Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 3
—Bien, después de este pequeño repaso de los representantes pasemos a lo importante —Cinquedea pasó los papeles que tenía en la mano buscando algo en concreto.
—Algo me dice que esta reunión va a ser un coñazo.
Simeon mandó callar a Michael con un siséo. Michael chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco cansado.
Simeon había tenido esa maldita actitud de machito alpha desde que se habían conocido el día de selección de representantes. A Michael no le hacía gracia, a la propia Eryll le sentaba como una patada en el estómago su altanería y arrogancia, ¿pero qué iban a hacer? Austin parecía conforme con que Simeon llevará la voz cantante.
Reconocía que tal vez el resto no eran los ideales para hacerlo. Michael tenía problemas de ira, Fei no parecía querer meterse en nada que le echara más responsabilidad de la cuenta encima y Aitor era un maldito bipolar al que la malicia le salía del cuerpo como el veneno de una serpiente. Incluso ella misma era demasiado impulsiva para desempeñar ese papel. Hubiera estado de acuerdo en que otra persona desempeñará el papel de líder, sino fuera porque esa otra persona era Simeon.
—Todos vosotros permaneceréis en la torre de control por una semana completa. Entrenaréis, armaréis vuestras estrategias, en resumen ultimaréis detalles antes del torneo. Pasado ese tiempo, poco antes de medianoche, se os llevará al punto de inicio del Midnight War en medio de Isla Paradai. Justo a medianoche dará comienzo el torneo —explicó Gyan una vez que pareció encontrar la hoja que buscaba a pesar de que no la miró en lo absoluto después.
No había dicho nada nuevo de todas formas. Todos los torneo empezaban siempre a medianoche, de ahí el nombre "Midnight War". Se suponía que el hecho de que empezara en ese momento tenía un por qué, de ser así ella no tenía ni idea de cuál era. Simplemente se había convertido en la tradición después de cien años.
Muchos que como ella no sabían la razón detrás de los actos se quejaban de que eso fuera así. La noche daba ventaja a ciertos clanes, principalmente al de la luna, pero también a otros acostumbrados a moverse entre sombras, como el clan de la niebla e incluso el del bosque.
Estás quejas nunca llegaban a nada.
Después de todo si comenzará de día solo lograrían que ahora la ventaja la tuvieran los clanes del sol y el fuego. Al final siempre habría algún clan que se vería beneficiado. Solo quedaba acostumbrarse y prepararse lo mejor que se pudiera.
—El torneo solo terminará cuando se cumpla una de las dos posibles situaciones: que un clan consiga cien puntos o que solo quede un clan en pie.
Siempre decían eso, pero en los diecinueve torneos que llevaban una única vez se cumplió esa segunda condición. Esa vez fue durante el quinto torneo, veinticinco años después de que se empezara a celebrar. Jamás se había repetido la ocasión, y probablemente así seguiría siendo.
Ahora Gyan sí que miró los papeles entre sus manos.
—Cómo bien sabéis el Midnight War tiene un sistema de puntos que ha sido perfeccionado con el paso de los años, y este año se ha decidido incluir una dinámica nueva: la clasificación de popularidad —en efecto eso era nuevo, y a Eryll le llamó mucho la atención—. Al final de cada día se realizará una votación en la que podrán participar todos los ciudadanos de los doce clanes. Cada ciudadano dejará su voto a su clan favorito del momento, por supuesto este no podrá ser de su propio clan. Con los resultados se elaborará una lista que irá del más votado al menos.
El holograma que hacía unos minutos había mostrados los escudos de los clanes y a sus representantes, ahora mostraba un ejemplo gráfico de lo que Gyan explicaba. En lugar de los participantes del torneo en la lista se mostraban muñecos sin cara, como los maniquíes de la sala de entrenamiento, con los nombres de «clan 1», «clan 2» y así hasta un total de doce.
El que encabezaba la lista tenía una corona, el de abajo una medalla de plata y el que ocupaba el tercer lugar una de bronce. El del último lugar sin embargo, tenía una cruz roja encima.
—El clan que ocupe el primer puesto se llevará diez puntos, mientras que los que ocupen el segundo y tercer puesto se llevarán cinco —explicó señalando levemente con su mano la tabla—. Pero el clan que ocupe el último puesto, y por tanto el menos votado por la audiencia, será penalizado con cinco puntos menos. Si en algún punto del torneo un clan, bueno, es eliminado por completo, se lo eliminará de la tabla. No se lo tendrá en cuenta.
