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𝐆𝐀𝐕𝐈
No estoy bien, pero la derrota del partido no tiene mucho que ver en ello, sino cierta chica de ojos verdes.
Melissa desapareció con su guardaespaldas sin dirigirme la palabra.
Quiero arreglar las cosas pero a la vez ni siquiera sé si solamente hablando se puedan arreglar.
—¿Qué hacía la Princesa aquí? —la voz de Ceballos me trae devuelta a la realidad y dejo de ver por donde se acababa de marchar.
—Es la novia de Gavi —responde Pedri sonriente.
—Imposible —ríe el jugador del Real Madrid.
—Ya tuve suficiente contigo en el partido como para que vengas a seguir jodiendo, pierdete —escupo dándome la vuelta y salgo del pasillo.
Pedri y Carla no tardan en alcanzarme.
—No sé como aguantaste las ganas de darle un puñetazo, yo ya le iba encajar las uñas —ella forma una garra con su mano.
Mi amigo suelta una risa con ganas y por primera vez en el día una sonrisa aparece en mi rostro.
—¡Gavi! —escucho la voz de Oliver a lo lejos.
—¡Hey! —llego hasta él y chocamos los cinco para después abrazarnos.
—Lo siento por la derrota, bro —me dice con pena y yo asiento.
Yo también y por otras cosas más...
—Hola Gavi —me saluda Ana, a quién no había visto a su lado.
Ella se acerca a abrazarme pero retrocedo unos pasos y la saludo con la cabeza.
—Que hay, mi buen Oli —Pedri choca las manos con Oliver. —Carla, mi novia
Mi amigo sevillano abre la boca sorprendido.
—Melissa ya nos presento, pero no me dijiste que eras novia de Pedri
—Mi camiseta lo dice todo
—Entonces Pedri es novio de cien chicas mas —rié mi amigo.
—Oye —Carla le da un golpe en el brazo haciendo que pierda un poco el equilibrio.
—Era broma, era broma —se acomoda en su lugar de nuevo. —Que fuerza, eh —se soba el brazo golpeado.
Aguanto la risa y cambio de tema, ya me burlaria de él cuando estemos solos.
—Oye, mas tarde abra una fiesta, ¿cuándo te vas?
—Que ganas, pero tengo que regresar a Sevilla esta noche, mi abuela no se encuentra bien
—No te preocupes, ojalá se recupere pronto
—Si, todos esperamos eso
—Yo si quiero ir a la fiesta —habla Ana entusiasmada pero nadie dice nada. —¿Me llevas Gavi?
—No puedo, lo siento —respondo y le doy una mirada rápida a Pedri quien capta a la perfección mi mensaje.
—Yo tampoco —dice él antes de que Ana pudiera hacer la pregunta.
—No sean así, Gavi, somos amigos —se acerca a querer tomarme del brazo pero me alejo.
—Lo siento —repito. —Y ya nos tenemos que ir
Incómoda situación.
A mi me daba igual si iba o no a la fiesta, pero sé que a Melissa no le iba a parecer buena idea.
Ana nunca me ha caido mal, pero creo que porque no había visto sus verdaderas intenciones.
No sabía porque Oliver llevaba siendo su amigo tanto tiempo.
Cuando nos estabamos yendo, la morena nos detiene sin darse por vencida.
—¿Tú no tienes chófer que nos lleve? —toma a Carla del brazo.
—Sí, pero él no te puede llevar —responde tajante separandose de ella. Toma a Pedri del brazo y retoman su camino.
No pude evitar reír y me apresuro a seguirlos hacia la salida.
No voy a negar que eso me sorprendió, siempre había visto a Carla ser todo lo contrario a Melissa.
Entiendo a la perfección porque eran mejores amigas.
◇
𝐌𝐄𝐋𝐈𝐒𝐒𝐀
Me sabía mal no estar con Pablo en estos momentos que estaba desanimado por la derrota del partido, y ni siquiera hemos podido hablar.
Sólo pedía que el tiempo pasará rápido para poder ir a la fiesta y hablar con él.
Porque si, aunque perdieron la fiesta no se canceló, las derrotas también deben festejarse, supongo.
Antes de bajar al comedor con mis padres, me cambio en mi habitación, quitándome los pantalones vaqueros y la camiseta del barça por el primer vestido que encuentro en mi amado armario.
—Luces demacrada, ¿te has estado alimentando bien? —mi madre deja su copa de vino media llena sobre la mesa.
Desde mi estadía en Barcelona me he desvelado bastante, normal que se noten mis ojeras aunque las cubra con corrector.
—He estado comiendo bastante proteína... —el huevo es proteína, suelo comerlo diario y la carne de las hamburguesas también cuenta, obvio.
—Dile al cocinero que envié el menú —ordena.
—Carla no contrató cocineros y pensé que era buen momento para adiestrar mis habilidades culinarias —respondo cuidadosamente ante su reacción.
—Tú necesitas un cocinero que siga tu dieta —alza ambas cejas.
