❥︎ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2: Tʜᴇ ᴛʀᴜᴛʜ ʙᴇʜɪɴᴅ ᴛʜᴇ sᴛᴇᴇʟ
ᑕᕼᗩᑭTᗴᖇ 02 ;;
•𝐿𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑜•
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☾︎ᵖᵘᵇˡⁱᶜᵃᵈᵒ: 26/11/2020☽︎
Lynx se removía perezoso entre las sábanas, los rayos de sol que se colaban entre las cortinas comenzaban a molestarlo, pero su gana de levantarse era tan poca que simplemente cambiaba de postura tratando de ocultar su rostro del molesto sol.
Esos repentinos movimientos despertaron por error a la persona que dormía a su lado que bostezo con pereza antes de mirar al albino. En aquella ocasión, como era obvio, no llevaba su pelo atado como solía, su hebras blanquecinas había crecido un poco desde la última vez que se dio un corte para sanear sus puntas y los mechones caían delicados pero desordenados por la espalda del dueño y por la almohada.
Davy sonrió al ver como su pareja se había tumbado boca abajo por tal de evitar levantarse, pero el pobre prácticamente se iba a asfixiar con la almohada a ese paso. Sabía lo que podía llegar a odiar Lynx que lo despertaran de golpe o a las prisas, por lo que Jones, sino quería terminar durmiendo en el sofá esa noche, debía optar por la táctica suave.
—Lin-Lyn —lo llamó de la forma más suave de la que fue capaz teniendo encuentra que eso de ser delicado no era precisamente lo suyo.
Un extraño sonido por culpa de la almohada que tapaba su cara fue la única respuesta que obtuvo al principio lo que lo hizo reír.
—Ya sé que madrugar no es tu pasión, pero ayer me dijiste que tenías una importante reunión con Dark ¿verdad? —mientras hablaba iba acariciando los mechones del color de la nieve casi inconscientemente.
Era una manía que Davy había cogido desde que comenzaron a vivir juntos. No sabía muy bien cuando empezó a hacerlo, simplemente de un día para otro no podía evitar tocar el pelo del menor por la mañanas al despertar, por las noches antes de dormir e incluso después de haberlo hecho.
Por fin el adormilado albino se dignó a girar la cabeza lo suficiente como para que Davy pudiera verle la cara, de nuevo sonrió enternecido por la expresión de "no sé ni en qué dimensión estoy" del otro.
—¿Tengo que ir?
—A ver, es una reunión con Ray Dark. No sé que tan bien se lo tomará si no vas.
Lynx bufó viendo como era inevitable la acción de levantarse de la cálida cama y comenzar a prepararse para el día. Volvió a girar la cara hacia la almohada para segundos después finalmente decidir levantarse perezosamente. Davy simplemente se quedó acostada sin dejar de mirar a su novio.
—¿Hoy no tienes trabajo?
—Nop, tengo día libre en el ejercito marine.
—¿Y no te piensas levantar?
—Es que hace frío —a manera de apoyar su afirmación tiró de las sábanas envolviéndose como un gusano en ellas mientras que Rigen lo miró con reproche y solo rodó los ojos antes de meterse en el baño que tenía la habitación y cerrar la puerta.
Abrió la llave del agua para dejarla correr en la ducha hasta que se pusiera tibia, nunca le habían gustado demasiado las duchas de agua fría. Hacía algunas semanas que se habían "mudado" al clan de la luna, pues la verdad es que estaban en unos apartamentos que el clan había cedido a los soldados que enviaron al frente por los incesantes ataques del clan del acero para tratar de conseguir un nuevo territorio. Su hogar original, como el de casi todos los afiliados a La Resistencia, estaba en él clan del hielo.
Una vez se quitó la ropa y con la mano comprobó que el agua ya estaba en el punto que él quería entró para darse una ducha rápida y prepararse para el día, uno que se presentaba muy largo a decir verdad.
Al salir cogió una toalla que envolvió en su cintura y salió del baño para coger su uniforme de la habitación, al mirar a la cama vio que Davy parecía haberse vuelto a dormir, luego decía que él era el más dormilón de los dos, ya, claro.
Sacó un pantalón y chaqueta de estampado militar en tonos verdes muy oscuros y negros, perfectos para un camuflaje en un lugar sombrío como podían llegar a ser los bosques del clan de la luna. De hecho aquel lugar donde estaban los apartamentos de los soldados, la capital, era de los pocos lugares donde se podía apreciar un sol tan radiante, y aún así no se podía comparar con la luminosidad del clan del sol o del bosque.
