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❥︎ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 5: Tʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏғ ᴛʜᴇ ᴀᴄᴛ ᴀʀʀɪᴠᴇᴅ

ᑕᕼᗩᑭTᗴᖇ 05 ;;

•𝐿𝑙𝑒𝑔𝑜́ 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑐𝑡𝑜•

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☾︎ᵖᵘᵇˡⁱᶜᵃᵈᵒ: 10/12/2020☽︎


—¡Pero él me lo quitó! ¡Es su culpa!

—¡Eso es mentira! ¡Es una mentirosa!

—Niños calma por favor —Erika se agachó un poco para ponerse a la altura de los menores—. No tenéis que pelear, eso pone triste a la Diosa.

—Pero seño Erika... —la niña de menor edad no se veía para nada conforme.

—Eres una chivata y una niña llorona —la acusó el niño que rondaría su edad.

—¡Yo no soy una niña llorona!

La niña enfadada le dio un pellizco a su compañero en el brazo logrando que este soltara un grito por el daño causado.

—¡Mire seño, mire! —fue esta vez el niño quien acusó a la otra menor.

Erika suspiró y trató de ordenar sus pensamiento, luego regresó la mirada a los niños y mostró una sonrisa.

—A ver, para empezar ¿Por qué os estáis peleando?

—Aron le quitó a Nana el balón con el que estábamos jugando —dijo la niña cruzándose de brazos y poniendo un mohín—. Lo teníamos nosotras y aun así la empujó para quitárselo.

—Pero es que nosotros queríamos jugar al fútbol y vosotras de todas formas no estabais haciendo nada con el —dijo refiriéndose a él y otros dos niños que esperaban algo más alejados para no ser metidos en la pelea.

Erika suspiró y esta vez se enfocó en el niño. Colocó sus manos con delicadeza alrededor de sus brazos acariciándolos con un leve movimiento para que no creyese que estaba enfadada.

—Aron, ya sabes que no puedes quitarle las cosas a tus compañeros mientras las usan.

—Pero seño...

—¿Sabes? Aquí cuidamos de niños buenos, y tu eres uno ¿verdad? —el niño al principio no contestó— ¿A ti te gustaría que cuando tu y tus amigos estuvierais jugando fútbol llegara yo o algunas de las seños y os quitáramos el balón aprovechando que nosotras somos más grandes y fuertes?

Por fin el niño negó aparentemente comprendiendo al punto al cual la mujer quería llegar, esto hizo sonreír de nuevo a Erika.

—Pues comprende que a Ana tampoco le gusta que hagas eso —dijo con una voz suave—. Pídele perdón y si quieres luego tu, tus amigos, Ana y sus amigas podéis jugar todos juntos. Siempre es más divertido cuanta más gente hay ¿si?

Ante esta idea los ojos del menor brillaran un poco y asintió. Miró a su compañera que seguía de brazos cruzados y con el ceño fruncido, a Erika le pareció un adorable hámster.

—Lo siento, Ana —se disculpó finalmente—. No volveremos a quitaros el balón ¿queréis venir a jugar?

La niña miró a la peliazul, quien con su característica sonrisa asintió animándola a aceptar.

—Esta bien, iré a avisar a Nana y Lilia ¡Gracias seño Erika!

Cuando los niños se marcharon habiendo resuelto su pelea suspiró aliviada, ojalá todos los problemas fueran igual de fáciles de resolver que la pelea de dos niños de 5 años. Echó un vistazo al patio viendo como no parecía haber más conflictos entre los niños del orfanato, Aron y Ana solían ser los que más se peleaban por el choque entre sus personalidades, ambos querían dirigir pero lo hacían en direcciones opuestas. La niña del clan del bosque podía ser algo autoritaria y el chico del clan del fuego no se dejaba liar fácilmente.

Dio un pequeño salto al sentir dos brazos rodearla desde atrás por la cintura, pero se calmó al reconocer la voz que le habló.

—¿Salvando la mañana?

—Soy la mejor superheroína —rió siguiendo la broma y girándose para quedar cara a cara con el recién llegado—. No sabía que ya habías vuelto.