—Es la casa de Carla y ella no quiere cocineros
—Tú también vives ahí y puedes contratar al personal que desees
—Tranquila, Regina —habla mi padre con calma y mi madre le da una mirada rápida.
—Creo que ya fue suficiente de jugar a la casita, Melissa —sus ojos me penetraban hasta el alma, haciendo que me falte la respiración.
—Faltan dos semanas para que inicien las clases en Inglaterra, deja que disfrute un poco mas —añade mi padre, lo cual agradezco.
Mi madre niega con la cabeza pero no dice nada más y vuelvo a respirar.
Los cocineros dejan nuestros platos en la mesa y procedemos a disgustar la primer entrada.
El resto de la cena transcurre en silencio, un silencio frío como el hielo, un silencio del cual he estado acostumbrada toda mi vida. Pero después de tratar a la familia de Pablo y sentir un poco de esa calidez que rodeaba a una verdadera familia, ahora este silencio era algo incómodo para mí, difícil de soportar.
Cuando finaliza la cena, mi madre le hace una seña a una persona del servicio y está le entrega un sobre.
Ella coloca el sobre delante de mí, al abrirlo veo fotografias mías con Pablo cuando estábamos en Sevilla.
Trago grueso, no me atrevo mirarla a los ojos, así que dejo mi vista fija en las fotografías sobre la mesa.
—¿Estás saliendo con ese chico?
—¿Y qué si asi fuera? —finalmente levanto mi mirada hacia ella.
—Ay por favor, Melissa —se pone de pie. —Agradece que limpié tu desastre —procede a salir del comedor.
La verdad era que no tenía el valor de enfrentar a mis padres, en especial a mi madre, porque sabía que al final no tenía opciones.
Nunca las he tenido.
◇
Antes de irme del Palacio, subo a mi habitación para cambiarme de nuevo, ahora por un vestido negro corto de tirantes con la espalda descubierta, dejo mi cabello suelto pero agarro unos mechones con un moño negro por detrás. De accesorios un collar de perlas junto el collar de osito, y unos guantes largos del color del vestido. También un blazer oversize negro ya que la temperatura bajó un poco para mi gusto.
Estaba a punto de subirme a la parte trasera del Rolls-Royce cuando mi padre aparece en la entrada.
—Melissa, espera un minuto
Detengo mi acción y camino hacia él.
—Tu madre exagera, sabes como es —me mira con calidez. —Ya hablaré yo con ella, si quieres salir con ese futbolista, hazlo. Los relacionistas se encargarán de las revistas
Abrazo a mi padre sin pensarlo. Una calidez me embriaga en medio del abrazo, y una lágrima casi se me escapa al no poder recordar cuando fue la ultima vez que estuvimos en esta situación.
—Sé que sabes lo que haces —me acaricia la cabeza.
◇
Mi chofer me deja en una discoteca en el centro de Madrid donde era la fiesta. He estado aquí unas 3 veces en el pasado, es un lugar muy exclusivo y privado.
Los guardias me reconocen de inmediato, y en breve subo hasta la zona VIP donde visualizo rostros conocidos.
—¡Melissa! —me saluda Carla cuando me acerco a ellos.
Estaban Pedri, Ferran, Sira, Ansu y Balde. Los dos últimos ya se veían pasados de copas.
—Hola —saludo a todos y Sira de inmediato me abraza.
—¿Dónde estabas? —me pregunta y me ofrece un cóctel de caipirinha que no dudo en aceptar.
—En una cena con los reyes
Ella forma una "O" con sus labios.
—A veces olvido que eres la Princesa de España, tía
—Por dos —dice Ferran sonriente.
—Por mil —le sigue Pedri.
—¿Qué eres quien? —Ansu frunce el ceño y todos estallamos en risas.
—Eso fue fuerte —habla Pedri de la nada mirándome.
—¿Qué cosa? —pregunto confusa.
—Lo que le dijiste a Ceballos
—¿A quién?
—El jugador del Real Madrid, afuera de los vestuarios
—Hubiera pagado por haber estado ahí —dice Balde pasando un brazo por los hombros de Ansu.
—Ahh... Creo que olvidaste como era cuando nos conocimos, Pedri —digo y él ríe.
—Eso es cierto —comenta mi amiga riendo también.
Entre charla y charla me termino el cóctel.
—¿Dónde esta Pablo? —pregunto al ver que no aparece por ningún lado.
—Pablito esta por allá —dirijo mi mirada hacia la esquina que Ansu señala y veo a Pablo 2 platicando con otros chicos.
—No, me refiero a Gavi, ¿dónde esta Gavi?
—Esta con una fan por allá —Ferran señala la terraza y doy pasos firmes hacia esa dirección, no sin antes dejar mi blazer y mi bolso con Carla.
Al salir a la terraza, hay un grupito de personas a la derecha y a la izquierda está Pablo y una chica rubia teñida baja de estatura. Él sostiene un marcador firmandole la funda del móvil.
—¿Podemos hablar? —le pregunto al llegar a su lado.