Debajo de la chaqueta tan solo se puso una camiseta básica de manga corta negra. Se sentó en el filo de la cama, en la parte de Jones, con cuidado de no aplastar al chico que dormía para colocarse las botas. Mientras ataba los cordones notó un nuevo movimiento a sus espaldas y en seguida unos brazos rodeando sus hombros.
—Primero me metes prisa para que me levante y ahora eres tu quien no me deja terminar de vestirme tranquilo —se burló escuchando al instante una risa de la otra parte.
—Mira, hoy tengo día libre, y tu no tienes misiones a la vista en unos días por lo que supongo que después de la reunión o de algún trabajo de oficina te dejaran libre —comenzó a explicarse el otro— ¿Te apetece que hagamos algo cuando salgas?
—¿Tienes algo especial en mente? —trató de girar un poco la cabeza para mirar a Davy sin lograrlo debido a que estaba justo detrás.
—Bueno, ya cenamos ayer fuera... Y en plena guerra y justo en uno de los clanes más atacados por el acero no hay muchas cosas para hacer... —el peliazul parecía estar tratando de pensar en algo bueno, pero era verdad que las opciones eran escasas, muy escasas— Bueno, déjame pensarlo a lo largo de la mañana, será sorpresa.
—Esta bien, te lo dejo a ti.
Davy por fin soltó al albino que pudo terminar de atarse los cordones y al levantarse se agachó un poco para ponerse a la altura de su novio y poder darle un rápido beso antes de volver a retirarse al baño. Una vez dentro se peinó rápidamente y cogió una goma cualquiera para hacerse su clásica coleta baja antes de salir de nuevo y esta vez si salir de la habitación dejando a Jones dormir un poco más.
Por el pasillo fue hasta la cocina donde se hizo un par de tostadas y dejó la cafetera preparando el café mientras se tostaba el pan. El pan saltó indicando que la labor de la tostadora había terminado y con cuidado de no quemarse lo sacó y lo colocó en un plato para después acercarse al frigorífico y sacar algo de mermelada de fresa casera que él mismo hizo unos días atrás, no era por presumir, pero le había salido buenísima.
Una vez que ambos trozos de pan estuvieron bien untados y guardó la mermelada de nuevo en el frigorífico, la cafetera pitó en señal de que su café ya estaba listo, el delicioso olor algo amargo inundó la cocina para deleite de Rigel. Con las tostadas preparadas y el café listo cogió el plato y la taza y fue al salón para desayunar tranquilo.
En aquella pequeña sala de estar había una televisión de pantalla plana, pero esta hacía literalmente años que no se encendía, de todas formas ¿qué ibas a poner en la televisión si no había cadenas activas? Todas tuvieron que cesar su actividad e incluso cerrar al poco tiempo del estallido de la guerra allí en el clan de la luna. Los primeros ataques directos del clan del acero fueron a lugares muy concurridos o lugares importantes como los platós de televisión y por la seguridad de los ciudadanos tuvieron que ser cerrados.
Era extraño comer con tanto silencio, él era de esas personas que aunque no estuviera realmente viendo la programación la encendía para sentir a las personas hablando de fondo, le resultaba aburrido comer mirando a la nada en completo silencio. Al principio suplió esa falta con las charlas con su familia, y posteriormente con las charlas con Davy cuando comenzaron su vida conjunta, y a veces debía admitir que echaba de menos a sus padres.
Estos tenían muy arraigada su ideología y sentimiento de odio hacia otros clanes, y digamos que no se tomaron muy bien su reciente noviazgo, de hecho se enteró por su hermana que su madre casi se desmayó con la espectacular declaración durante el torneo. Debió de ser impactante para los dos mayores puesto que ninguno de ellos tenía nada de información respecto a esa amistad clandestina, pero no iba a dar marcha atrás solo porque ellos dos no estuvieran de acuerdo.
A pesar de que tenía el apoyo de su hermana en todo aquello seguía sintiendo ese vacío dentro de su pecho al saber que sus padres, aquellos a los que quería y admiraba tanto, no eran capaces de compartir su felicidad. Al menos le quedaba el consuelo de que él padre de Davy no tuvo ningún problema con ello, parecía tener una mente mucho más abierta que sus padres, se alegraba por su novio y a la vez se autocompadecía por si mismo.
