❥︎ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 19: Mᴇᴍᴏʀɪᴇs ᴏғ ʏᴇsᴛᴇʀᴅᴀʏ
ᑕᕼᗩᑭTᗴᖇ 19 ;;
•𝑅𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑦𝑒𝑟•
✔︎—————;;*;;—————✔︎
☾︎ᵖᵘᵇˡⁱᶜᵃᵈᵒ: 26/02/2021☽︎
—No puede ser que hayan desaparecido de la faz de la tierra —dijo Njord.
Él y Liliya pararon a recuperar él aliento después de haber estado corriendo en busca de Blossom y Shearer sin éxito. Los dos soldados del acero parecían haberse escondido en una cueva para no volver a aparecer.
—¿Y si han vuelto a su base? —puso la posibilidad en la mesa Liliya.
A esas alturas podría ser que ya hubieran detectado al grupo de Bryce y que hubieran hecho regresar a varios soldados para proteger la base del clan del acero.
Sinceramente para ellos era una muy mala noticia pues eso no solo significaba que el grupo de infiltración tendría problemas, sino que ellos no podrían encargarse de ninguno de los dos soldados de los catorce del acero. Y eso a pesar de que le prometieron a Dulce que ellos se harían cargo de la situación.
—Aunque los avisaran justo ahora no puede ser que desaparezcan sin más, alguien ha debido verlos retirarse.
—Pero ninguno de los compañeros a los que les hemos preguntado los han visto.
—Y eso me preocupa también por otra parte —Liliya miró a Njord para que se explicara—. Nos hemos encontrado con menos soldados enemigos y menos combates a pesar de estar aproximándonos a la primera línea.
—Entonces realmente puede ser que se estén retirando...
Njord suspiró y luego negó con la cabeza tomando una gran bocanada de aire.
—No tenemos que preocuparnos por eso ahora mismo —dijo el chico—. Sigamos buscando a esos dos cabrones.
—¡Así se habla! —rió la chica.
Ambos volvieron a correr por aquel bosque que cada vez parecía hacerse más solitario y oscuro. Njord estaba seguro de que deberían de estar acercándose al centro de toda la batalla, pero el ruido se escuchaba aún bastante lejos de donde ellos se encontraban.
—Creo que hemos logrado hacer retroceder a las tropas del acero —comentó el peliazul.
—¿Tú también lo has notado? Hemos pasado miles de veces por aquí hoy y ya deberíamos de habernos reunido con todos los demás. Definitivamente han avanzado mucho en territorio enemigo.
Solo hubo un segundo para reaccionar. Justo cuando pasaban entre dos enormes árboles, Njord pudo ver detrás de uno de ellos a Cherise por el rabillo del ojo. La pelirrosa los atacó con aquella extraña cinta de metal que por lo visto ya había reparado.
Njord quiso hacer algo al respecto pero Byoko se le adelantó. Se puso delante del chico y usó su nueva hacha para bloquear la cinta que se enrolló en el mango. Cherise dio un tirón tratando de arrebatarle su arma a la otra fémina, pero esta no contaba conque Liliya usaría su mano mecánica para agarrar la afilada cinta sin miedo y tirar de ella.
Cherise dio un traspié y Liliya aprovechó para acercarse a gran velocidad y darle un puñetazo en la cara. La otra no esperó a recibir un segundo golpe antes de lanzarle una patada como contraataque que Liliya frenó agarrando su pie con la mano.
—Eres buena —reconoció Cherise.
—Mucho más que tú.
Liliya comenzó a congelar el pie de Cherise con hielo que generaba desde su palma. La chica al notar esto usó el agarre de Byoko como apoyo para alzar su otra pierna y patear la cara de la peliceniza. El movimiento tan brusco rompió el hielo que comenzaba a formarse y el golpe que desestabilizó a su oponente lo usó para recuperar la distancia.
Liliya alzó la cara sonriendo sádicamente y limpiando con su muñeca un leve hilo de sangre que resbalaba por su labio. Le había dolido, pero a ella le dolería más cuando la torturara hasta la muerte.
—Liliya, cálmate —ordenó Njord y a la chica no le quedó más remedio que obedecer.
El chico se había concentrado en vigilar el alrededor confirmando que Cherise estaba sola. Shearer debió de irse por su lado dado que en la élite del acero solían ir por libre, y debido a la nueva distancia a la que el ejercito del acero se encontraba no había encontrado a refuerzos que la ayudaran.
—Liliya, tenemos una oportunidad de acabar con ella ahora que está sola.
