
♔ Capítulo 13
╔═*.·:·.✧ ✦ ✧.·:·.*═╗
╚═*.·:·.✧ ✦ ✧.·:·.*═╝
En nuestro dia en Milán, Carla y Pedri se fueron desde temprano a una salida en pareja.
Pablo toca a mi habitación ya que quedamos en salir a recorrer la ciudad, él nunca había estado aquí antes así que le mostraría algunos lugares.
Lo dejo pasar y observa a Robert que estaba tomando una taza de café en el salón de la suite, recordé que no sé conocian.
—Es mi guardaespaldas, Robert —le digo a Pablo. —Robert, él es mi amigo, Pablo —me dirigo hacia Robert, quién observa desconcertado la escena. Sé lo que debe estar pensando, nunca le había presentado a un amigo mío.
—Hola, encantado —saluda Pablo muy amable.
—Hola joven —Robert asiente y voltea a verme. —Estaré afuera, señorita —y se retira no sin antes darnos una última mirada.
—¿Qué quieres hacer? —le pregunto a Pablo.
—Oye, ¿cuándo llegó tu guardaespaldas aquí? —pregunta con cierta confusión.
—Él ya estaba en Milan esperándome
—¿Siempre te sigue a todos lados?
—Básicamente, si
—¿Va a ir con nosotros?
—Ahora no, ¿por qué?
—Yo no tengo problema, pero ¿no te incómoda? —se sienta en uno de los sillones de la habitación.
—Robert es mi guardaespaldas desde que era pequeña, es como un padre para mí. Su presencia no me incómoda en lo absoluto, además es algo a lo que estoy acostumbrada, sinceramente
Pablo asiente con la cabeza.
—Entonces, ¿a dónde quieres ir? —pregunto de nuevo.
—A donde tú quieras llevarme —me da una sonrisa tan linda, marcando sus hoyuelos y las finas lineas alrededor de su boca.
◇
Estuvimos recorriendo a pie varios monumentos iconicos de la ciudad, como el arco de la paz y varias plazas.
Ahora estabamos admirando la catedral de Milán, Pablo posa con la catedral de fondo y le tomo la foto. Parecía un modelo a decir verdad.
—Listo —le entrego el móvil y revisa la foto.
—Me gusta, ahora una juntos —Pablo le pide a un extranjero que pasaba cerca que nos tome la foto.
Me toma por sorpresa que me abraza por la cintura pero no me aparto, de hecho me acerco mas a él y posamos para la foto.
—La voy a subir a mi historia —dice revisando las fotos.
—¿Cuál?
—La que me tomaste
—Vale
No sé que era lo que quería escuchar. Obvio que no subiría la foto que nos tomamos juntos, aparte yo no quería que lo hiciera... O si?
—Como nunca habías estado en Milán antes, tienes que probar el gelato —guió a Pablo a mi heladería favorita de aquí.
—¿El qué? —levanta la mirada ceñudo.
—El gelato, te tiene que gustar sino no podemos seguir siendo amigos —alzo una ceja mirándolo.
—Si me gusta —responde con gran rapidez.
—No lo has probado —entrecierro los ojos.
—Pero sé que me va a gustar
—¿Cómo puedes saber eso si no sabes ni lo que es?
Llegamos al lugar y esperamos por 30 minutos ya que habia bastante fila para ordenar.
Pude haber llamado a Robert para que él hiciera fila por nosotros, pero el tiempo esperando nuestro turno pasó muy rápido, con Pablo a mi lado charlando de todo un poco.
Nos sentamos en una mesa a esperar nuestro pedido. Él pidió un gelato de nocciola, que era de crema de avellanas y yo de mi sabor favorito, siempre que vengo pido el mismo sabor de cocco.
—¿Por esto esperamos media hora? —cuestiona cuando llega el gelato. —Luce como un helado normal
—Pruébalo —ruedo los ojos.
Pablo se lleva la cuchara llena de gelato a la boca y saborea la textura y sabores.
—¿Y? —inquiero al ver que no dice nada.
—Esta muy cremoso y el sabor... delicioso —responde llevándose otra cucharada a la boca. —Pero es muy poco y muy caro —hace un puchero.
—Es lo único malo —sonrió.
—Y el tiempo de espera —añade y baja su mirada hacía mi gelato. —Dejame probar el tuyo
—Sólo si tú me das del tuyo también —digo recelosa.
—Vale
Ambos tomamos una cucharada del gelato del otro. El sabor de la avellana era muy intenso, sabía muy bien pero nada se compara al sabor dulce del coco.
—No me gusta el coco —Pablo hace una mueca.
—Entonces, ¿por qué querias probarlo? —bufo.
—No creí que el sabor del coco fuera tan fuerte —escupe en una servilleta.
—No te vuelvo a dar nada —tomo una cucharada lo mas grande que puedo de su gelato. —Por haber desperdiciado mi gelato de coco
—Oye -
—Ya cállate, déjame disfrutarlo —sostengo mi gelato en mis manos y ambos comemos en silencio.
◇
Nos dio hambre así que hicimos una parada en un restaurante vistoso ubicado en el centro de Milán muy bonito al que no había ido antes.
Despues seguimos recorriendo algunos museos e iglesias, Pablo tomaba fotos de todo y cuando digo todo es TODO. Hasta a un bote de basura, porque tenía una frase en italiano pegada y dijo que se veía aesthetic, aunque cuando le pregunté no pudo decirme que significaba.
Me senté en una banca al lado de una fuente para descansar un momento.