Una vez terminó su desayuno regresó a la cocina para fregar la taza y el plato usados, podría dejarlos en el fregadero y limpiarlos después, pero era incapaz, si hacía eso luego tenía todo el día la espinita de haberlo hecho mal. Limpiarlos directamente le ahorraba muchos remordimientos a la larga.
Salió de la cocina y una vez en la entrada del apartamento descolgó de un perchero de peana un abrigo, que era más bien una gabardina, de color negro y se la colocó saliendo finalmente de la casa. Bajó las escaleras sin prisa, después de todo vivían tan solo en un segundo piso y bastante cerca del edificio donde tendría lugar su reunión con el jefe del clan, Ray Dark.
En cinco minutos ya se encontraba frente a un gigantesco edificio con el enorme escudo del clan encima de la puerta principal, estaba frente al consistorio del clan de la luna, donde todo lo importante en referencia a la dirección y organización del clan se llevaba a cabo. Nada más entrar al amplio y pulcro hall de entrada la secretaria llamó su atención a un lado, estaba en un pequeño despacho que podía ver gracias al cristal transparente que hacía la separación entre ambos a modo de ventana.
—Buenos días, soy Lynx Rigel y tengo una reunión programada a primera hora con el señor Dark.
—Un momento, por favor.
La mujer de no más de treinta años tecleó algo en un ordenador y tras unos clic asintió devolviendo la mirada al albino parado en frente suya.
—Efectivamente, el señor Dark le espera en la sala de reuniones del consistorio, planta de arriba, segunda puerta a la derecha.
Lynx asintió y se alejó de la mujer para subir las grandes escaleras que había justo frente a la puerta y que se separaban en dos al llegar a la pared pudiendo caminar tanto a izquierda como a derecha, independientemente de por donde decidiera ir llegaría al mismo sitio, la primera planta, solo que saldría o por la izquierda o por la derecha de dicha planta, había pocos metros de diferencia, pero aun así fue por la derecha como la secretaria le indicó y tocó delicadamente con sus nudillos un par de veces la segunda puerta con la que se topó.
Esperó hasta recibir una afirmación de que podía pasar y en cuanto la consiguió abrió la puerta con cautela pasando a la sala donde Dark no estaba solo. Dentro pudo distinguir a dos personas más, Percival Travis, jefe del clan del hielo, y Seymour Hillaman, jefe del clan del viento, y estos dos a su vez tenían su propia compañía, el primero venía en compañía de su hija Camellia, la recordaba muy bien pues era la mentora del clan del hielo durante el Midnight War, mientras que el acompañante de Hillman si que le sorprendió un poco encontrándose directamente con Arion Sherwind.
—Menos mal que ya has llegado Rigel —habló Ray en cuanto el albino cerró la puerta—. Te los voy a presentar, aunque creo que tu ya los conoces, ellos son; Percival Travis y su hija Camellia, y ellos dos Seymour Hillman y Arion Sherwind, vosotros dos ya os conocéis del torneo si no me equivocó.
—Está en lo correcto, señor —asintió Lynx de inmediato.
—Ellos dos están aquí por dos razones muy importantes y vienen en nombre del resto de jefes de los clanes también —comenzó su explicación el de pelo blanco y largo, que además era, y por mucho, el mas alto de los presentes—. Tu ya debes de esta al tanto de que hace no mucho Hillman estuvo buscando un sucesor para el cargo de jefe del clan ¿cierto? —Lynx volvió a asentir.
Era conocidos por todos que Seymour se había dedicado en cuerpo y alma a su clan, por lo que nunca llegó a tener esposa ni hijos y por lo tanto no tuvo a nadie que se hiciera cargo del clan del viento cuando él faltase. Ahora con una guerra que ponía en riesgo su vida y su ya avanzada edad sumado a los problemas de corazón que había tenido en el último tiempo su tarea de búsqueda de un nuevo jefe se intensificó.
—Resulta que ya a elegido un aprendiz —aseguró Ray ganándose la curiosidad de Rigel—. El señorito Sherwind pasará a ser instruido por Hillman para ocupar su lugar cuando él ya no esté.