—Eso es lo que iba a hacer, no hace falta que me lo repitas —la chica iba a volver a lanzarse hacia Blossom cuando Njord la detuvo agarrándola del hombro.
—Tenemos una oportunidad y no vale con simplemente lanzarse al peligro —explicó—. Necesitamos una estrategia.
—Cariño, no hice una estrategia ni cuando fuimos a morir a una isla en un torneo de asesinato, ¿de verdad creer que la voy a hacer ahora?
Liliya besó la nariz del más alto y quitando la mano de este de su hombro esta vez si que se lanzó como una bala a por la otra chica. Njord suspiró dándose por vencido, cuando a Byoko se le metía algo en la cabeza era imposible hacerla cambiar de opinión. No solo era una loca, psicópata y suicida, también una maldita testaruda.
"¿Por qué diablos me gusta?"
Era la pregunta que muchas veces se había hecho, pero incluso él mismo sabía que era una pregunta estúpida. En primer lugar uno no decidía sobre los sentimientos del corazón, y en segundo lugar tenía muy claro en qué momento exacto supo que Liliya era alguien especial para él.
Aquel día en el parque, cuando él temía volver a una casa donde lo maltrataban, cuando ella fue tan amable con él y le dio su abrigo en aquella helada tarde. Aunque jamás lo había admitido en voz alta él realmente se sintió muy apegado a esa chica, a esa tal Liliya Byoko, aunque en aquel momento por su corta edad no supiera que eran esos sentimientos.
Aunque actualmente Njord era alguien bastante popular y conocido en su clan, o al menos lo era antes de que una guerra estallase, esto no fue siempre así. Él era el apestado de su clase durante la primaria, el niño al que nadie quería tener cerca.
Su familia no era muy rica, de hecho definitivamente eran muy pobres. Su ropa siempre era muy vieja y solía tener golpes en su cuerpo debido a los abusos de sus padres, por no mencionar su constitución débil por la desnutrición debida a lo descuidado que lo tenían.
Doce años antes
—¡Me ha tocado! —gritó una niña durante el descanso entre clases.
La niña se levantó de su asiento de un salto y se alejó de aquel niño peliazul que se le había acercado. Toda la clase miró en su dirección, unos con sorpresa y otros con asco. Pero definitivamente nadie lo hacía por la exageración de la niña, sino por la presencia del niño.
—¿Otra vez tu? —preguntó un niño de su clase.
Era uno de los que más solía meterse con él y ante eso Njord dio unos pasos para atrás al ver que este se veía algo enfadado. Lo último que quería era buscarse problemas.
—Solo... Solo le pedía unos apuntes... —dijo en un tono de voz sumamente bajito.
—¡Habla más alto, raro! —le reclamó su compañero dándole un empujón que casi lo hizo caer al suelo.
—Perdón —se disculpó a pesar de que no tenía mucho sentido hacerlo en ese momento.
—Ey no lo toques que te pegará las pulgas —escuchó decir a otro de sus compañeros aunque no sabía muy bien quien lo dijo pues mantenía su mirada en el suelo.
—Deberían sacarlo de nuestra clase, él es raro y da pena —añadió una niña.
—Encima me ha tocado el hombro —se quejó la niña que gritó en un principio—. Ahora tendré que quemar la camiseta. Espero que estés contento era mi favorita —dijo eso último mirándolo a él.
—Deja de acercarte a nosotros y quédate en tu esquina como la basura que eres —dijo el niño que lo había empujado anteriormente.
A Njord no le gustaba para nada todo lo que le decían. Lo hacían sentirse mal y muy perdido. No le gustaba estar en casa porque sus padres lo maltrataban física y mentalmente, pero también odiaba ir a clase gracias a sus compañeros.
—¡Dejadlo tranquilo!
Una voz se alzó entre todas las demás y una chica más baja que él salió de entre sus compañeros situándose al frente mirando al resto de niños de aquella clase.
—Otra vez ella —se escuchó un susurro de alguien.
—¡No podéis insultarlo y pegarle cada vez que queráis!
Liliya puso los brazos en jarra y miró con el ceño fruncido a los demás. Aquella niña tampoco era demasiado popular y también la daban un poco de lado, pero a diferencia de él, Liliya tenía una personalidad fuerte y extrovertida y no se dejaba amedrentar.
Además era el propio Njord el blanco favorito de sus compañeros, por lo que ella pasaba más desapercibida. A pesar de eso ella no dudaba a la hora de salir a defenderlo. Alguien normal aprovecharía para no llamar la atención y que no centraran las burlas en ella también. Pero a Liliya eso le daba absolutamente igual y no dejaba que se metieran con él tan fácilmente.