Terry miró a los ojos de su novia, bueno, esposa, aún le costaba creerlo a pesar de haber pasado ya casi dos años, y sonrió antes de contestar.

—Me hubiera gustado volver bajo otras circunstancias, pero al menos ahora ya estoy aquí.

—¿A pasado algo?

—Mejor pregunta que no ha pasado —bufó—. El clan del acero de nuevo, al parecer no les ha parecido suficiente con matar a Silver y vuelve a haber dos jefes en peligro.

—¿Cometti? —preguntó abriendo los ojos sorprendida cuando el albino asintió.

—Cometti y Sleight, por ello el ejercito a mandado a varios soldados a vigilar estos dos clanes en específico. También hay un escuadrón de elite protegiendo directamente a los jefes y sus segundos.

—Espero que no pase nada —dijo bajando la mirada preocupada.

Erika abandonó cualquier relación con la guerra tras el Midnight War, no quería volver a saber nada de armas, bombas o muertes en batalla en lo que le quedaba de vida, lo admitía, estaba asustada. Pero lo que tampoco iba a hacer era esconderse en su caparazón por siempre, de ahí llegó la idea de ayudar a las personas más vulnerables de otra forma.

¿Y cuales eran esas personas? Los niños. Hijos de soldados caídos, de civiles asesinados tras los ataques al bosque, el cristal y el agua, de personas que murieron por enfermedad, entre muchos otros. Aquel orfanato les daría una nueva oportunidad de vivir, y ella quería ayudarlos a que esa nueva y extraña etapa para ellos no fuera tan traumática.

Fue principalmente gracias a Aquilina Schiller que pudo entrar a trabajar allí en un principio, al parecer se enteró gracias a Di Rigo sobre su plan y quiso ayudarla, ella había ayudado también en un orfanato de adolescente y le encantaba la idea de que más gente lo hiciera. De hecho aquel orfanato era pagado en gran parte por donaciones de la familia Schiller.

Ahora estaba realmente allí, en dos años había ayudado a muchos más niños de lo que jamás pudo pensar y ese sentimiento de felicidad ajena llenaba y calentaba su pecho, incluso le hacía recuperar la esperanza en las personas que perdió en el Midnight War. No podías meterlos a todos en el mismo saco, no cuando muchos de ellos no tenían ningún tipo de culpa.

—Tranquila —besó la frente de la más baja—. Lo tenemos todo controlado, dudo que jamás en la historia un jefe de clan haya tenido tanta seguridad entorno a él.

—Pero también me preocupas tu —aclaró la fémina sorprendiendo a su esposo—. Ten tu también cuidado ¿vale? Tiendes a centrarte tanto en tu objetivo o en tus compañeros que a veces olvidas protegerte a ti mismo, y a mi me gustaría conservar a mi marido un par de años más.

—¿Solo un par?

—Lo suficiente para que bajes la guardia y me metas en la herencia —bromeó logrando hacer reír a Terry.

—Te quiero incluso aunque me quieras robar mi dinero —esta vez fue el turno de Erika de reír—. Por cierto algunos excompañeros del torneo están aquí por la misión ¿Por qué no vienes conmigo y los saludas antes de que se pongan enserio con la protección a Cometti?

—No sé... Hace tanto tiempo que no los veo que quizás se sienta raro que vaya ahora de repente ¿no?

—No veo por qué debería —se encogió de hombros—. Es normal que no os veáis muy seguido ya que tomasteis caminos diferentes, no sólo tu, hace bastante tiempo que no sé nada de muchos otros de los participantes, tenemos un pasado común en esa isla, pero eso no tiene que significar que estemos juntos siempre.

—Pero es que... Además ahora estoy trabajando, no sé si me darían la tarde libre...