Eso sorprendió mucho al albino, pero se alegró por Arion, era uno a los que menos le gustaba la idea de matar y de los más empáticos con las muertes de sus compañeros. Además desde que lo había conocido sentía que el castaño tenía un algo que le hacía confiar de manera instintiva en él y esa era una muy buena característica en el jefe de un clan.
—Sherwind, me alegro mucho por ti —le dedicó una leve sonrisa aún si poder ocultar su sorpresa, el castaño correspondíó con una suave risa nerviosa y un leve sonrojo por tanta atención—. Perdón si sueno un poco brusco, pero ¿esto exactamente que tiene que ver conmigo?
—Tu entiendes que cuando un jefe muere o ya no puede seguir haciéndose cargo del puesto por x o y razón debe dejar el hueco a la siguiente generación ¿verdad? —esta vez fue Percival quien habló y Lynx solo asintió sin entender aún por donde querían ir.
—Bueno, pues hay un clan que acaba de quedarse sin jefe y necesitamos que nos ayudes a convencer a la persona que él mismo pidió que lo sustituyera —esas palabras de Hillman lo sorprendieron mucho más que la noticia anterior.
¿Qué había pasado ya?
—Equipo uno entrad por atrás y lipiad la zona, el equipo 2 accederemos desde arriba —daba las ordenes mientras un grupo de 4 personas mas él mismo corrían por la calle del clan del agua intentando no ser descubiertos.
—Recibido, tened cuidado —fue la respuesta que obtuvo casi al instante.
Aquel clan, su hogar, había cambiado tanto desde la última vez que lo vio que apenas podía reconocerlo. Era mucho más sombrío y gris a sus ojos, solo había destrucción a cada lado y las únicas personas que allí habían eran soldados del acero, estaban en definitiva dentro de su nuevo territorio militar. No quedaba nadie de los que en su día fueron parte de su clan, todas las personas huyeron al clan del hielo, del trueno o del sol, que eran los clanes más lejanos a aquella horrible guerra, y los pocos que pudieran quedar atrás fueron fusilados, guillotinados o asesinados de cualquier otra horrible forma.
Aún recordaba la impotencia que sintió al ver los vídeos que a manera de provocación el clan del acero les envió con las muertes, en muchos casos agonizantes, tanto de soldados como de civiles, maldita sea incluso había niños. No quería volver a ver algo tan espantoso, y esa fue en parte la razón por la que se unió a La Resistencia como soldado, la otra parte, bueno, aún había una vida que merecía justicia.
Entraron finalmente a un edificio circundante al antiguo consistorio del clan del agua, ahora base de operaciones del acero en la zona. Y sin parar subieron por las escaleras las 5 plantas del edificio hasta llegar a la azotea donde se pusieron de cuclillas en circulo tratando de llamar lo menos posible la atención.
—Vale, repasemos el plan —comenzó a hablar en voz baja el castaño—. Mientras que el grupo uno distrae a los guardias y se deshace de todos los que pueda en las plantas bajas, nosotros entraremos por una de las ventanas de la quinta planta, tenemos que llegar a la última planta del consistorio, la octava, es decir que tenemos tres plantas por delante y poco tiempo por lo que no quiero combates innecesarios, iremos directos al antiguo despacho de señor Silver ¿entendido?
—Si, capitán Laggerfeld —dijeron tres de los cuatro miembros del grupo. El cuarto y mayor de los presentes se limitó a mirarlos hasta que su mirada se cruzó con la mirada café de el que lideraba el grupo.
—Con todo mi respeto señor Silver, pero sigo pensando que usted viniera aquí fur una mala idea.
El mayor de los presentes y quinto miembro del equipo 2 era nada más y nada menos que Longjohn Silver, jefe del clan del agua. El hombre a pesar de las palabras del menor no se enfadó, ni mucho menos, comprendía a lo que Laggerfeld se refería y lo entendía, pero aquello era demasiado importante y su presencia física era indispensable.
—Lo sé Damian, pero la misión hoy es la recuperación de unos documentos demasiado importante que no pudimos saca del clan el día de la evacuación. Si esos documentos llegan a manos del acero si que será el fin de Kúvii.
—Pero creo que podríamos habernos ocupado nosotros mismo de la recuperación simplemente con unas indicaciones precisas de su localización, que usted venga aquí no solo lo pone en alto riesgo a usted, sino al resto del equipo.
