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Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 9

Varios minutos antes

Drake no sabía a dónde había ido a parar. Por culpa de la niebla cuando llegaron los necrolobos no había podido ver hacia donde se habían ido sus compañeros.

Miró a su alrededor pero solo vio árboles y arbustos. Sobre toda esa naturaleza se alcanzaba a ver el volcán Kapukalea al fondo. Lo mejor sería tratar de regresar allí y esperar a sus compañeros, aunque los lobos pudieran atacarlo por el camino. La humedad había desaparecido en cuanto se había alejado del clan de la niebla, así que su fuego ahora sí debería de arder correctamente.

Una rama crujió tras él. Se giró al mismo tiempo que desenvainaba su katana. Un chico salió de la maleza tratando de recuperar el aliento y con la piel que el neopreno dejaba ver perlada de sudor. Debía de haber llegado corriendo.

—Otra vez tú no.

Gabi alzó la mirada, primero sorprendido por la voz, luego asqueado por ver a quién pertenecía.

—Ni huyendo de unos lobos asesinos puedo perderte de vista.

—Para empezar que estemos aquí es tu culpa.

Gabi frunció el ceño al escucharlo.

—¿Ah sí? —se cruzó de brazos— ¿y de qué forma se supone que esto es mi maldita culpa?

—Si tu niebla no me hubiera impedido ver me hubiera ido en la dirección contraria a la tuya.

—Sí, claro —rodó los ojos—. O tal vez tú y tus amigos me hubierais seguido para matarme.

Drake alzó la katana apuntando al pelirrosa.

—Aún puedo hacer eso.

—Inténtalo —lo retó alzando él también su alabarda.

Al profundo rugido proveniente del bosque lo siguió una enorme bestia saltando frente a ellos, quedando a pocos metros. Las babas caían de su boca pasando entre los afilados colmillos, sus garras del tamaño de una mano humana se clavaban profundamente en la tierra. Gabi y Drake dejaron de apuntarse mutuamente para apuntar al necrolobo.

—Acabaré contigo después.

—Ya te gustaría a tí.

Gabi miró a su alrededor buscando la mejor ruta de escape. Un enfrentamiento directo si su niebla no le afectaba no era la mejor opción. Drake por otro lado prendió sus manos en fuego y este se extendió por el filo de su katana.

—¿Qué haces? —le siseó enfadado Gabi.

—Matarlo.

—Ese lobo mide como dos metros y claramente está entrenado para matar, ¿qué te hace pensar qué podrás con él?

—Que yo puedo hacer esto.

Drake movió la katana y como un corte el fuego se lanzó hacia el lobo de pelaje negro como la misma noche. La llama le dio de lleno, cubriendo cada centímetro del lobo.

—¡Ja! —celebró Drake.

Sin embargo, con simplemente agitarse un poco, el necrolobo apagó el fuego que lo envolvía por completo. No tenía ninguna herida, como si las llamas no le hubieran afectado en lo absoluto.

«Pelaje ignífugo», supo Gabi al instante.

—¿Decías? —preguntó a Drake arqueando una ceja.

Puede que no fuera el momento de alegrarse por llevar razón, pero saber que había quedado por encima del pelirrojo ya le había alegrado la mañana. El nuevo rugido del necrolobo le quitó la sonrisa al instante.

—¿Alguna idea mejor, genio?

Drake retrocedió unos pasos cuando el lobo empezó a acercarse.

—Es más rápido que nosotros y está demasiado cerca, ni siquiera con mi niebla...

Huir no era una opción. Aunque la idea de enfrentarlo que había dado Drake tampoco le entusiasmaba.

El necrolobo saltó hacia ellos con un gruñido. Drake empujó a Gabi para quitarlo de enmedio y luego lo esquivó rodando por el suelo. El lobo apenas había vuelto al suelo cuando se giró lanzándose otra vez hacía ellos. Drake no tuvo tiempo de ponerse en pie, con una rodilla clavada en el suelo alzó la katana para bloquear sus garras. El fuerte impacto lo hizo caer hacia atrás, necrolobo quedó encima de él.

