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28. Una desición dificil.

Hi~ OKey, tuve muchos problemas con este capítulo porque hasta el final no quedó como yo quería y lo sentí feo y como rocoso así que lloro internamente, pero bueno, es parte de estas dinamicas tener capítulos que se sienten realmente fluidos y otros medios meh, pero espero les guste, hice lo que más pude en la edición.

Aslan mira a Max a través de la mesa del desayuno, aunque Griff les preparó una buena cantidad de huevos acompañados de tostadas el omega está encerrado en su cabeza jugueteando con su comida ya fría, removiéndose incómodo en el asiento y poniendo muecas, Ash patea a su figura paterna con el objetivo de que tenga las bolas suficientes y le pregunte, no obstante todavía impresiona aterrado a pesar de la contención emocional que le hizo en el nido.

Viejos dramáticos, claro que debe salvarles el matrimonio (y ni qué le pagaran lo suficiente además).

Ugh, qué dolor de culo.

—Griff. —Y entonces como todo en su casa depende de él es quién debe preguntar—. ¿Ocurre algo?

—¿Eh? —Su hermano luce totalmente ajeno a lo que pasa y de hecho sus ojos están recubiertos con una capa blanquecina que le recuerda demasiado a los días en dónde tenía tres turnos para poderles pagar las cuentas de la casa—. Lo siento, no te estaba escuchando.

—¿Pasa algo? —Repite con suavidad.

—No. —Poco creíble—. ¿Por qué preguntas?

—Es que apenas has tocado la comida.

—Ah. —Griff ríe—. Me quedó malo el desayuno, por eso.

—No es cierto, está delicioso. —Ash lo dice con sinceridad, ha podido saborear el desayuno e incluso tener la confianza para pedir un poquito más—. ¿Cierto viejo? —Y procede a patearlo bajo el mesón.

—¡Ah! ¡Mocoso!

—¿Cierto?

—¿Cierto qué?

—¡La comida!

—Sí, sí. —Su cerebro vuelve a funcionar—. Está delicioso, podría comer eso siempre, eres excelente.

—Ah. —Pero Griff se mira igual de preocupado con su ceño tenso, sus manos duras contra su cabello y prestándole más atención ni siquiera se ha cortado el flequillo lo que es extraño, en contraste ante el propio apellido el mayor sí exagera con su presentación personal, Ash no, él viste los mismos jeans hasta que se paran solos de lo sucios que están (literalmente), el omega es hipocondríaco—. Gracias.

—Cariño. —Max extiende su mano hacia el otro extremo de la mesa, la aprieta con fuerza—. Te amo pero te miras enfermo.

—No tengo hambre, eso es todo.

—Pero...

—No tengo hambre este último tiempo.

Ash se traga el nudo de angustia que se estaca en su garganta, okey entiende que la posibilidad para que Griff desarrolle un trastorno alimentario a esas alturas de su vida es realmente ínfima, es mucho más certero que su problema vaya por otra vía y su falta de apetito no sea más que una somatización al malestar psíquico que debió escapar por otro lado, igual que una olla a presión que al no conseguir sacar la presión por arriba gracias a la tapa elige sacarla por otras aperturas, sí, Ash comprende esto, sabe de psicología y aún así...hay una punzada por su estómago que lo hace creer que podría haberle contagiado la anorexia a Griff.

Digo, la posibilidad no es tan lejana.

Podría ser.

Sí.

En teoría ambos crecieron en el mismo ambiente y tienen los mismos factores predisponentes y aun si los precipitantes son totalmente distintos dado su historia personal, bueno, perfectamente podría haberse movilizado a una anorexia atípica o peor, un trastorno por atracón o una bulimia o trastorno de purga, el trastorno de comedor nocturno, trastorno por rumiación, la pica ¡hay tanto alimentario!

¿Qué tal si evolucionó a un ARFID? Carajo, este sí es jodido, ¿qué tal si es un ARFID traumático dónde Griff literalmente no puede digerir ciertas comidas? Suele aparecer en los niños, se confunde mucho con la anorexia o con la maña pero es un trastorno en dónde predomina la evitación de ciertas clases de alimentos porque literalmente no se pueden tragar sea por sensibilidad sensorial, miedo a alguna consecuencia aversiva por comer o falta de interés en alimentarse. No. No. ¡No!