Sintió un escalofrío recorrer su columna. No pensaba morir allí, no lo haría. Asesinada por algún rival, tirada en el frío suelo rodeada de su propia sangre. Se la comerían los gusanos, o peor, sería un jodido signo de debilidad de su clan, algo que con suerte lo único que lograría sería motivar a sus compañeros. ¿Motivarlos a qué? ¿A vengar su muerte, a devolverle la gloria perdida al clan de las bestias? Le daba asco de solo pensarlo.
Ella no sería un simple héroe caído de mierda. Mucho menos sería un símbolo muerto de resistencia.
—Quitando este nuevo sistema implementado el resto es como en todos los torneos. Si matáis a un rival vuestro clan obtendrá veinte puntos, si los herís de gravedad se os podrían conceder cinco puntos. Por el contrario, si sois heridos se os podrían llegar a restar cinco puntos y si matan a alguien de vuestro clan perderéis diez —Gyan sonrió, Eryll sintió como si se divirtiera al ver las caras cautas de los representantes que lo escuchaban—. Y por supuesto está la mejor forma de ganar puntos, ir a por el líder.
El líder. La novedad incluida en el Midnight War de cincuenta años atrás, por el cincuenta aniversario del torneo. Si bien no era un sistema tan rebuscado como la clasificación de popularidad, era uno de sus principales atractivos.
—Cada clan, de manera completamente confidencial, elegirá a uno de sus miembros y lo designará como líder de clan. Si un clan acaba con el líder de otro, recibirá treinta puntos de golpe. Claro que al clan que haya perdido a su líder se le restarán veinte puntos —explicó mientras que el holograma mostraba ejemplos gráficos de lo que decía.
La gente que veía el Midnight War usaba el sistema del líder para las apuestas. Se ponían en juego cantidades de dinero desorbitas apostando por quién sería el líder de cada clan y si sobreviviría o no. Una manera de incentivar la actividad en las casas de apuestas más allá de qué clan ganaría ese año.
La imagen que mostraba el holograma volvió a cambiar. Ahora mostraba una imagen a pequeña escala de la Isla Paradai. Aunque era de un tamaño considerable para tratarse de una isla, durante el tiempo que permanecieran allí se les haría muy pequeña, peor que una cárcel.
—Isla Paradai cuenta con diferentes biomas, desde alta montaña a pantanos, bosque y hasta un desierto. Podréis moveros por toda la isla sin limitaciones, claro que estará totalmente prohibido tratar de salir de ella y en caso de que se detecte un intento... —Gyan miró a los soldados de uniforme negro que hacían guardia alrededor de la sala— los soldados medianoche están autorizados a actuar de la manera más conveniente —una clara amenaza para persuadir a los representantes de tratar de escapar de la isla—. Podéis trabajar en grupo o tratar de ir por libre, es indiferente. Que seáis representantes de un clan no os obliga a permanecer juntos todo el tiempo. Cada uno que valore sus posibilidades.
Incluso para alguien como Eryll, que no era partidaria de trabajar en equipo y que siempre prefería trabajar por libre, hacerlo en este caso era un suicidio. Con cincuenta y cinco personas en tu contra, que no desaprovecharían la ocasión de matarte, ir solo era una temeridad.
Si un clan te encontraba vagando sin tus compañeros no dudaría en atacar y conseguir algunos púntos fáciles. Incluso si daba la casualidad de que se produjera una confrontación entre personas de diferentes clanes, estos irían primero a por quién más desventaja tuviera. La mayoría allí no estaban interesados en prolongar su estancia en aquel lugar, tratarían de conseguir puntos lo más rápido posible. Querían salir rápido, antes de perder la vida por culpa de una mala decisión o una emboscada.
Ella no estaba dispuesta a pasar más tiempo del necesario en esa isla con olor a muerte pútrida. Tenía muchas cosas aún pendientes que hacer, gente que esperaba su vuelta. Y aunque tuviera que destrozar esos mismos planes a otra persona ella sí que los cumpliría.
