Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 15
DÍA 4
Ahora. Tenía que ser ahora. El ataque no podía esperar más, tenían que aprovechar antes de que amaneciera, que las sombras y la escasez de luz aún los escondían. Cuando Cálico asomó la cabeza por la superficie del río vio la mancha naranja y amarilla en el horizonte que producía el sol al amanecer. No tardaría en iluminar toda la isla.
—Es aquí —dijo Davy saliendo de debajo del agua y acercándose a la orilla.
El resto del clan del agua lo siguió saliendo del río también. La hierba alta los recibió a pocos metros de la orilla.
—¿Estás seguro de que siguen aquí? —preguntó Adé, Kaley le chistó para que bajara el volumen, el clan al que buscaban era famoso por su buen oido— Digo, tienen dos heridos y ya han sido atacados por varios clanes, tal vez se han marchado a otro sitio.
—Precisamente porque tienen dos heridos no se habrán marchado —señaló Kaley en un susurro.
—¿A qué te refieres? —insistió Adé.
—Mover a los heridos es muy peligroso —se limitó a decir la chica sin mirarlo siquiera.
Adé seguía pareciendo muy confundido así que fue Tet quién desarrolló el punto de Kaley.
—Si tienen heridas muy graves que aún no han cerrado, y por los pocos días que llevamos aquí es muy probable que no lo hayan hecho, pueden arriesgarse a reabrirlas si los mueven.
Adé hizo un gesto de que ya lo había entendido.
El resto del camino entre la hierba se movieron en absoluto silencio. Conforme más se adentraban en la pradera menos ruido se atrevían a hacer, ni siquiera a respirar más fuerte de la cuenta. Hasta el roce de la hierba al moverse podría delatarlos ante un miembro del clan del viento con el oído lo suficientemente entrenado.
Su ataque sorpresa al clan del cristal había sido un completo fiasco por culpa del clan de la luna. Uno de los dos únicos clanes a los que no habían logrado localizar, y justo había sido el que los había jodido.
Llevaban dos días ubicando a cada clan al este de la isla. Sabían que el clan del viento estaba en las Praderas de Aurama desde prácticamente el primer día del torneo sin poder irse de allí por culpa de la herida de Riker, ahora se le había unido Mohrir también. El clan del sol se movía hacia Bahía Solaris y sabían que el clan del cristal se movía hacia el noreste, evitando las praderas y los pantanos.
Solo no habían logrado dar con el clan de la luna y el del hielo. El de la luna tenía sentido que fuera escurridizo, ¿pero y el del hielo? No tenía sentido que se hubieran desvanecido de repente. Habían tenido que darse por vencidos en su tarea de encontrarlos y pasar a la acción si no querían empezar a bajar en el ranking de popularidad.
Al principio Kaley había pensado que el tema de la popularidad era solo para fomentar las apuestas, para dar entretenimiento al público y la sensación de que ellos podían ayudarlos de alguna manera. Pero no había sido hasta ese momento que se había dado cuenta de lo peligroso que era quedar en el último puesto, más aún permanecer ahí mucho tiempo.
Solo dos días en el último puesto del ranking y perderían los mismos puestos que con una muerte de su grupo. Tampoco podían permitir que un clan permaneciera en el podio mucho tiempo, pues dos días en el primer puesto daría los mismos puntos que un asesinato.
El ranking convertía automáticamente a los tres primeros en los nuevos objetivos, y hacía que los de abajo actuaran con desesperación y pudieran cometer errores por tal de subir puestos. Los organizadores de ese Midnight War habían sido muy astutos. Con este sistema evitaban que los clanes procrastinaran o evitaran el conflicto y el torneo se alargara demasiado.
Davy se paró de golpe tras varios minutos de caminata, Kaley chocó contra su espalda y el chico la agarró del brazo para hacer que se agachara junto a él. Tet y Cálico lo imitaron al instante, Adé se quedó un poco descolocado mirando a su alrededor hasta que Tet lo agarró de la chaqueta para hacerlo agacharse también. Por el cielo cruzó una sombra, una sombra que no correspondía a ningún ave.
Kaley miró a Davy y este le hizo una señal para que guardara silencio y escuchara atentamente. Un miembro del clan del viento acababa de sobrevolarlos, probablemente en medio de una ronda de vigilancia.
Una vez que perdieron de vista a la persona que iba por el aire se volvieron a levantar, aunque permanecieron un poco encorvados. La hierba era alta, pero no tanto como para ocultarlos completamente si los buscaban desde arriba.
—¿Cómo estás? —al escuchar la voz todos se quedaron quietos como estatuas. Por un momento temieron haber sido descubiertos, pero otra voz contestó.
—Bien, por suerte la noche ha sido tranquila —la voz parecía corresponder a otro chico—. ¿Y tú? ¿Has podido descansar?
