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11. Saciedad en el desierto.

SungHoon salió de casa con la mochila en los hombros y un trozo de sándwich guardado en una bolsa que cargaba con su mano. Sentía náuseas, nerviosismo, ansiedad, no entendía bien ese sentimiento, pero recordó las veces anteriores que sucedió lo mismo, su madre ya no confiaba ni en él, ni en cualquiera de los otros chicos que lo rodeaban. Ella aceptó sus preferencias románticas y sexuales cuando él decidió confesárselo a los 13 años, no tuvo ni el más mínimo problema con ello hasta EuiJoo y los problemas no solo amorosos que desató. Al único que quería cerca de SungHoon era a JongSeong por haberlo ayudado con respecto a ese chico y por darle la información que necesitaba de la vida escolar de Park. SungHoon odiaba esa manía suya, aunque era consiente de que él lo había hecho de esa manera con todos los errores que pensó había olvidado y perdonado. Solo se engaño a sí mismo, otra vez. 

Mientras caminaba hacia la escuela por las calles rutinarias pensaba en qué haría, cómo controlaría el sentimiento de estarse ahogando por completo con una cuerda alrededor de su garganta apretando cada vez más fuerte hasta dejarlo sin aire en medio del frío y sin la calidez que solo Jake pudo transmitirle con una sonrisa. 

No entendía cómo o por qué había llegado a esa conclusión tan drástica tan solo en una noche. Supuso que estaba molesta porque no salió de su habitación en ningún momento a pedir disculpas y jurar en el nombre de su hermanastro SeonWoo que jamás volvería a pasar algo parecido y seguía en abstinencia sexual desde su última relación, pero no lo hizo y eso la hizo molestar, pensó, pues la realidad es otra. 

Al estar a menos de diez metros de la calle en la que estaba ubicado su instituto, se arrepintió de estar caminando hacia él, no tenía idea de que haría, pero algo que sí tenía seguro es que no quería desobedecer más a su madre. Se retiró a esconderse detrás de los edificios esperando a que la hora de acceso terminara y nadie lo viera, y por ese nadie se refería a Jake, nadie más sabía de su existencia. 

Pasó toda la mañana vagando por la ciudad con sus audífonos a todo volumen con su playlist favorita, aquella que tenía el 90 por ciento canciones de Halsey, en ese momento de camino al parque en el que reconcilio con Jake por su falta de juicio sonaba Clementine. En serio necesitaba tomar un descanso de sus pensamientos y la tristeza que no podía liberar a pesar de estar harto de ella. Sus huesos se sintieron rígidos con el frío del lugar y lo ligero de sus prendas. 

Pasó la mitad de la mañana en ese lugar y el resto del día caminando sin rumbo hasta entrar a una tienda de conveniencia y comprar un paquete de galletas para darle saciedad a los gruñidos de su estomago en medio de la necesidad de encontrar algo con que llenar algo más que el vacío de su panza. Al salir de aquel lugar luego de haber pagado, miró su móvil lleno de mensajes de Jake. 

¡Mierda, Jake! Justo cuando estoy tratando de evitarte. 

Todos mostraban una faceta del mayor que ni siquiera él mismo conocía, era más despreocupado por la vida que una tortuga, pero SungHoon lo ponía a pensar demasiado.

¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no asistió? ¿Había comido algo? ¿Se enfermó? ¿Lo castigaron?

SungHoon comía de sus galletas tratando de elevar la serotonina de su cuerpo mientras que en simultáneo, Jake sentado sobre la banca en donde lo conoció después de haber recorrido cada rincón de la escuela sin encontrar a su objetivo, SungHoon.

¿Debería responder? De igual manera ChaeJin no revisaría sus mensajes... tal vez. A veces le preocupaba lo obsesiva que podría ser su madre, fue un milagro que no retirara el internet de la casa o le quitara su móvil.

SungHoon no quería vivir otro infierno con ChaeJin, ya estaban comenzando a ser unidos de nuevo como madre y su único hijo bajo su custodia.

Tomó el celular con fuerza con las dos manos cuando guardó el empaque de galletas en su bolso de la sudadera blanca que llevaba puesta.

Jakey <3

¡No me hagas esto, SungHoon!
10:23 A.M

¿Al menos podrías decirme que
estás bien?
10:25 A.M

¡Leíste mis mensajes!
10:31 A.M

SungHoon, te quiero. Por
favor háblame cuando
puedas.
11:01 A.M

Con todo el dolor que un ser humano en su situación podría sentir tocó los tres puntos en la esquina superior derecha de su pantalla y procedió a tocar sobre la palabra bloquear contacto. Lo pensó más de lo que hubiera querido. ¿Por qué era tan difícil deshacerse de una persona? Rompió en llanto cuando procedió. Apagó su móvil y salió corriendo a un lugar menos transitado para evitar que extraños lo miraran llorando como un demente a media calle.