—No deberías meterte en asuntos que no te incumben —le reprochó uno de sus compañeros.
—¿Y a ti es que tus padres no te han enseñado educación? —dijo Liliya mostrando una amplia sonrisa al haber logrado que aquel niño se callara.
Njord la observó sorprendido, y por qué no admitirlo, bastante orgulloso. Realmente admiraba la valentía de Liliya en ese tipo de situaciones. Lo que no esperaron ninguno de los dos es lo que una de las niñas dijo a continuación:
—Él por lo menos tiene mamá.
Njord fue consciente de el golpe bajo que fueron aquellas palabras y miró con miedo a Liliya. Todos sabían perfectamente que aquella niña había perdido a su madre años atrás y que era un tema tabú que muchos profesores prohibieron mencionar. La chica se mantuvo callada por unos segundos pero luego se giró con orgullo y se dirigió hacia Njord acercándose a este.
—Olvídalos, Njord. Solo son un grupo de perdedores que no saben valorar lo que tienen.
Liliya lo condujo al pupitre que quedaba libre justo al lado de ella. Njord al principio no quiso sentarse para que no la tomaran con ella burlándose con que se había sentado al lado del pulgoso. Pero Liliya no le permitió irse. Recordaba como muchas veces pasaba las clases mirando a su compañeros tratando de adivinar lo que pasaba por su cabeza para actuar así, pero claramente nunca lo conseguía.
Liliya Byoko era un misterio.
En la actualidad
Los años pasaron y él acabó por ser arrebatado de sus padres cuando se demostraron los maltratos que sufría a diario. Fue enviado a un orfanato en otra ciudad y pocos meses después fue adoptado por una buena familia que sí lo cuidó con mucho cariño.
Su nueva familia fue el punto crucial en el que su cambio comenzó. Gracias a su mejor alimentación su estado físico mejoró considerablemente y su ropa ahora era nueva y estaba bien cuidada. También trabajó mucho en su autoestima y seguridad para no seguir siendo el sumiso y tímido Njord que siempre había sido.
Aun así no era capaz de olvidar todo lo que sufrió por culpa de otros y por eso mantenía esa personalidad fría y distante. No fue hasta muchos años después que se reencontró con Liliya de nuevo, pero la chica a la que tanto admiraba había cambiado demasiado.
A pesar de esto, y para su sorpresa, su corazón volvió a latir por ella por muchos años que habían pasado desde la última vez que la vio. El problema residía en que debido al cambio de Njord este ya no sabía como demonios expresarse correctamente. ¿Le importaban las habladurías de los demás sobre la personalidad de Liliya? No. Era una respuesta simple y contundente.
Liliya lo ayudó en sus peores momento sin importarle lo que los demás decían de él. Ahora que las tornas habían cambiado el no se dejaría llevar por las palabras de otros como un idiota.
Ambos ya tenían algunos cortes por culpa de aquella molesta cinta. Por más que lo intentaban no lograban acercarse lo suficiente a Cherise, y los dos, pero sobre todo Liliya, ya se sentían frustrados.
En un nuevo intento de golpearla lanzaron una ataque conjunto, siendo que Liliya atacó desde arriba lanzando carámbanos de hielo a diestro y siniestro, y Njord atacó desde abajo creado un camino de afilado hielo. Cherise esquivó con elegantes y ágiles saltos los ataques de Snio, y gracias a su cinta y cómo la movía bloqueó cada carámbano que Liliya lanzó.
—Ya debería de faltar poco —dijo la pelirrosa con una amplia sonrisa.
—¿Poco? —preguntó en voz baja Njord.
—¡Ven aquí pequeña bastarda! —gritó Liliya, pero justo cuando iba a volver a atacar comenzó a toser de forma demasiado fuerte.
Njord se asustó por este acto tan repentino y quiso acercarse, pero un fuerte mareo lo hizo tener que arrodillarse. No se sentía demasiado bien ¿qué estaba pasando? Alzó la mirada y vio la enorme sonrisa de Blossom, luego miró a Byoko y como sus manos estaban cubiertas de una espesa sangre oscura que no paraba de salir de su boca al toser.
—¿Qué has hecho? —cuestionó Njord.
—Estáis sufriendo los efectos de la Batracotoxina ¿no os sentís emocionados? Vais a ser mis conejillos de indias para probar este veneno.