Gabi se levantó del suelo y recogió la alabarda que había caído a un lado.

—¡¿Por qué has hecho eso?!

—¿Prefieres cambiar posiciones?

Drake golpeó con la rodilla el estómago de la bestia tratando de quitársela de encima, no funcionó, casi ni se inmutó. Gabi se lanzó hacia ellos decidido a clavarle la punta de la alabarda en la espalda. El necrolobo lo sintió acercarse y esquivó el arma lanzando un zarpado que Gabriel pudo bloquear, pero lo lanzó varios metros atrás al suelo.

Drake se puso en pie y se colocó delante de Gabriel para evitar que el lobo lo atacará mientras se levantaba. Gabi estaba adolorido por el impacto. Esa bestia era demasiado fuerte.

—Espero que tengas una idea buenísima para deshacernos de este bicho ya que la mía no te ha gustado —dijo Drake.

Gabi miró a Rothstein y luego al necrolobo que les gruñía y trataba de golpearlos con sus garras. Suspiró, apretó sus manos alrededor del asta de la alabarda.

—Retrocede —ordenó.

Drake lo miró de soslayo. Estaba dispuesto a quejarse por una orden tan estúpida, pero al ver la mirada decidida de García cerró la boca. Frunció el ceño y le hizo caso quedando detrás de él.

El necrolobo se puso en posición de ataque al ver que su principal rival retrocedía.

—Más —le dijo Gabi—. Tienes que alejarte un par de metros más de mí.

—Si me voy el lobo te va a destrozar.

—¿Eso es un problema? —Gabi no lo miró al decir eso, su mirada estaba fija en la bestia agresiva frente a él— Somos enemigos después de todo, si me mata tendrás tiempo para huir mientras me come.

Drake no dijo nada más.

Cuando Gabi consideró que ya estaba suficientemente lejos apuntó la alabarda al animal y empezó a generar niebla a su alrededor. Drake notó que era un poco más opaca que cuando habían estado combatiendo.

El necrolobo saltó hacia él, lo esquivó casi de milagro, Drake estaba seguro de que sus garras lo habían rozado. Gabi giró sobre sus talones y al fin logró golpearlo. La cuchilla transversal desgarró la piel del lomo del lobo. Este gimió aunque enseguida volvió a la carga.

Pero algo había cambiado.

Drake notó que se había vuelto un poco más lento. Al principio pensó que era por la herida, pero después sus saltos eran cada vez más cortos y bajos y sus ataques erraban por distancias absurdas.

El necrolobos se tambaleó. Parecía aguantar de pie a duras penas. Los gruñidos eran cada vez más bajos y las babas se habían convertido en espuma que salía de su boca. La bestia se desplomó en el suelo con un último aullido y ya no se movió más.

Drake dio un paso al frente casi de manera automática.

—¡Quieto! —gritó Gabi.

Drake se quedó clavado en su sitio, incluso se había asustado por el grito. Gabi se acercó al animal y le dio unos toques con la punta de la alabarda para asegurarse de que no se levantaría más. Su pecho no se movía, había dejado de respirar. Estaba muerto.

La niebla empezó a desaparecer, pero Drake no se atrevió a moverse hasta que Gabi le dijo que ya podía hacerlo. No estaba muy seguro de lo que había pasado. Intentó juntar las piezas que tenía del puzzle y entonces dijo:

—Veneno.

Gabi se sentó en el suelo agotado. Ya no tenía fuerza ni para mantenerse en pie.

—¿En la alabarda? —insistió Drake recordando el corte que había logrado asestarle al animal al principio.

—La niebla —corrigió Gabriel.

Drake se acercó a él, temió que fuera a atacarlo, no estaba en condiciones de pelear ahora, pero Drake se sentó a un lado. El seleccionado del clan del fuego tampoco estaba en su mejor forma como para atacar. También estaba agotado. La pelea del principio, la huida de después y el enfrentamiento contra el necrolobo hacía tan solo unos segundos lo habían agotado.

El evento paradai queda concluido, los necrolobos han sido capturados de nuevo para que no sean un obstáculo durante el resto del torneo.

