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Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 12

DIA 3

Cuando el sol empezó a asomarse por el horizonte Bai Long estaba ya despierto. De hecho lo había estado desde hacía varias horas puesto que era su turno de guardia. Ahora más que nunca era importante que alguien vigilará, sabían que el clan del viento seguía por las Praderas de Aurama, el clan del hielo estaba al acecho desde algún sitio y ahora también sabían que el clan del agua no estaba muy lejos. Si no le fallaba el instinto probablemente irían hacia los Pantanos Farade.

Su clan había optado por quedarse cerca del río, pero lejos de las localizaciones de los otros clanes rivales. Habían decidido establecerse al otro lado del río frente a los pantanos. En aquella zona había árboles que los harían estar menos expuestos que en las praderas.

De todas formas aquella ubicación era solo temporal, tenían planeado moverse hasta Bahía Solaris. Justo al lado de esa pequeña entrada de agua del mar en la tierra había una enorme colina desde la cual se podía observar toda la parte este de la isla. Si llegaban hasta allí podrían tener controlados a todos los clanes de aquella zona, verlos llegar si decidían atacarlos.

Además, Bahía Solaris era una de las zonas más fértiles de Paradai. Tendrían montones de frutas que recolectar y animalillos para cazar.

Escuchó el movimiento bajo el árbol al que se había subido para su turno de vigilancia. Se asomó un poco para ver a uno de sus compañeros observándolo desde abajo.

—¿Alguna novedad? —le preguntó Luciel.

Bai Long echó un último vistazo al amanecer y bajó del árbol grácilmente. Tenía más habilidad de escalada de la que se esperaba de un ciudadano del clan del sol.

—Nada, una noche tranquila —contestó quitándose una hoja que había quedado enredada en su pelo—. Según Chell tampoco pasó nada durante su turno.

Apenas habían podido reunirse el día anterior a medio día. Después de que se separarán por culpa del clan del hielo el primer día del torneo, Bai Long pasó la noche ocultándose. Tras su encuentro con la chica del clan del agua se marchó de allí de inmediato, no tenía intención de esperar a que aparecieran sus compañeros.

Consiguió buscar un pequeño escondrijo en el que descansar unas horas y retomó la búsqueda de sus amigos a primera hora de la mañana. No tardó mucho en dar con Slocker y Daystar, que se separaron de los otros dos. Algunas horas después lograron reunirse con Chell y Goldie que por suerte también estaban bien.

El clan del hielo no les causó más que algunos rasguños que no habían sido suficientes para quitarles puntos.

—¿Vas a llevar esa flecha a todos lados? —Bai Long señaló la que llevaba sujeta a la funda de su bayoneta en el muslo.

La reconocía, era la que Vent les había disparado cuando salían del desierto. Desde que la había recogido de entre la arena no la había soltado.

—Tengo algo planeado para ella —contestó dedicándole una rápida mirada al objeto—. En todo caso tal vez nos pueda servir de algo.

—No tenemos ningún arquero.

—Por ahora —aclaró el rubio, después de unos segundos agregó cambiando el tema drásticamente:— Mañana le cambiaré la guardia a Sol.

Bai Long lo miró arqueando una ceja.

Su primera noche allí habían sido Luciel y Goldie los encargados de vigilar por la noche, las primeras horas la chica y después el chico hasta que amaneció. Y Bai Long estaba seguro de que la segunda noche, cuando se separaron y Luciel y Sol acabaron perdidos juntos, fue únicamente Luciel el que se quedó en vela toda la noche.

Esa noche fueron Chell y él los vigilantes, así que a la noche siguiente serían Sol y Goldie. Iban rotando para que al menos algunas noches algunos pudieran dormir del tirón sin preocuparse por la vigilancia. Era el sistema que mejor funcionaba para no interrumpir las horas de sueño de todos.

Sin embargo, si Luciel le cambiaba el turno a Sol sería la tercera noche de cuatro que no dormiría bien. Encima teniendo en cuenta que una de esas tres noches no había dormido en lo absoluto.

—¿Le pasa algo a Sol? ¿No ha pasado buena noche? —tal vez a eso se debía el cambio de turno— Chell o yo podemos cambiar turno con él si es eso.

Pero Luciel negó.

—Yo me encargaré de todos sus turnos.

Eso extrañó a Bai Long y lo hizo fruncir el ceño confundido.