—Eso es todo lo que tenéis que saber —concluyó Gyan—. Por favor, disfrutad del resto de vuestra comida y espero que vuestra estancia en la torre de control sea la mejor posible.
Gyan bajó de la plataforma y le devolvió el montón de papeles a Bellatrix, con la que intercambio también un par de frases antes de salir del comedor. La cena continuó después de eso, aunque ahora el ambiente era mucho más pesado que al principio.
—Nos reuniremos después de la comida en nuestra planta —rompió Simeon el silencio—. Tenemos que pensar qué vamos a hacer cuando empiece el torneo.
Eryll fue la primera de su mesa en terminar y no estaba dispuesta a quedarse allí viendo cómo Michael y Simeon no dejaban de discutir. Les avisó que se iba, pero que más tarde subiría a la planta de la torre que ocupaba el clan de las bestias para esa reunión de la que avisó Abe. Ella también quería empezar a aclarar ciertos puntos sobre la estrategia que seguirían durante el torneo. Con eso claro podría enfocarse en los entrenamientos que fueran necesarios.
Se había marchado del comedor sin un objetivo claro. Solo había decidido que quería un momento de tranquilidad lejos del común ruido cerca de sus compañeros. Ir a la sala de entrenamientos fue su primera idea, pero seguro que muchos representantes habían pensado lo mismo y estaría llena.
Además, no le apetecían tener que relacionarse con otros clanes todavía. Cuanto más pudiera retrasar el momento mejor.
Por esto otra opción descartada fue ir a la sala común, donde seguro que las personas como ella, que querían paz pero no entrenar, estarían en ese momento.
Si todavía estuviera en su clan iría junto a su hermano Logan y le propondría salir a caminar. Dar una vuelta por las montañas cercanas a su aldea siempre la ponía de buen humor. Cualquier miembro del clan de las bestias que se preciara amaba regresar a sus instintos primitivos alguna vez. Que el sentimiento de libertad se apoderara por completo del cuerpo y la mente, convertirse en parte del ciclo natural junto a los animales y la naturaleza, lejos de la presión que suponía la sociedad y el ser humano.
Pero Logan no estaba allí, y ella no podía salir de esa torre.
Concluyó al final que lo mejor sería simplemente regresar a su habitación para poder descansar un poco. Estaba claro que la reunión con su clan de después le agotaría hasta la última gota de energía.
—Los soldados medianoche están realizando la última batida por la isla, señor.
Esa voz se le hizo familiar. Venía de una habitación cuya puerta tenía una rendija abierta, no era una persona cotilla, pero sí curiosa. Se acercó con cuidado para que no se dieran cuenta de su presencia y miró a través de la pequeña rendija. Isabelle era la que acababa de hablar, estaba junto a Cinquedea y otro hombre de pelo oscuro.
—Todo está listo, según los informes que he recibido todos los desperfectos del último torneo ya fueron reparados y los sistemas de vigilancia y reconocimiento ya están a punto —terminó de decir Isabelle.
—Espero que todos estén preparados esta vez, no quiero ningún problema como el del torneo anterior. Os lo advierto, si hubiera el más mínimo percance...
—No lo habrá —esta vez fue el hombre quien habló—. Esta vez nos hemos asegurado de tenerlo todo bajo control. Tenemos registros de cada planta, animal y evento paradai.
¿Evento Paradai? Eso no era bueno. Esos eventos eran provocados en la isla por los propios organizadores cuando la actividad en esta se estancaba y nadie hacía nada. Provocaban el caos y hasta podían hacer que algunos representantes cayeran muertos por ellos. El objetivo principal era dar espectáculo y hacer que diferentes clanes se acercarán si se habían alejado demasiado. Querían provocar confrontaciones y baños de sangre.
En el torneo anterior hubo problemas con los eventos diseñados para ese Midnight War, por lo que se tuvo que prescindir de ellos. Pero para su mala suerte ese año todo estaba arreglado.
Eso no lo habían mencionado en la charla de hacía un rato. Capullos.
—Eso espero Quagmire. Lo del año pasado fue una auténtica chapuza.
En ese momento Cinquedea miró hacia la puerta. Eryll se apresuró en apartarse. ¿La había visto? Si lo había hecho estaba en problemas.
—¿Sucede algo, señor? —preguntó Quagmire.