La cinta. Cherise había impregnado esa cinta con el veneno y los cortes múltiples hicieron el resto del trabajo.
—Eres una zorra tramposa —dijo Liliya tratando de recomponerse.
—Solo me gusta acabar mi trabajo pronto. No os preocupéis, no me gusta torturar a la gente. Este veneno es condenadamente letal, pero no es doloroso —explicó Cherise como si eso pudiera ser un gran alivio—. La batracotoxina aumenta el ritmo de vuestro sistema cardiaco y nervioso, vuestro corazón bombea la sangre en mayor cantidad y más rápido de lo que vuestro cuerpo puede soportar. De ahí que estéis sangrando.
Njord entonces notó que Liliya no era la única que estaba en ese estado. Sus oídos habían empezado a sangrar también y notaba su corazón acelerado.
—No os molestéis en tratar de quitarme el antídoto, ¡No existe tal cosa! —rió la pelirrosa.
La chica no pudo terminar su carcajada cuando un gran trozo de hielo voló hacia ella golpeándole en el brazo y dislocándole el hombro. Debido a esto su cinta salió lanzada a varios metros mientras que ella tan solo gritó de dolor. Pero estos fueron callados rápidamente cuando un fuerte golpe la tiró al suelo y una mano tapó su boca echando su peso sobre su cuerpo para que no se moviera.
—Tu vendrás al infierno conmigo —susurró Liliya en su oído.
La mirada de Cherise, quien no se esperaba esos repentinos ataques, mostró su pánico y se movió bruscamente tratando de liberarse. Fue imposible cuando el hacha de Liliya descendió hacia su cuello de un golpe limpio.
La ojivioleta se levantó para alejarse de Cherise, pero la tos volvió y cayó de rodillas al suelo. No podía casi moverse a esas alturas y su vista se volvía borrosa. Al final iba a morir como un monstruo, tal y como había vivido.
Unos brazos la rodearon y atrajeron para abrazarla. Liliya alzó su cansada mirada y pudo ver a un Njord también en las últimas quedarse a su lado.
—Lo siento —dijo Liliya—. Siento haberte arrastrado a tu muerte.
—Eso no importa —negó el chico—. Yo siempre estaré a tu lado en las buenas y en las malas. Estoy aquí para ti aunque muramos los dos.
Las lágrimas fueron ya incontenibles para la fémina. Eran lagrimas de rabia, de pena e incluso de terror, incluso Liliya era. capaz de sentir miedo al acercarse a algo tan desconocido como la muerte. Las lágrimas se unían con la sangre al llegar a la barbilla y debido al estado en el que se encontraba pocos podrían decir que esa Liliya era la misma cruel asesina del Midnight War.
—Lo siento, lo siento mucho —repitió.
—Solo me arrepiento de una cosa —habló Njord y Liliya lo miró—. ¿Recuerdas el día en el parque? ¿Cuando me ayudaste y me diste tu abrigo?
—Aún te acuerdas...
—Jamás lo olvidaría —le mostró una leve sonrisa por las pocas fuerzas que a él también le quedaban—. Aún tengo tu abrigo ¿sabes? Al final nunca te lo devolví.
—Me alegra que realmente lo guardaras. Eso es... muy bonito por tu parte.
—Quería devolvértelo el mismo día que te pidiera que te casaras conmigo.
Aquellas palabras sorprendieron a Liliya por lo sinceras que fueron. No lo decía por quedar bien en el último momento o por hacer la situación algo más bonita, lo decía en serio, realmente iba a pedirle matrimonio. Las lágrimas de Liliya aumentaron al comprender que tristemente eso jamás pasaría.
Njord la abrazó tratando de consolar su llanto. No lo había dicho con la intención de hacerla sentirse miserable en el último momento. Solo quería que supiera todo lo que ella había significado para él siempre.
—Lily, te amo, y lo eres todo para mí. Las palabras no me alcanzarían para expresarte todo lo que siento, por ello si algún día reencarnamos y volvemos a nacer en este mundo o en cualquier otro ¿te casarías conmigo?
—Por supuesto que sí, idiota —dijo con una sonrisa entre riendo y llorando—. Yo también te amo.
Ambos se dieron un último beso. Aquel último beso que se llevó junto a él el ultimo suspiro de ambos. En aquel momento dos almas destinadas realmente abandonaron el mundo juntas, pues ni la muerte iba a poder separarlas.
—Mira, ahí —señaló Damian al frente y Beyond miró en esa misma dirección.