—Pero, pero, pero ¡Erika deja de tratar de evitar un encuentro con los demás! —a la chica le sorprendió aquella respuesta, Terry agarró las mejillas de la chica entre sus manos para que lo mirara sin esquivar la mirada como solía hacer cuando se sentía culpable— Tu eres Erika Mü... Erika Archibald y has elegido el camino que tu querías y te hace feliz y no quiero que nada ni nadie, y mucho menos una estúpida guerra, te haga pensar que estuvo mal porque eso no es cierto, ahora respira, coge valentía de donde sea y vamos a verlos.

Por alguna razón la determinación de Terry le hizo sentirse bastante mejor. Quizás aquel chico no fuera dulce con sus palabras como Bay, supiera qué decir en cada momento como Sol o tuviera sus ideas tan claras como Fey, pero sabía que él era la persona que quería a su lado y la única que sabía cómo animarla.

—Esta bien, esta bien —dijo con algo de dificultad puesto que las manos del otro le impedían hablar bien, Terry al notar esto las apartó dejando a Erika expresarse—. Me dejo de tonterías, dame cinco minutos para hablar con mi jefa y vamos.

—Esa es mi chica —dijo con una sonrisa orgullosa.

Erika le dio un rápido beso aprovechando que no tenían ninguna de las miradas curiosas de los niños encima y entró al edificio del orfanato. Caminó por los pasillos ahora vacíos ya que todos los infantes jugaban fuera y tocó la puerta que correspondía al despacho de la directora y por tanto dueña del orfanato.

—Adelante —escuchó que decían desde el otro lado.

Con un cuidado casi meticuloso giró el pomo de la puerta entrando al despacho donde una mujer escribía algo a mano en un papel, probablemente documentos del orfanato. Hacía años que le decían a aquella mujer de ya casi 60 años que debía modernizarse y comprarse un ordenador para gestionar todo el papeleo, pero ella siempre decía que prefería hacerlo a la forma tradicional. Solía excusarse diciendo que cuando escribía o recibía el informe de algún nuevo niño se sentía mucho más cercano tenerlo físicamente que tras una pantalla en una simple base de datos.

Erika no sabía hasta que punto aquello era cierto, de todas formas no es como si el papel fuera el propio niño, solo información, suponía que cuando llevase más tiempo allí trabajando podría llegar a entenderlo.

—Erika —alzó la cabeza la mujer y sonrió al ver a la más joven— ¿Sucede algo?

—Eh, bueno, me gustaría tomarme la tarde libre si es posible —dijo sin rodeos—. Terry ha llegado al clan para una misión junto a unos viejos amigos y nos gustaría pasar un poco de la tarde juntos.

—Claro, claro, no hay problema —tosió un poco la mujer—. Siempre eres la que más duro trabaja, te preocupas tanto por los niños que te has convertido en la seño favorita de la gran mayoría —sonrió—. No podría negarme a tu petición.

—Muchísimas gracias —dijo formando una leve sonrisa y haciendo una inclinación ante la mayor—. Antes de que me marche ¿necesita algo?

La mujer calló por unos segundos, como si quisiera decir algo pero no terminara de decidirse.

—¿Conseguiste contactar con el número que te di?

Aquella pregunta pilló desprevenida a la peliazul que tuvo que hacer memoria para saber a lo que se refería. Entonces recordó como un par de día atrás le dio un papel con un número de teléfono y le pidió que llamara y si se lo cogían concretara una cita con la otra persona.

—Llamé como me dijo, tres veces de hecho, pero nadie lo cogió.

—Ya veo...

—¿Está todo bien? —cuestionó preocupada por la reacción de la mujer.

—Si, cielo, no te preocupes, ahora ve con tu marido que ha de estar esperándote, vamos, vamos.

La echó con una sonrisa de su despacho, Erika solo suspiró con una sonrisa una vez en el pasillo de nuevo y se encaminó fuera del orfanato, pero esta vez a la puerta principal donde Terry la estaría esperando.

—¿Lista? —le preguntó una vez en la calle pasándole un casco.

—Si, me dieron la tarde libre —sonrió antes de colocárselo y que su cara no se viera.

Terry subió a su moto y Erika se colocó tras él agarrándose a su cintura para no meterse un piñazo cuando esta empezara a moverse. Terry había comprado esa moto dos meses atrás, era algo que había querido desde hace mucho, pero aún no se acostumbraba a montar en ella.

