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❥︎ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 8: Tʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏғ ᴛʜᴇ ʙᴇɢɪɴɴɪɴɢ

ᑕᕼᗩᑭTᗴᖇ 08 ;;

•𝐸𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑛𝑐𝑖𝑝𝑖𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛•

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☾︎ᵖᵘᵇˡⁱᶜᵃᵈᵒ: 28/12/2020☽︎

Con el muro de raíces bloqueó un nuevo ataque y así Laggerfeld y Jones pudieron aprovechar para atacar juntos a los soldados del acero y dejarlos fuera de combate. Aquellas plantas volvieron a regresar a la tierra dejando el único rastro de la tierra removida como signo de haber estado alguna vez allí.

—¿En serio no hay ni un maldito lugar seguro en este clan? —bufó Damian hastiado.

Daba igual a cuantos soldados de esos se enfrentaran, siempre llegaban más, parecían no tener fin. Y por si fuera poco no habían logrado encontrar a Axel o Mark, deberían de haberlos protegido también pero aquellos dos reaccionaron más rápido y no lograron detenerlos.

—¡Ey! —Rina corrió hacia un soldado que salia desde un edificio corriendo.

—¿Qué pasa? No hay tiempo tengo que ir hacia el muelle.

—Estamos escoltando al futuro jefe del clan del agua, necesito que me digas de algún lugar seguro para ocultarlo del clan del acero —dijo la chica de melena verde.

Davy gruñó por lo bajo al escuchar lo de "futuro jefe" pero no era el momento de ponerse a discutir sobre ello.

—Seguid esta calle hasta el fondo y girad a la derecha, os encontrareis de frente con una base militar, allí os podrán ayudar.

Rina asintió y regresó con los dos chicos mientras que el soldado corría en la dirección contraria a ellos.

Después de que Mark y Axel se marcharan del edificio central del clan del fuego un explosivo estalló en la planta baja alertándolos a todos y logrando así una evacuación inmediata por si hubiera alguno más. Debió de ser colocado por algún soldado del acero que logró infiltrarse o incluso por algún traidor que tenían en el clan del fuego. Aunque eso ahora daba igual, ya arreglarían el problema con los topos más tarde, el punto ahora era no morir o salir heridos a ser posible.

—Rina, lleva tú a Davy hasta la base —dijo Damian parando de correr.

—¿Qué vas a hacer?

—Iré a buscar a Blaze y Evans —explicó—. Se que ambos son de los más fuertes de sus respectivos clanes, pero aun así no han seguido las indicaciones de permanecer seguros que se acordaron con el resto de clanes y tengo que impedir que hagan una locura.

—¿Seguro que podrás solo? —el castaño asintió.

—Con suerte los apoyos ya habrán llegado y podrán ayudarme a buscar a los jefes.

Sin añadir nada más Ibara sintió y prácticamente arrastrando a Jones se marcharon de allí. Damian por su parte corrió en la dirección por donde se había marchado el soldado de antes, conociendo a los dos mayores seguro que habían ido directos hacia donde estaba todo el conflicto.

Corrió por las calles y pudo escuchar un avión sobrevolarlo, al mirar hacia arriba suspiró aliviado al ver que eran del clan del hielo, es decir, aliados. No tardó mucho más en llegar a la zona más conflictiva, incluso podía ver la entrada al puerto a lo lejos, el problema iba a ser llegar hasta allí sin perder su tiempo enfrentándose a un montón de soldados.

Parecía que estaban intentando contenerlos en aquellas calles para que no se adentraran más en el clan pero eso también lograba que hubiera demasiadas personas allí. Echó un vistazo mientras se ocultaba y pudo ver una zona que no estaba tan llena perfecta para colarse por allí.

Se metió por un callejón saliendo así a la parte de la calle que quería, miró que nadie estuviese cerca antes de cruzar rápidamente y quedarse cerca de una valla que tuvo que trepar para poder pasar al otro lado. Milagrosamente cayó de pie y nadie parecía haberlo visto por lo que aprovechó para esconderse rápidamente tras unas barcas de madera que estaban en cerca para repararlas.