A pesar de que para cualquier persona la forma de Damian de hablarle a un superior podía parecer demasiado descarada, Longjohn sabía que no lo decía a malas, simplemente estaba preocupado y por la tensa situación no podía medir la intensidad y tono en sus palabras, aunque siendo sinceros Damian nunca había sido de la clase de personas que se preocupaban por esas cosas.
—Los documentos están en una caja fuerte de máxima seguridad oculta en mi despacho, es muy difícil encontrarla sin tener ni una sola pista, pero no es imposible, es por eso que debemos recuperarlos antes. Lo malo es que la caja solo s abrirá con mi huella dactilar, por mucho que quisierais romperla está diseñada para aguantar hasta algunos tipos de bombas, por eso es tan importante que yo viniera.
Damian suspiró, Hurley ya le había explicado algo así cuando le contó sobre la misión, pero eso no significaba que le gustara poner a su líder en tal riesgo. Esa misión debería haberla llevado a cabo un escuadrón oasis, pero todos estaban ocupados aquel día y además Kane insistió en que él se encargara de todo, después de todo Damian se había presentado para ser capitán de uno de esos importantes escuadrones, cumplía todas las aptitudes y habilidades necesarias, y Jude Sharp le había instruido muy bien. Si lo lograba sería el primero de su generación en capitanear un escuadrón oasis.
—Crusoe, Aoyama, os quiero pegados a Silver como si fuerais su sombra, ni una abertura ¿entendido? —los dos chicos asintieron seguros de si mismos— Baudet a ti te quiero en el frente conmigo, dispara a todo lo que se nos acerque o te parezca un peligro.
Tras esas últimas indicaciones el grupo se acercó al filo de la azotea y Crusoe y Aoyama sacaron unas extrañas pistolas bastante grandes que al dispararlas mandaron unos ganchos hacia las ventanas del edificio de enfrente, rompiéndolas y enganchándose en algún lugar.
Los dos chicos dieron un par de tirones fuertes para asegurar que no se caerían y ataron el otro extremo a un poste cercano. El plan era deslizarse por la cuerda que ahora unía ambos edificios y entrar al consistorio antes de que una docena de soldados acudieran alertados por el ruido de las ventanas rompiéndose.
Hughes y Rob fueron los primeros en deslizarse cada uno por una de esas cuerdas terminando de romper los cristales al pasar por la ya maltrecha ventana, los siguió Shun y así Damian quedó solo con su jefe en la azotea.
—¿Tiene miedo a las alturas? —le preguntó tratando de ayudarlo a enganchar bien el aparato que usaban para deslizarse.
—Leggerfeld, entiendo que para ti debo de ser un viejo idiota, pero creeme, yo también participé en su día en el Midnight War y recibí la instrucción militar que todo nuestro clan recibe, sabré apañármelas —y con eso ducho el solo, y con bastante habilidad se deslizó hacia el consistorio haciendo suspirar a Damian.
—Un viejo idiota no, pero un viejo cabezota si.
Damian enganchó su propio dispositivo y siguió el camino del resto de su equipo hacia el otro lugar. Una vez en el interior logró situarse en pocos segundos gracias al mapa que su pulsera mostraba, era una pulsera holográfica con un montón de funciones que eran realmente útiles a decir verdad, fue desarrollada por Turner y Hill en tiempo récord usando las pulseras del Midnight War como base.
Con unas simples señas indicó al grupo que lo siguiera, debían alejarse rápido de allí antes de que alguien llegara y tuvieran problemas. Caminaron por varios pasillos con la suerte de no encontrarse con nadie hasta encontrar al fin las escaleras que subían a la sexta planta.
Al llegar si que pudieron ver de lejos a algún soldado, pero pudieron ingeniárselas para continuar sin que los vieran, tuvieron que dar un rodeo mayor, pero merecía la pena si podían evitar una lucha innecesaria que solo les haría perder aún más tiempo. No fue hasta llegar a la séptima planta que los primeros intercambios de balas se sucedieron.
Mientras que Baudet y Crusoe se encargaban de unos, Damian y Aoyama de los que venían por el otro lado, incluso pudieron ver como Longjohn se encargaba de uno al estar los menores ocupados. El castaño tenía que admitir que era cierto que se sabía defender muy bien, quizás no era un militar de élite, pero estaba claro que aún mantenía unas bases y una forma física bastante buena.