—¿Cómo?

—Me encargaré de mis turnos y los suyos.

—¿Por qué? —lo que Luciel proponía no tenía mucho sentido.

Si hacía el doble de guardias tendría menos tiempo de descanso. Su rendimiento podía verse seriamente afectado y eso podría significar su muerte en el peor de los casos.

—No quiero que Sol se fuerce demasiado, ya os conté que estuvo, no hace mucho, internado en el hospital.

—Ya, pero tenía entendido que fue por una neumonía que se le había complicado y que ya se encontraba recuperado del todo.

Luciel no contestó al principio. Bai Long iba a insistir, pero Luciel habló al final antes que él:

—Yo me encargo de sus guardias —zanjó la conversación con eso y se alejó de vuelta al campamento improvisado que habían hecho.

En el campamento Sol ya se había despertado y estaba agarrando algunas de las moras que habían recolectado el día anterior para desayunar. Le dedicó una sonrisa a Luciel cuando lo vio acercarse, el rubio tomó asiento a su lado y le acarició la cabeza con una sonrisa bastante más discreta que la de su novio.

Ahí pasaba algo que Bai Long no estaba consiguiendo ver, pero decidió no preguntar, al menos de momento.













—Tened cuidado, no vayáis a caeros al agua —advirtió Bai Long—. No sé qué tan profundo será.

Chell miró la basta extensión de agua a ambos lados del estrecho camino de apenas un metro da anchura. La superficie del agua estaba cubierta por una fina capa de musgo tan verde y brillante que hacía parecer el lugar una amplia pradera. Le sorprendía que hubiera una vegetación tan viva teniendo en cuenta que los árboles no permitían casi pasar la luz del sol. Estos crecían directamente desde el interior del agua dándoles un aspecto casi místico.

—¿No nos atacará el clan del agua? —preguntó Goldie.

—La verdad es que parece el sitio perfecto para encontrárselos —señaló Chell tragando saliva con dificultad.

Una muerte ahogado bajo el agua no era una muerte bonita.

—Que yo sepa están más al sur, o al menos lo estaban cuando me crucé con una de sus miembros la otra noche —Bai Long se giró para mirar fugazmente a sus compañeros—. Por si acaso estad alerta.

Todos asintieron en respuesta aunque Bai Long ya no los miraba.

El albino era el que encabezaba la marcha, en esos días había adoptado alguna clase de rol de líder al que nadie se oponía. Bai Long parecía ser el más indicado para ello pues era el que parecía tener una visión más estratégica en aquella situación. Goldie y Chell no tenían conocimientos de combate, no habían sido entrenados para el Midnight War, y Sol se había pasado una gran parte de su vida en el hospital o restringido por su mala condición de salud.

Luciel y Bai Long eran los únicos que contaban con algo de entrenamiento militar y tenían conocimientos de supervivencia. Básicamente la responsabilidad de mantener al equipo con vida había recaído en ellos, pero Luciel no parecía estar dispuesto del todo a aceptarla. Sí, ayudaba en todo lo que podía, trabajaba en equipo y luchaba codo con codo con ellos, pero sabían que a la hora de la verdad su prioridad sería Sol.

Por esto el liderazgo recayó en Bai Long, quién había aceptado el puesto sin rechistar. De todas formas no parecía molestarle.

Detrás de Bai Long caminaba Goldie, mirando con curiosidad el terreno, tras ella, y con algo más de reticencia y desconfianza, caminaba Chell. Sol y Luciel cerraban la marcha.

Ambos chicos estaban bastante callados. Luciel parecía estar poniendo atención a la menor alteración en el agua que notara, mientras que Sol parecía mantenerse en silencio para facilitarle el trabajo a su pareja.

—Oye, me lleva dando curiosidad algo desde hace tiempo —rompió Goldie el silencio, pero hablando en un tono bajo— ¿Cómo os conocisteis? —preguntó dedicándoles una mirada a Sol y Luciel— ¿Desde hace cuánto que sois pareja?

Luciel no contestó, pero escuchó la pregunta de Goldie. Fue Sol el que pareció más divertido por el nuevo tema de conversación.

—En el hospital —contestó como si nada llamando entonces también la atención de Chell y Bai Long.

—Espera, ¿cómo? —intervino Chell— Sabía que tú estuviste de hospitales mucho tiempo, pero ¿Slocker?