Los pasos se escucharon acercándose hacia la puerta. Se apresuró en alejarse de allí girando en la esquina para esconderse en el pasillo contiguo.
Casi al instante Gyan abrió la puerta y miró a ambos lados del pasillo sin encontrar rastro de nadie. Frunció el ceño y contestó: —Nada, no sucede nada.
Cuando volvió al interior de la sala se aseguró de cerrar la puerta tras de sí.
Eryll suspiró. Se había librado por el pelo de un calvo. Escuchar a escondidas no era su fuerte como se acababa de demostrar. Le hubiera gustado seguir recopilando algo de información acerca de esos eventos paradai, pero no sé atrevía a volver. Ahora Gyan y sus acompañantes estarían mucho más alerta y podrían darse cuenta de su presencia.
Le comentaría a sus compañeros en la reunión de lo que se había enterado. Sería información con la que solo contaría el clan de las bestias, tendrían su primera ventaja respecto al resto de clanes y eso que aún ni daba comienzo el torneo.
La percepción del tiempo era algo que había quedado totalmente alterado tras su llegada a la torre de control. Las horas a veces parecían minutos, otras veces días. Cuando quería que el tiempo pasará rápido, que la agonía de la espera terminará, el tiempo decidía pasar lo más lento que podía, ahogandolo, aburriendolo. Cuando el terror al torneo apretaba su corazón como una garra de hierro, cuando no quería que el momento llegará por miedo a la muerte, entonces el tiempo pasaba como un suspiro.
Habían pasado tres días desde que habían llegado allí. Solo tres días, demasiados y a la vez tan pocos.
Una figura humana, completamente azul y sin cara, se abalanzó hacia él. Apuntó su cuchillo hacia la cabeza y clavó el filo justo en el sitio que estaría en medio de las cejas. Sin rostro era difícil saberlo con exactitud. El holograma se desvaneció con el contacto del arma.
Había otros tres más a su alrededor. Era tan raro luchar de esa forma... incluso en los dos días que llevaba haciendo uso de la habitación holográfica de la sala de entrenamientos no había logrado acostumbrarse del todo. Al ser hologramas esas figuras no podían causarle ningún daño, pero en el momento en el que el programa entendiera que una de ellas le había asestado un golpe mortal, se daría por finalizado el entrenamiento con él como perdedor.
Pero si el tiempo que él había indicado se cumplía y conseguía acabar con todos los hologramas, se le daría por vencedor. Sería un entrenamiento completado con éxito.
Justo fue lo que sucedió en ese momento. Con el desvanecimiento del último holograma se escuchó una alarma en la habitación que le avisaba de que los diez minutos que había indicado ya se habían cumplido.
Estaba empapado en sudor. Esa no era la primera sesión que tenía ahí dentro, de hecho podría haberlo repetido al menos cinco veces en lo que iba de tarde. Salió al fin tratando de recuperar el aliento, las otras salas de hologramas también estaban ocupadas y había personas cerca esperando su turno. Tanta era la espera que nada más salir él, una chica del clan del fuego, Jade Greene creía recordar, entró a la sala.
—Vaya, sigues manteniéndote en pie y todo —Bai Long se acercó a él con expresión divertida, detrás de él iba Sol—. Después de tres horas ahí metido pensaba que estarías arrastrandote por las esquinas de cansancio.
—Ya te gustaría —contestó controlando su respiración alterada.
Recuperaba el aliento más lento de lo que le gustaría. Durante el Midnight War una debilidad como esa era letal.
Bai Long le lanzó una toalla sin decir nada, Luciel la atrapó en el aire y agradeció escuetamente. La tela fresca de la toalla alivió un poco el calor además de quitarle los ríos de sudor que bajaban por su frente.
—¿Vas a entrenar? —le preguntó a Sol mirándolo fíjamente a los ojos, este asintió con una sonrisa.
—Bai Long me va a ayudar a mejorar mi técnica en el cuerpo a cuerpo.
—Ten cuidado —le advirtió a Bai Long quién levantó las manos con inocencia, como quien no había roto un plato en su vida.
—Por supuesto que lo tendré, ¿por quién me tomas? —dijo ofendido— Pero ya hemos hablado de esto, Sol tiene que aprender a valerse por sí mismo.
—Está enfermo.