—Sí, Zaphod está mucho mejor, ya no se queja entre sueños, y Mohrir también parece encontrarse bien ahora.
Davy dio un par de pasos lentamente hacia el frente. Hizo un hueco entre la hierba con las manos para ver un claro frente a él. Parecían haberse montado un buen escondite allí, dos chicos estaban en el centro hablando, del resto del clan no había ni rastro.
—¿Y Reazor? —preguntó el chico que parecía más joven de los dos.
—Ronda de vigilancia —el contrario señaló con el dedo al cielo para dejar más claro a lo que se refería.
Kaley se acercó a él para poder observar también el claro entre la hierba alta. Fue la chica la primera en notar que algunas hierbas habían sido arrancadas y atadas entre ella para hacer una especie de techo a un lado. Era como una cueva hecha de hierba, que entre toda la demás pasaba desapercibida.
Si había dos chicos allí, y un tercero estaba sobrevolando la pradera, los dos faltantes debían de estar ahí debajo descansando.
—Ahora que Zaphod está mejor deberíamos replantearnos el cambiar de ubicación —dijo el mayor de los dos chicos que conversaban—. El clan de la luna sabe donde estamos, y seguro que otros clanes no tardan en averiguarlo.
Si ese chico supiera lo acertado que era ese pensamiento...
—¿Y a donde vamos? —preguntó el menor.
—Podemos volver al desierto tal vez, o ir al bosque que rodea el Manantial Lunar que si mal no recuerdo estaba en el punto más al este de Paradai —una pausa para pensar, Davy le hizo un gesto a Kaley para que lo siguiera y otro a Tet y el resto para que rodearán el claro por el otro lado—. Pero así... así no vamos a ganar.
Davy sabía a lo que el chico se refería. Podían huir, esconderse, pero siempre habría clanes que los buscarían, que buscarían a cualquiera que pudieran usar para ganar puntos, para ganar el torneo y salir de una vez de allí. Él mismo quería salir de allí cuanto antes, no solo porque cuanto más tiempo pasara más posibilidades había de que murieran él y sus compañeros, sino porque también habían más probabilidades de que Lynx lo hiciera.
Podía cuidar de sí mismo, podía cuidar a sus compañeros, pero Rigel no era de su clan, no tenían una alianza con el clan de la luna —y después de que estos intervinieran en su cacería al clan del cristal dudaba que fuera posible hacer una—, así que no tenía forma de saber cómo estaba su pareja. Lo único que lo tranquilizaba cada día era no escuchar un anuncio dado por Bellatrix que informara de su muerte. No escuchar en los reportes de medianoche que Lynx había recibido una herida grave.
En los pocos minutos que lo había podido ver el día anterior parecía estar bien. Eso fue lo único bueno que pudo sacar de todo aquel caos.
—Espero que Vent regrese pronto —mencionó de nuevo aquel chico—. Creo que debemos meditar bien lo que haremos a continuación todos juntos —pero eso no le venía bien al clan del agua.
Prácticamente ya había amanecido. Seguramente el chico que se había ido volvería en breve, cuando la luz empezara a ayudarlos de nuevo a detectar amenazas. Pronto la oscuridad dejaría de ayudarles a ellos, de hecho ya casi no había noche que los escondiera.
Kaley le dio un toque en el hombro cuando llegaron tras la pequeña cueva que el clan del viento había montado. La chica abrió un pequeño agujero con los dedos entre la hierba más compacta, había dos personas tumbadas allí durmiendo; un chico, que parecía estar en peor estado —ese debía de ser Zaphod Riker—, y una chica, Mohrir.
Davy desenvainó uno de los dos sables guardados a sus costados y de unos cortes bien calculados abrió entre la hierba un hueco lo suficientemente grande para dejarlos pasar a él y Kaley. Los otros dos chicos del clan del viento no estaban muy lejos, un paso en falso y los descubrirían puesto que el interior de ese pequeño refugio podía verse desde donde los dos chicos hablaban.
Kaley y Davy empezaron a rodear a los dos chicos que dormían. Davy desenvainó el segundo sable mientras que Kaley agarraba el látigo que rodeaba su cintura. Podían acabar con ellos dos antes de que los otros tuvieran tiempo de impedirlo, antes de que el vigilante regresara de su patrulla por los cielo.
La hoja del sable de Jones brilló bajo los primeros rayos de sol de la mañana y antes de que tuviera tiempo de bajarla hasta el cuello de Mohrir la chica abrió los ojos de par en par. Junto a ese rápido movimiento un fuerte golpe de viento lanzó a los dos intrusos del clan del agua volando hacia los lados destrozando por completo el refugio entre la hierba. La fuerza del viento arranco hierbajos desde la raíz que salieron volando y el claro se hizo aún más grande de lo que era.