La hebras azules que sobresalía por debajo de su casco, debido a ser más largas que este y estar sueltas, se movía y alborotaban por el viento. Si bien aún le daba un poco de cosa subir se sentía bastante bien, era como sentirse miembro del clan del viento y poder sentirte libre como un pájaro.

No tardaron demasiado en llegar al cuartel del clan de la niebla donde Cometti debería estar a punto de llegar y por tanto sus escoltas tampoco andarían lejos. De hecho Erika pudo distinguirlos casi al momento y alzó una mano moviéndola para saludarlos mientras se acercaban.

Todas aquellas dudas que sintió antes sobre si era buena idea ir a verlos o no se desvanecieron al ver como ellos también la saludaban con una sonrisa.

—¡Pero si es el lucero de mis ojos! —la atacó Maxim para tirarle de las mejillas a modo cariñoso como esas abuelas que te las dejaban rojas y adoloridas.

—¿No que ese era Infinity? —preguntó con una risa Riccardo.

—No ahora —infló las mejillas enfadado soltando a Erika.

—¿Pelea de enamorados? —preguntó ahora Terry.

—Quizás lo sería si ese idiota se aclarara de una vez, pero no se puede pedir más de alguien con tan solo una neurona fundida.

Se escuchó a Bradford soltar un "Uuuuh" y a Borel reír.

—Ese es Infinity, único y especialmente tonto —se burló el albino.

—No te metas con tu amigo —negó Erika dándose por vencida con las riñas que tenían entre los compañeros del clan del hielo.

—Bueno y cuentanos, mi cielo, ¿qué es de tu vida? ¿Cómo es la vida de casada? ¿Cómo es despertar cada mañana y ver al segundo tipo más idiota del continente tumbado a tu lado? —preguntó Millennium con fingida inocencia.

—¡Ey! —se quejó Terry haciendo reír de nuevo a los demás.

—Parece que alguien está delicado con el tema amoroso —comentó Borel.

—La culpa es del universo, que se empeña en ponerme las cosas difíciles —hizo unos gestos dramáticos el de moños—. Un chico guapo, amable y talentoso cono yo sufriendo de esta manera.

—Y humilde, te has olvidado lo de humilde —le recordó Riccardo.

—Cierto, y también humilde.

—¡Byoko a las dos en punto! —le gritó Samford tras esquivar un cuchillo que rozó su mejilla.

La chica dio un salto sobre una silla, de ahí sobre una mesa y luego un último salto con el que giró en el aire para mirar a su espalda y lanzar su hacha a la persona que allí había.

Gracias a las indicaciones de David acertó en el pecho del hombre que cayó al suelo al instante y a su alrededor se formó un charco de sangre. Cayó de pie al suelo pero tuvo que correr para ocultarse tras una mesa que tiraron hace rato para cubrirse de las balas.

David dio una patada al hombre que anteriormente le había lanzado un cuchillo en el estómago, lo agarró de los hombros y lo hizo agachar con rapidez la cabeza para él levantar la rodilla y darle en la cara haciéndolo caer al suelo. Corrió hacia el hombre que disparaba a su compañera y al mismo tiempo desenvainó un florete atacando al hombre atravesándole el hombro de una estocada.

Esto logró que el soldado soltara su arma tanto por la sorpresa como por el dolor, David sacó la hoja del hombro para casi al segundo volver a hundirla en el cuello del hombre que con la sangre brotando cayó también al suelo.

—¡Tu! —el soldado al que anteriormente le dio el rodillazo en la cara se levantó con intención de atacarlo, pero de nuevo un hacha llegó clavándose en su cabeza y salpicandolo todo de sangre.

—Ten más cuidado con esa cosa —advirtió Samford mientras volvía a enfundar el florete.

—Solo dame las gracias, te acabo de salvar el culo —dijo la chica cogiendo de nuevo su hacha.