—Estuve —corrigió Sol al instante—. Y pasaré a estar muerto si lo único que sé es rezarle a la Diosa y observar como los demás se juegan el cuello.
Luciel no pudo contestar nada a eso.
Sol se acercó para abrazarlo al ver que se le había quedado una expresión preocupada.
—Ya podrás sobreprotegerme todo lo que quieras cuando acabe esto, ¿vale? Y ahora ve a darte una ducha, estás todo sudado, que asco.
Sol hizo una mueca sacando la lengua y arrugando su ceño. Luciel no pudo evitar sonreír levemente. Le dio un golpecito en la frente con los dedos.
—Qué amable de tu parte, tomaré tu humilde consejo, gracias.
Sol sonrió y se despidió de él antes de irse con Bai Long de camino al área de lucha. La mayoría de arenas estaban ocupadas, diferentes representantes entrenaban por parejas en ellas, los más atrevidos incluso practicaban con miembros de otros clanes. Maxim, del clan del bosque, se había enzarzado en un combate contra Infinity, del clan del hielo. El chico del clan del bosque ya había buscado adversarios en muchos otros clanes en el tiempo que llevaban allí.
Había empezado por practicar junto a Riccardo y Rina, pero cuando estos empezaron a declinar sus ofertas por estar haciendo otra cosa, tuvo que idearselas. Ya había luchado contra Alessandro Il Grande, del clan de la montaña, contra los dos gemelos Sésame, del clan de la niebla, y hasta con Eryll Cowan, del clan de las bestias.
El único combate que había perdido hasta el momento había sido con Alessandro. Entendible debido al físico del representante de la montaña. Y el combate contra Infinity no parecía tener pinta de acabar con su racha de victorias. Al menos Maxim parecía divertirse, Beyond estaba más bien frustrado y empezaba a atacar a lo loco sin un plan en mente.
Ambos ocupaban un lugar alto en la lista de «representantes más peligrosos» de Luciel, aquellos que ocupaban los puestos más altos era a los que prefería evitar enfrentarse tanto como fuera posible una vez que comenzara el torneo. Infinity era un atacante letal que no temía jugar sucio para ganar, Maxim era un psicópata desquiciado al que no se le podían leer los movimientos. Nunca podías saber lo que estaba pensando. A veces dudaba que el propio Maxim lo supiera.
Entró a las duchas masculinas, poco concurridas en ese momento, y se metió en el primer cubículo vacío que encontró. El agua caliente lo ayudó a relajar los músculos y hasta hizo que por unos deliciosos segundos se olvidará de donde estaba realmente.
—Parece que están compitiendo.
Volvió a la realidad al escuchar esas palabras. Cerró un poco la llave del agua para poder escuchar lo que decían.
—¿Rigel compitiendo? Imposible. No he conocido persona a la que le interese menos una confrontación directa.
—Es que no es del todo así —la otra persona parecía dubitativa—. Él estaba practicando tiro, otro chico del clan del viento llegó también para practicar y... bueno.
—Espera un momento Lucian, están compitiendo ¿si o no?
—No, o sea sí, pero no —el chico se exasperó consigo mismo al no saber explicarse bien—. Es mejor que vengas a verlo, Vlad.
Luciel escuchó los pasos de ambos chicos alejarse. Cerró la llave del agua por completo y colocó una toalla alrededor de su cintura al salir de la ducha.
Para su sorpresa había otro chico vistiéndose allí.
—¿Escuchar a escondidas es algo típico del clan del sol?
Luciel no estaba seguro de si lo decía de broma o no.
—¿Y tú? ¿No los espiabas? —evitó su pregunta con otra.
—Si son de mi clan no cuenta como espiar —se limitó a contestar poniéndose la camiseta—. Si tienes curiosidad, solo tienes que ir a ver.
El chico cogió sus cosas y salió del vestuario sin despedirse. Tezcat. Ahora recordaba su nombre. Era uno de los pocos a los que aún no había asignado un puesto en esa lista de peligro suya. Por el simple y llano hecho de que aún no lo había visto en acción.
Tezcat solía ir a entrenar muy temprano o muy tarde, evitando coincidir con representantes de otros clanes o del suyo propio. Era el tópico que Luciel tenía en mente cuando de ciudadanos del clan de la luna se trataba. Y las pocas veces que había visto a Tezcat por allí en un horario normal él había estado inmerso en sus sesiones de entrenamiento en las salas de hologramas, así que no había podido observarlo.