—Mi padre estuvo ingresado, cuando iba a visitarlo coincidía con Sol —explicó esta vez Luciel.

—Charlábamos siempre que venía y un día me lancé y le pedí una cita.

—Vaya, en cierta forma es romántico —asintió Goldie con un dejé de ensoñación—. Es como una novela.

—¿Y tu padre? —preguntó Bai Long— ¿Se encuentra ya mejor?

Luciel lo miró con una expresión indescifrable.

—Murió.

—Por la Diosa —Chell no pudo evitar la expresión—. Lo siento mucho.

Luciel se encogió de hombros.

—Es el ciclo de la vida. Digamos que mi madre y yo ya estábamos preparados por si eso sucedía

Sol a su lado le apretó un poco el brazo.

Entonces Bai Long se detuvo. Los demás detrás de él también. Sol iba a preguntar por qué habían parado cuando vio que Luciel se tensaba a su lado.

Tanto Bai Long como Luciel se pusieron en posición de lucha, Bai Long desenvainó su espada mientras que Luciel deslizó por su mano la bayoneta que llevaba escondida entre la ropa. Casi por inercia los demás echaron mano a sus armas también.

—¿El clan del agua? —preguntó Chell.

—Ssh —lo mandó callar Luciel.

Para cualquier persona el pantano parecería tan en calma como hacía un minuto, pero para sentidos entrenados como los de Bai Long y Slocker algo en el ambiente había cambiado. Allí no había animales, solo el sonido del viento, de las hojas al moverse, pero ellos sentían la quietud, la calma antes de la tormenta.

Todos miraron en todas direcciones esperando a que algo sucediera. Todo se había quedado en tanto silencio que Sol juraba que podía escuchar hasta las vibraciones del agua estancada.

Entonces rompió el silencio un gemido de dolor ahogado. Sol se giró, había venido de su izquierda, el cuerpo de Chell cayó al suelo, estuvo a punto de hacerlo dentro del agua. Un carámbano de hielo le perforaba el pecho justo donde estaba su corazón.

—¡Goldie! —gritó Slocker tirando de Sol para empezar a correr.

La chica no se lo pensó y lanzó varias de sus pequeñas granadas en diferentes direcciones. Estás no solo estallaron haciendo salpicar el agua en todas direcciones, sino que también provocaron haces de luz que debieron hacer retroceder a cualquier persona cercana.

—¡Atención a todo el mundo, Chell del clan del sol ha caído! Muerte a manos de Liliya Byoko del clan del hielo —dijo la voz de Isabelle por toda la isla.

Bai Long maldijo por lo bajo. Era la segunda baja en ese torneo. El clan del sol tenía la fama de ser el más débil, y así no iban a hacer que la imagen de su clan cambiara.

Esquivó por los pelos otro carámbano de hielo que pasó a escasos centímetros de su cara. Gracias a eso pudo ver de dónde había venido, vio a la chica que había acabado con la vida de Chell escondiéndose rápidamente tras un árbol. Enormes placas de hielo en la superficie del agua les permitían mantenerse sobre esta y usar la flora para mantenerse escondidos.

—¡Usan su hielo para caminar sobre el agua! —advirtió Bai Long.

Eso fue suficiente para que Luciel se pusiera como un loco a localizar a los atacantes. Un par de bolas de hielo y carámbanos llegaron hacia ellos, apenas pudo esquivarlos tratando de proteger a Sol.

Vio a Glacia a su izquierda, más adelante de ella vio a otra persona, Infinity, creyó identificar. Corrían entre los árboles congelando la superficie del agua bajo sus pies.

—Uno a las siete, otro a las diez —informó Luciel.

Bai Long miró de soslayo en esas direcciones y pareció también verlos. Luego revisó a su derecha, donde había visto a Liliya, hasta que vio a los otros dos que faltaban, Snio estaba cerca de la chica, Archibald se mantenía más atrás, casi por detrás del grupo.

Probablemente planeaban rodearlos y cerrarles el camino para que no tuvieran donde escapar. Bai Long chaqueó la lengua.

—¿Goldie, cuantas granadas te quedan? —preguntó a su compañera.

Era consciente de que no eran infinitas y ya habían hecho uso de bastantes.

—Cinco.