—¡Vamos todos a la entrada, venga, venga! —gritaba un soldado a otros tres que lo siguieron hacia la parte donde todos se enfrentaban.

Miró un poco de reojo y notó que eran soldados del acero. Suspiró agradecido de que no lo había visto y agachado corrió hasta esconderse dentro de un caseta de madera donde almacenaban redes de pesca.

Trató de asomarse para ver como estaba el panorama pero en seguida tuvo que volver a ocultarse cuando un cuchillo voló rozando su mejilla. Este se clavó en la pared del fondo y Damian se llevó la mano a la cara viendo como efectivamente le había rozado pues se le quedó un poco de sangre en la mano.

—Vaya pero si se nos ha colado un insecto.

Damian apretó la mandíbula, lo habían pillado al final, ahora estaría jodido para encontrar a Blaze y Evans.

Una calma para nada tranquilizante se instaló en el ambiente, eso le daba mala espina. Su cabeza de repente le dijo que corriera y no se puso a cuestionar ese impulso, nada más emprender la carrera hacia la puerta docenas de esas malditas agujas de acero atravesaron cada parte de la cabaña de madera, tuvo que abalanzarse prácticamente fuera ya que en cuanto estuvo agujereada la estructura cedió y se desplomó.

—Anda, pero si eres aquel tipo del clan del agua.

Damian tosió por el polvo levantado antes de mirar quien, o más bien quienes, lo habían atacado. Cruzó miradas con un chico de tez morena y albino cuyo pelo estaba recogido en tres trenzas que acababan uniéndose en una sola. La otra persona, algo más alta, tenía también la piel morena solo que su pelo suelto y largo era de color rosa y le recordó horriblemente a Gyan Cinquedea.

—¿Nunca os han dicho que invadir otros clanes está feo? —trató de recomponerse el castaño.

—que me lo diga un tipo que hasta hace nada estaba en un torneo matando a otros es irónico ¿no crees? —formó una sonrisa burlona el albino.

—Oh vamos no te pases con el pobre —rió su compañero— ¿Es que no te da pena? Que fue este pobre idiota quien vio morir a aquel chico de la niebla con el que salía ante sus ojos ¿Cómo es saber que la persona a la que más querías murió sin que tu hicieras nada?

—Púdrete —escupió Damian con el ceño fruncido.

Cuando comenzó a correr una nueva lluvia de agujas se acercó a él, no paró hasta lanzarse al agua donde al caer las agujas perdieron potencia y pudo nadar rápidamente hasta la parte de atrás de un barco para cubrirse del ataque. Al sacar de nuevo la cabeza a la superficie vio unas escaleras por las que subió, de todas formas no podía quedarse todo el día sumergido escondido de aquellos dos, tenía la ventaja en un sitio tan cercano al agua, pero tenía que pensar en una forma de aprovecharla.

Al levantar la cabeza pensativo encontró la forma perfecta de comenzar un contraataque, benditos fueran aquellos pesqueros antiguos.

—¿Dónde está? —le preguntó Quintet al más alto.

—Trata de escapar aprovechando su mayor movilidad bajo el agua, pero no lo va a lograr —sentenció el pelirrosa acercándose hacia el filo dispuesto a seguir lanzando ataques hasta que el otro se viera obligado a salir.

Pero un extraño presentimiento hizo que el pelirrosa frenara bajo la confundida mirada de su compañero.

—¿Qué pasa?

—Mierda —fue lo único que dijo al girar su cabeza hacia el barco más cercano.

El castaño se había subido a la parte mas alta del barco pesquero y ahora los apuntaba directamente con el cañón que guardaba el arpón del barco. En cuanto Damian obtuvo la atención de los dos chicos lo disparó y como ya planeaba ambos crearon dos escudos para cubrirse, ahora que estaban ocupados creo dos gigantes columnas de agua que lanzó directamente hacia ambos por la espalda.