Luciel abrió la taquilla que había ocupado con sus cosas en el vestuario y cogió una muda limpia. Iba a ver qué sucedía ahí fuera. No porque Tezcat lo hubiera dicho o porque en el clan del sol fueran unos cotillas como ese tío se pensaba, sino para reunir información y asegurarse de que Sol no era afectado de manera colateral por ese enfrentamiento.
Ya vestido y con la ropa sucia en una bolsa para llevarla después a la lavandería, salió de las duchas. Había escuchado que decían que Rigel estaba practicando tiro, así que debía de estar en el área de tiro al blanco. Tampoco tuvo que buscar mucho ya que la multitud estaba allí amontonada, observando lo que fuera que estaba sucediendo.
Se hizo un hueco entre la gente hasta llegar a la baranda de metal que separaba la zona de tiro al blanco del resto. Había flechas dispersas por varias dianas, todas clavadas en el centro o muy cerca de este. En ese momento Lynx tensaba el arco y apuntaba hacia la diana más lejana a unos veinticinco metros. No era tanta distancia, pero la habitación no daba para más.
Soltó la cuerda y la flecha salió disparada clavándose justo en el centro, y eso que la diana estaba en movimiento. Algunos de los que vieron esto no pudieron evitar exclamar sorprendidos. Incluso llegó a haber algún aplauso que se escuchó en el silencio absoluto en el que se había envuelto la sala.
—Van empatados, si Reazor falla ganará Lynx —no se había dado cuenta de cuando se había acercado Chell a él.
El chico con el que parecía competir Lynx era Reazor Vent, del clan del viento. Ambos eran arqueros, y habían coincidido en el entrenamiento, era previsible que algo así pasará en algún momento.
—¿Cómo se ha liado todo esto? —preguntó Luciel refiriéndose a la multitud que observaba.
—Lynx estaba entrenando cuando llegó Reazor junto con otro chico de su clan, Riker, creo que ya has coincidido alguna vez con él —en efecto Luciel lo recordaba—. Y parece que se le ocurrió hacer un comentario que sonaba a puya para Lynx. Parece que Kébé y Aqua del clan del agua lo escucharon y empezaron a presionar hasta que finalmente acabó así la cosa —Chell rió al ver cómo los dos últimos mencionados eran de los más espectantes en ese enfrentamiento de arqueros—. Lo peor es que el comentario de Riker ni siquiera iba por ahí. El pobre se ha estado disculpando con Reazor entre disparo y disparo.
Lynx se había echado a un lado dejándole más espacio a Reazor. Ahora era este el que empezaba a tensar el arco y buscaba el punto justo de la diana. Ni Chell ni Luciel se atrevieron a hablar a partir de entonces.
El chico del clan del viento soltó aire lentamente y luego disparó. La flecha acabó en el centro de otra diana a la misma distancia que la de Lynx. El empate no se había roto.
—Son muy buenos —escuchó comentar a Chell.
Lo eran. Y eso era malo. Iban a tener que andar con cuidado durante el Midnight War ahora que sabían el talento de los arqueros que participaban.
El sonido de algo saliendo disparado y cortando el aire se escuchó muy cerca de su oreja. Literalmente algo había cruzado entre él y la chica del clan de la niebla que tenía a su derecha. Un sonido seco, de un impacto, todos miraron hacia la diana donde Reazor había clavado su última flecha poco antes. Había otra nueva ahí, una que partía la flecha de Vent por la mitad y quedaba en el centro.
Luciel giró la cabeza para ver de dónde había venido eso. Una chica de largo pelo negro y ojos azules sostenía un arco en alto, su expresión severa por la concentrarión pasó a ser una suave sonrisa cuando bajó el arco. Nadie dijo nada durante unos segundos. El chasqueó de la lengua de Reazor, que pareció un poco fastidiado por lo que acababa de pasar, les sacó a todos del trance.
—¿Qué cojones?
No sabía quién había hablado, pero acababa de expresar en voz alta lo que sentirían la mayoría en ese momento.
—Te estaba buscando, Preston —habló entonces la chica—. ¿Te apetece una sesión de entrenamiento con los hologramas?