Aquel dúo era mucho más letal de lo que podía parecer en un primer momento. David Samford, conocido como "el mosquetero de las sombras", y Liliya Byoko, "la bruja de hielo", eran dos de los mayores asesinos de sus respectivos clanes, el primero por años de experiencia y la segunda por su sentido innato para la sangre, un lobo disfrazado de cordero, y un lobo que no ocultaba serlo.

—Esta sala ya está limpia, pero no están King ni Sleight ¿Dónde se han metido? —preguntó al aire David puesto que los únicos en aquella habitación, vivos, eran él y Liliya, y obviamente la fémina tampoco podía darle la respuesta.

—Es tan solo una posibilidad, pero guiándonos por lo que Michael dijo esta mañana casi que pondría la mano en el fuego por ella —David le prestó toda su atención a la de ojos violetas—. Quizás King haya ido al despacho de Sleight en su busca para proteger a su jefe.

David golpeó su frente con la palma de su mano, si, era tan solo una posibilidad entre muchas, pero digamos que esa posibilidad era un 90% segura. Esos malditos tercos del clan de las bestias.

—Vamos ya, esto se puede poner muy feo —y Liliya asintió.

Todo se volvió un caos de un momento a otro aquella tarde. Todo iba bien, hacían las rondas de vigilancia con normalidad y el ambiente estaba tranquilo, pero pasadas las 7 de la tarde hubo una explosión que los tensó a todos. Habían dicho que simplemente una caldera explotó porque estaba rota, hacía semanas que les estaba dando problemas y no le dieron más importancia.

Pero algo iba mal, el ambiente para David se había enrarecido desde ese momento, y como temió en cuestión de minutos todo les estalló en la cara. Habían dejado a Joseph en una reunión y estaban vigilando la zona cuando unos soldados del clan del acero, que a saber como habían entrado y llegado hasta allí, los atacaron.

Pelearon para poder abrirse paso y llegar hasta la sala donde se supone que King debía estar, pero allí ya no quedaba nadie a excepción de tres soldados más que los vieron y siguieron para intentar matarlos. El resto ya era historia.

—Beacons ¿Me recibís? ¿Qué está pasando por ahí? —trató de comunicarse el de parche con sus compañeros mediante un walkie.

—Este no es un buen momento —contestó al fin el pelirrojo pero esto no alivió al mayor puesto que no era solo que el otro se oyera preocupado y serio, sino que durante los instantes que habló pudo escuchar disparos de fondo.

—¿Dónde está Sleight? —quiso ir al grano y más si no estaban en una buena posición.

—En su despacho, lo estamos custodiando para evitar que entren.

—King se nos ha escapado, creemos que puede estar dirigiéndose hacia allí.

—¡¿Cómo que se os ha...?! —pero un grito de dolor cortó la frase y la comunicación.

—¡¿Beacons?! ¡Beacons! ¡Mierda! —David guardó el walkie de nuevo y aceleró el paso.

Ambos corrieron por los pasillos y alcanzaron las escaleras, estaban en la cuarta planta por lo que deberían de subir dos más para llegar al despacho de Hans Sleight. Gracias a la forma del edificio para evitar que lo tomaran, esa famosa estructura antiterrorismo, a los soldados les costaba más subir y pasar a los soldados de La Resistencia, pero ese sistema también los retrasaba a ello.

Llegaron a la quinta planta y volvieron a correr entre pasillos para alcanzar las nuevas escaleras que los llevaran a la última planta, por suerte se habían aprendido de memoria el mapa del edificio y no tenían tanto problema. Al menos así fue hasta que al girar una nueva esquina y llegar al pasillo al fondo del cual se encontraban las escaleras se le heló la sangre al mayor.

Por fin habían logrado encontrar a Joe, pero no precisamente en las mejores circunstancias. El castaño estaba en medio de una de las características transformaciones del clan de las bestias, parecía tomar una forma de licántropo, mientras que en frente de él, como si nada pasase a pesar de la cara enfadada de King, había otro hombre de pelo negro.