—¿Crees que somos idiotas? —dijo el mayor de ambos y con la otra mano creo otro escudo de mayor tamaño que bloqueó el ataque de Damian.

Vale, eso definitivamente no estaba planeado, se suponía que con la energía que gastaba crear un escudo tan grande y resistente no debería haber podido crear otro tan rápido y combina sola mano. En eso Quinteto aprovechó el desconcierto del castaño par lanzarle una nueva ronda de agujas algunas de las cuales esta vez si le dieron y se clavaron en varias partes de su cuerpo.

Damian se tambaleó por el dolor y la sorpresa, y acercó peligrosamente al filo del barco.

—Es una pena que justo te hayas tenido que cruzar con el hijo del jefe del clan del acero, Quentin Cinquedea —mencionó el albino con una sonrisa de superioridad.

Tan rápido como su compañero terminó su frase Quentin creó una lanza de acero que lanzó directamente hacia el otro chico, que con esta atravesando su cuerpo cayó al mar.

Aquel lugar que siempre había formado parte de él ahora se tornaba frío y oscuro. Sentía como a pesar de querer nadar y subir a la superficie su cuerpo no respondía, sus brazos y piernas se entumecían y lo único que era capaz de sentir era el agua contra su piel, la luz del sol cada vez estaba mas lejos pero los débiles rayos que brillaban contra el agua parecían destellos dispersos que se asimilaban a estrellas en el oscuro universo.

Era como nadar en un cielo nocturno que lo acunaba en sus últimos momentos, momentos en los que ni siquiera podía decir que iba a dar su ultimo suspiro ya que estaba bajo el mar, aquel que lo vio nacer y crecer y ahora la vería morir. Era extraño, siempre había crecido con una conexión con el mar y el océano, era lo normal al ser del clan del agua, pero lo que llamó su atención realmente fue el cielo.

El hecho de ver las estrellas, saber que estas podían contener millones de secretos que quizás los humanos jamás sabrían, saber que ahí fuera, fuera de su clan, de su continente, de su mundo, había mucho más. Era algo fascinante y que le hizo crecer rodeado de libros sobre astronomía y mapas de constelaciones.

Era hermoso a la vez que aterrador el ser consciente que de alguna forma perecería acuñado por las dos cosa que más amaba en el mundo, si tan solo hubiera podido cumplir aquello que prometió... Al final nunca logró matar a aquel que acabó con la única persona que realmente había amado, aquel a quien su corazón eligió.

Sus ojos se cerraban y sintió el agua moverse bruscamente a lo lejos, ya que importaba de todas formas, una extraña silueta negra que se acercaba a él fue lo último que vio antes de que sus cansados ojos al fin se cerraran.

Alguien se había lanzado al agua tras ver como Laggerfeld caía a ella al ser dado de lleno por un ataque de Quentin, no iba a dejar que alguien muriera de esa forma frente a él, si podía hacer algo para evitarlo lo haría, por eso no se lo pensó dos veces antes de ir tras él.

Agarró el cuerpo que se hundía y cómo si lo cargara lo llevó arriba de nuevo, tomó una gran bocanada de aire al regresar fuera y arrastró el cuerpo que ya no se movía hasta la orilla y con algo de esfuerzo lo dejó contra el concreto delicadamente y luego de un impulso salió él de allí.

La lanza atravesaba el costado izquierdo del castaño por lo que pudo pegar su oreja al pecho del chico, era débil, pero aun sentía su corazón palpitar y gracias a ser miembro del clan del agua estar bajo esta un tiempo tan largo no fue un problema, respiraba, aún respiraba y eso era lo importante.

Damian no aguantaría mucho mas así necesitaba que le sacaran la lanza y las agujas del cuerpo y necesitaba atención medica inmediata, pero ahora no estaban en posición de llevarlo a un hospital o algo así.