Hablaba como si no acabará de lanzar una flecha desde unos treinta y cinco metros entre un montón de personas logrando dar en el centro de la diana e incluso partiendo otra flecha en el proceso. Esas flechas no eran de madera ni mucho menos para lograr hacer eso tan fácilmente.
El chico al que parecía buscar salió de entre el gentío y se reunió con ella. A diferencia de todos los demás, él no parecía sorprendido.
Lynx y Reazor habían desaparecido aprovechando que no les estaban prestando atención. Se notaba que ser el centro de atención no era lo que más les gustaba. Sin el foco de todo aquel espectáculo, el grupo que los había estado observando fue esparciéndose.
—El clan del trueno viene este año con todo —escuchó que decía la chica del clan de la niebla a uno de sus compañeros—. No esperaba que Freyja fuera tan intimidante.
Freyja. Así se llamaba la chica arquera. Ese nombre le había llamado la atención durante la comida del primer día cuando Cinquedea hizo repaso de los representantes. No era un nombre que estuviera acostumbrado a escuchar dado que no era muy común en el clan del sol.
—Que final tan interesante —comentó Chell antes de centrar su atención en él—. ¿Tú ya te vas?
—Si, acabo de ducharme, solo me he quedado para ver de qué iba eso del enfrentamiento de tiro.
—Yo voy a ducharme también y me voy, nos vemos en la cena más tarde.
—Cla...
—¡Slocker!
Gracias a que su sexto sentido del peligro le avisó pudo esquivar un trozo de hielo que iba directo hacia su cara. Frunció el ceño ante ese ataque inesperado. Hasta Chell se quedó congelado en su sitio al presenciar eso, y nunca mejor dicho. Liliya se acercaba a ellos.
—Ahora que esos patéticos han terminado de lanzar flechitas quiero entrenar contigo —declaró la chica, llamó la atención de algunas de las personas que seguían allí—. Has rechazado mi propuesta tres veces ya. No puedes seguir huyendo.
—He rechazado la propuesta de todos los que me han preguntado, simplemente no me interesa.
—¿Tienes miedo?
Eso llamó la atención de Aqua, que estaba con Kébé al fondo de la sala. Si esos dos volvían a meterse de por medio tendría un problema. Él no pensaba ceder a la presión.
La mano de Chell se posó firme en su hombro.
—No le hagas caso, Luciel —le dijo al oido—. Ya sabes lo que pasó el primer día, logró provocar un enfrentamiento entre su clan y el del bosque. Además, hoy mismo ha tenido problemas también con Cowan y McArthur. No es buena idea relacionarse con ella.
—Lo sé, no te preocupes —ahora volvió a hablar a Liliya—. He dicho que no me interesa, Byoko. Puedes soltar todo el veneno que quieras, no voy a caer en tus provocaciones. Empiezas a ser predecible y aburrida.
A pesar del golpe bajo que había sido eso, la chica se limitó a sonreír. Se llevó las manos a la cintura viendo cómo Slocker pasaba de largo directo hacia la salida.
—Los del clan del sol son patéticos, ahora entiendo por qué nunca han conseguido ganar un solo torneo en cien años.
Un silencio tenso se apoderó en un instante del lugar.
Una espada se clavó en el suelo a escasos centímetros del pie de Liliya. La chica amplió su sonrisa regocijándose en su jugada que sabía había sido exitosa.
Bai Long se acercó a ella a paso lento pero firme. Sol, que se había quedado atrás, se acercó a Luciel que se había dado la vuelta quedándose clavado en su sitio. Chell también seguía allí observándolo todo, listo para intervenir si era necesario, igual que sus compañeros.
—Quieres pelear, pues hagámoslo —dijo Bai Long.
Liliya recogió la espada. Le dio la vuelta en el aire sujetándola ahora de la hoja y extendiéndole la empuñadura a Bai Long.
—Genial, será divertido.
¡Capítulo 3 publicado! ¿Qué os ha parecido?
Hoy se nos han presentado nuevos OC y así poco a poco estamos cada vez más cerca de conocerlos a todos. No voy a mentir, tengo ganas de empezar con los eventos en la isla, y a la vez me va a dar mucha pena :')
Esta semana se viene además una actualización de Witch Hunters después de hace mucho tiempo.
Nos vemos pronto.
~Nova/Dreamer ♥
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