El cerebro de Aslan es un remolino catastrófico sobre trastornos alimentarios y contagio hasta que...

—Griff.

—¿Sí?

—¿Estás embarazado? —Hasta que le cae como un balde de agua fría.

—¡¿Qué?! —Max se atraganta con el desayuno, debe golpearse el pecho una y otra vez para salvarse de la muerte más estúpida del mundo con un pedazo de tostada—. Mocoso, ¿de dónde sacaste eso?

—Sí. —Max palidece—. Estoy embarazado.

—¿Qué?

—Me enteré hace un par de días, no sabía cómo decirles, perdón.

—Tú... —El alfa se levanta con tanta fuerza que tumba la silla—. ¿De verdad estás embarazado Griff?

—Lo siento.

—Oh, Griff.

—Lo siento mucho, Max.

—¿Lo siento? ¡Mierda! ¡Vamos a tener un bebé! ¡Ven acá, guapo!

Max no puede disimular la felicidad que burbujea en sus ojos, su sonrisa es tan sincera y grande que Ash seriamente piensa en ir por los lentes de sol para no quedar ciego, pero no posee tiempo porque antes de que pueda hacer cualquier otra cosa los fuertes brazos del alfa ya se encuentran levantando a Griffin por el aire mientras giran y giran y lo besa y ríe y dice miles de incoherencias y mierda, antes Aslan se habría sentido excluido de esto o sería fuente de catástrofe, lo que hace ahora es levantarse de su propio asiento y tirarse al abrazo para felicitar a la pareja, era hora de que tuvieran un cachorro antes de que ya saben, ahí abajo fuese polvo, además, Ash muere por un hermanito. Está muy alegre por ellos dos, lo merecen.

Un cachorrito entre Griffin y Max.

Un Callenreese/Glenreed bebé.

—¿Eso era lo que te tenía tan preocupado? ¿Sabes la cantidad de escenarios mentales que me pasé?

—No. —Griff ríe todavía en el aire y brilla como nunca ha brillado, qué rico es verlo tan realizado ya que si alguien lo merece, es él—. ¿Qué clase de escenarios apocalípticos te imaginaste?

—No eran tan apocalípticos. —Miente y como él tuvo que hacerle contención emocional, lo expone.

—El viejo pensaba que tenías un pretendiente mucho más guapo y lo ibas a tirar por ser viejo, jodido, fofo, aburrido y haber iniciado en el club de tercera edad.

—¡Aslan! ¡Yo nunca dije eso!

—¿Qué? Es verdad. —Se defiende—. Incluso se hizo una pelota de depresión en un nido, decía que estaban a diferentes niveles porque él aún tenía síntomas de trauma y bla, bla, bla.

—¿Eso es verdad?

—No.

—Max. —Lo regaña—. ¿Es cierto?

—Tal vez. —Max lo baja—. Es solo que este tiempo has estado muy bien y me alegro, es todo lo que quiero para ti, verte bien, pero a veces me cuesta estar al mismo ritmo.

—Cariño. —Griffin lo toma del mentón—. Cada quién tiene su propio tiempo para sanar, no estamos en una competencia ni nada similar, somos un equipo, somos un apoyo, no tienes que ser "el fuerte" de la relación todo el tiempo, algunas veces es necesario que estés mal y te apoyes en mí, eso implica ser un matrimonio ¿sabes?

—Lo sé. —Suspira—. A veces me ahogo un poco en mi cabeza.

—Tontito. —Dice besándolo suavemente—. Eres un tontito, Max Glenreed.

—Y tú me has hecho el hombre más feliz de la tierra, Griffin Glenreed.

—Oh, vamos. —Ash gimotea—. Son asquerosos.

—Te estabas tardando mucho en reclamar.

—Claro que sí, es mi trabajo.