—Con tres nos bastarán —aseguró Bai Long—. Una a  la derecha, otra a la izquierda, otra unos metros tras nosotros.

La chica asintió a la orden. Se dejó rebasar por Sol y Slocker y evitó por centímetros que un carámbano le perforará el pie. Como Bai Long había dicho lanzó las tres granadas justo donde había indicado.

Los del clan del hielo tuvieron que cubrirse las caras con los brazos para evitar que la explosión de luz los dejara ciegos. El agua que había saltado hacia arriba por las explosiones cayó sobre ellos como la lluvia. El clan del sol, sus cuatro miembros, habían desaparecido.

—¿Dónde mierda están? —preguntó Infinity.

Todos se quedaron quietos sobre sus plataformas de hielo, o todo lo quietos que pudieron cuando las ondas creadas por las explosiones los alcanzaron y agitaron las placas de hielo. Por mucho que esperaron e intentaron escuchar no volvieron a tener noticia del clan del sol.

—Mierda, se nos han escapado —se quejó Infinity golpeando con la planta del pie el tronco de un árbol.

—Bueno, hemos acabado con uno de ellos, eso son veinte puntos más —fijo Njord congelando el agua frente a él para alcanzar el angosto camino de tierra.

Glacia y Terry lo imitaron, Infinity aún seguía con el disgusto encima como para siquiera moverse del sitio.

—Los teníamos justo donde queríamos, no entiendo cómo cojones se han escapado.

Liliya no dijo nada, pero tampoco se reunió en el camino junto a sus amigos. Miró en todas direcciones, miró camino arriba, camino abajo, hacia la copa de los árboles. No podían volar como los del clan del viento, no tenían la velocidad del clan del trueno o la agilidad del clan de las bestias, no podían moverse por los árboles como el clan del bosque.

Miró entonces el hielo bajo ella, el agua que había bajo él. Sonrió.

—¿Si mueren ahogados nos dan los puntos a nosotros? —preguntó.

Todos se giraron hacia ella para poder mirarla, aunque Liliya seguía mirando hacia abajo.

—Si lo provocas tú, supongo —contestó Njord no muy seguro.

—Entonces pongamos a prueba cuanto pueden aguantar la respiración.

No esperó la respuesta de sus compañeros, extendió la capa de hilo bajo sus pies tanto como pudo en todas direcciones. El hielo incluso subió un poco por los troncos de los árboles, se metió en el camino quedando a centímetros de los pies de sus compañeros. Glacia rodó los ojos, Terry e Infinity no le prestaron demasiada atención, pero Njord continuó mirándola.

Liliya mostraba una amplia sonrisa, deseaba comprobar si eso funcionaría o no, tampoco es que pareciera haber meditado mucho su acción. Al ver esa sonrisa que cualquiera hubiera catalogado de retorcida, psicótica y maligna, él no pudo evitar ver un atisbo de la sonrisa inocente y brillante de la niña que una vez había sido Byoko y que él había conocido. ¿Qué había sido de ella?













Solo dejaron de correr cuando estuvieron lo suficientemente lejos del Gran Bosque Grandlo. El clan de las bestias les había estado pisando los talones desde por la noche y apenas acababan de deshacerse de ellos.

—Malditos sean esos perros sarnosos —se quejó Falco aún tratando de recuperar el aliento.

Ser perseguido por el clan de las bestias era como ser perseguido por una manada de lobos hambrientos. En cuanto veías un simple pájaro no sabías si podía ser uno de ellos vigilándolos o solo se trataba de una lechuza curiosa o un cuervo carroñero. Además los aullidos en la lejanía no ayudaban a que estuvieran tranquilos.

—¿Y ahora donde se supone que estamos? —preguntó Freyja, a ella también le faltaba el aire después de la carrera para salir del bosque.

—Ni idea, pero no puede ser peor que de donde venimos —aseguró Callis Jove.

—Creo que hemos salido por el sur —dijo Preston, el volcán de la isla se veía al otro lado del mar de árboles, justo de frente.

En los dos días que habían estado abandonados en Paradai a su suerte no habían podido hacer absolutamente nada. No habían quedado en el último puesto de la tabla de popularidad de milagro, pero cada vez estaban más cerca de este.