Él levanta su mirada y no se inmuta al verme, se limita a observarme serio y continua firmando la funda.
—Aquí tambien Gavi, por favor —la chica señala su top blanco, cabe recalcar la parte de su pecho, a lo cual él no se niega.
Es un inmaduro.
Infantil.
Gilipollas.
Imbécil.
Cretino.
Y todas las expresiones malsonantes existentes para el género masculino.
Me doy la vuelta y salgo de ahí, no iba a rogarle. Éramos personas civilizadas o eso se suponía.
Llego hasta la barra y pido un martini el cual me tomo de una y no tardo en pedir otro.
De repente, siento la necesidad de algo más, pero echo fuera ese pensamiento rápido.
—Princesita
Volteo al origen de la voz y observo a un hombre que reconozco como el jugador ese del Real Madrid.
Cabellos o algo así dijo Pedri que se llamaba.
—¿Cómo me llamaste? —inquiero cuando salgo de mis pensamientos.
—Princesita —sonríe mostrándome sus dientes y al ver mi expresión seria añade. —¿Qué?
—Alteza Real para ti —digo con desdén y bebo el otro trago que pedí de una.
No me gustaba ese apodo en lo absoluto, por un instante me recordó al desconocido de los mensajes.
—Una disculpa, no quise ser irrespetuoso —no digo nada y él añade. —Creo que tuvo una mala impresión de mí, y me disculpo por eso
—Vale —me limito a decir y pido otro trago.
El bartender le entrega una botella de champagne Möet Chandon.
El futbolista vierte el líquido en dos copas muy bonitas y me entrega una, la cual acepto pero primero me tomo el martini que ya tenía.
—Salud —levanta su copa y brindamos. —¿Puedo tutearte?
—¿Cuál era tu nombre? —muevo ligeramente la copa en mis manos.
—Daniel Ceballos, Alteza —él comienza a llenarme la copa de nuevo.
—Vale, Dani —el alcohol ya se estaba haciendo presente en mi sistema.
En cuanto nos terminamos la botella no demora en pedir otra.
—¿Cómo conoces a Gavi? —pregunta interesado.
—¿A quién?
—A Gavi, el jugador del barça, llevabas su camiseta en el partido —sonríe risueño.
—Ahh, no, yo no lo conozco —niego con la cabeza rápido. —Para la próxima usaré la camiseta del Real Madrid, los del barça son unos... unos...
—Tenemos que hablar —Pablo aparece a mi lado y me toma con cuidado del brazo.
—Ahora no, estoy teniendo un momento muy agradable con mi amigo Dani —aparto su mano riendo y Daniel se me une.
—No pregunte si querías o no —Pablo me jala sin previo aviso levantándome del asiento.
Pero Daniel me sujeta del otro brazo.
—Dijo que no quería hablar contigo
—Soy su novio, sueltala —ordena Pablo.
—Ella dijo que no te conocía
—Esta borracha, no sabe lo que dice
—¡Yo no estoy borracha! Estoy en mis siete sentidos —hablo a mi defensa.
—No lo voy a repetir, que la sueltes
—No la pienso soltar —responde el jugador del Madrid decidido y aprieta su agarre en mi brazo.
—Los dos me están lastimando —me quejo pero ninguno me suelta.
En un parpadeo Pablo ya le había dado un puñetazo a Daniel y ambos estaban tirándose golpes.
Llevo mis manos a la boca y veo la escena atónita. Ni siquiera sabía si era real o no todo lo que sucedía.
Los de seguridad no tardan en separar a ambos jugadores.
Todo pasa tan rápido, a Pablo le escurre sangre por la ceja, en cambio Daniel tiene el labio roto y un hematoma formándose en su ojo izquierdo.
—Alteza, ¿se encuentra bien? —me pregunta un guardia de seguridad pero no respondo.
—Vamos a sacar a ambos —habla un guardia que sujetaba a Pablo.
—Alto, no lo saquen —ordeno.
—¿A quién, Alteza? —me pregunta el guardia a mi lado.
—Que Ceballos se largue —habla Carla enojada a mi lado. Ahí me doy cuenta que todos se habían acercado a la escena.
Los guardias seguían sosteniendo a ambos chicos esperando mi orden, levanto mi brazo derecho y señalo a Daniel. Los de seguridad lo sueltan y al que se llevan es a Pablo.
Ya no entendí. Señale a Daniel porque era al que quería que sacarán pero igual no quise decir más. Tal vez era mejor que Pablo se fuera, se había comportado como un imbécil después de todo.
—Vamos por aquí, Melissa —Daniel me guía a unos sofás de terciopelo donde estaban otras personas que supongo él conocía.
—Melissa, espera, no vayas con ese —Pedri me alcanza y me sujeta del brazo con Carla detrás de él.
—Oye, ¿qué te pasa? —mi amiga me mira perpleja.
—Déjenme en paz —es todo lo que digo y los dejo atrás.
Estaba en un momento donde todo me daba igual, sólo quería pasar un buen rato sin pensar en nada, como hace mucho no lo hacía.
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