—¡¿Mark está bien?!

El de banda naranja giró la cabeza y vio como Axel quemaba, o más bien derretía, una lluvia de agujas con el muro de fuego que era capaz de crear mientras que con una espada que llevaba en la mano trataba de acercarse a Cinquedea y Quintet para asestarles un golpe.

—¡Aún está vivo, pero necesita atención medica urgente! —gritó avisando al rubio.

Axel esquivo una nueva de esas peligrosas lanzas que creaba Quentin y al final suspiró, no quería llegar a ese extremo, pero Damian no era el único que había resultado gravemente herido, y ya había varios fallecidos de su lado. A pesar de los apoyos que llegaron el clan del acero se abría paso y no tardarían demasiado en tomar la capital, si la capital caía, aunque el resto no de ciudades no, en clan entero no tardarían en seguir ese camino y al final el clan del fuego sería de los del acero también.

—Mark llévate a Damian contigo y subid a uno de los barcos de mi clan, las cosas se van a poner fea por aquí.

—¿Y tu que vas a hacer? —preguntó preocupado cogiendo el cuerpo del menor en brazos.

—No te preocupes, en un rato me reuniré contigo y con Jones, necesitamos una nueva reunión urgente, está claro que nuestra estrategia actual no está funcionando.

Mark asintió y sin cuestionar más el accionar de Axel salió corriendo de allí.

—¿Qué demonios intentáis? —Aimé trató de acercarse, pero Axel hizo salir del suelo enormes columnas de fuego que hicieron retroceder ambos.

Blaze sacó de su chaqueta un pequeño aparato del que quitó lo que parecía ser un pequeño micrófono dejando solo un disco que al lanzarlo comenzó a elevarse como si se tratada de un dron, una vez estuvo lo suficientemente alto comenzó a hablar por el micrófono.

—Os habla Axel Blaze, jefe del clan del fuego, pido que todos aquellos no originarios de mi clan evacuen inmediatamente la zona ya sea en barcos, aviones, coches o a pie de inmediato, esta ciudad ya no será segura para vosotros —la voz se reproducía por el disco como si se tratara de un altavoz y se escuchaba nítidamente por toda la ciudad—. En consecuencia pido a todos aquellos del clan del fuego que me estén escuchando, sean soldados o civiles que me presten su fuerza, ponemos en marcha el plan omega.

—No me gusta como suena eso —reconoció Quintet.

Tras decir aquellas palabras Axel lanzó el micrófono al aire, y este, al igual que el altavoz, desaparecieron entre llamas.

—Ahora si que vais a saber porque el clan del fuego es uno de los más temidos.

El suelo comenzó a temblar, empezó como una leve vibración y acabó con ellos hincando la rodilla en el suelo para no caerse. El suelo se abría bajo sus pies creado cientos de grietas por todas las calles. El mar estaba embravecido y se escuchaba un extraño sonido de la tierra que alertó a los dos menores.

—Quentin esto no me gusta —le dijo el albino a su compañero.

El pelirrosa dio un último vistazo rápido y en cuanto vio como el magma surgía lentamente de la boca del volcán más cercano supo que eso se iba a poner aún peor.

—Nos vamos —ordenó y ambos salieron corriendo como pudieron de allí.

Axel no los siguió, no era su intención y además al estar ocupado traspasando energía para lograr aquello no podía moverse. En eso uno a uno todos los volcanes que rodeaban aquella ciudad como una muralla natural estallaron, la lava bajaba por la ladera de los volcanes como un mar rojo y algunas rocas por la explosión volaban por encima de sus cabezas.

Estaban a punto de conocer todos lo devastado que podía ser el clan del fuego.

—¡Agáchate! —Terry la abrazó y se lanzó con ella al suelo detrás de un coche aparcado cerca.