—Quiero comprarle algo a mis padres —Pablo se sienta a mi lado aún con energía.
—Creo que hay una tienda de souvenirs del otro lado de la calle
Un pajaro llegó a tomar agua de la fuente a unos metros delante de nosotros, Pablo al percatarse se puso de pie sonriendo y se acercó para tomar una foto con su móvil.
—Esto me recuerda a algo... —me llevo una mano al mentón y fingo estar en modo pensativa.
–A mi también, me recuerda a aquella vez que conocí a una chica engreída que se molestó porque tome una simple foto
—Oye —me pongo de pie y voy hacía él, le propino un golpe en el hombro con mi puño. —Ya aprendiste a quitar el sonido de la cámara y a desactivar el flash —añado con burla.
—Me caiste muy mal en ese momento
—Y tu a mí, que quede claro
—Pero ahora es diferente —me da una mirada intensa.
—A ver la foto —digo para romper el contacto visual.
Terminamos en la primer tienda de artesanías y regalos que nos encontramos.
—¿Tú no quieres comprarle algo a tus padres?
—No es necesario —me encogo de hombros y voy a ver lo primero que me llamó la atención: las vasijas.
Todo lo que había estaba muy lindo y la tienda estaba llena de extranjeros.
Mientras Pablo veía unos llaveros, yo estaba viendo los anillos y collares.
—¿Lo quieres?
—¿Eh? —veo que Pablo aparece a mi lado señalando el collar de osito que llevaba rato mirando. —Esta lindo —me encogo de hombros.
Él toma el collar y se dirige a la caja junto con los souvenirs que escogió para su familia.
—No tenias que comprármelo —digo sacando el collar de la cajita. De la cadena colgaba un osito de color amarillo oro y tenía un corazón de diamante de imitación en medio de su pancita, sólo estaba chapeado de oro pero para mi valía mucho por la persona que me lo obsequio.
Pablo deja las bolsas con los souvenirs en el suelo y se ofrece a ponérmelo.
Sus manos estaban algo frías cuando hacen contacto con mi piel.
—Listo
—¿Cómo luce? —me doy la vuelta sosteniendo el collar.
—Perfecto —me sonríe y en sus ojos noto un brillo diferente.
—Gracias —le devuelvo la sonrisa.
Le ayudo con las bolsas, había comprado varios detalles para su familia: 2 platos pintados a mano, velas, fragancias, vinos y no sé que más.
Llegamos al hotel en taxi para no andar cargando las bolsas todo el camino.
—Nunca había caminado tanto en toda mi vida —hablo cuando entramos al elevador.
Pablo me acompaña hasta mi habitación, él a diferencia de mi no se veía tan cansando, tiene mejor condición que yo, por algo es deportista.
Al parecer Carla y Pedri todavía no llegaban porque ella aún no está aquí. Me aviento de estómago a la cama, me volteó unos segundos después y saco mi móvil para ver cuantos pasos camine hoy.
—30,120 pasos —exclamo sentandome como mariposa en la cama y le muestro mi móvil a Pablo quien lo toma para ver mejor.
—Cuanto a que yo hice mas —me devuelve mi móvil para sacar el suyo. —31, 460 pasos —añade mostrandome su móvil mientras hace unos movimientos extraños celebrando.
Ruedo los ojos.
—¿Y que me gane? —esboza una sonrisa ladina mientras se sienta a mi lado.
—¿Cuándo apostamos? —entrecierro mis ojos.
—Justo ahora —señala en donde estamos.
—No apuesto con personas con malos gustos —me encogo de hombros.
—¿Qué?
—No te gusta el coco —respondo obvia y él rueda los ojos.
—Eso no quiere decir que mis gustos no sean buenos —hace una pausa mirándome. —¿Y si te dijera que me gustas?
—¿Qué? —digo desorientada después de unos segundos.
—Si dijera que me gustas, —acerca su rostro al mío. —Mis gustos seguirían siendo malos? —su mirada baja a mis labios.
No respondo porque no puedo creer lo que acaba de decir. Acaso esta insinuando que...
Al instante siento calor en mis mejillas. Rio para disimular y me alejo un poco de él pero Pablo se vuelve acercar.
—Un beso —susurra.
Mi rostro justo ahora debe ser la confusión en su máxima expresión.
—Un beso como premio por haber hecho mas pasos —añade sonriendo sin dejar de mirarme en ningún momento.
—Estas loco —es todo lo que logra salir de mis labios mientras niego con la cabeza.
—Por ti
—¿Eso es lo que quieres? —pregunto al ver que no se aparta.
Él asiente y en un abrir y cerrar de ojos le doy un beso en la frente.
—Eso no vale —dice rápidamente como un bebé.
—Nunca especificaste donde —hablo inocentemente.
—Cuando regresemos a Barcelona tengamos una cita —dice serio.
—¿Qué?
Parece que estos últimos minutos todo lo que puedo decir es "qué".
—Por si no quedo claro, me gustas Melissa
He escuchado eso de varios chicos a lo largo de mi vida, siempre respondo diciendo que era obvio nadie puede resistirse a mí. Pero con Pablo, las palabras no logran salir de mi boca. Era como tener un nudo en la garganta.
—¿Quieres tener una cita conmigo? —pregunta con una sonrisa coqueta en su rostro.
¿Por qué luce tan lindo?
—Y-yo... —espera, ¿acabo de titubear? —Si, me gustaria tener una cita contigo —respondo sin guardarme lo que en verdad quiero decir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro