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♔ Prefacio

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—Entonces, ¿ya es oficial? ¡¡Nos vamos a Nueva York!! —dice Carla emocionada mientras me abraza y nos dirigimos hacia la cafetería de la universidad.

Mis padres me dieron permiso de dejar mis estudios en España e irme a vivir a Nueva York y estudiar lo que deseara. Mi mejor amiga, Carla me acompañará, ella no quiere estudiar nada por el momento pero siempre hemos hablado de vivir juntas en el extranjero y al fin vamos a vivir nuestro sueño.

—Si pesada, haste para allá, respeta mi espacio personal —bromeó empujandola levemente.

—Lo vamos a pasar increíble, fiestas y chicos todos los días —habla absorta en sus pensamientos.

—Viernes y sábados, que yo si quiero ir a estudiar

—Valeee como sea, ya veremos estando allá —me sonríe.

Ella si que estaba mas emocionada que yo y no puedo evitar sonreír pensando en todo lo bueno que viene para nosotras.

Sé que no debería pensar así, pero a veces agradezco no tener las responsabilidades con las que carga mi hermana Sofía, a comparación de ella, puedo decir que yo siempre he podido hacer lo quiera, aparte de que mi educación no fue tan estricta. Pero por otro lado, una parte de mi también se pregunta (a veces) como sería recibir la atención que mis padres le han dado. Siempre me he sentido como el patito feo de mi familia, pero no importa si puedo tener un poco mas de libertad o eso quiero creer.

—¡Hola chicos! —saluda Carla mientras nos sentamos en la mesa de Erick y los demás amigos de nuestro círculo.

—Heyy, Melissa siéntate aquí —Erick me indica el asiento a su lado y decido sentarme ahí.

—Melissa, aquí esta lo de siempre —Sandra coloca el bowl delante de mí. Siempre pido lo mismo: fruta picada con yogur griego y nueces. Algo simple pero que me satisface. —¿Carla, te traigo tu comida? —se gira hacía mi amiga. Sandra era becada, mis amigos la aceptaron en nuestro círculo unicamente para que nos haga favores básicamente.

—Ya voy yo, gracias. Mejor tu siéntate y come —responde mi amiga poniéndose de pie.

—A mi se me antojó un pudin, traemelo —ordena Erick a mi lado.

—Comes mucho —Carla pone los ojos en blanco.

—Ahora regreso —responde Sandra mientras se va en busca del pudin.

—No deberían ser tan pesados con ella —comenta Carla seria.

—¿De qué hablas? Esa chica disfruta atendernos, además no hacemos obras de caridad gratis —habla Max después de darle un sorbo a su jugo.

Los demás asienten con obviedad ante lo dicho por Max y Carla bufa, yo no le daba importancia al tema, me daba igual en realidad.

Mi amiga abrió la boca para decir algo más pero fue interrumpida por el subdirector, quién se acerca a nuestra mesa y me llama.

—Su Alteza, podría acompañarme a la dirección por favor —habla un poco nervioso.

Me pongo de pie y sigo al subdirector. A medio camino, se escucharon varios sonidos de notificaciones, la mayoría de los que estaban en la cafetería rápido revisaron sus móviles para después levantar su mirada hacía mi y murmurar entre ellos. Preferí ignorar aquello mientras salía de la cafeteria.

Llegamos hasta la dirección y entramos directo a la oficina del director.

Era extraño. Nunca me habian citado aquí, ni siquiera aquella vez que encontraron unos dulces con droga en mi mochila, y fue porque el estúpido de Erick los habia guardado ahí sin que me diera cuenta y a él se le había olvidado donde los habia puesto.

—Alteza, tiene una llamada urgente del palacio —el director me señala el teléfono en su escritorio. Lo tomo y lo coloco en mi oreja.

—Diga, habla Melissa —contesto.

—Melissa... —se escucha la voz de mi madre lo que me provocó un poco de incertidumbre, no es normal recibir llamadas de ella, nunca. —Melissa, pon atención, Sofía tuvo un accidente automovilístico, esta muy grave en el hospital... —trata de hablar bien pero es obvio que esta sollozando. —Los directivos te acompañaran por la salida trasera, el chófer te traerá al hospital, es importante que no hables con nadie

—¿Qué dices? ¿Sofía?

—Hablaremos en el hospital, calmate, Sofía... —se le quiebra la voz —E-ella estará bien, los directivos ya saben que hacer, haz lo que te indiquen —corta la llamada.

No puedo asimilar lo que acababa de decir mi madre. No podía ser. Sofia tenia que estar bien.

Me quede varios segundos con el teléfono aún en la oreja hasta que las voces de los directivos me sacaron de mi trance.

—Su Alteza, siganos por favor —indica el director.

Solté el teléfono dejándolo sobre el escritorio y los seguí a la salida. Mientras salíamos de la oficina todas las miradas se posaban en mí.

Recorrimos el campus hasta la salida trasera, entretanto los estudiantes que pasaban me observaban sin disimulo alguno murmurando quien sabe que.

No me di cuenta que Robert, mi guardaespaldas estaba ahí junto a otros hombres de seguridad hasta que me abrió la puerta del coche y subí sin vacilar.