Cuando por fin llegaron a la octava y última planta no se encontraron con ningún soldado, estaba completamente vacío y esto no le gustó un pelo al chico, si bien solo había tranquilidad y silencio se podía sentir una atmósfera tensa.
—Todos alerta, que no se os escape ni un movimiento —ordenó y todos asintieron.
—Capitán, allí —señaló Shunsuke a una puerta al final del pasillo en el que estaban—. Ese es el despacho.
—Si, es ese —afirmó Silver y así todos se acercaron con mucho cuidado.
Una vez en frente de la puerta nadie la abrió, lo primero que hicieron fue que Shun colocó un extraño aparato cuadrado pegado a la puerta, era una pantalla táctil y a la derecha unos botones, el aparato se pegaba gracias a cuatro patas que tenía, una en cada esquina, que hacían efecto ventosa. El castaño tecleó con rapidez algo, muchos números y letras aparecían por la pantalla, también algunas gráficas que a nadie le daba tiempo a ver bien por la velocidad que Aoyama cogió programando el aparato.
—No detecta huellas de calor ni movimiento por lo que no hay nadie dentro. Tampoco parece haber bombas, minas o alguna trampa —aseguró quitando el aparato de la puerta y guardándolo de nuevo en su mochila.
—Bien, Aoyama, Silver y yo entraremos, vosotros vigilad la puerta.
Damian abrió con mucha sutileza la puerta, nada saltó, explotó o se escuchó, tampoco veía a nadie dentro por la ranura que abrió, por lo que finalmente se decidió a abrirla por completo y pasar al interior. Tras él Longjohn y su compañero también pasaron y Aoyama cerró la puerta tras él. Damian dio un par de vueltas por la habitación, miró en varios sitios y hasta se asomó por la ventana, nada sospechoso.
—La habitación está limpia —aseguró—. Ya puedes buscar la caja fuerte.
Longjohn asintió y se acercó a un armario de madera antiguo que había en una esquina de la pared. Abrió el segundo cajón y para sorpresa de los menores quitó un doble fondo falso sacando una pequeña llave del interior, colocó la tabla bien de nuevo y cerró el cajón acercándose ahora a su antiguo escritorio. Apartó la silla de escritorio y se metió bajo la meta palpándola hasta encontrar el pequeño hueco que buscaba, metió la llave por ahí y le dio media vuelta, dejándola puesta salió de debajo para acercarse a una de las paredes donde apareció un pequeño teclado en el que metió una clave que nadie conocía y sacó una pequeña pantalla de apenas la mitad del tamaño del teclado donde colocó su dedo y un mecanismo se escuchó en la habitación.
Ahora el mayor regresó al armario del principio y esta vez el cajón que abrió al principio, en lugar de tirar hacia afuera, tiró hacia arriba como si fuera la puertecita de una trampilla y una caja fuerte se quedó a la vista, de nuevo puso su dedo en la puerta de esta y se abrió de manera automática.
—Menos mal, siguen aquí —suspiró el adulto y cogió las varias carpetas de su interior cerrándolo todo de nuevo y poniéndose en pie.
—¿Está todo? —cuestionó Damian.
—Creo que si.
En ese momento algunos disparos se escucharon fuera y eso alertó a los tres presentes.
—Rob, Hughes ¿qué sucede ahí fuera? —preguntó por el comunicador que llevaba como un auricular en su oreja, pero los dos chicos no pudieron contestar, se vieron obligados a retroceder y por ende a entrar en la habitación pegándose a sus dos compañeros y a su superior.
Tras los dos menores al menos cinco soldados del acero entraron, y no venían solos, un hombre de traje blanco, tez morena y pelo rosa y largo entró con ellos, Damian lo reconoció al instante, era Gyan Cinquedea, se tensó al instante.
—Gracias por hacer el trabajo por nosotros —el hombre se mostraba seguro y tranquilo ante la situación, lo que solo crispaba más los nervios de los demás, Longjohn era el único que parecía poder mantener también la calma—. Hacia meses que buscábamos esos documentos, pero ya imaginé que solo el jefe del clan del agua sabría donde estaban, solo tuvimos que esperar a que vinierais por vosotros mismos.
—Esto es caer muy bajo incluso para ti, Cinquedea —se limitó a decir el otro adulto ganándose una carcajada del moreno.
—Me encanta oír eso de uno de los clanes que tiene la culpa de la miseria de nuestro clan desde el principio.