—¡Mohrir! —gritó Doug al sentir el golpe de fuerte viento. Tuvo que cerrar un poco los ojos para que no le entrara polvo y trocitos de hierba destrozada en los ojos, pero pudo ver perfectamente a los dos chicos del clan del agua ser lanzados hacia los lados.
Doug no tardó en agarrar su hoz pero Arion tuvo que tirar de él hacia atrás cuando un tridente cruzó el espacio que él había ocupado hasta hacía un segundo. Tres chicos más habían salido de la hierba alta tras ellos.
¿Cómo no los habían escuchado? Reazor era el que mejor oído tenía del grupo, pero el propio Doug no se quedaba muy atrás. Había estado tan absorto en sus pensamientos que había cometido un error fatal.
Cálico agarró con fuerza el tridente y volvió a lanzarse hacia él, esta vez Doug pudo bloquear su trayectoria con el filo de la hoz. Arion lanzó un par de kunais que Tet y Adé esquivaron sin mucha dificultad ocultándose entre la hierba. Aquellos chicos estaban usando su propia arma en contra de ellos.
—No pensé que el clan del agua se alejara tanto de su elemento —mencionó Doug bloqueando un nuevo golpe de Cálico.
—Si vosotros no os acercáis al agua, el agua se acercará a vosotros —se limitó a contestar.
Doug soltó una carcajada sarcástica para después mover la hoz velozmente haciendo salir disparado un tajo de aire que Corsair esquivó por muy poco. Su chaqueta recibió un pequeño corte en la parte baja. Cálico desapareció también entre la hierba pero apareció poco después tras él con una nueva embestida.
Davy se levantó dolorido del suelo, había recorrido al menos tres metros antes de caer al suelo y sentir que todos sus huesos se resentían. Desde donde estaba, otra vez rodeado de hierba, no podía ver a Kaley, esperaba que estuviera bien.
Mohrir ya se había levantado del suelo y ahora lo miraba a él fijamente. En su mano ahora había una daga que antes no estaba, tendría que haberla desarmado en primer lugar, pero no pensó que despertaría de repente y reaccionaría así.
Con un pequeño impulso, y en menos de un segundo, recortó la distancia con él dispuesta a clavarle la daga en la cabeza. Pudo levantar los sables lo suficientemente rápido para bloquear el primer ataque, pero cuando Mohrir rotó sobre ella misma y lo atacó desde abajo, no pudo evitar que la daga le produjera un corte en el muslo. Davy hizo una mueca de dolor y movió uno de los sables bruscamente para hacer que Mohrir retrocediera, lo consiguió, pero no por mucho tiempo.
Con un nuevo impulso Mohrir ascendió un par de metros, como si hubiera dado un gran salto, y se abalanzó sobre él. Una vez más Davy bloqueó la daga, pero cojeó al moverse, le ardía el corte que la chica le había provocado.
Varios metros más atrás Kaley también se había levantado del suelo. Tuvo unos cuantos segundos para analizar la situación, Cálico, Tet y Adé parecían arreglárselas bien contra Arion y Doug, sin embargo Davy parecía tener ciertos problemas con Mohrir. Pudo ver los movimientos rápidos de la chica y no pudo creer que alguien que había recibido un fuerte golpe en la cabeza no hacía tanto, pudiera moverse así.
Corrió hasta llegar de nuevo a lo que quedaba del refugio y notó un rápido movimiento por el rabillo del ojo. De un salto se posicionó dispuesta a atacar, pero la imagen frente a ella le hizo arquear las cejas.
Zaphod estaba despierto y sostenía una daga curva en una mano con fuerza. Por su expresión sentía una mezcla de ira y miedo.
Aunque el chico estuviera despierto y dispuesto a defenderse con todo lo que tuviera se notaba que aún no estaba al cien por ciento. No había podido levantarse del suelo y con la mano libre se sostenía el costado como si tuviera miedo a que su herida se reabriera. Kaley sabía que esa era una buena oportunidad, una grandiosa oportunidad en realidad. Podía acabar con él y ganar algunos puntos para su clan como habían pensado.
Dio un paso hacia Zaphod, pero entonces escuchó un fuerte golpe a su lado. Mohrir había tumbado a Davy y ahora estaba sobre él tratando de clavarle su daga en la cara. Vio la sangre salir de la pierna de Jones manchando de carmín la tierra y la hierba a su alrededor.
Echó una rápida ojeada a sus otros compañeros, Doug no permitía a Cálico irse muy lejos, Tet y Adé estaban demasiado centrados en que los kunais de Sherwind no los golpearan. Además, desde que el chico se había alzado en el aire ellos no eran capaces de alcanzarlo a él.
Miró de nuevo a Zaphod que se tensó bajo su mirada, estaba sudando, sudor frío de puro terror. Chasqueó la lengua y lo dejó allí sentado para abalanzarse hacia Mohrir. Con un rápido movimiento de muñeca el látigo golpeó el brazo de la chica haciendo que su daga cayera al suelo.