Algunos cuchillos volaron y se clavaron en la pared justo en el punto donde ellos dos habían estado de pie antes. Terry se levantó con rapidez y devolvió el ataque creando algunos afilados carámbanos de hielo que lanzó hacia sus atacantes, pero estos simplemente crearon escudos que los protegieron haciendo añicos el ataque.

Archibald chasqueó la lengua y volvió a cubrirse tras el todoterreno donde Erika lo esperaba preocupada. Tras ver a sus antiguos compañeros Erika decidió regresar al orfanato y Terry quiso acompañarla ya que le preocupaba que estuviera sola con una amenaza de ataque latente y menos mal que decidió acompañarla, porque efectivamente mientras caminaban se encontraron con algunos soldados del acero que a saber como entraron al clan.

—Tenemos que salir de aquí, estamos en desventaja —dijo Terry y Erika estuvo completamente de acuerdo.

—Déjamelo a mi.

La chica comenzó a generar un montón de niebla, cada vez era más y más y se hacía más densa, quizás Terry no pudiera ver a través de ella, pero Erika obviamente si.

—¡No os preocupéis solo es un poco de niebla! —se escuchó gritar a los soldados.

Erika iba a agarrar la mano de Terry para salir corriendo de allí, pero algo en su interior la detuvo. Subestimaban al clan de la niebla, creían que sus ciudadanos tan solo podían crear un poquito de niebla para que no vieran y ya, si tan solo los Sesame hubieran estado allí con aquellos Golem que podían crear, o Gabi, con esa niebla tóxica que generaba los hubiera mandado a todos al otro barrio desde el instante en él que tomaron si primera bocanada de aire ahí dentro.

—¿Erika? —escuchó la voz de Terry confundida al sentir que su pareja se había quedado quieta.

La peliazul apretó los puños, ella no podía crear esas enorme figuras, tampoco podía volver venenosa su niebla, simplemente cumplía el estúpido cliché de niebla normal para disminuir la visibilidad ¿En serio era tan débil? Ella estuvo en el Midnight War, ella sobrevivió, pero ¿y si todo había sido gracias a sus compañeros? ¿Gracias a Terry?

En ese caso se sentía enormemente agradecida, pero también frustrada, había sido una inútil que no hizo nada todo el tiempo  ¿Por qué tenía que ser la única que se escondiera siempre?

En ese momento, como si le hubieran inyectado en vena una dosis de adrenalina se giró a mirar a su esposo y cogió el cuchillo que este llevaba enganchado en el muslo.

—¡Erika ¿Qué haces?! —lo escuchó gritar sorprendido.

Qué más daba que su apellido ahora fuera Müller o Archibald, qué más da si vivían en el clan de la niebla o en el del hielo, nada de eso cambiaría quien era, y ella quería ser alguien de quien se pudiese sentir orgullosa. No quería arrepentimientos ni remordimientos de haber podido hacer algo y no haberlo hecho.

Se acercó con velocidad, pero ocultado su presencia, recordaba cuando Gabriel le enseñó a hacerlo la semana anterior al Midnight War, cuando se quedaron entrenando en aquel extraño edificio de la isla.

Dos años antes

—¡Es muy difícil! —se quejaba tras ser la quinta vez que Gabi la pillaba y la lanzaba al suelo tras desarmarla.

El pelirrosa soltó una mezcla de suspiro y risa antes de extenderle la mano para ayudarla a ponerse en pie

—Lo sé, no es una técnica que puedas dominar en una semana, pero está bien que la practiques todo lo que puedas, alguna vez podría salvarte la vida —explicó el más alto.

—¿Todos podéis hacerlo?

Teller y yo si, creo que somos del mismo tipo de personas que atacan por la espalda aprovechando el efecto sorpresa —dijo después de pensarlo un poco—. Pero Pocus y Hocus no suelen hacerlo, realmente no sé si saben ocultar su presencia, pero ellos no lo suelen necesitar ya que ellos son de atacar de frente con todo.

—Yo no podría hacer eso —negó Erika.

—¿Por qué?