Algo más adelante vieron a Rosie arrodillada en el suelo atendiendo a un aparentemente herido Bai Long. A los dos les pareció raro que esos dos estuvieran solos, pero conforme se acercaron más vieron que Vladimir también estaba allí. Lo que le impactó a ambos es que el mayor de los Blade estuviera sentado al lado del cuerpo de su hermano menor que al contrario que Bai Long, no se movía.
—No puede ser —dijo Infinity frunciendo el ceño.
—Me temo que sí —se limitó a contestarle Damian—. Así es la guerra, unos mueren para que otros vivan.
Los dos llegaran junto a aquel pequeño grupo y no fue hasta que Rosie los saludó que Vladimir notó la presencia de estos. La chica de trenzas corrió hacia ellos en cuanto notó a quienes traían en la espalda.
—¿Qué ha pasado? —les preguntó Rosie una vez Infinity dejó a Maxim en el suelo junto a Bai Long.
—Una pelea con Quentin y Aimé —explicó Damian dejando al mencionado en el suelo—. Le atravesaron en costado con una lanza.
—Es bastante grave —reconovió—. Trataré de frenar el sangrado todo lo que pueda, pero aquí no voy a poder hacer mucho por él. Necesito llevarlo a un hospital.
—Hemos visto un jeep y abandonado a unos metros de aquí, si lo cogemos podríamos llevarlo —explicó Infinity y Rosie asintió.
—¿Y tu que tal compañero? —preguntó Damian acuclillándose al lado de un al menos consciente Bai Long.
—Me duele como el infierno, pero sigo vivo —rió el albino.
—Iré yo a por el jeep —dijo Vladimir levantándose del suelo—. Soy el único que sabe conducir de los que estamos aquí. Los demás podéis esperar aquí a Dulce que seguro que querrá venir en cuanto encuentre a Arion.
—¿Estas seguro? —preguntó Infinity mirando de reojo el cuerpo de Víctor.
—Ya no se puede hacer nada por los muertos —aclaró sabiendo a lo que el menor se refería—. Pero aun podemos intentar hacer algo por los vivos.
—Te acompaño —se ofreció Damian y Vladimir asintió.
Mientras que ellos dos iban en busca del vehículo que los sacaría de allí, Infinity y Rosie se quedarían cuidando de Bai Long y Maxim, además de vigilar a Quentin cuando despertara. Damian se fue junto con Valdimir a quien notó micho más serio y callado de lo que normalmente el mayor era. Vlad trataba de no mostrarse demasiado deprimido para que su estado no afectara a sus compañeros, todos habían perdido a personas importantes.
Damian entendía perfectamente el estado de Vladimir y tampoco quería forzarlo a hablar si él prefería estar tranquilo. Caminaron por casi medio kilometro en silencio hasta que fue el propio Vladimir quien lo rompió.
—¿Puedo pedirte una cosa?
Damian lo miró confundido. El mayor no lo miraba pero su voz era serie.
—¿El qué?
—Bobby Shearer y Cherise Blossom fueron quienes mataron a Víctor. Liliya y Njord fueron tras ellos, pero si por alguna razón no pudieran encargarse, y tú te cruzas a algunos de los dos... —hizo una pausa pensándose bien lo que iba a decir— Mátalos.
—Lo haré —afirmó sin dudar.
No lo dudó por el simple hecho de que si la situación fuera al revés, y a Blossom y Shearer los ordenaran matarlos, ellos tampoco lo dudaría. Eran fieles a su clan, a Gyan Cinquedea, y Damian y todos sus compañeros lo eran a la justicia.
En unos minutos más llegaron al fin a la zona donde Damian e Infinity habían visto el jeep y Vladimir se metió dentro para tratar de arrancarlo, afortunadamente lo consiguió.
—Sube rápido, no le queda mucho combustible y tenemos un largo camino hasta llegar al hospital más cercano —dijo Vladimir.
Damian asintió y subió al asiento de copiloto. Vladimir se puso en marcha y en menos de dos o tres minutos regresaron a donde sus compañeros estaban. Hubo algo que crispó los nervios de los dos, pues la zona se veía más destruida y Rosie e Infinity se habían movido de lugar con los dos heridos.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Vladimir saliendo del jeep.
—¿Dónde está Quentin? —fue lo que preguntó Laggerfeld al ver que el pelirrosa no estaba.
Infinity y Rosie se miraron antes de contestar, algo que no le gustó nada al castaño.
—Se ha escapado —dijo finalmente Infinity.