Antes de que la chica tuviera oportunidad de huir pasó el látigo alrededor de su cuello y tiró tratando de ahogarla. Mohrir se lanzó al cielo tratando de deshacerse de Izanami, pero la chica del clan del agua se aferró a ella rodeando con sus piernas la cintura de Mohrir.
Kaley no supo si estaba boca arriba o boca abajo, todo se movía en todas direcciones mientras Mohrir trataba de deshacerse de ella. Cuando las uñas de la peliverde se le clavaron en las muñecas y le hicieron heridas ella solo apretó más su cuello. Tiró del látigo, tiró, tiró y tiró, hasta que de repente cayeron como un saco al suelo. La hierba alta la rodeaba por completo una vez más, el golpe la había desorientado, al intentar levantarse rápido del suelo se mareó.
Buscó a Mohrir con la mirada temiendo que la chica se hubiera deshecho de su agarre y la atacara. Pero al ver que no se levantaba de donde había caído ese miedo fue desapareciendo.
—¡Mohrir, del clan del viento, ha caído! Muerte a manos de Kaley Izanami del clan del agua —se escuchó la voz de Isabelle Trick como había pasado con Mars y con Chell.
Kaley sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Aunque se había estado mentalizando para eso desde que fue seleccionada para el Midnight War, ahora que había matado a alguien con sus propias manos, sentía que se le iba el aire de los pulmones. Su corazón latía a toda velocidad mientras miraba el cuerpo inerte de Mohrir. Tragó saliva y en cuanto vio su látigo tirado cerca del cuerpo lo cogió y se marchó corriendo de allí, ni siquiera sabía si corría hacia el lado correcto, si corría hacia sus amigos que aún se enfrentaban al clan del viento, porque en la batalla aérea había perdido por completo el sentido de la orientación. Pero lo último que quería era quedarse más tiempo junto a la muerte que ella misma había provocado.
Sobre su cabeza vio un cuerpo volar, pasar más rápido de lo que había visto moverse nada en su vida. El chico del clan del viento que se había ido ya estaba de vuelta. Si la pelea no había llamado su atención el anuncio de la muerte de su compañera sí lo había hecho.
Corrió en la misma dirección en la que vio ir a toda velocidad a Vent y no tardó mucho en llegar al claro de nuevo. Parecía que Mohrir no la había llevado tan lejos al final. La imagen que quedó ante ella era la más tensa que había visto jamás: Cálico apuntaba al cuello de Sherwind con su tridente, el castaño había acabado en el suelo con el pie de Corsair sobre su pecho; Adé y Tet estaban tras ellos sin saber qué hacer, pero en posición de ataque; Doug se había colocado delante de Zaphod para protegerlo de cualquier posible ataque, Zaphod no había soltado su daga a pesar de todo; por último Reazor tenía agarrado a Davy frente a él usando la punta de una flecha como un cuchillo sobre su cuello.
—No te muevas —le dijo Reazor a Kaley en cuanto llegó— o acabaré con vuestro compañero como vosotros habéis hecho con la nuestra.
Kaley no se atrevió a mover un solo músculo, solo pudo mirar cómo la punta de la flecha se clavaba superficialmente sobre el cuello de Davy. Si Reazor apretaba solo un poco más... encima la herida en la pierna de Jones seguía sangrando.
—Suéltalo —exigió Cálico acercando más el tridente a la cara de Arion, quien cerró los ojos asustado.
—Tú primero —fue la respuesta de Reazor mientras apretaba más la flecha en el cuello de Davy, este soltó un quejido justo cuando un pequeño hilo de sangre resbaló por su cuello.
Estaban en un callejón sin salida.
—¡Es el momento perfecto para algo de diversión ¿no os parece?! —de nuevo la voz de Bellatrix, aún así todos continuaron completamente quietos— Parece que ha llegado el momento de un nuevo evento paradai. ¡Dadle la bienvenida al enjambre!
A Kaley no le gustó como sonó eso. No le gustó nada.
Se había separado de sus compañeros.
Rina maldijo por lo bajo mientras se movía saltando de la rama de un árbol a otra. Daba igual cuánto mirara en todas direcciones, no lograba encontrar a Trina, Bay o Riccardo, y a Maxim lo había tenido que dejar atrás cuando un gigantesco lobo les había saltado en mitad del camino. Los necrolobos eran juguetes al lado del tamaño de ese animal.
Un miembro del clan de las bestias, por supuesto. Y estaba casi segura de que ese lobo era la forma de bestia de Eryll Cowan.
El don que la Diosa les había concedido al clan de las bestias era poder fusionar su alma con la de un animal. Esta fusión les permitían obtener habilidades físicas superiores a las humanas, e incluso pasar de su forma humana a la de los animales con los que estaban relacionados. Si un miembro del clan de las bestias tenía la forma de un perro de caza, este sería mucho más peligroso, fuerte y temible que un perro normal. Por eso el lobo en el que Cowan se había convertido tenía ese tamaño descomunal.