Lo primero que querían hacer era establecer un campamento en el que poder protegerse. Lo habían intentado por el bosque a pesar del peligro que el clan del bosque hubiera podido representar, sin embargo, el problema habían terminado siendo los de las bestias. Descartaron la zona volcánica y la sima por la presencia de los clanes del fuego y la montaña, y cuando habían intentado ir hasta el Pico Nevado, sabiendo que el clan del hielo no se encontraba por allí, la pelea entre la montaña, el fuego y la niebla les había cortado el paso.

Había sido golpe de mala suerte tras golpe de mala suerte. Por no hablar que al intentar llegar a la Cordillera Meridional había sido cuando el clan de las bestias los había empezado a seguir. No daban una.

—El Lago Dorus debería estar cerca —dijo Cronus—. Me acuerdo del mapa

—Bueno, no nos vendría mal rellenar los termos —Callis movió el suyo propio cuando lo sacó de su mochila para beber. Haber corrido tanto lo había dejado seco, pero apenas quedaba un dedo de agua en el interior.

—Yo tengo algo de hambre también —levantó la mano Freyja mientras que la otra la mantenía sobre su estómago, estaba segura de que le había gruñido.

Por culpa de la persecución tampoco habían podido buscar alimento para su desayuno.

—Al Lago Dorus no —negó Preston de inmediato ganándose la mirada de sus compañeros— ese sitio y las ruinas son puntos claves, seguro que algún clan ya está en la zona. Hay muchos que aún no sabemos a dónde han ido.

—¿Qué propones? —preguntó Cronus.

Preston señaló en la dirección contraria a la que probablemente estaba el lago. Todos miraron hacia allí, encontrándose tan solo con más árboles.

—Yo no pienso volver a Grandlo —advirtió Callis.

—No es Grandlo, esa parte ya no.

—¿Vamos a cambiar un bosque por otro? —preguntó Seshat algo confundida.

—No exactamente —volvió a negar Preston—. Cronus, tú recuerdas aún el mapa nítidamente, ¿cierto?

El mencionado asintió lentamente tratando de recordar qué había en esa dirección. Al sur del Gran Bosque, al oeste de Dorus, pero más arriba de las ruinas.

—El templo —dijo entonces y Preston asintió.

—¿Un templo? —preguntó Freyja— ¿Hay uno aquí?

—Sí, lo hay, o al menos venía indicado en el mapa.

—Está escondido en el bosque por lo que es un buen refugio y seguro que encontramos comida de camino, plantas comestibles, árboles frutales, con suerte algún pájaro o alguna ardilla —explicó Preston confiado de su propuesta.

—¿Y con el tema agua qué hacemos? —preguntó Falco— Nada nos asegura encontrar algo por ese templo. En ese sentido el lago es la opción segura.

Flashman tenía su punto y no le faltaba razón. Pero el lago solo les proporcionaría agua y, con suerte, alimento. No les daría refugio ni seguridad, es más, si había un clan allí tenían la pelea asegurada y tras su huida del clan de las bestias ya estaban suficientemente cansados.

—¿Cuanta agua nos queda? —preguntó entonces.

—A mí nada —contestó Callis, se acababa de tomar lo poco que le quedaba.

—A mí tampoco me queda —dijo Falco poniendo sus brazos en jarra.

Cronus, Freyja y Prestos miraron sus propios termos. El de la chica estaba a punto de acabarse también. A Preston le quedaba un poco más, pero tampoco mucho más que a Freyja. A quién más agua le quedaba era a Cronus y su termo no llegaba ni a la mitad.

—Nos puede durar hasta esta noche si lo repartimos entre los cinco —dijo Cronus—. Hasta mañana como mucho si reaccionamos bien.

Sería complicado, pero no imposible. Sobrevivir en aquella isla era agotador, daba hambre y sed a partes iguales, y si volvían a darse una carrera como la que acababa de hacer necesitarían hidratarse de nuevo pronto.

—Iremos al templo sin entretenernos, no debería estar muy lejos así que deberíamos llegar en poco tiempo. Si cuando estemos allí no encontramos agua nos dividiremos para ir a por ella. Dos podrían quedarse a proteger el templo y los otros tres ir al lago a por agua —propuso Preston.

—El templo no debería estar a más de unas horas del lago, estaríamos de vuelta para el anochecer en ese caso —apoyó Cronus la idea de su compañero.

Falco miró a Callis, después a Freyja. El chico no se veía convencido del todo, pero la chica asintió dispuesta a probar el plan de Princeton. Al final él mismo también cedió.