Bueno no soy tan fuerte, ni físicamente ni en lo que a mi don se refiere, solo puedo crear niebla normal, no veneno como tu, ni figuras como los Sesame, ni espejismos como Pen ¿De qué me serviría atacar de frente?

—Entonces con más razón debes aprender cómo ocultar tu presencia a los demás, el sigilo será tu mayor aliado en un combate.

—Si, es fácil decirlo, pero...

—No sirve de nada que el enemigo no te vea si puede escucharte, sentirte, alguien lo suficientemente entrenado no tendría ningún problema en atacarte a pesar de la niebla, como por ejemplo alguien del clan de la luna —Erika lo miró curiosa—. Ellos también atacan desde las sombras, se aprovechan de la noche, cuando la visión disminuye, ellos también saben como deben actuar y no tendrán problema en bloquear a alguien de nuestro clan.

—Genial eso me anima mucho —suspiró.

Gabi se acercó a su compañera y puso su mano sobre el hombro de esta a modo de apoyarla.

—No te presiones, como ya te he dicho no es algo que se prenda de un día para otro —dijo con calma y suavidad—. Ya verás que si practicas cuando realmente lo necesites lo lograrás.

Erika suspiró de nuevo, pero esta vez cogió una gran bocanada de aire como si tratara de llenarse de nuevo de energía y confianza.

—Sigamos con el entrenamiento —pidió y Gabi asintió mostrando una sonrisa.

En la actualidad

Él había creído en ella, en ningún momento pensó que no lo lograría, siempre la apoyó y le dio ánimos para seguir intentándolo. Este no era el momento de huir, era el momento de demostrar que aunque no tuviera una habilidad increíble como sus compañeros, ella también podía ayudar.

Se acercó al primer soldado de los tres que allí había y empuñando el cuchillo con ambas manos corrió hacia él chocando y clavando el arma en su estomago. Ambos cayeron al suelo y el hombre soltó un quejigo que sus compañeros escucharon.

—¡¿Qué ha pasado?! —gritó uno de ellos y en seguida ambos cogieron sus armas apuntando hacia cualquier lado al no ser capaces de ver nada.

Erika sacó el cuchillo del estómago del hombre y con una mano tapó su boca para que no gritara mientras lo clavaba un par de veces más. Una vez ya parecía no moverse se levantó de encima a toda prisa, se escucharon unos disparos aleatorios que hicieron para asustarla, pero no funcionó.

Se acercó al segundo soldado y mientras lo sujetaba desde atrás pasó el filo por su cuello y luego lo soltó, este cayó a plomo al suelo.

—¡No te escondas, zorra! —bramó el último soldado en pie.

Este creó un montón de aquellas agujas metálicas que comenzó a lanzar en todas direcciones, Erika trató de esquivarlas todas pero una de ellas se clavó en su muslo izquierdo arrancándole un leve quejido que el soldado no tardó en aprovechar para apuntar en esa dirección.

Sabiendo que ya no tenía mucho tiempo simplemente lanzó el cuchillo como había visto hacerlo miles de veces a Slocker y Damian, incluso Dulce había sido capar de hacerlo en una ocasión, ella tenía que ser capaz, tenía que hacerlo, no, iba a hacerlo.

Soltó el cuchillo en dirección al soldado, este voló almenos dos metros hasta impactar directamente en su pecho, no había sido justo en el corazón como pretendía Müria para asegurarse su muerte, pero aun así este cayó de espaldas entre algunos quejidos ahogados por la sangre que brotaba desde su garganta.

Se acercó a él mientras se quitaba la aguja de la pierna con gesto de dolor y luego arrancó el cuchillo del pecho de aquel tipo. Una vez los tres habían caído la niebla comenzó a dispersarse y Terry ya pudo buscar con la vista a su esposa quien estaba de pie entre los tres cuerpos. Corrió hacia ella preocupado y al llegar a su lado cubrió las mejillas de la fémina con sus manos.

—Madre mía ¿estás bien?