Escucharon a Isabelle anunciar el final del evento paradai y los heridos graves que hubo. Drake se relajó al saber que ninguno de sus compañeros había resultado herido. Cuando se reunieran en el volcán tendrían que pensar como enfrentarían los nuevos eventos paradai de ahora en adelante.

—Parece que tu compañera ha sido víctima de los necrolobos —comentó Drake cuando Isabelle finalizó el anuncio.

—Estará bien, Mirelle es una luchadora nata, no se dejará caer aquí por un puñado de perros sarnosos.

Drake soltó una mezcla de carcajada y bufido.

El silencio se instaló entre los dos después de eso. A ese punto solo les quedaba recuperar las fuerzas para luego reunirse con sus compañeros.

—Gracias.

Drake miró a Gabi confundido.

—Por protegerme del necrolobo —aclaró.

—Se supone que iba a matarte yo, no podía dejar que un perro me robara ese placer —le quitó importancia el chico.

Ese uso del pasado no pasó desapercibido para Gabriel. Como si esa ya no fuera la intención de Drake.

—De todas formas soy yo quien debería darte las gracias.

Ahora fue el turno del pelirrosa de mirar al contrario con curiosidad.

—Me jode admitirlo, pero es gracias a ti que hemos acabado con eso.

Drake miró al necrolobo muerto a un lado de ellos, Gabi también lo hizo.

—Se supone que iba a usar esa niebla contra los seleccionados.

Él también usó ese tiempo pasado.

—Parece que nada nos ha salido como queríamos —comentó Drake.

Gabi no pudo evitar que se le escapara una sonrisa. No, nada había salido como lo tenía previsto. Ninguno de los planes que había hecho con sus compañeros en la torre de control había servido.

—Oye, yo... —las palabras de Gabi fueron interrumpidas.

—¡Drake!

Mars salió del interior del bosque. Primero se sorprendió por ver a Gabi allí, pero luego el necrolobo muerto se llevó toda su atención. El chico palideció.

—¿Qué ha pasado aquí?

Drake se levantó del suelo. Gabi los observó aún desde abajo sopesando si podía descansar un poco más o era mejor que se marchara de allí ahora que otro del clan del fuego había llegado. De haber sucedido eso antes hubiera salido corriendo al instante, pero la conversación con Drake le hacía pensar que ahora mismo no era necesario.

Aunque después volvieran a intentar cazarse los unos a los otros, por ahora parecían preferir evitarlo.

—Hemos hecho una tregua temporal, he considerado que salvarnos del necrolobo era más importante que pelearnos —explicó Drake dándole una palmada en la espalda a su compañero—. Me alegro de ver que estás bien.

Mars miró a Gabi aún desconcertado, pero luego solo lo ignoró y se centró en su compañero. Parecía estar acostumbrado a las acciones raras y contradictorias de Rothstein.

—Salí corriendo en cuanto los necrolobos atacaron, he tenido suerte y he podido esconderme, cuando Trick ha dicho que ya no había peligro he salido para buscaros.

—¿Has encontrado a los demás?

Mars negó.

—Da igual, nos reuniremos con ellos en el refugio.

—Es un alivio que estés vivo.

—¿Pensabas que unos lobos bastarían para matarme? —Drake arqueó una ceja— Me ofendes.

—Eres una bomba de relojería andante, temía más por los pobres lobos que por tí —Drake le golpeó en el brazo con el puño y luego rió.

—Eres un capullo.

Gabi los observó con detenimiento. Se llevaban muy bien a pesar de que muy probablemente hacía poco más de una semana que se conocían. Los envidiaba un poco. Él no había llegado a tener esa relación tan cercana con ninguno de sus compañeros.

Hocus y Pocus parecían tener suficiente con relacionarse solo entre ellos. No necesitaban a nadie más. Mirelle no era una persona extremadamente abierta y solía ir más por su cuenta. En cuanto a Pen, él si que era algo más amable, pero parecía serlo más por ser cordial y mantener al grupo tranquilo que por querer realmente hacer amigos.