—Aslan. —Griff tensa sus palmas alrededor de su chaqueta—. ¿Estás bien con esto? No quería que...

—Griff. —Ash frena el tren de catástrofe antes de que parta—. Amaré a ese bebé como mi hermano.

—Estás tan grande. —Entonces suelta con los ojos repletos de lágrimas acumuladas que deja gotear, merece expresarlas, tiene espacio para expresarlas, adelante, qué llore de felicidad porque inclusive las emociones más duras son bienvenidas en este hogar.

—Oye, mocoso. —Claro que Max rompe su fantasía—. ¿No es la competencia de Eiji hoy?

—¡Carajo!

—Lenguaje. —Lo regaña—. No le enseñarás malas palabras a tu hermanito.

—Lo siento, lo siento. —El alfa toma la chaqueta deportiva de Eiji de encima de la mesa, se la amarra en la cintura, corre para despedirse de la pareja y dejarlos en privado—. Los amo. —Los besa en las mejillas a ambos antes de salir del apartamento.

Es la competencia de Eiji.

¡Mierda!

Por eso, decide hacer de lado el éxtasis del bebé para procesarlo más adelante y concentrarse ahora.

Eiji.

Su lindo, terco, irracional y totalmente desquiciado Eiji.

Eiji va a saltar aunque lo han despojado del título de "Fly boy", Arthur ha estado demasiado tranquilo como para bajar la guardia además, confía plenamente en su amante, eso es verdad, no obstante la pandilla igual sospecha y eso hace que hoy estén hiperalertas, no quieren que el talento y el esfuerzo sobrehumano se vean manchados por oportunistas, lo matará si intenta lastimarlo otra vez y eso es más fácil decirlo a hacerlo, claro está, todavía recuerda la reprimenda (y el escándalo) que Griff armó apenas se enteró de la puñalada, casi lo hace congelar la carrera, le prometió mantener el perfil bajo o hey, al menos intentarlo.

—¡Ash! —Pero diablos, ver a Eiji con el brazo totalmente extendido, con un sonrojo brillante, sonrisa de sol y ojos tan acaramelados que podrían endulzar el corazón más envenenado paraliza su mundo entero y lo hace girar al revés, lo hace correr a su lado para abrazarlo, estrecharlo y no querer dejarlo ir jamás—. Viniste.

—Claro que vine. —El lince solo puede envolverlo entre sus brazos y estrecharlo contra su tórax con el deseo de que Eiji permanezca ahí para siempre, justo en el bolsillo de su corazón—. Prometí estar, ¿verdad?

—Sí. —Eiji se restriega debajo de su mentón casi como si quisiera impregnarse de su olor justo antes de la competencia, el gesto es tan adorable que le derrite la cordura, Eiji es injusto—. Lo prometiste.

—Claro que lo prometí, eres mi novio.

—Ash.

—Además, te ves adorable con tu uniforme deportivo.

—Tú te ves adorable con mi chaqueta.

«Eiji Okumura».

Es lo que tiene escrito a lo largo de los hombros junto a su número de posición (el 2, por su nombre).

"Eiji" puede hacer alusión o al segundo lugar o un gran protector y francamente adora el significado, cree que le sienta a la perfección.

—Estaremos en primera fila con los chicos para animarte.

—Estoy nervioso. —Entonces Eiji dice extendiendo una mirada hacia la cancha—. Los chicos parecen en muy buena forma, de alguna manera me siento más retrasado.

—Cariño. —Ash lo toca de los mofletes, acomoda sus palmas encima de sus orejas como una sutileza para callar el ruido del mundo, bien sabe que a veces se puede hacer muy pesado—. Dijiste que esta vez querías saltar para probarte a ti mismo de lo que eres capaz.

—Ash.

—Mientras hagas eso nada más debería importar. —Su mirada cobriza se suaviza, extiende su palma para entrelazarla con la de Aslan aun si está encima de su cara y el toque entre los dedos arde puesto que de alguna manera, este terco siempre se las arregla para derretirlo—. Sé que haces esto para ti mismo, pero aún así, quiero que sepas que estoy malditamente orgulloso de ti, Eiji.