—Si, no te preocupes, ya nos hemos quitado a tres molestias de encima —dijo refiriéndose a los soldados.

—No tenías por qué hacerlo, Infinity y los demás se hubieran ocupado de ellos.

—Era algo que debía hacer —aseguró rodeando ella ahora las manos de Terry con las suyas propias—. Perdón por robarte el cuchillo.

—Eso es lo de menos.

Cuando Terry miró hacia abajo para recogerlo ya que cayó al suelo por el ímpetu con el que llegó, no pudo evitar ver la herida en la pierna de Erika.

—¡Pero si estás herida! —sus ojos casi se desorbitaron y prácticamente se lanzó para revisarla.

Erika no pudo evitar echarse a reir bajo la atónita mirada de su marido, Terry podía llegar a ser tan sobreprotector a veces que incluso a ella le impresionaba.

Se agachó ella también sin dejar que el albino revisara la herida, después de todo solo era un pinchazo que no le dolía tanto.

—No te preocupes ¿vale? No es nada, ni siquiera me duele —dijo con una voz dulce siendo ella ahora la que sujetaba sus mejillas.

—Eres un caso perdido —suspiró el chico dándose por vencido.

—Llevamos casi dos años casados, ya deberías saber que la esposa siempre gana las discusiones —se burló sacando la lengua y haciendo reír levemente al albino.

—Si, mi experiencia de acabar durmiendo en el sofá con tan solo veinte años ya me lo ha dicho —fue su turno de bromear y hacer reír a la de ojos azules.

Erika besó sus labios para luego volver a levantarse siendo imitada por Terry quien de camino cogió su cuchillo.

—Regresemos al orfanato y allí trataré mis heridas para que no seas un cascarrabias ¿te parece bien?

Terry alzó una ceja mientras que con un pañuelo limpiaba la sangre restante de la hoja del cuchillo.

—Qué cosas tan bonitas me dices, pero si, será mejor que vayamos —asintió guardando al fin el arma blanca—. Me sentiría más tranquilo cuando esa herida esté desinfectada y vendada.

Retomaron el camino al orfanato esta vez con más cuidado para no tener otro encontronazo indeseado con más soldados del acero. Ya se veía el enorme edificio al final de la calle por lo que aceleraron el paso, pero cuando estaban a tan solo un par de metros del portón de la entrada se escucharon dos disparos.

Esto alertó a los dos jóvenes que se quedaron paralizados antes de abrir la puerta.

—El clan del acero... No sería capaz de atacar a un grupo de niños huérfanos —Erika se giró para mirar a Terry— ¿Verdad?

Por otro lado la expresión de Terry no indicaba que estuviera muy seguro de qué contestar.

—Quédate detrás mía —dijo siendo él quien finalmente empujó el portón para pasar al jardín delantero y seguir el camino empedrado hasta la entrada del edificio.

En ese rato no volvió a escucharse nada, ni más disparos, ni voces de niños, ni ninguna otra cosa. Terry abrió con cautela la puerta, no había nadie en el hall de entrada, hizo un gesto a Erika para que ambos pasaran y cerró con delicadeza la puerta intentando hacer el menor ruido posible.

Caminaron por los pasillos de la planta baja en total silencio y de hecho Erika tuvo que ahogar un grito cuando se encontró con el cuerpo de un soldado del acero tirado en medio del pasillo. El olor de la sangre se había apoderado de la zona y la moqueta gris del suelo y parte de la pared de color crema estaban manchadas.

Terry pasó por al lado del cuerpo evitando pisarlo o pisar la sangre de alrededor y lo mismo hizo la fémina. Erika ahora si que estaba preocupada, para empezar ¿por qué los soldados del acero irían hasta un orfanato a las afueras de la ciudad? Y segundo ¿como había muerto aquel hombre? La única con conocimientos de autodefensa y uso de armas allí era ella por su experiencia en el torneo, ninguna del resto de empleadas tenía demasiados conocimientos de armas o combate, y obviamente los niños tampoco.