Además, los miembros del clan de las bestias no tenían por qué adoptar ese aspecto al completo, ellos podían simplemente mostrar una característica en concreto de su forma animal si así lo querían. Eso les daba una muy buena ventaja en el combate cuerpo a cuerpo.
El aullido del lobo que había dejado atrás se escuchó en la lejanía. Ibara esperaba que Maxim se encontrará bien y Eryll no lo hiciera picadillo, esperaba de hecho que todos sus compañeros estuvieran bien. Pero no tuvo más tiempo para pensar en ello cuando algo enorme chocó contra ella y la tiró al suelo. La caída desde varios metros de altura la dejó desorientada y dolorida.
Había caído de espalda y le dolía toda la columna y las costillas. Por suerte había podido protegerse la cabeza y no parecía tener nada roto.
Cuando miró a lo alto del árbol del que acababan de tirarla se encontró con la mirada escrutadora de Rune, uno de los seleccionados del clan de las bestias. Este ahora tenía unas enormes orejas alargadas, iguales a las de un conejo, y sus piernas habían pasado a ser idénticas a las patas de ese mismo animal.
Fei cogió un poco de impulso y saltó hacia ella dispuesto a darle una patada, Rina rodó por el suelo para esquivarlo, la tierra se resquebrajó cuando la golpeó con todo su peso. Rina no esperó a que Fei pudiera volver a reaccionar e hizo crecer un enorme muro de vides entre los dos, se puso en pie y corrió de nuevo por el bosque. Tras ella supo que Fei había pasado el muro improvisado sin mucha complicación gracias a los saltos que los músculos de esas patas de conejo le permitían dar.
Entre las copas de los árboles podía ver que el sol empezaba a salir, estaba amaneciendo, empezaba el cuarto día del Midnight War. Era el cuarto día y aún no habían conseguido puntos por méritos propios. Sí, alguno que otro por popularidad, pero eso no sería suficiente si querían ganar.
Frenó su carrera y se giró de golpe hacia Fei que la seguía de cerca, este pareció sorprendido ante su cambio de movimiento. Antes de que el chico tuviera tiempo de reaccionar hizo que la rama de uno de los árboles se moviera y lo golpeara de lleno. Rune salió disparado hacia atrás hasta chocar contra el tronco de otro árbol.
Rina hizo crecer lianas desde los árboles a las que se agarró con una mano mientras que con la otra empuñó su lanza. Se movió balanceándose de una liana a otra, usándolas como si fueran un simple columpio, ocultándose entre los árboles para que a Fei le fuera más difícil encontrarla. Mientras tanto el chico trataba de levantarse del suelo con un gesto dolorido, sus orejas se movían de un lado a otro captando el sonido que ella hacía al moverse de un lado a otro.
No podía darle tiempo a recomponerse. Balanceándose en la liana hizo que sus pies llegaran hasta el tronco de un árbol para poder tomar impulso y seguidamente lanzarse hacia él. Fei no se quedó atrás, en cuanto se dio cuenta que atacaba él hizo lo propio.
Un enorme muro se interpuso entre ellos.
Rina apenas tuvo tiempo de frenar antes de chocar contra él. Tuvo que agarrarse a otra liana que hizo crecer hasta ella tan rápido como pudo y cambiar bruscamente de dirección. Con los pies dio unos pasos sobre el muro, sus rodillas se resintieron por el movimiento tan brusco. Cuando regresó al suelo observó lo que había aparecido allí: Un muro de hielo de más de diez metros de alto. Y de ancho no debía de ser mucho más pequeño.
—Cuanto tiempo, florecilla —la voz le produjo un escalofrío, como si un viento gélido chocara contra su piel—. Te he echado de menos.
Liliya apareció entre los árboles a un lado de ella.
Maxim corrió entre los árboles sin mirar atrás mientras se sujetaba el brazo izquierdo. En su huida de Cowan había caído de mala manera y estaba casi seguro de que se le había dislocado el hombro, necesitaba parar a recolocarlo, pero no tenía tiempo para eso. A su espalda sonó un aullido, señal de que Eryll aún lo seguía, esa forma de lobo debía de darle un olfato increíble, estaba siguiendo su rastro, no cabía duda.
Huir no serviría de nada por mucho tiempo; además, él odiaba ser la presa en lugar del depredador. Tenía que pensar en algo y rápido.
Un enorme animal saltó de entre los árboles justo delante de él, la impresión hizo que sus piernas no aguantaran el cambio de peso y cayera al suelo de espaldas. Las fauces del lobo que era Eryll se abrieron en su dirección, pudo ver las hileras llenas de dientes afilados del tamaño de sus dedos, y esos no eran nada en comparación con las garras que se hundían en la tierra.