—¿Qué? —Damian no podía creer lo que escuchaba.
Esos dos realmente habían dejado escapar al que era uno de los mayores enemigos del acero y a la pieza clave para acabar con la guerra. Con el hijo de Gyan como rehén tenía la ventaja. Pero ahora yo no tenían nada de eso porque de alguna forma había huido.
—¡Lo siento mucho ha sido culpa mía! —se disculpó Rosie al ver la cara de Damian.
—No le hagas caso —escucharon la voz de Bai Long, al parecer iba encontrándose mejor—. Redd y Beyond estaban tan centrados en Millennium y en mi que no notaron que Quentin había despertado. Él supo aprovechar la oportunidad.
Damian quiso gritarles, pero se contuvo. Ellos no tenían toda la culpa, él también pudo quedarse a vigilarlo en lugar de acompaña a Vladimir. Además tenían el consuelo de que todos estaban bien.
—No os preocupéis por eso, ahora hay que llevaros a un hospital —le contestó Vlad al albino.
—Hemos logrado contactar con Dulce —dijo entonces Infinity—. Ha encontrado a Arion y nos esperan unos kilómetros más adelante para que los recojamos con el jeep.
—Id vosotros a por ellos, yo iré a buscar a Quentin —dijo Damian ganándose la mirada de los demás.
—No puedo dejar que hagas eso —negó Vladimir—. Es alguien muy peligroso como para que vayas solo.
—Si me doy prisa puede que aún logre alcanzarlo. Es alguien demasiado importante como para dejarlo ir sin más.
Vladimir seguía sin estar del todo de acuerdo con el plan del menor. Le hubiera gustado acompañarlo pero ahora tenía algo más importante que hacer.
—Está bien, pero avisaré a alguien para que te alcance y vaya como apoyo.
—De verdad que lo siento mucho —repitió Rosie.
—Debimos tener más cuidado —añadió Infinity.
—Como Blade dice ya da igual, yo me encargo de todo —aseguró Damian.
El castaño se despidió del grupo que subía a Bai Long y Maxim al jeep. Tenía que darse prisa si lo que quería era alcanzar a Quentin antes de que se reuniera con otros soldados del acero o pero aún, con su padre.
Caminó por un largo rato sin encontrarse con nadie, ni a Quentin ni a otros soldados ya fueran amigos o enemigos. Aquella zona del frente de batalla parecía haber quedado desierta y no sabía interpretar si eso era algo bueno o malo. Tampoco había logrado comunicarse con nadie por el comunicador de su oreja para pedir refuerzos, esperaba que al menos Vlad lo hubiera logrado.
A pesar de haber salido cadí por inercia corriendo para buscar al fugitivo el bien sabía que en un uno contra uno estaba en gran desventaja. Quentin era bastante fuerte y ahora estaba lejos del río o cualquier fuente de agua por lo que dependía únicamente del agua que el podía generar gracias a su propio cuerpo. La cual no era mucha cantidad ya que con esos ataques llegaría su propia deshidratación.
Chasqueó la lengua al llegar justo frente a un barranco que se alzaba frente a él. Era demasiado empinado y escarpado como para escalarlo si no eras del clan de la montaña así que Quentin probablemente no había ido por aquella zona. La duda que ahora le atacaba era si había ido hacia el norte o hacia el sur, si se equivocaba perdería su posibilidad de encontrarlo.
Pensó en todas las posibilidades que había y en qué podría encontrar dependiendo de la dirección en la que fuera. Entonces recordó algo y rápidamente encendió el holograma de su pulsera para ver el mapa de la zona, en pocos segundos pudo confirmar sus sospechas. Hacia el norte había una pequeña base del ejercito del acero, él mismo la vio por casualidad cuando iba con Bradford.
Esa base no aparecía en el mapa original ya que había sido edificada por el clan del acero y no el del bosque por lo que él mismo la agregó en su mapa. Si Quentin trataba de huir y esconderse muy probablemente había ido allí.
No tardó mucho en llegar a la base construida en el interior de una montaña como si fuera un búnker. En la pared de uno de los barrancos, oculta entre maleza y raíces, encontró la puerta de acero de la base.
Para entrar hacía falta introducir una clave que él no sabía y la puerta parecía ser bastante resistente, aunque seguía siendo tan solo una puerta a una base escondida y no un verdadero búnker. Acumuló energía para lanzar un ataque, tenía que ser lo suficientemente fuerte como para tirar la puerta abajo pero no como para dejarlo sin energías y por tanto posibilidades contra el otro chico.