—¡Jake! Son las ocho de la noche y no has ni siquiera comido, ¿se puede saber que está pasando contigo? —cuestionó a gritos la madre de Jake tocando con fuerza la puerta de la habitación del menor. Solo una vez se encerró por completo por más de cinco horas seguidas sin siquiera salir a buscar un dulce en la mochila de Jane. Pensó que seguía enojado luego de que su castigo duró más de lo que había dicho, pero de todas formas hay una justificación, MinSun había olvidado el bolsillo donde llevaba los dispositivos de su hijo a la oficina donde estarían a salvo y lejos de su alcance. Aunque en el fondo sabía que Jake tenía algo más grave que un solo berrinche por un celular—. Abre la puerta, hijo, necesito saber que estás bien y no entraste en otra crisis adolescente por no haber podido conseguir boletos para esos artistas que escuchas todos los días.

No escuchó respuesta alguna. Incluso la pequeña hermana menor de Jake tocó la puerta con su débil puño adolorido luego de haber hecho veinte planas del recorrido de una abeja.

—Jake, quiero jugar fútbol contigo —Jane alzó la voz. Solo de esa manera Jake abrió la puerta de su habitación saliendo con lentes oscuros y una chaqueta beige que solía odiar—. ¡Sucio Jake! —dijo la menor antes de acercarse y dar un abrazo a las piernas de su alto hermano.

MinSun miró a su hijo, estaba mal y lo podía ver incluso con esas horribles gafas sobre su mirada.

—¿Qué pasa, Jake?

El menor se puso en cuclillas para pedirle a Jane que se adelantara a buscar el balón y salir al jardín vecinal a jugar un rato. Ella aceptó y corrió a hacerlo, no quería que su hermanita que lo tomaba de ejemplo lo viera llorando de angustia por un chico. Se levantó para mirar a su madre recargarse en el marco de la puerta y levantar una de sus perfectas cejas.

—Mamá, ¿qué haces cuando alguien te bloquea sin razón aparente y no creíste haber hecho algo incorrecto? —inquirió con su voz temblando. MinSun entendió lo que sentía, ella había vivido eso (incluso a su edad) tantas veces con sus amigos del trabajo.

—Ven, bebé —Estiró sus brazos para rodear con ellos el cuerpo esbelto de Jake que estaba caliente, al parecer había estado toda la tarde bajo las cobijas—. ¿Crees que haya sido por ese asunto?

—Él me creía desde hace una semana, mamá —murmuró entre los brazos de su progenitora sosteniendo con una mano sus lentes que resbalaban y con la otra tomando la espalda de su madre—. Seguro JongSeong dijo algo de mí otra vez.

La pelirroja se alejó del menor para mirar sus ojos cubiertos por un plástico negro que ella misma retiró, aunque hubiera deseado no hacerlo, odiaba ver los ojos de cualquiera de sus hijos teñidos de rojo.

—Hijo, alguien que cambia de opinión tan rápido como este chico, no vale la pena —Los ojos de Jake volvieron a llenarse de lágrimas, MinSun se sentía tan culpable por ello—, pero tampoco debemos dejarnos llevar por la primer idea que cruza por nuestras mentes. ¿Acaso ese chico va en tu instituto? Puedes conversar con él para saber que le pasa.

—Hoy ni siquiera fue —Sorbió su nariz y puso un mohín en su rostro—, ¡hoy no siquiera quiso verme!

—Debe haber algo más que un simple cuento de ese niño fatuo.

Jake secó sus propias lágrimas.

—¿Crees eso?

—Lo más probable.

Ambos escucharon los pasos acelerados de un diminuto cuerpo. Jane corrió hacia ellos y comenzó a jalar a Jake del brazo.

—Cuidado Jane, tu hermano puede caminar solo —expresó MinSun divertida y con una sonrisa. Amaba la buena relación entre ellos a pesar de la gran diferencia de edades.

—¡Prometió que jugaría conmigo!

—Lo haré, lo haré —exclamó Jake con una ligera sonrisa que ponía sus ojos en media luna para que su hermana evitara mirarlo llorando, no quería angustiar a su pequeño corazoncito.

—Habla con ese chico antes de que me enoje con él, aunque por supuesto que no sé quién es, y quiera darle una lección de por qué no debería tratar así a mi hijo —aconsejó la mujer antes de que pudieran irse a insistencia de la menor.

Jake asintió y después salió corriendo tomando la mano de Jane.

Debía encontrar a SungHoon y pedirle una respuesta.

¿No era tan fácil pensar en eso, Jake? Hubiéramos ahorrado tantos electrolitos.

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