Liliya reconoció a aquel hombre, lo había visto en la isla y estaba segura de que era la mano derecha de Cinquedea lo que no era una buena señal pues eso significaba que en moreno de pelo rosa estaba por la zona. No lograba recordar su nombre ¿Cómo era?

—Dave Quagmire —dijo en un susurro el de parche.

Con su forma de un lobo de casi dos metros, Joe se abalanzó hacia el otro que, a pesar de la estrechez del pasillo y del enorme obstáculo que suponía su contrincante, pudo esquivarlo sin problemas. Dave y Liliya quedaron unos segundos estáticos viendo como daba igual cuantos ataque intentase King, que todos eran esquivados. La estrechez del lugar jugaba en su propia contra y encima Quagmire parecía se bastante ágil y rápido.

El de pelo negro, cansado ya de aquel juego del gato y en ratón, cubrió, o más bien convirtió, su brazo en acero que relucía. Cuando Joe volvió a tratar de atacarlo este esquivó una de las zarpas y con un certero golpe en el mentón lo hizo retroceder desubicado.

Dave estiró el brazo hacia el frente, sin moverse y a casi dos metros de la bestia, David y Liliya no entendieron que pretendía hasta que de un momento a otro Samford se movió casi por inercia y sin pesar debido a un mal presentimiento.

—Malditos cabeza huecas del clan de las bestias —dijo en voz alta colocándose frente a Joseph.

En eso, de la palma de Quagmire salieron unas agujas de un tamaño considerable, lanzadas hacia ello. Liliya quiso reaccionar pero ya era tarde, creo un muro de hielo entre sus dos aliados y el hombre del clan del acero, pero varias agujas ya estaban al otro lado a pesar de que algunas quedaron clavadas en el hielo.

Joe recuperó su forma humano cuando vida o al del parche caer al suelo de golpe y al acercarse vio como tenía cinco de esas afiladas agujas clavadas por el cuerpo: una en el abdomen, una en su hombre derecho, dos en en pecho y una en el muslo izquierdo. De cada una de ellas resbalaba la sangre de Samford.

—¡Sácalo de aquí! —gritó Liliya cogiendo su hacha y abalanzándose hacia Dave.

—Pero el jefe...

—¡Que lo saques de aquí! ¡Yo me encargo de todo!

King asintió y cargó a David sin sacar las agujas de su cuerpo pues eso solo lograría que se desangrara más rápido.

—Ten cuidado —dijo antes de irse y Liliya sonrió ampliamente.

—Eso lo dices por él ¿verdad? —Joe ya no pudo escucharla, pero Dave si.

Sin esperar un segundo se abalanzó a gran velocidad hacia el mayor para tratar de asestarle un golpe por mínimo que fuera, pero este volvió a convertir su piel en acero y bloqueó su hacha en cada ataque. Paso a lanzarle unos carámbanos de hielo, pero él volvió a lanzar esas agujas que al chocar en el aire se neutralizaron mutuamente.

—Eres buena, es una pena que tengas que morir aquí.

—Eso quien lo dice ¿tu?

—Cualquiera que se oponga a nuestro clan está condenado —aclaró Quagmire— ¿No has visto como acabó el jefe del clan del agua? ¿Tus queridos amigos en el torneo? ¿Los soldados en la guerra de los cien años?

—Si, claro, lo que pasa es que yo suelo ser fiel al dicho de "quien ríe el último, ríe mejor" y creeme que la última en reís voy a ser yo.

La chica no quiso seguir con la charla y volvió a a retomar los ataque incesantes unos tras otro. Era rápida y habilidosa, si seguía así puede que Dave no pudiera seguir el ritmo de sus ataques y en algún momento dejara una abertura que ella pudiera aprovechar.

Uso el hielo para congelar el suelo y hacerlo resbaladizo, buena decisión, Dave no lo esperé y dio un pequeño resbalón que trató de recuperar en seguida, pero logró el despiste que Byoko buscaba y se agachó para llegar su pierna izquierda a chocar con ambas piernas del contrario para tirarlo al suelo.