Cuando creyó que ya estaba bien soltó un fuerte cañonazo de agua con una presión tal que incluso él mismo se movió del sitio por la fuerza. La puerta salió volando hacia el interior dejando la vía libre, pero el interior estaba condenada mente oscuro, además que el sol ya se estuviera poniendo no ayudaba demasiado.
Se acercó a la puerta con cuidado y la intención de echar un vistazo dentro, pero no tuvo tiempo pues tuvo que esquivar tirándose al suelo y rodando esas malditas agujas de acero. Se levantó rápidamente y vio salir del interior a Quentin con una lanza en la mano, este no se lo pensó dos veces antes de comenzar a atacarlo.
Damian logró esquivar los golpes e incluso lanzarle algún que otro cuchillo que le provocó algún corte al mas alto. Por el momento podía seguirle el ritmo a Quentin pues ambos estaban agotados por los combates que habían librado anteriormente, sobre todo por aquel en el que murieron Bradford y Aimé.
A pesar de este aparente equilibrio estaba claro que en algún momento uno de los dos decaería y esa sería su sentencia de muerte. Para empeorar la situación Damian no era precisamente conocido por su resistencia y mientras que Quentin aún podía usar su don a gusto él lo tenía más complicado.
—¡Maldita sea, muérete ya! —gritaba Quentin cansado de esa situación que se alargaba más de lo que ambos querían.
Damian no dijo nada y se limitó a patear la lanza de Quentin que salió despedida, pero el pelirrosa no tardó en crear una nueva con la que le hizo un corte a Damian en la pierna derecha. Este antes de retroceder pateó la cara del contrario que escupió algo de sangre al suelo.
—Sabía que debimos ordenar a esos incompetentes del clan de la montaña que acabaran contigo durante el torneo —dijo ya fuera de si—. Debiste morir junto con el inútil líder del equipo del clan de la niebla.
Normalmente Damian ignoraba los insultos que le decían a Gabriel, ellos no lo conocían y sus opiniones sobre el tema les eran indiferentes. Pero en aquella situación aquello le sentó como una patada en la boca del estómago, el escuchar a Quentin insultándolo y menospreciando lo de aquella manera le hizo hervir la sangre.
Con un último ataque lleno de gira lanzó un cuchillo a la misma vez que esquivaba una lanzada de Quentin. Este por primera vez no fue esquivado y se clavó en el hombre derecho del mayor. Quentin soltó un pequeño grito de dolor antes de sacar el cuchillo y lanzarlo al suelo dejando su sangre caer.
—Vaya, que poco aguantas —soltó una leve risa de burla—. Mira, me haces gracia así que te diré algo. El clan de la montaña no mató a García por casualidad o error, yo mismo ordené que trataran de acabar con todos los lideres de equipo, especialmente con el pelirrosa del clan de la niebla.
Damian escuchaba lo que tenía que decir apretando los puños. Tenía ganas de estrangularlo y golpearlo hasta que muriera, pero necesitaba saber que era lo que se escondía tras la muerte de Gabi.
—El chico era listo y su don con la niebla tóxica podría haber sido un gran problema para nosotros tanto en la isla como aquí en el continente durante la guerra. Pero hubo un fallo en el ola original.
Damian no pudo aguantar más sus ganas de atacar al de tez morena y lanzó algunos cuchillos más aprovechando cuando Quentin los esquivaba para acercarse para golpearlo en un cuerpo a cuerpo. Quentin era mas ágil y rápido y siempre conseguía escaparse.
—Le pedí expresamente que lo mataran de la peor forma que se les ocurriese, cuando mas inhumana y dolorosa mejor. Serviría como una advertencia para todos. Pero en el último momento Saturn se acobardó y apiadó en cierta manera del pelirrosa y lo mató de forma limpia. Podría haberlo enterrado bajo una avalancha de rocas una vez dentro de la cueva, haberle golpeado en la cabeza con una piedra hasta destrozarle el cráneo o aplastar su cuerpo hasta que rogara que lo mataran.
Aquellas escenas le dieron ganas de vomitar al castaño, aquel tipo realmente no tenía corazón. Quentin estaba desesperado y tan solo quería lograr hacer que la desesperación inundara el cuerpo de Laggerfeld y que este cometiera un error que él pudiera aprovechar. Lo que no se esperó fue la respuesta que él le dio:
—Te sientes muy solo ¿verdad?