Una vez dentro del coche, unas lágrimas salieron. Hace mucho no lloraba, me enseñaron a no hacerlo en público por mas que quisiera, pero esta vez no pude frenarlas.

Al llegar al hospital, baje enseguida hacía la recepción. La secretaria de mi madre estaba en la entrada y ella me guió al área donde se encontraban mis padres.

Mi padre estaba de pie en el pasillo y mi madre sentada con los ojos llorosos y un pañuelo en su mano.

—¿Y Sofía? ¿Cómo está? ¿Qué pasó? —pregunte acercándome a ellos.

—La estan operando en estos momentos —responde mi padre, quería mostrar calma pero en sus ojos había preocupación. Incluso en una situación así quiere mantener su actitud de Rey.

—Pero, ¿qué pasó? —pregunto porque nadie me dice nada.

—Sofía chocó en la autopista. El auto con el que impactó, esas personas murieron...

No puedo hablar. No hay palabras.

A mi hermana siempre le llamó la atención la velocidad, mis padres no lo saben porque ella siempre se esforzó en ser la hija perfecta, pero la descubrí yendo a carreras ilegales cuando tenía 17 años, creí que era algo del pasado...

No sé cuanto tiempo me quede ahí parada pensando hasta que el doctor apareció.

—Doctor, ¿cómo esta nuestra hija? —pregunta mi madre muy angustiada.

—Sus Majestades, Su Alteza —saluda el doctor. —Lamento informarles que Su Alteza Real la Princesa Sofía falleció. Su cuerpo no resistió la operación, se encontraba en un estado muy crítico. No pudimos hacer nada. Mis mas sentidas condolencias —agacha levemente la cabeza hacía nosotros.

El pasillo es inundado por los gritos de mi madre.

—No, no puede ser —niego con la cabeza. —Algo se tiene que poder hacer. Puedo donar lo que sea pero que mi hermana viva, ella tiene que vivir —añado desesperada llorando.

—Lamento su perdida Majestades —se retira haciendo una reverencia.

Caigo con todo mi peso sobre la silla sin creer que no volveré a ver a mi hermana. Mi padre abraza a mi madre mientras ambos lloran. En mis 22 años nunca los había visto llorar y jamás imaginé que cuando lo presenciará sería en esta situación.

Estabamos todos en la sala principal del palacio. Por todos me refiero al Consejo Real, yo estaba aquí porque mis padres me dijeron que me quedara, pero solo quería ir a mi habitación para seguir llorando en paz. Seguía sin digerir todo lo que acababa de pasar.

—La noticia ya es de carácter público. Debemos seguir el protocolo de lo que sucederá apartir de ahora —habla un integrante del consejo.

—La ceremonia se realizará mañana en la capilla Real, sólo estará presente prensa exclusiva. Es importante no dar entrevistas por el momento, sólo deben mostrarse como una familia sólida —dijo una mujer al fondo.

Estaba ahí sentada escuchando pero realmente no procesaba nada.

—De igual modo, mañana también se anunciará el nuevo título de la Princesa Melissa y la fecha de coronación —añadió un señor con anteojos y me levante en breve.

—¿Qué título? —pregunte no queriendo escuchar la respuesta que ya conocía de antemano.

—Usted será proclamada como la nueva Princesa heredera de España, Alteza. Tomará el nuevo título que le corresponde —responde la mujer que ya había hablado antes y niego con la cabeza desde antes de que termine.

—No, ese título es de mi hermana. No lo quiero. Además, es muy pronto para pensar en eso

—Melissa, Sofía ya no esta y ahora es tu deber cargar con ese título, quieras o no —habla mi madre por primera vez. Me atrevo a mirarla a la cara, ya no tenía lágrimas pero sus ojos estaban rojos y hinchados.

—Entre mas pronto anunciemos su coronación, la familia Real demostrará estabilidad ante esta situación —responde la misma mujer.

—Me rehúso. Ese título no me corresponde —miro fijamente a mi madre.

—Si no asumes la posición de Princesa heredera, la Corona quedaría en manos de la familia de tu tío, y eso jamás lo permitiré. Serás la Princesa heredera y punto —habla mi padre en un tono serio y volteo a verlo.

—¡No me interesan esas cosas! Por dios, ¡mi hermana acaba de morir y ustedes estan hablando sobre cosas sin importancia! —exploto porque ya no puedo mas con esta mierda. —Era su hija, SU HIJA —no pude terminar cuando sentí la bofetada de mi progenitora.

Llevo mi mano hacia mi mejilla adolorida.

—Basta Melissa. Ya es hora de que te comportes como se debe. Ahora tú eres la Princesa heredera y asumiras las responsabilidades que ese título conlleva, obedeceras a la Corona y al Consejo —espeta mi madre sin ningún remordimiento por haberme bofeteado.

—Hagan lo que quieran, no ire a ninguna coronación —comienzo a caminar hacía la salida cuando mi padre habló y me detuve a medio camino.

—Haz lo que desees, pero si no tomas la posición de Princesa heredera no sólo puedes irte olvidando de todos tus lujos sino también de tu posición dentro de la familia Real, ¿en verdad quieres eso, hija? —finaliza dejándome sin opciones.

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