—De acuerdo, seguiremos tú plan.













El templo tan aclamado se alzó ante ellos y fue bastante decepcionante para Freyja, aunque tal vez ella tenía su imagen del templo algo idealizada. Imaginaba algo como las imágenes de templos del clan del sol que había visto en sus libros de historia, pero claro, no había tenido en cuenta que aquel llevaba en aquella isla a saber cuanto tiempo, en medio de un campo de batalla que había visto baños de sangre, explosiones, envenenamientos y ataques de todo tipo.

Las columnas que alguna vez franquearon la entrada el templo eran meros trozos de piedra grises de menos de medio metro. Todas las columnas a excepción de una estaban completamente destruidas y a la que quedaba en pie le faltaba también un trozo de la parte más alta. El musgo y las enredaderas se habían apropiado de esos restos y de prácticamente toda la fachada del templo. Las baldosas del suelo que formaban el camino hacia la entrada estaban también agrietadas, destruidas, invadidas por las raíces, los hierbajos y la tierra.

Si alguna vez el templo desde el exterior fue maravilloso e imponente por su belleza ahora solo era una sombra tenebre de eso. Más que para honrar a la Diosa parecía un insulto para ella, un mausoleo más que un templo.

—¿Estáis seguros de querer quedaros aquí? —preguntó Callis.

—Al menos tenemos un techo —se encogió de hombros Preston siendo el primero en tomar el camino de baldosas rotas.

—Si es que no se nos cae encima —indicó Callis siguiéndolo.

Freyja se mantuvo cerca de sus compañeros, atenta a cualquier ruido que pudiera indicar otra presencia a parte de la de ellos.

El interior del templo no era mucho mejor que el exterior. La naturaleza se había apropiado del lugar, una parte del techo y de una pared se habían derrumbado dejando entrar las ramas de los árboles. Freyja vio un par de ardillas salir huyendo por las ramas al verlos entrar.

—Si esto es parte de la decoración de la isla para el torneo está muy conseguido —señaló Callis.

La verdad es que la chica nunca se había preguntado por aquellos sitios. Siempre había dado por sentado que tanto la aldea como el templo fueron construidos para el Midnight War, pero que con los años y la falta de mantenimiento habían quedado así. No solía ver tampoco el torneo, no era santo de su devoción ver los horrores que cada media década sucedían en Paradai, ella misma se ocupaba de que sus hermanos menores tampoco lo vieran, así que no tenía mucha idea de su modo de organización más allá de lo básico.

El templo era más largo que ancho, un enorme pasillo de mármol —que alguna vez fue blanco y no amarillento y gris— llevaba hasta un altar al fondo de este mismo material. Sobre el altar había un candelabro oxidado con unas velas amarillas —probablemente también blancas en algún momento— a medio consumir. Al acercarse al altar vio que también había allí una bandeja de metal también oxidada y sobre esta una estrella de seis puntas tallada también en mármol.

Le recordaba a la estrella de cuatro puntas que aparecía en el símbolo que caracterizaba el Midnight War. El símbolo era una luna menguante que entre sus extremos sujetaba la estrella de cuatro puntas. Este símbolo estaba plasmado en todo aquello que tenía que ver con aquel torneo: en los estandartes de la ceremonia de selección de los clanes, en cada lugar de la torre de control, en las armas que les habían cedido para la lucha en aquella isla y hasta en el pecho de los trajes de batalla de los soldados medianoche.

A ambos lados de la sala apreció también numerosos bancos de madera, la mayoría de estos rotos, la madera podrida por la humedad. Seguramente estos eran para que los feligreses tomaran asiento durante las ceremonias religiosas. No se habían dejado atrás ningún detalle.

Tras el altar, en la pared formando un arco, se encontraban los emblemas de los doce clanes. En el centro, debajo de los emblemas, estaba de nuevo esa estrella de seis puntas, siendo los picos de arriba y abajo más largos que los picos de los lados. Era una estrella bastante característica que no había visto nunca antes en ningún otro sitio.

—Ey chicos —escucharon la voz de Falco, Freyja lo vio frente a una puerta, o más bien frente a la entrada, pues bajo el umbral no había ninguna puerta—. ¿A dónde lleva esto?