Gabi se levantó del suelo y se sacudió la ropa. Estaba asqueroso, lleno de tierra, polvo y hojas. Su pelo era un nido de pájaros a pesar de estar recogido.

—Supongo que con el necrolobo muerto la tregua se ha acabado —habló llamando la atención de los otros dos chicos—. En ese caso me voy a ir. Cuando volvamos a vernos seremos otra vez enemigos.

—Si. Supongo.

Drake y Gabi se miraron fijamente unos segundos. Gabi desvió la mirada listo para irse, cuando vio algo moverse tras los dos seleccionados del clan del fuego.

Aunque trató de advertirlos solo pudo ver cómo unas garras atravesaban el pecho de Mars. Por el grito ahogado de su compañero Drake se giró confundido hacia él. Las garras de acero no pertenecían a un necrolobo, no pertenecían a un animal, al otro lado Hocus Sesame sacó sus manos del pecho de Deimos y lo dejó caer de cara al suelo.

Drake reaccionó al ver el cuerpo golpear el suelo. Gritó el nombre del chico y trató de acercarse a él. Todo sucedió como si fuera una cámara lenta, una escena sin sonido ante los ojos de Gabi.

Tuvo que reaccionar rápido. Lanzó su alabarda como si fuera una jabalina que pasó entre Drake y Pocus que se acercaba por su espalda directo para matarlo a él también. Los hermanos Sesame miraron a García molestos.

—¿Qué haces? —preguntó Pocus frunciendo el ceño.

Drake levantó a Deimos del suelo con cuidado y le dio la vuelta. Debajo de él se había formaba un charco de sangre. Su mirada borrosa estaba perdida, solo pudo confirmar que ya no respiraba.

—¡Atención a todo el mundo, Mars Deimos del clan del fuego ha caído! Muerte a manos de Hocus Sesame, del clan de la niebla.

—¿Qué hacéis vosotros? —les increpó Gabi a sus compañeros— ¡Teníamos una tregua!

—La tregua era entre vosotros, no tenemos nada que ver con eso —dijo Hocus mirándose sus garras de acero con desinterés.

La sangre de Mars resbalaba por esas cuchillas y caía como gotas sobre la tierra.

—Exacto, además ya no hay lobos, podemos volver a lo de conseguir puntos —animó su hermano.

Drake dejó con cuidado a Mars en el suelo de nuevo, cerró sus ojos con una mano, con la otra desenvainó su katana. Pocus y Hocus sonrieron poniéndose en alerta listos para pelear.

—¡Drake, espera!

Gabi estaba desesperado. Drake estaba agotado mientras que los Sesame parecían estar en plena forma. Si se enfrentaba Rothstein iba a acabar muerto. Eso no debería preocuparle a Gabi, al revés, debería de parecerle ideal, pero por alguna razón solo podía pensar que la situación era horrible.

No quería obtener puntos de esa manera. No quería salir de aquella isla así.

—Cierra la boca —le escupió Drake para su sorpresa—. Debí de saber que en la niebla erais unos capullos cobardes que matan por la espalda. No debí confiar en un clan así.

Gabi no supo qué contestar.

Las llamas rodearon a Drake, tan altas como los árboles del bosque. Los Sesame retrocedieron por el calor y el fuego que estaba demasiado cerca. Cuando el fuego se extinguió Drake ya no estaba allí. Se había esfumado.

—Mierda, se nos ha escapado —se quejó Pocus.

Gabi miró el cuerpo de Mars que aún estaba allí en el suelo. Recordó los gestos de compañerismo que minutos antes habían tenido él y Drake. Tensó la mandíbula y caminó hacia sus dos compañeros.

Hocus y Pocus lo observaron acercarse. Gabi cogió la alabarda que había quedado tirada en el suelo.

—Vámonos. Tenemos que encontrar a Davis y Teller.

Y siguió su camino sin girarse a mirar a los dos hermanos.



















Doug salió de entre la hierba con las manos cubiertas de sangre, Arion le acercó una de las botellas para que se limpiará un poco. Las Praderas de Aurama habían resultado ser un mejor sitio del que pensaban para ocultarse. Aunque una gran parte de la zona eran enormes llanuras sin apenas árboles o maleza, una pequeña parte estaba cubierta por hierba alta que los cubría a todos.