Eryll se lanzó hacia él, tuvo apenas el tiempo de hacer que las raíces de los árboles que los rodeaban crecieran para atrapar sus patas, aunque con la fuerza que tenía la loba no duraron mucho le dieron tiempo para levantarse y echar a correr de nuevo. Se ocultó tras el tronco de un árbol, escuchaba las patas de la bestia a pocos metros de él, no tenía mucho tiempo. Hizo crecer nuevas raíces, hizo que rodearán su brazo dislocado, y luego tiró. Con un crujido que le produjo un enorme desagrado y un dolor agudo, vio que el hombro volvía a estar en su sitio.
La mitad superior del árbol tras el que se había protegido salió volando cuando la zarpa de Eryll lo golpeó dejando a Maxim expuesto. Sin embargo, ahora ya estaba listo para aquel enfrentamiento.
Agarró el hacha pequeña que llevaba en el cinturón y se giró en el momento exacto para atacar apuntando a la zarpa que se le acercaba. Eryll tuvo la velocidad de reacción suficiente para apartarse y que el hacha solo trazará un arco entre ellos dos, el hombro de Maxim se resintió por el movimiento brusco cuando acababa de ponerlo en su sitio. El dolor que cruzó su mirada no pasó desapercibida para la chica que volvió a tratar de alcanzarlo con sus garras.
Varias raices, unidas como una sola, la golpearon como un látigo antes de que pudiera alcanzarlo. Cayó al suelo y más raíces la inmovilizaron.
Maxim miró con sorpresa la escena mientras Riccardo se acercaba a él.
—De nada —le dijo sonriente, cruzándose de brazos.
Maxim arqueó una ceja y soltó una carcajada.
—Tan oportuno como siempre, Di Rigo. ¿Y los demás?
La expresión de Riccardo se ensombreció, eso no eran buenas noticias.
—No lo sé, los perdí hace un rato —admitió—. Eres al primero al que encuentro. Hasta hace un rato estaba ocupándome de Ballzack, pero cuando cuando conseguí inmovilizarlo escuché el aullido. Un solo segundo de distracción y se me escapó.
—Y no es el único, cariño.
Maxim alzó su hacha al escuchar la voz de Eryll por primera vez desde que habían encontrado al clan de las bestias; aunque más bien las bestias los habían encontrado a ellos. Eryll ya no tenía su forma animal, los únicos rastros de la loba en la que podía convertirse eran las garras que seguía saliendo de sus dedos, unas uñas más largas y afiladas de las que jamás le habían visto a nadie, y los ojos afilados de un depredador que estaba a punto de cazar.
—Veamos si por fin podemos dejar de jugar al ratón y al gato. Espero que alguno de los dos seáis el líder del clan del bosque, esos puntos extras sabrán a gloria —y gruñó, arrugó la nariz y mostró los dientes, sus incisivos seguían siendo letalmente puntiagudos.
Maxim lanzó su hacha directamente a la cabeza de la chica. Cowan esquivó el ataque sin mucho esfuerzo, varias raices salieron entonces a su encuentro enviadas por Riccardo, tampoco lograron pararla. La pelirroja destrozaba las raíces con sus garras o las esquivaba de un salto con una agilidad sobrenatural. Saltó lanzándose hacia Riccardo, este se cubrió con los brazos preparado para el impacto, pero fueron unos trozos de hielo los que la golpearon a ella.
Eryll rodó por el suelo y luego se puso de nuevo en pie tan rápido como pudo, a tiempo para esquivar más granizo que cayó como una lluvia de metralla justo donde ella había estado. Un chico y una chica habían llegado allí también, y no eran ni del bosque ni de las bestias, por supuesto que no.
—Creía que los cubitos de hielo se habían largado al este —dijo Maxim haciendo que las raíces le llevaran de vuelta a sus manos el hacha que había lanzado.
Infinity lo miró divertido mientras que Glacia rodaba los ojos.
—No queríamos privaros de la diversión por esta zona también —contestó Infinity.
—Deja de jugar y mátalos —exigió Glacia molesta.
—Que lo intenté —respondió Maxim mostrándoles una amplia sonrisa.
Riccardo estaba listo a su lado para ayudarlo, o para obligarlo a salir corriendo si las cosas se ponían feas. No le hizo falta mirar a Eryll para saber qué había vuelto a cobrar su forma de loba. Eso sí iba a poner muy feo.
Ese último carámbano de hielo había pasado cerca, demasiado cerca. Se llevó los dedos a la mejilla derecha y estos se mancharon con un poco de sangre. Ese último ataque le había provocado un arañazo en la cara. Rina chasqueó la lengua y frunció el ceño mientras escuchaba la risa maniática de Liliya desde algún lado de ese bosque.