—Aslan.

—Sing tiene razón, eres el chico más genial del mundo.

—Gracias. —Se dijo que eran de mundos diferentes, que un lince y un conejo no podrían ser amigos, que un sol no era compatible con la lluvia de medianoche—. Gracias por estar acá.

—No. —Ahora sabe que algunas veces la medianoche anhela llover luz y que el sol otras veces, ansía iluminar con oscuridad—. Gracias a ti por invitarme. —El alfa le besa el dorso de la muñeca—. Quería estar aquí desde hace tiempo, te dije que me enamoré de ti al verte saltar.

—¿Debo tomar eso como un desafío para volverte a enamorar?

—Deberías tomarlo como motivación, onii-chan. —Canturrea—. Muéstrame esa expresión de la que Ibe tanto alardea y lo hizo ganar el primer lugar. —De repente, sus mejillas se tiñen rojas y realmente rojas.

—Es un trato. —Musita—. Ahora bésame para motivarme.

—Pídelo. —Usa su voz de alfa—. Pídemelo.

—Bésame, Charlie Springs. —Se burla.

—A tus órdenes, mi Nick Nelson.

Lo besa.

Claro que lo besa para motivarlo, ¿qué clase de novio sería sino lo hiciera? Existe algo extraordinario, surreal y efervescente en sentir los labios de Eiji estampándose a los suyos en medio de esos campos deportivos, con el público gritando cosas entre las gradas, con el calor del verano bañándolo, con la chaqueta de Eiji amarrada a su cintura mientras saborea su sonrisa y se torna adicto a la esencia que desprende. Así que solo puede besarlo tonta, perdida y estúpidamente enamorado, extendiendo su toque lo que más puede hasta que los gritos del entrenador irrumpen y debe dejarlo ir, pero diablos, es difícil dejarlo ir.

—Te estaré esperando con los chicos en primera fila.

—Los estaré buscando. —Dice jadeando por el beso—. Te amo, Ash.

—Te amo más. —Ríe siendo una masa cursilona y rosa—. Y ahora patéales el trasero a todos, cariño.

—Te dedicaré el salto ganador.

Eiji le guiñe un ojo y se va.

Ash se arrastra hacia las gradas flotando en una nube de enamoramiento, es exagerado y lo entiende puesto que él solía burlarse del romance y sin embargo, acá está vistiendo su chaqueta aun si resulta delicada su zona abdominal, fantaseando en cómo serían sus cachorros, imaginando una vida entera a su lado, ¡pero es que diablos! este enamoramiento no solo le pegó fuerte sino que lo dejó aturdido, ni siquiera lo vio venir, esa es la cuestión, no tuvo aviso ni hubo una señal del universo antes, su rosa solo supo del principito y el amor cuando ya estaba dentro del domo, Howl encontró a Sophie dentro sin invitación en su castillo, Nick no le pidió permiso a Charlie para sentarse a su lado y Edward nunca planeó conocer a Bella, definitivamente esto fue cosa del destino.

—¿Nadie le pasó el memo a Lynx? —De todas maneras su burbuja de romance se revienta subiendo hacia las graderías y encontrándose con los chicos en primera fila.

—¿Qué memo?

—Todos teníamos que venir de blanco hoy para poder escribir sobre las camisetas. —El omega jadea casi indignado como si hubiera sido obligación del alfa adivinar lo que a todos se les informó—. ¿Por qué si siempre vistes esa misma polera roñosa hoy justo vienes de negro?

—Porque quería verme guapo para Eiji.

—El jefe luce guapo. —Su pandilla lo respalda—. Aunque desentona.

—Ja. —Yut-Lung le lanza una sonrisa de víbora maliciosa—. ¿Acaso no lees los WhatsApp del grupo?

—Los tengo silenciados.

—¡Es todo! —El más joven jadea como si estuviera sufriendo un ataque al corazón, incluso envuelve un puño alrededor de su brillante y elegante crop-top con una frase alentadora para Eiji que no logra entender ya que parece escrita por alguien de preescolar (Sing seguramente)—. Te sacaré del grupo.