Debía de medir algo más de dos metros y era bastante resistente y a la vez elástica. Arrancando un poco pudieron incluso hacer pequeños techos para cubrirse de la posible lluvia y el viento frío de la noche.

Le habían preparado también una pequeña cama a Zaphod para no tenerlo directamente en el suelo. Doug se había encargado de limpiar la herida del chico y había usado esas mismas hierbas para taponar y que la sangre no siguiera saliendo.

—¿Cómo sigue? —preguntó Mohrir preocupada por su compañero.

—Parece que está bien, por ahora al menos —dijo Doug secándose las manos sobre su chaqueta—. Por suerte Byoko no llegó a dañarle un órgano importante, pero la herida es profunda y sigue sangrando.

—¿Podemos hacer algo por ayudar? —preguntó Arion.

El menor se había asustado mucho el día anterior al ver llegar a Reazor cargando a Zaphod cubierto de sangre. Doug también había palidecido al verlos. Por un momento se temieron lo peor, pero Mohrir, quién había llegado antes hasta donde ellos estaban, les había explicado brevemente lo ocurrido.

Doug tuvo que dejar lo que hacía para ponerse de inmediato a controlar la hemorragia de Riker mientras Mohrir le ayudaba, y Reazor y Arion buscaban un refugio adecuado. Los dos chicos llegaron poco después con la ubicación de un sitio ideal y trasladaron a Riker hasta allí.

—Riker tiene que descansar, no puede moverse en lo absoluto todavía porque la herida podría volver a sangrar a lo bestia ahora que parece estar controlada, así que hay que ayudarlo en todo como estábamos haciendo. Hay que llevarle la comida, darle agua de vez en cuando, vigilar que la herida no se infecte, ese tipo de cosas.

Doug miró en la dirección en la que Zaphod estaba tumbado. Se había quedado dormido otra vez, estaría agotado después de todo lo que había vivido, más después de la horrible noche que había pasado. El pobre no había podido dormir bien a causa del dolor.

No tenía morfina, pastillas para dormir, ni nada que darle para que le dejara de doler y pudiera descansar bien. Con cada mínimo movimiento la herida volvía a abrirse, de seguir así acabaría por desangrarse.

—En ese caso voy a por más agua —dijo Arion decidido—. Ya casi hemos acabado lo que teníamos.

—Volver al río es peligroso, el clan del hielo podría seguir por allí —dijo Doug.

—Lo acompañaré —se ofreció Reazor—. Podemos aprovechar para buscar alimento. Ayer no encontramos mucho y empiezo a tener hambre otra vez.

Doug pareció quedarse más tranquilo al ver que Reazor acompañaría a Sherwind.

—Está bien, Mohrir y yo nos quedaremos para cuidar de Zaphod.

Reazor cogió su mochila y le lanzó a Arion la suya que aunque la atrapó estuvo a punto de que se le cayera al suelo. Mohrir y Doug les dieron sus termos y el de Zaphod para que los llenarán. Después se marcharon de allí.

El camino fue tranquilo, Arion se encargaba de hablar por los dos tratando de mantener un ambiente positivo a pesar de la situación. Reazor estaba completamente alerta a cualquier sonido o movimiento que detectara. No iba a permitir que el clan del hielo o cualquier otro clan volviera a pillarlos por sorpresa.

Reazor era bueno escuchando el viento, este le decía todo lo que quería saber. Le ayudaba a escuchar a más distancia, más claramente. Podía detectar cuando un sonido eran las hojas cayendo, un animal salvaje cerca o un peligro en potencia. El viento le advertía de todo lo que le rodeaba.

Cerró los ojos un momento y el sonido del agua le llegó al instante. No detectó nada más.

—El río está por allí —señaló Reazor.

Arion lo miró con admiración, sus ojos brillaban.

—Es increíble que puedas saberlo solo con oirlo, ¡El río ni siquiera se ve desde aquí! Y está demasiado lejos como para que pueda escucharse.