Gracias a las raíces de los árboles que se extendían bajo todo el suelo, no tenía problema en saber hacía dónde corría Byoko, pero se movían tan rápido que apenas lograba reaccionar unos segundos antes que ella. Mandaba enredadera tras enredadera detrás de ella, pero la chica las cortaba de un solo tajo con su hacha. El resto de su concentración estaba puesta en esquivar el hielo que se acercaba a toda velocidad a su cara. Un solo golpe directo y acabaría con un agujero.
—¿A dónde se ha ido toda esa confianza que tenías? —escuchó que decía la chica, uso su voz para atacar al lugar del que había venido, pero las enredaderas no golpearon a nadie, Liliya ya no estaba en el mismo sitio— Se te veía mucho más segura de ti misma en la torre de control, ¿a caso solo era una fachada?
Rina tuvo que morderse el labio inferior para evitar contestar, no le daría el gusto. Un nuevo ataque fallido y una nueva carcajada.
—Parece que te creías mejor de lo que eres —un carámbano de hielo más que esquivó agachándose, luego varios más consecutivos por los que tuvo que rodar por el suelo—. El clan del bosque es una decepción tras otra decepción. El Midnight War fue idea vuestra y no sois mucho mejores que el promedio. A mí me daría vergüenza.
Vio la figura de Liliya corriendo entre dos árboles, esta vez lanzó tantas enredaderas como un látigo hacia aquel lugar que un árbol cayó a suelo derribado. La nube de polvo que se levantó hizo que no viera si le había dado o no.
El sonido del metal rompiendo el viento la hizo girarse lanza en mano en el momento justo para desviar el hacha de Liliya. El hacha se clavó en el tronco del árbol más próximo en lugar de en su cabeza.
—Esos ataques de mierda no funcionan conmigo —dijo al fin Rina.
De nuevo la risa de Liliya.
—¡No te ha comido la lengua el gato! —la chica por fin salió frente a Rina dejando su escondite entre los árboles— Subamos el nivel del juego entonces.
Desde el pie derecho de Liliya empezaron a surgir estalagmitas en su dirección. Rina salto a un lado y usó la punta de su lanza para empujar contra el hielo y alegarse de él. Cuando un ataque fallaba Liliya inmediatamente lanzaba otro, no le dejaba tiempo a Rina para atacar, la peliverde tan solo podía defenderse o acabaría empalada.
Liliya se acercó a paso lento pero seguro al árbol donde se había clavado su hacha. Con un fuerte tirón sacó la hoja del tronco de madera, seguía igual de afilada que el primer día, sentía que esa brillante oja le pedía ser manchada de carmín. Se giró y apuntó con su hacha hacia Rina.
—No me caes bien, perra.
—El sentimiento es mutuo —contestó Rina y vio como Liliya arrugaba la nariz por primera vez desde que la conocía.
No pudo seguir mirándola. Dos paredes de hielo se abalanzaron hacia ella desde lados apuestos tratando de aplastarla, tuvo que dar un largo paso hacia delante para esquivarlas, entonces Liliya llegó frente a ella como un frió suspiro.
—Bu —dijo antes de agarrar su cara con una mano y empujarle la cabeza contra el muro de hielo que había quedado justo detrás.
El fuerte golpe le provocó tal dolor que le dieron ganas de vomitar, se sentía comoletamente mareada, desorientada. Liliya la soltó y cayó al suelo incapaz de mantenerse en pie.
Se llevó una mano a la cabeza, no notó sangre brotar de ella, eso era una buena noticia. Lo último que necesitaba era una brecha en la cabeza.
Una patada de Liliya en el estómago la hizo darse la vuelta quedando bocarriba incapaz de levantarse. Todo le daba vueltas. Desde arriba Liliya le sonrió, Rina solo tenía ganas de arrancarle la sonrisa con sus propias manos.
—Pobre florecilla, que pena que no nos encontramos en las ruinas, haberte matado en el mismo lugar en el que tu hermana murió habría sido poético.
La sangre le hivió al escuchar eso. Rina trató de agarrar la lanza que se le había caído al chocar contra el hielo, pero Liliya le pisó la muñeca para evitar que la cogiera. Liliya alzó su hacha que brilló bajo la luz del sol que acababa de asomar por el horizonte.
Cuando descendió hacia ella no pudo hacer otra cosa para protegerse que hacer crecer enredaderas que atraparán a Liliya por los brazos y le impidieran seguir con su acción. El filo del hacha se quedó a pocos centímetos de su cara, el filo casi rozaba su nariz.
Liliya observó las enredaderas que rodeaban sus brazos desde el codo hasta la punta de los dedos. Ejercían tanta presión que Rina estaba segura de que le dejarían marca, pero Liliya solo sonrió.
—Te devuelvo la frase —dijo—: esos ataques de mierda no funcionan conmigo.