—Yue, bebé. —Shorter llega para salvar el día—. Primero concentrémonos en la competencia, luego puedes pelearte todo lo que quieras con Ash.

—¿Lo prometes? —Le pregunta con pupilas grandes y brillantes—. ¿Incluso puedo jalarle el cabello?

—Lo prometo.

—Bien. —Sin duda es extraño verlo hacer un puchero y comportarse acorde a su edad porque tiende a desprender una vibra más adulta de la que realmente le corresponde—. Te puedes sentar acá con nosotros incluso sino estás vistiendo el outfit correcto.

—¿Gracias? —Ash toma asiento aún medio confundido—. Vine a apoyar a Eiji, no creo que importen los colores que usemos.

—A Eiji tal vez, pero le envía un claro mensaje al enemigo.

Arthur.

—Eiji no está solo y quiero que el tipejo lo entienda con sus neuronas de neandertal. —Yue resopla.

—Tienes razón.

—Claro que la tengo.

—Ten, te traje un perrito caliente. —Shorter se lo extiende, no obstante, su rostro se contrae en eso que impresiona ser una duda y tiembla contra el pan—. Lo siento, no tienes que sentirte obligado a comerlo, ni siquiera está en tu pauta ¿verdad?

—Hace un tiempo las pautas han reducido, ahora tengo más libertad para comer. —Refiere pedante tomando el perrito caliente entre sus manos, devorándolo, encontrándolo delicioso, Blanca le contó que la anorexia no se halla totalmente sana hasta que el miedo a la comida desaparece, por ende el tener "comidas prohibidas" está contraindicado y de ahí viene el reducir la pauta—. Está muy bueno.

—Me alegro. —Shorter impresiona al borde del llanto al verlo comer, puede ser muy malo utilizando sus palabras para expresarse, pero sus acciones... esas no dejan ninguna duda—. Me siento estúpido algunas veces por no haberme dado cuenta ¿sabes?

—No podrías haberte dado cuenta.

—Debí darme cuenta porque eres mi mejor amigo. —No.

—Las personas que no tienen anorexia no pasan pensando en anorexia. —Le explica—. Tú no tenías porqué saber o entender algo que jamás te había pasado.

—Aún así... —Wong le pega en el hombro, sus zapatillas se golpean en el escalón inferior de madera, los perritos calientes se han reducido a envoltorios brillantes y de papel—. Eres mi bro, me importas.

—También eres mi bro. —Ríe—. Y solo lo diré una vez, así que evita que se te suba a la cabeza, pero te quiero, Shorter.

—¡Ah! —El alfa se encuentra con una sonrisa bobalicona muy sonrojado—. Hiciste que saltara fuerte mi corazón.

—Si te vas a jotear a mi novio al menos ten la decencia de hacerlo a mi espalda. —Yut-Lung le gruñe.

—También te quiero a ti.

—¿Qué...? —Y entonces su piel translúcida se tiñe de un rojo furioso mientras su mandíbula tiembla, sus ojos se dilatan y se le cae la boca—. ¡Yo no! —Grita cubriéndose la cara con ambas manos—. Te odio, definitivamente te odio, Lynx.

—Eso significa que te quiere también. —Shorter le susurra.

—Lo sé.

Las cosas van bien durante el inicio de la competencia, presentan a los saltadores, explican las reglas, se marcan las primeras puntuaciones, todos parecen haberse envuelto extasiados por el espíritu del evento e incluso los chicos impresionan totalmente encantados con el deporte pero Ash no consigue arrancarse el presentimiento de mierda que tiene incrustado en el corazón ya que hay algo reflejado en sus ojitos de gacela que... está mal.

No es que Eiji dé señales demasiado concretas, son detalles ínfimos y para cualquier otro espectador serían insignificantes, no obstante Aslan se ha vuelto diestro en el arte de descifrar el idioma de «Eiji Okumura» por ende, no le cabe duda de que algo está terriblemente mal cuando sus ojitos centellan pero no es con el dorado que acostumbran, no, ese es un cobrizo más opaco, aunque sonríe ninguno de sus hoyuelos es tan profundo cómo debería y su boca tiembla de más, además, su sonrojo rosado no es del rojizo adorable que acostumbra ante lo que genuinamente lo hace feliz.