—Nadie sabe por qué hacéis todo esto, siempre culpáis a la Diosa Ansythma o al resto de clanes, pero nadie sabe nada de vosotros.
Cinquedea dio algunos pasos dando un paseo por la habitación hasta frenar frente a la ventana y comenzar a hablar de nuevo mirando por ella casi con nostalgia, como si lo que estaba a punto de contar lo hubiera vivido él en su propia carne, pero en realidad esa historia tenía cientos de años.
—Me pareció patético el enterarme que vosotros ni siquiera estabais al tanto de la existencia del decimotercera clan, esa patética Diosa si que supo cerrar la boca.
—No creó que debas hablar así de nuestra Diosa.
—Y yo no creo que debas abrir la boca si no quieres que te la rompan —amenazó—. Esa estúpida Diosa a la que todos veneráis en realidad es el mayor monstruo de todos, creó doce clanes a su semejanza, cada uno con uno de sus dones y cuando llegó nuestro turno ella se arrepintió, creó un clan demasiado poderoso. Normalmente para llegar a ser una amenaza para ella debería de haber una alianza mínima de tres o cuatro clanes, pero el clan del acero podía plantarle cara por cuenta propia, esto la asustó y la llevó a encerrarnos en la isla Yoru, esa bonita isla en la que os habéis estado matando durante los últimos sesenta años.
—¿Quieres decir que esa isla era el territorio del clan del acero?
—Exacto, por eso esa isla tiene nuestro escudo, por eso había una ciudad en ruinas allí y por eso había grutas subterráneas con construcciones bajo tierra, todo eso fue hecho por nuestros antepasados para tratar de sobrevivir solos y apartándose del resto de clanes.
—Eso es horrible —dijo entre dientes Laggerfeld apretando los puños—. Habéis mancillado vuestra propia tierra con sangre de inocentes.
—Ansythma jamás nos reconoció como clan, ni siquiera os habló de nuestra existencia, esto nos llevó a nuestro límite y... —pasó su dedo pulgar de lado a lado sobre su cuello— Es lo que pasa cuando eres un tirano, nadie aquí es inocente niño.
—Siento mucho todo lo sucedido, pero eso no justifica que la matarais, que comenzarais una guerra entre nosotros sin tener ninguno nada que ver en la muerte y llevarnos a jugar un torneo a muerte, porque después de una larga investigación descubrimos que fue un ancestro de la familia Cinquedea quien dio la idea del torneo a uno de los antiguos jefes del clan del bosque, parece que las habilidades de manipulación os viene en la sangre.
—Me gustaría seguir con la charla, pero la verdad es que ahora me interesa más que me devuelvas esos papeles.
Cuando Cinquedea se trató de acercar, Silver le metió los papeles a la fuerza a Damian en el abrigo. Creo una enorme ola que tiró y arrastró a los soldados y al propio Gyan hacia atrás y con una nueva corriente empujó a los menores por la puerta a modo de tobogán sacandolos de la habitación y enviándolos escaleras abajo, todos el suelo estaba encharcado después de esto, pero Longjohn no se movió ni un centímetro incluso cuando Gyan se puso en pie y se acercó enfadado al mayor.
—Vamos a recuperar lo que siempre debió ser nuestro —aseguró justo antes de coger una daga que llevaba en su cinturón y con ella cortar el cuello del otro dejándolo caer al suelo de rodillas mientras se desangraba— ¡¿A qué esperáis?! —le gritó a los soldados— ¡Matadlos a todos y traedme los documentos!
Todos los soldados salieron corriendo de la habitación para ir a buscar a los menores que habían sido llevados lejos por el agua.
Doy finalizado este capítulo 2 por aquí y bueno, hubo final inesperado, ha empezado todo bien amoroso, pero ha acabado un poco sangriento XD en MidWar no lo ves venir.
Aviso que he vuelto a publicar el apartado de los mapas y los clanes porque por alguna razón se mandó a borradores solo sin yo darle a nada y me di cuenta hace un rato y mi cara fue tal que así :/
¿Qué tal este segundo capítulo? ¿Os gustó el secreto del amor? 7u7r
Quiero aprovechar y meter, dentro de lo que pueda y no quede forzado, más momentos cotidianos o de pareja, pero eso si, la clásica muerte y destrucción sigue aquí.
~Nova/Dreamer ♥
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