Llegaron hasta la cocina, por allí tampoco se veía a nadie por lo que decidieron pasar para llegar hasta el jardín trasero, pero su camino se vio interrumpido.

—¡Alto o disparo!

El grito de Erika esta vez si que sonó alto y claro y casi como si fuera un resorte se giró con las manos en alto para ver quien la amenazaba a sus espaldas. Cuando vio quien la había asustado estuvo a punto de coger una silla y lanzársela a la cabeza.

—¡Tezcat maldita sea que susto, joder!

El de pelo logró una vez se dio cuenta de que tan solo eran el matrimonio Archibald bajó el arma que estaba claro que no era suya por la similitud con las armas que usaba el acero.

—Perdón, pensaba que erais más de esos soldados —admitió.

—¿Qué ha pasado? —de detrás del chico una chica de la edad de Erika se asomó y al ver a su compañera peliazul se abalanzó sobre ella— ¡Erika, por la Diosa, menos mal que estás bien! Me tenías muy preocupada.

—¿Qué ha pasado aquí? —fue el turno de preguntar de Terry.

—¿Y qué haces tu aquí? —preguntó también Erika.

—Vine a hacer el chequeo medico a los niños, te avisé la semana pasado ¿recuerdas? —contestó Tezcat primero a la chica.

Erika entonces lo recordó, cuando entró a trabajar al orfanato carecían de un pediatra o médico de cabecera, y como ella quería ayudar con eso habló con algunos de sus conocidos especializados en medicina. Como Skie y Rosie estaban demasiado ocupadas como médicos militares no pudieron ayudarla, pero Tezcat si aceptó, después de todo él era más bien médico en un hospital de civiles.

Una vez al mes iba al orfanato a hacer un chequeo a todos y cada uno de los niños, y ese día les tocaba, por eso estaba allí, con la mala suerte de haber sido envuelto en el conflicto contra el acero.

—Respondiendo a tu pregunta —dijo mirando a Terry y dejando el arma descargada sobre la mesa de la cocina—. Cuando llegué la alarma de que estaban atacando el clan se escuchó por toda la ciudad, por eso llevamos al sótano a todos los niños junto con el resto de cuidadoras y la directora para protegerlos. Pero entonces escuché la puerta de la entrada abrirse y esta chica me dijo que podíais ser vosotros.

—Sabía que habíais salido a ver a unos compañeros y que estabais a punto de regresar —explicó la compañera de Erika.

—Pero al ir a mirar me encontré con el soldado del acero, seguramente vendría buscando rehenes o algo así. Me las ingenié pata robarle el arma y el resto ya lo habréis podido ver vosotros mismos —explicó señalando hacia el pasillo.

—Muchas gracias por cuidarlos, Tezcat.

—No es nada, no iba a dejar que hicieran daño a un grupo de niños.

—Ahora será mejor que limpiemos ese desastre antes de subir de nuevo a los niños, no quiero que se asusten —dijo la amiga de la peliazul.

—Iré a por lejía para limpiar toda esa sangre, vosotros dos sacad el cuerpo fuera —ordenó Erika y los dos chicos obedecieron.

Y hasta aquí este capítulo ¿Qué tal? He puesto un poco sobre el desenlace del ataque al clan del fuego y por supuesto que pasó al final con el clan de la niebla porque tristemente ya sabemos lo que pasó con en de las bestias :')

También cabe destacar que casi se nos va Damian al otro barrio ¿pensasteis que lo mataría eeeh? Pues no cantéis victoria que nadie ha dicho que vaya a salir del hospital, ok no, ya veremos lo que pasa con él XD

En fin, voy a hacer un pequeño recordatorio por aquí ya que estoy para aquellos que participan en LHNM de que queda una bonita semanita para entregar fichas uwu

Ahora si, sin nada más que decir me despido y nos veremos este jueves en el próximo capítulo.

~Nova/Dreamer

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