—Cualquiera puede hacerlo —aseguró—. Para el clan del viento uno de nuestros mayores aliados es el sonido. Cuando tengas un poco más de práctica tú también podrás aprender a usar tu oído.

—¡Me esforzaré!

No todos en el clan del viento eran capaces de desarrollar una técnica tan compleja, pero Reazor sabía que Arion tenía el potencial para hacerlo. Además, con la ayuda que le estaba proporcionando Doug durante el torneo estaba seguro de que no tardaría mucho en perfeccionarlo.

Tardaron más de lo usual en llegar al río al no ir por el aire. Quedarse tan a la vista después de un ataque como el del día anterior era una temeridad innecesaria.

Cuando llegaron a la orilla vigilaron bien la zona, se aseguraron de que no había nadie cerca, y entonces empezaron a llenar los termos con el agua fresca. Reazor se alejó un poco para recoger algunas vayas de los arbustos más cercanos al río e intentar cazar con su arco alguna de las aves que se acercaban a beber.

Arion terminó de almacenar el agua y guardó las botellas en las mochilas. Estaba saliendo del agua cerrando el último termo ya lleno cuando tropezó y cayó al agua. Se levantó adolorido, por suerte la corriente no había arrastrado el termo. Se quedó de rodillas y miró con qué se había tropezado.

Al principio pensó que simplemente le había dado con el pie a alguna roca saliente, pero cuando se topó con un maletín de metal se sorprendió. Lo cogió y lo sacó del agua. Por ambas partes tenía marcados en el metal los símbolos de dos espadas cruzadas y unos lirios entre estas. En la parte baja se podía leer Midnight War.

Se puso otra vez en pie sosteniendo en una mano el termo de agua y en la otra el maletín. Se apresuró en salir del río e ir en busca de su compañero.

Acababa de encontrar algo importante.

—Reazor —llamó a su compañero.

No le hizo falta levantar mucho la voz para que este lo escuchara a pesar de la distancia. Arion apenas salía del río y Reazor estaba cerca de unos arbustos varios metros más alejado. Se giró dejando lo que hacía para mirar a Arion que alzó el maletín.

Se reunió con él en la orilla, Arion se había arrodillado dejando el maletín sobre las piedras. Levantó las dos pestañas que había a cada lado, lo abrió dejando al descubierto lo que tenía en su interior. Un bote de alcohol para desinfectar, otro bote de suero, vendas, antiséptico, diferentes tipos de pomadas y pastillas, unas tijeras, agujas e hilo y un bisturí.

Ese maletín era alguna especie de botiquín.

—Que conveniente —susurró Reazor sosteniendo un bote de pastillas azules.

—También hay morfina —señaló Arion un pequeño bote en una esquina—. Y agujas.

Reazor cerró el maletín y se aseguró de que no había nadie que los estuviera viendo.

—Volvamos —dijo poniéndose en pie—. ¿Has recogido el agua?

—Si, ya he guardado las botellas en las mochilas.

—Yo he conseguido cazar un par de pájaros y he encontrado moras en el zarzar de allí. Será suficiente por ahora.

Reazor agarró con una mano los dos pájaros del cuello para poder llevarlos consigo. Las moras se las pasó a Arion para que las guardara.

Con todo listo emprendieron el camino de regreso al refugio que habían improvisado con el resto de su clan. Con ese botiquín en su poder podrían ayudar a Zaphod más de lo que lo habían hecho, con suerte para el siguiente día mejoraría muchísimo en conparación.

Ahora mismo que el maletín fuera una coincidencia o que se lo hubieran preparado los organizadores del torneo era lo de menos. Si podían evitar la muerte de un compañero lo tomarían.

Ya divisaban la hierba alta. En unos metros la alcanzarían.

El fuerte viento les frenó el paso. Tuvieron que taparse la cara para que la arena no les entrara en los ojos.

—¡¿Qué está pasando?! —preguntó Arion casi gritando.

El fuerte viento impedía oír bien incluso para un oído tan fino como el de Vent.