Algo está mal en Eiji.

Lo comprueba al verlo pararse de la banca para escabullirse a la parte trasera de la cancha sin saltar.

Diablos.

—¿A dónde vas? —La mirada de Yut-Lung está repleta de preocupación, es susceptible y no debería extrañarle que también se haya percatado de las grietas en la fachada del nipón.

—Al baño, regreso enseguida. —Pero miente, no anhela abrumar a Eiji en caso de pasarla mal, debe marcar la línea entre apoyarlo y transgredir sus límites, es realmente difícil y Eiji lo hace ver tan fácil.

Aslan va a buscarlo.

No lo encuentra.

Sus zapatillas retumban contra las baldosas del gimnasio. Corre. Corre. Corre. Su respiración escalda. Tiene la boca reseca. Las piernas le pesan. Los latidos de su corazón le taladran los tímpanos. Eiji. Se sabe que la competencia es realmente importante. ¿Qué podría haberlo hecho salir? Miedo. Notaba miedo en sus ojos. Arthur. No. El tipo no es tan tonto como para lastimarlo otra vez. Mizuno. El nudo en su garganta apenas lo deja respirar. Hace un segundo Eiji estaba entre sus brazos. «Para siempre» le prometió. Ash le pidió un solo-por-ahora. Eiji lo prometió. No puede pasarle nada. El pánico ahoga su corazón. Debe correr más rápido mientras mitiga una crisis de pánico.

Busca en los camarines, en los baños, cerca de las canchas, en las graderías pero nada, no está y casi parece que la tierra se lo tragó. Calma. Necesita pensar. Planta sus zapatillas contra el pasto. Aprieta. Debe apretar sus párpados con fuerza, sus músculos, su palma encima de su pecho, inhala profundo, lo suficientemente hondo como para buscar las feromonas de Eiji. Dulces. Adictivas. Seguras. Hogar. Su casita. Inhala. Cuenta. Un. Dos. Tres. Eiji. Cuatro. Cinco. Seis. Las huele. Siete. Ocho. Nueve. Arthur está con él.

No se perdonará que nada le pase.

Dios, por favor.

Llévame a mí en su lugar, no lo lastimes, no a él.

No puede soportar otro segundo de incertidumbre, bajó la guardia un puto segundo y de nuevo...

No quiere encontrarlo otra vez con esa expresión muerta en una sucia bodega, con los ojitos llorosos llorando y llorando lágrimas que no significan nada, con Eiji hecho una bola de traumas que precisa recoger pedacito por pedacito para arreglarlo, pero nunca estará bien, la mordida de Arthur siempre estará... Ash sale disparado hacia la parte trasera de las canchas. Eiji está ahí. Arthur está ahí tocando las manitos de su solcito, la persona más buena que existe y a la que dañó.

No lo perdonará.

No perdonará a nadie que le haga daño.

—No te entiendo, Eiji. —Pero antes de que Ash intervenga la voz del alfa lo descoloca, es frágil—. Si me solías querer tanto.

—Sí, solía quererte mucho, solía confiar en ti.

—¿Entonces por qué? —Hay una ira desmedida ardiendo en sus pupilas azules y aun si el instinto le ruega de las tripas que intervenga también presiente que si lo hace estaría arrebatándole a su pareja algo que merece imponer, por lo que permanece oculto sin dejarlos de ver—. ¡¿Por qué él?!

—Arthur.

—No es justo. —Ríe maniático—. Yo también soy un alfa ahora, podemos estar juntos.

—Nunca se trató de ser un alfa o un beta.

—¡Claro que sí! —Su voz se rompe en cientos de pedazos—. Siempre se trató de eso ¿verdad? Como eres un omega necesitas a un alfa y ahora soy uno, ahora podemos estar unidos, el vínculo será real.

