el simple hecho de pensar que iba a regañarlo y entregarlo a las autoridades por haber hecho algo ilegal. Porque Jimin lo sabía: no estaba permitido dar de comer a los animales del Zoo.
—L-lo siento. ¡No lo volveré a hacer! —La respiración de Jimin se volvió entrecortada y pesada— Se veía indefenso y pensé que tendría hambre. Se acercó y... y no lo pude evitar —. Continuó hablando en sollozos continuos.
El chico siempre pensaba que si podía hacer el bien, alegrar, ayudar y trasmitir amor a los demás, él también podía estar feliz. Para él, el amor era algo primordial en la vida, un pilar que no podía faltar, porque según Jimin, si no hay amor, no es posible que alguien esté feliz. Y si Min no lo está, los de su alrededor tampoco. Así que, cuando tenía ocho años de edad, se prometió que siempre haría sonreír a las personas cercanas incluso si se sentía triste.
Por otro lado, Jungkook se sintió consternado. Nunca hubiera imaginado tal reacción por parte de nadie. El chico que se encontraba a su lado era extraño y eso provocaba que nuevos sentimientos aflorasen en el pecho de Jeongguk. Unos sentimientos que llevaba muchos años sin sentir.
—Sólo quería agradecerte por alimentarlo—. Aunque estuviera algo celoso, consiguió que Mochi comiera después de que pasara una semana, lo menos que podía hacer era agradecer.
Jimin se sentía confuso. ¿Acaso no era ilegal alimentar a los animales?
—Pero no me malentiendas —continuó como si hubiera leído la mente del menor —, no se puede dar de comer a los animales; pero Mochi llevaba sin dar bocado una semana. No sé que pueda pasarle.
Jiminie asintió sin decir nada. Veía que el elefante estaba sano y nada más acercarse a él antes, se levantó y estiró su trompa a su bocata, eufórico. Volvió a mirar de soslayo al animalito, mirándolo a los ojos. Al fijarse bien, se percató de algo.
—Yo también creo que le pasa algo—. Masculló sin decir exactamente lo que había sentido.
Apretó más fuerte la manga que tenía sujeta del mayor, mientras le temblaban los labios. Lo que había visto en sus ojos era miedo. ¿A qué? ¿Por qué?
Jungkook dirigió su vista a su brazo y seguidamente al peli-crema, fijándose en sus labios tembloroso mojados por alguna lágrima traviesa que aún recorría el rostro del joven.
—¡No me toques, enano! —dijo nervioso ante la situación. No le gustaban las sensaciones que le hacía trasmitir el peli-dorado. No podía creer que se hubiera fijado en los labios del menor. Era y es una locura.
Ver los ojos llorosos de alguien, le recordaban algunos recuerdos dolorosos de su pasado: cuando nadie estuvo a su lado y cuando más necesitaba una compañía. Aquellos tiempos que temía de la soledad, añorando una familia a quien recurrir.
—Eh... sí. Lo siento. Yo... —Jungkook, con cierta pizca de culpabilidad y desespero al ver la voz dubitativa de su acompañante, interrumpió a Jimin con un bufido.
—No te preocupes, seguro que no le pasa nada grave a Mochi—. Intentó sonreír, para reconfortar al chico.
—Sí... Espero que no sea nada—. «¿Por qué tiene miedo?» —Se repetía en su mente una y otra vez.
El más pequeño, al escuchar el apodo «Mochi» por segunda vez, se dio cuenta que el mayor no se había equivocado. Realmente se llamaba así el elefante.
Por un momento dado pensó que el joven que se encontraba a su lado se refería a él. Mochi era uno de los muchos apodos que su familia le habían puesto.
—¿Lo quieres mucho, verdad? —Jimin sujetó la cámara entre sus manos esperando la contestación.
Jungkook con cierta desconfianza, vaciló un momento antes de decir su respuesta. Aunque para él, el elefantito era su mejor amigo, su consejero, su acompañante; seguramente para los demás, ese pensamiento era una locura.
—Es, bueno... Es mi mejor amigo —El adolescente, dudoso, quitó el agarre que tenía ante la máquina de fotos. Era extraño encontrar a alguien que amara a un animal salvaje.
Jimin se sorprendió bastante y se sintió emocionado al pensar que había encontrado una persona que ama algo por lo que es.
Para asegurarse de que sus pensamientos no eran erróneos, preguntó:
—¿En serio el elefante es tu mejor amigo? —Deseaba con todas sus fuerzas que la respuesta fuera afirmativa.
Kookie se sintió atacado. Y tras lanzar una mala mirada al pequeño, hizo un chasquido con su lengua. De repente, se sintió molesto.
«¿Por qué tenía que seguir entablando una conversación con él?» —pensó.
Para Jeongguk era típico que le miraran raro al decir que tenía como mejor amigo a un animal. En cierta manera, era una locura. Pero Mochi era mucho más humano que muchas personas del planeta.
—Largo —dijo sin más, ante la sorpresa de Jimin, que se sintió indefenso ante el comportamiento del mayor.
No esperaba esa reacción.
Jimin, alejándose un poco con la cabeza gacha, susurró un "lo siento"; y tras varios segundos, agarró la cámara que tenía colgando sobre su cuello enfocando al elefantito roba-bocatas, alias Mochi.
Tal vez le había malinterpretado. El pelirrojo había tenido una vida dura donde nadie lo comprendía. Jimin estaba seguro de eso.
Jungkook no se movía y eso hizo que la tensión fuera aumentando entre ellos dos.
—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —preguntó el fotógrafo, intentando tranquilizar el ambiente.
♥🐘♥
♥🐘♥
¡안녕들! Aquí un nuevo capítulo uwu
Acabo de comerme unas palomitas y creo que no fue buena idea. Me están sentando mal. Pero estaban ricas :'D
Pero no tan ricas como lo son BTS 7u7 ya tu saeh' 😳🍀
Espero que os haya gustado. Hasta la próxima bichitos cocoteros :v
—La mamá de los bichitos cocoteros 🐥
©Mi elefante.
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