La escarcha cubrió las enredaderas, luego se convirtió en hielo, y con un seco movimiento de Byoko las enredaderas congeladas se partieron como el cristal. Los trozos cayeron ante los ojos de Rina como copos de nieve brillantes bajo el sol de amanecer. Liliya volvió a la carga, pero esta vez cambió el ángulo de hacha, ya no era la hoja lo que se acercaba a ella, sino el mango de acero.
Los instantes previos pasaron a cámara lenta frente a ella. Lo último que vió fue la cara de Liliya llena de ira, de placer ante el sufrimiento. Ahora que lo pensaba, ¿cómo era posible que aquel pequeño cuerpo estuviera tan lleno de rabia y odio?
El mango de acero impactó contra uno de sus ojos. El dolor esta vez fue tan brutal que gritó hasta que la garganta también le dolió por ello. Como un acto reflejo levantó la rodilla y logró golpear a Liliya en el bajo vientre haciéndola retroceder. Se encogió sobre sí misma, con los ojos cerrados mientras seguía gritando y se llevaba las manos sobre el ojo que había sido golpeado. La sangre ahora sí brotó manchandole por completo las manos. No pudo ver la sonrisa de satisfacción en la cara de la chica del clan del hielo.
—Que Ansythma te proteja —dijo Liliya haciendo descender su hacha de nuevo hacia ella, dispuesta a acabar con su sufrimiento.
Las raíces surgieron alrededor de toda la zona superando incluso la altura del muro de hielo que había creado para separar a Rina y Fei. El hacha se quedó levantada hacia el cielo cuando Liliya alzó la mirada para ver el extraordinario expectáculo. Cuando las raíces llegaron a la cúspide de su camino se inclinaron levemente hacia dentro y calleron hacia ella como una lluvia de meteoritos.
Liliya saltó, giró, esquivó y bloqueó hasta salir fuera del circulo que las raíces habían formado alrededor de ella y su víctima. No escuchó la voz de Bellatrix anunciando los puntos para su clan de una muerte, así que esa zorra de Ibara debía seguir con vida.
El hielo se extendió por su mano y por la empuñadura de su hacha. Estaba muy cabreada, no le gustaba que hubieran interrumpido su gran momento, pero esas raíces habían bloqueado por completo su camino.
Tendría que volver a jugar con su amiga en otro momento.
Mientras tanto en el interior del círculo que formaban las raíces como una muralla Bay corrió hacia su compañera. Rina seguía tirada en el suelo en posición fetal. Seguía quejandose, pero en un tono más bajo, y sollozaba por el dolor.
—¡Rina! —la llamó, no sabía si como un aviso de que estaba allí o como un intento de calmarla con su presencia por inútil que eso fuera.
Al llegar al lado de la chica se arrodilló, trató de apartar las manos de Rina para poder ver el daño que le habían provocado. En cuanto tocó las manos ensangrentadas de su compañera esta cayó desmayada por el dolor.
Eso asustó a Laurel más de lo que lo había hecho cualquier otra cosa en toda su vida. El aspecto de Rina era deplorable, no solo sus manos estaban cubiertas de sangre, su cara, su cuello, su ropa... hasta la tierra bajo ella, las gotas de sangre incluso manchaban la pared de hielo.
Bay miró la sangre roja en contraste con el hielo claro. Sintió tanta ira revolverse en su cuerpo que tuvo que apartar la vista y devolverla a la chica inconsciente. Tenía que hacer algo o Rina se desangraría, por no hablar del estado de ese ojo, si no atendían la herida pronto lo perdería.
Cargó a la chica entre sus brazos sin importarle llenarse de sangre también, y salió corriendo hacia el interior del bosque en dirección contraria a la que había hecho alejarse a Byoko.
LISTA DE CAÍDOS:
– Mars Deimos (Clan del fuego)
– Chell (Clan del sol)
– Mohrir (Clan del viento)
CLASIFICACIÓN:
• Clan del agua: 30 puntos
• Clan del hielo: 25 puntos
• Clan de la niebla: 25 puntos
• Clan del bosque: 15 puntos
• Clan de la luna: 5 puntos
• Clan de la montaña: 0 puntos
• Clan de las bestias: 0 puntos
• Clan del cristal: -5 puntos
• Clan del trueno: -5 puntos
• Clan del fuego: -5 puntos
• Clan del sol: -5 puntos
• Clan del viento: -15 puntos
De vuelta con un capítulo más de Midnight War después de un tiempo ya. ¿Qué os ha parecido? Apenas empieza el día y ya finiquitaron a otro participante.
Mohrir se va en este capítulo como la primera baja femenina de la historia, le hab8a cogido cariño a la chiquilla ;n;
Y aquí hemos tenido también la mítica escena de la lucha de Liliya y Rina donde está primera le jode el ojo, una escena que podrán recordar aquellas personas que leyeran la primera versión de esta historia. Madre mía qué nostalgia me dio de aquellos tiempos cuando la escribí.
Poco a poco la cosa se va volviendo más caótica e intensa.
~Nova/Dreamer ♥
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