—¿Por qué querrías estar conmigo?

—Porque te quiero.

—No. —Eiji le suelta las manos—. Tú no me quieres, si me quisieras nunca me habrías lastimado de la forma en que lo hiciste.

—Lo hice por nosotros.

—¡Lo hiciste por ti! —Algo cambia progresivamente en Eiji, lo ve romperse, quemarse, hacerse miles de cenizas opacas—. ¡Lo hiciste porque eres un maldito egoísta que no soportó que yo te rechazara!

—Eiji. —Advierte.

—Pero ¿sabes? Te volvería a rechazar todas las veces que hagan falta para que entiendas.

—Entonces no me dejas más opción que volverte a morder.

—¿Quieres volverme a morder? —Eiji ríe con ironía, se da vueltas, se levanta los cabellos más cortos que se hallan alrededor de su nuca para exponer la marca todavía fresca—. ¡Hazlo! Muérdeme todas las veces que quieras, puedes lastimar mi cuerpo e intentarlo romper pero nunca, jamás, te daré mi corazón ni te cederé el placer de lastimar mi alma.

—No sabes de lo qué estás hablando. —Los ojos del omega se acumulan con un montón de lágrimas contenidas, como si finalmente la presa se hubiera derrumbado con sus sentimientos, no teme más.

—Sé de lo que estoy hablando más que nunca. —Rezonga plantándose firme, alzando la barbilla en una expresión de seguridad que jamás ha vislumbrado aunque lo deja absolutamente deslumbrado.

—Solo estás ladrando.

—¿Quieres probarme? —Gruñe—. ¿Realmente quieres probar de lo que soy capaz? Me niego a vivir asustado de ti por el resto de mis días, así que si quieres seguir atormentándome hazlo, sin embargo, no pienses ni por un segundo que no me defenderé, no volveré a bajar la cabeza ante ti y tu maltrato.

—No trabajo solo, Mizuno igual te traicionó para tomar tu lugar. —Lo dice porque quiere desgarrarle la herida antes de la competencia y lastimarlo.

—Ya lo sabía, me lo advirtieron y al diablo, ustedes hagan las trampas que quieran. —Brama—. Pero yo iré a saltar.

—Eiji.

—Antes solía quererte mucho ¿sabes? —El omega aleja su mano antes de que la pueda tomar—. Te valoraba y eras mi amigo, ahora me has obligado a tomar una decisión realmente difícil aunque creo que hasta debo agradecerte por empujarme hasta este punto.

Arthur contiene la respiración.

El omega arde.

—Ahora solo me das pena.

—Eiji.

—Mírame volar mientras te hundes en tu propia mierda.

Anuncian el nombre de Eiji en la competencia.

Ash ni siquiera alcanza a regresar a las graderías, corre para quedar frente la cancha a pesar de todas las quejas del entrenador.

Eiji se posiciona en la línea de partida, toma una profunda bocanada de aire, sus feromonas expresan un remolino de barullos contrariado a su mirada muy encauzada, sus fosas nasales se abren y cierran con violencia, su cabello oscuro se revuelve con la brisa, se inclina, se inclina, sus mejillas están rojas, todavía hay lágrimas implícitas alrededor de las pupilas, se quiebra, se hace trizas, se quema, perece.

Anuncian el salto.

Ash retrocede de golpe, la mirada tímida y cohibida que tiende haber en sus ojos de gacela se quema hasta calcinar el mundo entero para abrir paso a una chispa fiera, hay electricidad en su iris oscuro, electricidad que escalda hasta la sangre del alfa y sus ojos relumbran con concentración y ocurre en cámara lenta, Eiji no se levanta para correr, vuela, sostiene la pesada pértiga como si fuera extensión de su cuerpo o una pluma más de sus alas, clava su atención en la meta, sonríe determinado, ensarta la pértiga en el soporte.

Se levanta.

Ash jamás lo olvidará.

Porque se eleva alto, muy alto.