Todos se acercaron al sitio donde su compañero estaba. Desde ahí se podían ver unas escaleras que bajaban a un pasillo oscuro del que no veían el final.

—No lo sé —dijo Cronus y miró a sus compañeros. Preston, Callis y Freyja también negaron—. Es raro, no me suena que en ningún Midnight War nadie entrara por aquí.

—¿Tal vez alguna entrada secreta que quedó al descubierto tras algún derrumbe o algo así? —propuso Freyja.

Pero ni ella misma creyó esa teoría. No había restos de pared que apoyaran su teoría de que esta se había derrumbado dejando al descubierto ese pasadizo.

Falco fue el primero que descendió por esas escaleras, cuando estuvieron abajo apenas había luz, el chico hizo salir pequeños rayos, chispas, de la palma de su mano para iluminar un poco. No era mucho, pero sirvió para ver mejor allí abajo. El pasillo no era muy largo y enseguida llegaron al final. Una pared de piedra se alzó frente a ellos, un callejón sin salida.

—¿Para qué haría alguien un pasillo hacia una pared? —cuestionó Jove cruzándose de brazos— Qué perdida de tiempo.

El rubio se dio media vuelta decepcionado para salir de allí, Cronus lo siguió, pero Falco, Preston y Freyja se quedaron un poco más allí abajo.

—¿Algo te llama la atención, Fre? —preguntó Preston.

La chica escrutó la pared de piedra. Lo único que destacaba un poco era un pequeño grabado, casi imperceptible por la oscuridad. Se acercó más para poder verlo mejor intentando no taparlo con su propia sombra: dos lirios y tras ellos dos espadas cruzadas. Al igual que pasaba con la estrella de seis puntas nunca había visto algo así.

—Nada importante, supongo —dijo la chica alejándose.

—Volvamos mejor con los demás, hay que ver cómo nos organizamos —dijo Falco y los otros dos asintieron.

Al regresar al templo Cronus se había sentado en los escalones que subían hasta el altar, Callis había optado por uno de los bancos de madera que milagrosamente seguía de una pieza. Freyja fue tras el altar, tras Cronus, y se apoyó sobre este teniendo una buena vista de todo el lugar y de sus compañeros.

—Tal vez el templo no esté en las mejores condiciones, pero nos cubrirá del frío y la lluvia, en caso de que nos llueva mientras estemos aquí —empezó a decir Preston—. También podría darnos cierta cobertura en caso de que otro clan nos ataque.

—Entonces solo falta ocuparnos del tema de la comida y la bebida —mencionó Falco, el chico se había sentado en el mismo banco que Callis, Preston había optado por quedarse de pie frente a las escaleras que descendían al extraño pasillo.

—He visto setas mientras veníamos aquí —apuntó Seshat—. Algunas boletus y champiñones silvestres.

—Y al entrar había ardillas, así que seguro que hay más animales por la zona —añadió Preston.

Eso solo dejaba pendiente el tema del agua.

El lugar era húmedo así que tal vez había algún tipo de fuente de agua cerca, con suerte no tendrían que depender del Lago Dorus. Freyja miró al exterior por el hueco que el techo desmoronado dejaba ver, en el cielo habían aparecido algunas nubes blancas, no eran suficientes para que lloviera, pero si aparecían algunas más... si llovía podían recolectar el agua de lluvia para beberla.

De esa forma también se libraban de tener que comprobar que los otros clanes no habían envenenado el agua que encontraran. No sabían si algún clan era realmente capaz de eso, pero después de lo ocurrido el torneo anterior con aquella chica del clan del bosque ninguna precaución al respecto era demasiado.

—Bien, hagamos lo siguiente —Cronus se levantó de los escalones—. Nos queda aún agua para subsistir hasta mañana, demos una vuelta por la zona para ver qué encontramos. Si no damos con agua que podamos consumir elegiremos a tres de nosotros que vayan al Dorus a primera hora de la mañana.

Dicho y hecho, los cinco se dividieron para buscar por la zona.














Cuando Belladona entró al despacho la noche ya estaba cayendo, Cinquedea tenía la lámpara sobre su escritorio encendida y escribía algo sin descanso. El despacho estaba vacío a excepción de ellos dos, como se había imaginado cuando Quagmire le dijo que la habían llamado allí.