Poco a poco la ventisca se calmó, pero aún permaneció una brusca brisa. Reazor miró hacia la hierba alta y vio que se empezaba a formar un pequeño tornado en el interior. Eso debía de ser obra de Mohrir, tenía una gran habilidad para crear tornados de la nada, aunque no corriera el más mínimo aire en la zona.

—Hay problemas —dijo Reazor corriendo hacia el tornado.

Arion se apresuró en seguirlo. No llegaron muy lejos antes de que un par de figuras les cortaran el paso. Habían salido de la nada, no los habían visto llegar, tampoco los habían escuchado.

—Lo siento, no vais a pasar de aquí.

—Clan de la luna —el aire se le escapaba de los pulmones a Arion mientras lo decía.

Tezcat y Lucian se habían puesto en su camino, frente a la hierba alta a la que no les dejarían entrar fácilmente. El tornado a espaldas de los dos chicos tomaba cada vez más fuerza levantando no solo tierra, también hojas y ramas. Los pájaros se marcharon tan rápido como pudieron.

Reazor dejó su mochila en el suelo junto a las dos aves y el maletín, este último objeto no pasó desapercibido para Tezcat. Arion no supo muy bien qué hacer, si debía dejar él también las cosas en el suelo para pelear o no, Reazor no le decía nada. Lucian también estaba perdido puesto que Tezcat ahora estaba centrado en sus rivales.

—Parece que habéis encontrado algo interesante —comentó Tezcat levantando la mirada del maletín a la cara de Reazor.

Vent apartó con el talón un poco más el objeto dejándolo detrás de él. Tezcat soltó una risa que había sonado más a suspiro.

—¿Lo quieres? —preguntó Vent.

Tezcat no respondió. Desapareció de la vista de todos los presentes. Más bien cambió de forma. Una sombra se deslizó desde donde había estado el chico del clan de la luna hacia ellos.

Reazor sacó el arco y trató de preparar una flecha, fue demasiado lento. Tezcat salió de la sombra como un buceador que salía del agua y se abalanzó hacia él tirándolo al suelo de un rodillazo en el mentón. Arion dejó entonces caer su mochila y las moras que había llevado consigo para atacar a Tezcat.

Lo esquivó sin problema volviendo a su forma de sombra y apareciendo tras Arion inmovilizándolo contra el suelo. Lucian aprovechó para correr hacia el maletín que habían dejado, una flecha cruzó frente a su cara haciéndolo retroceder sobresaltado. Reazor se había repuesto y había conseguido disparar una flecha, aunque no con la potencia que había usado contra el clan del sol y el hielo.

Arion convocó el aire a su alrededor creando una onda que lanzó a Tezcat por los aires haciendo que lo soltara al fin. Sacó del interior de su chaqueta un kunai que lanzó hacia Lucian. El chico reaccionó pasando a su forma de sombra, no era tan rápido como Tezcat, pero había sido suficiente para esquivar el kunai.

Reazor y Arion los habían perdido de vista. Se juntaron cerca de donde habían dejado todas las cosas, no podían permitir que se llevarán los medicamentos que necesitaban para tratar a Zaphod.

Tezcat salió de la sombra proyectada por la hierba alta, tenía un garrote negro en la mano poco más pequeño que él mismo. Se lanzó hacia Arion sin pensarlo. Un kunai no haría nada contra esa enorme arma.

Reazor apartó de una patada al menor que cayó al suelo. Tenía una flecha cargada, no había acumulado tanta energía como hubiera querido pero así tenía que bastar. Disparó y la fuerza de viento que acompañaba a la flecha fue apenas suficiente para frenar la trayectoria del garrote y hacer volver a Tezcat a las sombras.

—Perdona —le dijo a Arion.

El castaño se levantó del suelo adoptando una postura en guardia.

—No te preocupes, gracias por evitar que me golpeara con eso.

Tezcat volvió a saltar de las sombras, esta vez Reazor no pudo contraatacar y tuvieron que esquivar. Cuando el garrote golpeó el suelo agrietó la propia tierra. Si lograba darles con eso... estaban acabados.