El cielo del gimnasio se ilumina y Ash perjura que puede escuchar a un coro de ángeles cantar detrás, queda deslumbrado por el momento, sus ojos verdes se entornan, las pupilas reflejan la encarnación de la libertad mientras se queda paralizado aquí, totalmente desconcertado vislumbrando lo que es la expresión más maravillosa del mundo, acá entiende porqué para Eiji es tan imprescindible realizar este deporte, Eiji no salta, ni vuela, Eiji vive a través de la pértiga y esto se graba fuertemente encima de su corazón, lo ve sonreír mientras cruza la varilla, libre, hermoso, lo ve quemarse, hacerse cenizas y al mismo tiempo, lo ve renacer como un fénix.

Sublime. Etéreo. Hermoso.

Eiji.

—Te envidio, tú si sabes cómo volar. —Entonces dice—. Pero estoy aprendiendo.

Eiji permanece flotando en el cielo lo que impresiona ser una eternidad antes de caer sobre la colcha de espuma, el público queda absolutamente deslumbrado, claro, es cosa de Eijis robarse corazones.

—¡Eiji! —Y Ash no puede contenerse a sí mismo para irlo a abrazar—. Eso fue maravilloso.

—Ash.

—Fue precioso. —El alfa se arroja encima del omega sobre la colchoneta y lo estrecha con fuerza en sus brazos—. Eres precioso.

—Estás avergonzándome. —Ríe, no obstante, es muy tarde y su barra personal se encuentra tirando halagos junto a flores y gritos de ánimo.

—Tú querías un equipo de porras, eso somos.

—Es verdad. —Eiji corresponde con fuerza el abrazo, dejándose hundir aun más en la colchoneta de gomaespuma, saboreando el momento y extendiéndolo para siempre—. Es verdad.

Eiji no gana la competencia.

Queda en segundo lugar.

Sin embargo, no parece importarle, de hecho, luce con orgullo el segundo lugar, Ash infiere que esto es lo que pasa cuándo lo das todo y sabes que efectivamente no podrías haberlo hecho mejor, lograr llegar a ese nuevo entendimiento lo inunda con un sentimiento desconocido que si bien lo intimida...

No lo repele más.

Orgullo.

Ash está malditamente orgulloso de Eiji sea cual sea el resultado, quiere estar orgulloso de sí mismo.

—La competencia estaba arreglada. —Claro que sus amigos se quejan cuando lo reciben de regreso.

—Quizás. —Pero al nipón no impresiona importarle más—. Aunque estoy feliz de haber participado.

—Ese fue todo un salto, Eiji. —Sing salta conmocionado—. Quiero hacer eso cuando grande.

—No creo que puedas hacer eso con el boxeo. —Ash dice.

—Viejo pesado.

—Mocoso insolente. —Gruñe y se siente cómo Max.

—¡Yue! ¡Ash me está molestando!

—Tú... —Aprovechando que Sing arma el ajetreo Ash se aproxima para preguntarle, necesita saberlo con sinceridad—. ¿De verdad estás bien con eso?

—Me habría gustado ganar el primer lugar, eso es verdad. —Eiji lo golpea del hombro, tiene la palma acomodada en la cintura del alfa y ¿saben? Adora que toque ese lugar—. Pero, creo que es un primer paso real para lo que puedo dar, más que resentido quedé con ganas de seguir compitiendo.

—Eso es maravilloso.

—Y cuándo gane ese primer lugar... —Ni siquiera lo pone en duda, solo asume que tarde o temprano le llegará la victoria—. Te propondré matrimonio.

—Lo estaré esperando. —Ash ríe. Tonto. Iluso. Enamorado.

—Aslan. —Eiji musita encaminándose a su lado—. Gracias por encontrarme.

—Siempre. —El lince corresponde—. Siempre te encontraré.

En cada maldita vida.

Universo.

Realidad.

Mi alma siempre estará contigo.

Sigo enrabiada por cómo salió esta cosa, en mi mente era más bonito, quiero que sepan eso, ya mañana nos queda una sesión intensa porque la noticia del bebé no es indiferente, ese capítulo si me quedó muy bakan o al menos, fue especial.

Gracias por tanto.

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