Cerró la puerta tras de sí y caminó lenta pero segura hasta quedar frente al escritorio. No dijo nada, solo esperó a que aquel hombre terminara de escribir.

Cinquedea dejó la pluma estilográfica a un lado del papel, hacía mucho tiempo que no veía a alguien escribir con una pluma. Suspiró y se echó atrás en su sillón de oficina de cuero negro apoyando los codos en los reposabrazos y entrelazando sus dedos frente a él.

—¿Por qué? —dijo Cinquedea mirándola directamente a los ojos— ¿Por qué estaba esa entrada abierta?

Belladona no necesitó saber a lo que se refería, había visto las imágenes en directo del clan del trueno en el viejo y destartalado templo.

—Esa estrada debía de estar completamente sellada, como lo ha estado los últimos cien años, durante los últimos diecinueve torneos.

—Solo se había quedado abierta la primera entrada, la segunda seguía sellada así que no pudieron entrar a los túneles.

—Me importa una mierda que entraran a los túneles o no —sentenció el hombre—. Que esa puta puerta, aunque llevara a la nada misma, estuviera abierta es un fallo de protocolo inaceptable. ¿Quién fue? ¿Quién la dejó abierta?

—No estoy segura. Muchos operarios han estado en la isla antes de que comenzara el Midnight War dando los últimos retoques a los eventos Paradai, para que no hubiera fallos como la última vez.

—arreglar unos fallos para crear otros no tiene sentido, Belladona.

—Lo sé y lo siento muchísimo, me aseguraré en persona de que esto no vuelva a pasar.

—Es lo mínimo que espero.

Cinquedea se giró un poco en su silla para poder ver por la ventana las nubes grises que se acercaban por el horizonte. Se avecinaba una tormenta. Eso no estaba planeado, pero las tormentas siempre son buenas porque son sinónimo de caos y el caos llevaba a la muerte.

—Ya no podemos hacer nada más que esperar que no logren entrar a los túneles. Habla con Quagmire, Shearer y Trick, que hagan un barrido con las cámaras por toda la isla, que manden a soldados medianoche a barrer la isla sin que los participantes los vean si hace falta, pero no quiero más errores imprevistos.

—Sí, Gobernador —Belladona hizo una reverencia frente al hombre y se dirigió hacia la puerta. La conversación había acabado aunque Cinquedea no lo hubiera dicho expresamente.

Fuera, en el pasillo, un hombre joven la miraba. No era un soldado, tampoco un supervisor del torneo, era un mentor. Belladona casi había olvidado que los doce mentores seguían en la torre de control mientras el torneo se llevaba a cabo.

—¿Necesita algo? —preguntó la mujer sabiendo que no había escuchado nada de su conversación con Cinquedea.

Todas las habitaciones importantes estaban insonorizadas precisamente para evitar que personas indeseadas escucharan lo que no debían. Aunque le sorprendía que los soldados medianoche que siempre solían proteger el despacho del Gobernador no estuvieran allí.

—Nada —fue la respuesta que recibió del mentor.

El hombre prosiguió su camino por el pasillo.

Caleb Stonewall. La gente del clan de la luna podía llegar a ser problemática, las sombras eran más peligrosas de lo que podían parecer. Tendría que pedir a la seguridad que lo vigilaran de cerca.




LISTA DE CAIDOS:

– Mars Deimos (Clan del fuego)

– Chell (Clan del sol)



CLASIFICACIÓN:

Clan del hielo: 35 puntos

Clan de la niebla: 25 puntos

Clan del bosque: 5 puntos

Clan del cristal: 0 puntos

Clan de la montaña: 0 puntos

Clan de las bestias: 0 puntos

Clan del agua: 0 puntos

Clan de la luna: 0 puntos

Clan del trueno: -5 puntos

Clan del viento: -5 puntos

Clan del fuego: -5 puntos

Clan del sol: -10 puntos






Un poco tarde pero aquí está el capítulo antes de que termine la semana XD

¡Ya tenemos la segunda muerte del Midnight War! Parece ser que nuestro querido clan del sol es el segundo en perder un miembro, rip Chell. Me gustaba mucho el diseño de este personaje, pero la trama no perdona a nadie unu

También parece ser que el clan del trueno ha encontrado algo bastante interesante. Y por supuesto a los organizadores parece no haberles gustado nada.

Solo me queda desearos una buena próxima semana.

~Nova/Dreamer

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