—Tenemos que reunirnos con los demás —dijo Reazor en un susurro a Arion para que los otros dos no lo oyeran—. Aquí solo están estos dos, pero los otros tres deben de estar con Doug y Mohrir, estarán en desventaja numérica con Zaphod fuera de combate.

—¿Pero como lo vamos a hacer?

Tuvieron que esquivar otro ataque de Tezcat por los pelos. Esta vez Arion había estado demasiado cerca de ser golpeado.

El tornado creado por Mohrir a lo lejos temblaba como si estuviera a punto de desaparecer. Algo estaba pasando allí.

—Ese es el problema, no lo sé —reconoció Reazor.

Miró a su alrededor buscando una forma de darle esquinazo al clan de la luna. A veces podía ver la sombra de Tezcat moviéndose a toda velocidad, no era capaz de seguirla en todo momento con la mirada, se movía demasiado rápido. Además, la hierba alta estaba demasiado lejos como para correr sin más cargando con todo lo que tenían. Los atraparían antes de llegar.

—Arion —llamó a su compañero al notar algo—. ¿Dónde está Dark?

Lo habían perdido de vista.

—¡Reazor, arriba!

Reazor alzó la mirada a tiempo para ver cómo una lluvia de abrojos caía sobre él. Habían ganado una velocidad con la que estaba claro que sería como si le llovieran cuchillos.

Trató de cubrirse con los brazos aunque estaba claro que le dañarían igualmente. Al menos necesitaba minimizar los daños, tenía que seguir peleando después.

Una fuerte ráfaga de viento se levantó de repente, tan fuerte que hizo caer a Reazor y lanzó los abrojos de vuelta. Lucian estaba subido en la rama de un árbol, desde donde los había lanzado, y ahora le regresaban de vuelta. Tezcat se lanzó hacia él para esquivar su propio ataque.

Los abrojos quedaron incrustados en el árbol con tanta fuerza que agujerearon la rama. Algunas alrededor hasta se habían partido por el impacto. Tezcat y Lucian cayeron al suelo tras el placaje del primero.

Reazor sintió como tiraban de él. Arion le dio una mochila mientras que él se ponía la otra. También llevaba el maletín y los pájaros.

—Rápido antes de que se levanten.

¿Había sido él quien había lanzado esa ráfaga de viento tan potente? Reazor apenas podía creerlo. La fuerza de ese ataque no era nada parecida a la fuerza que Arion había demostrado desde que se conocían. Un ataque certero, potente y rápido, contrario a la afabilidad y calma que el menor había demostrado siempre.

Se perdieron entre la hierba antes de que Tezcat pudiera volver a la carga.

—Perdón, no esperaba que me devolvieran mi propio ataque —se disculpó Lucian levantándose del suelo con ayuda de Tezcat.

—No te preocupes, los hemos entretenido bastante.

Tezcat miró como el tornado desaparecía poco a poco.

—Vlad y los demás ya se habrán encargado de todo.









LISTA DE CAÍDOS:

– Mars Deimos (Clan del fuego)



CLASIFICACIÓN:

• Clan de la niebla: 15 puntos

• Clan del hielo: 15 puntos

• Clan del bosque: 5 puntos

• Clan del viento: 0 puntos

• Clan del sol: 0 puntos

• Clan del cristal: 0 puntos

• Clan de las bestias: 0 puntos

• Clan del trueno: 0 puntos

• Clan del agua: 0 puntos

• Clan de la luna: -5 puntos

• Clan de la montaña: -5 puntos

Clan del fuego: -10 puntos









Y aquí tenemos el triste final de Mars unu

Por otro lado el clan de la luna empieza a moverse también y el clan del viento, con uno de sus compañeros fuera de combate, se ve en problemas de nuevo.

Aviso que las actualizaciones cesarán por unas semanas desgraciadamente. La idea es continuar escribiendo un tiempo tranquilamente en borradores y volver pronto con más capítulos preparados.

Espero de verdad que esté descanso no se alargue mucho porque esto se queda en un punto bastante interesante jajaja

~Nova/Dreamer

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