Alzó su hacha sobre sus cabezas y la dejó caer en picado hacia Dave, quien lamentablemente pudo esquivarla a tiempo lo que hizo chasquear la lengua a Liliya.

—Ya es la hora, me he divertido mucho pero mi señor ya terminó su trabajo.

Este volvió a lanzar esas agujas hacia ella y creó un muro de hielo para bloqueado, pero cuando volvió a la pelea el hombre se había ido, ya no estaba, desapareció. Miró hacia un lado y hacia otro, pero no lo vio por ninguna parte, no pareciera que se hubiera escondido para un ataque sorpresa, realmente se marchó.

Odiaba que la gente hiciera eso, odiaba quedarse a mediad con un combate, odiaba que la dejaran con la miel en los labios con todo su ser. Frustrada estampó su hacha con todas sus fuerzas contra la pared, lo único bueno que habían sacado de aquella situación era que habían encontrado a Joe, pero David salió herido y probablemente en algún lugar del edificio Claude también lo estaba, solo esperaba que Preston, Artemisa y Michael no corrieran la misma suerte que los dos adultos.

Cogió el walkie que ella misma llevaba y trató de comunicarse con los demás una vez más sin éxito. Entendía que Claude no lo cogiera di estaba jodido, pero ¿y los demás? ¿Qué estaban haciendo?

Ella no era de preocuparse por los demás ni mucho menos. Era de las personas con el pensamiento de que cada uno por su lado estaban mejor, pero no podía evitar sentir esa pequeña espinita en su pecho.

—Esta bien Lily, vamos a ello —se dijo a si misma y de un tiró sacó su arma de la pared y se la llevó a la funda de la espalda sacando ahora una pistola de una funda en su mulo derecho.

Subió las escaleras con cuidado, podía ser una loca y una suicida, pero no era gilipollas, si había muchos soldados u otros de la élite del acero como Dave estaba jodida.

Fue todo el camino con sus cinco sentidos alerta, mirando bien cada vez que giraba una esquina y siempre con el cañón de la pistola en alto. Finalmente llegó al frente de la puerta del despacho de Hans, estaba demasiado tranquilo para ser algo bueno. En la entrada había algunos cadáveres de soldados del acero y sangre, mucha sangre.

Con precaución abrió la puerta aún con el arma en alto y lo primero que vio dentro fue el cuerpo del guardaespaldas de Hans tendido en el suelo, era el cuerpo de Themis Law, él debía rodar la edad de su grupo de amigos, era una pena que acabara sí tan joven. Sitio para al ante con la mirada y vio a Claude sentado en una silla sujetándose el hombro que sangraba bastante y este con un trozo de tela trataba de frenar un poco el sangrado taponando la herida.

A su lado estaba Preston que atendía su pérdida un poco por encima al no ser un experto y ya por último vio a Artemisa y Michael agachados al lado de un segunda cadáver, no se lo podía creer, tanta seguridad para nada. Michael se levantó del suelo y pateó el escritorio de la habitación llevándose las manos a la cabeza frustrado.

—¡Joder! —gritó con desesperación.

Ahora que se había quitado de ahí pudo ver el rostro del muero mejor, ya era el segundo jefe que caía y nadie iba a estar contento con eso.

Gyan Cinquedea había logrado matar a Hans Sleight jefe del clan de las bestias.

Mi nivel de contraste entre la tranquilidad de la primera mitad y la muerte y destrucción de la segunda mitad, amo esos contrastes XD

Pues aquí se nos acaban de joder al segundo jefe ¿Caerán todos como moscas? ¿Este será el último? ¿Estará David bien? ¿Y Claude? Pues son preguntas que por ahora no obtendrán respuesta.

Espero que halláis disfrutado de este quinto capítulo, lo he terminado un poco a las prisas a las 11 y pico de la noche, pero no creo que esté mal por ello, de hecho he tenido mi música bien épica para inspirarme para la parte de acción.

Nos vemos... No sé cuando porque no sé si actualizaré algo este fin de semana o nos veremos directamente el lunes de nuevo en MidWar, la verdad XD

~Nova/Dreamer

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