Por alguna razón el rostro de Damian ya no mostraba ira, sino... pena, lastima. Eso desconcertó a Quentin y mas tarde fue él quien acabó por enfadarse ¿quién se creía que era aquel tipo para sentir pena por él? ¡Por él! El maldito sucesor como jefe del clan del acero. El can que los había hecho ser unos desgraciados por más de 160 años.
La ira ahora se reflejaba en la mirada de Quentin quien se veía dispuesto a atacar. No tuvo oportunidad pues una voz a su espalda hizo que se le helara la sangre.
—¿Qué se supone que haces?
Su corazón casi se paró, sus manos comenzaron a temblar y un sudor frío recorría toda su columna vertebral. Se giró lentamente y vio llegar caminando a su padre, Gyan Cinquedea.
El hombre se veía algo más herido y descompuesto a la última vez que lo vio en el despacho de la base principal del clan del acero en el clan del bosque. Había llegado La Resistencia hasta allí y había logrado herirlo, eso era imposible. Pero el estado de su padre le decía lo contrario, de verdad habían logrado hacer huir a Cinquedea.
—Un Cinquedea nunca siente miedo, nunca siente tristeza y por supuesto nunca siente ira. Son sentimientos innecesarios que te privan de la superioridad ante la basura —decía aquel hombre.
No se lo esperó. Ni siquiera estaba seguro de haberlo visto moverse como para realizar un ataque, pero para cuando se dio cuenta unas estacas de acero afiladas y considerablemente grandes habían salido del suelo atravesando el cuerpo de Damian desde varios ángulos diferente.
Quentin miró al castaño sin saber muy bien que decir, solo se limitaba a mirar el cuerpo de Laggerfeld que se retorcía de dolor empalado por las estacas. Reprimió cualquier grito de sorpresa o temblor por la presencia de su padre o lo que había hecho. Sabía que si se mostraba débil él no acabaría mucho mejor, sus castigos eran en extremo duros.
Damian por su parte dejó de luchar por salir de allí, no tenía sentido y tampoco tenía fuerzas para seguir intentándolo. Su fuerza y voluntad se escapaban entre sus dedos como su sangre que escapaba de su cuerpo. Bajo él ya se había formado un enorme charco de sangre. Sus párpados pesaban y ya caso no podía respirar.
¿Había fallado en su misión? Él no lo consideraba así, había hecho todo lo que había podido, había dado su mayor esfuerzo y aunque había perdido a muchos por el camino había salvado a muchos otros. Su mirada se volvía borrosa y se iba oscureciendo, su alma dejaba su cuerpo, la vida se le escapaba ¿Pero quién sabía?
Tal vez una vez que su alma dejara su cuerpo podría volver a encontrarse con él. Tal vez podría verlo una vez mas y por fin pedirle perdón. Pedirle perdón por ser una de las personas a las que no logró salvar.
Quentin presenció como el cuerpo de Damian dejó de moverse y su padre sonrió con autosuficiencia. Él solo pudo tragar saliva antes de mirarlo a la cara.
—Bien, volvamos a las cosas importantes —dijo—. Tenemos que volver a...
Su frase fue interrumpida cuando unas gigantescas raíces aparecieron de la nada golpeando al mayor y haciéndolo chocarse contra la pared de roca de detrás. Quentin miró a su padre entrado en pánico y luego miró hacia el bosque donde vio a dos figuras acercarse y cuando salieron por fin pudo distinguirlos.
—No te pases con él, que me lo pido yo —dijo el mas alto de los dos—. No puedo esperar para matar al famoso Gyan Cinquedea.
—Tranquilízate, Stonewall —le ordenó el castaño de rastas que iba con él mirando el cuerpo de Damian—. No hemos llegado a tiempo para ayudar al choco que Blade mencionó.
—Pues la solución en enviar a Cinquedea junto a él para que pueda patearle el culo en el infierno, Sharp —dijo el de ojos verdes.
—Haz lo que quieras, pero no mates al hijo.
—Trato hecho.
¡Aquí está el capítulo 19! Madre mía cuanta muerte y destrucción por hoy ¡La muerte de 2 OC del tirón! Ni Riker lo vio venir.
Recemos un poquito por las almas caídas (menos por la de la perra de Cherise).
Ahora si me emociona y entristece por igual decir que el lunes tendremos con nosotros el capítulo 20 de Midnight War: Time to die y con ello el final de este historia de dos partes. Obviamente luego llegará el epílogo y la parte de curiosidades y datos como especial por el final así que aún tendremos MidWar para la semana su viene enterita uwu
~Nova/Dreamer ♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro