22. Celo omega.
Hi~ Chiquillos, ayer me dio la sensación de que muchos quedaron con la impresión de que no veriamos más a la anorexia y pucha, de verdad me gustaría que no fuera así pero la premisa de este fic parte con hacer un tratamiento lo más realista y no es tan facil como despedirse, es muy importante eso sí, es algo muy catartico y marca un antes y un despúes en Ash, pero como les comenté, Ana es algo fuera de Ash,a sí que nos sigue durante todo el bendito fic, a veces más grande que otra y hoy por ejemplo lo notaremos mejor. Pero gracias por seguir acá.
Espero les guste.
Ash suspira quitándose la décima chaqueta que se prueba de madrugada, la toma de la punta, existe un resqueme de cólera ardiendo entre sus tripas puesto que esta era una de sus candidatas favoritas al tener adornos metálicos y ser completamente de mezclilla, pero no, el universo justo se ha puesto de acuerdo para que su dismorfia sea una hija de puta y a veces se despierta odiando absolutamente todo lo que luce, si bien, tiende a ser manejable al cortarlo de raíz lleva varias horas rebuscando con la esperanza de que algo en su closet lo haga sentir... no tan mal.
Además, el cansancio es otra cosa, desde que salió del hospital ha dormido unas 18 horas al día, eso no sería un problema si al menos al despertar se profesara renovado sin embargo, se siente igual (si es que no peor) cuando se vuelve a levantar y necesita volver a dormir. Sí. Sí. Sabe que los trastornos alimentarios están comórbidos con los trastornos del sueño, solo qué ¿por qué hoy?
Hoy es su cita con Eiji.
Una cita oficial.
Y Aslan se ve como la mierda con unas ojeras tan cadavéricas que parece personaje de Tim Burton.
—Pues si tanto te molesta podrías no ir.
—No. —Ash se planta enfrente de su anorexia quién por supuesto, ha sido su fiel compañera en esa búsqueda de atavíos, Dios, hasta preferiría a Yut-Lung sabiendo de antemano que se limitaría a puro insultarlo—. Eso es justamente lo que quieres, no voy a faltar.
—¿Cómo vas a ir si apenas te puedes mantener de pie? —Es cierto, este sueño es raro al no reducirse a bostezos o tazas de café, ese sueño hace que el cuerpo se aprecie jodidamente pesado y que hasta levantar una pierna se vuelva una tarea imposible—. ¿Cómo irás al centro comercial?
—Me las arreglaré. —Bosteza—. He estado esperando mucho tiempo esta cita como para acobardar mi voluntad ahora.
—Puff. —La anorexia le da una sonrisa sañosa—. En la carta que escribiste dijiste que ya no necesitas más de mí, pero mírate. —De pronto, ella se encuentra sobre los huesudos hombros del alfa—. Estás cayéndote a pedazos sin mí, sweetheart.
—No. —Ash se aleja de un manotazo—. Tú te estás cayendo a pedazos sin mí, Ana.
—Pues suerte encontrando algo que te quede. —El alfa aprieta los párpados y le saca la lengua con una terquedad digna de Eiji Okumura—. Bastardo malagradecido.
No permite que la voz intrusiva de la enfermedad lo frene, procede a repasar el montículo con ropas, zapatillas e inclusive uno que otro accesorio con anhelo de encontrar algo ya que aparentemente la creatividad de su cerebro se halla reducida a una camiseta blanca y unos jeans rasgados que lo hacen ver ¿cómo dijo Yut-Lung? Ah sí, desnalgado. Empuja un chillido de frustración hacia lo más profundo de su garganta al ver la hora, se tiene que ir en cinco minutos y sigue viéndose simplón, por lo menos intenta arreglarse el cabello cepillando sus mechones dorados hacia atrás y es en vano, ¡ugh!
—Chico. —Max golpea la puerta, son pocas veces las que Max ha aprendido a golpear, por ende sus alarmas mentales no dudan en dispararse—. ¿Puedo pasar?
—Ya estás adentro, viejo. —Se burla con una sonrisa sañosa.
—Cierto. —Porque puede estar en crisis y todo pero Ash sigue siendo Ash y acomplejar a Lobo sobre todas las cosas es prioridad, esa es su manera de demostrarle que lo ama—. Ya estoy adentro, tienes toda la razón.
—¿Qué pasa? —No le gusta el tono nervioso que usa para reírse, de hecho, pone sus pelos de punta.
—Escuché que tenías una cita con Eiji y pareces estar batallando para encontrar algo así que te traje esto. —Max extiende una chaqueta de cuero enfrente del lince—. Está vieja y probablemente quede un poco suelta en tu cuerpo pero es la cazadora que usé cuando invité a Griff a nuestra primera cita.
—¿Tú...? —Aslan pone los ojos en blanco, recibiendo anonadado la ropa—. ¿Por qué me prestarías algo tan valioso para ti?
—¿Qué no es obvio? —El alfa entra, presionándole un beso encima de la frente—. Eres mi mocoso, es mi trabajo como tu padre aconsejarte en estas cosas.
—Oh. —Y de repente, su rostro está rojo y sus manos están apretando con fuerza la chaqueta—. Yo creo que tienes razón, gracias.
—Ven, veamos cómo te queda.
Max le acomoda la chaqueta por encima de los hombros, la tela lo abraza, más, no es... pesada como el resto de su cuerpo y al contrario, se profesa calentita y agradable y lo pone un poco más despierto, Max le sonríe con esa clase de sonrisa que solo te sabe entregar un papá, sus ojos brillan con un azul muy diferente al de Griff e igualmente radiante, lo toma de la espalda, lo voltea hacia el espejo y sin duda es una sorpresa no fijarse de manera focal en sus defectos y aceptar que se ve guapo y galante.
—Como todo un James Dean en una caja de Marlboro. —Entonces ríe porque era obvio que soltaría una cursilería de esta índole—. Te ves atractivo.
—Gracias. —Sus mejillas se encuentran espolvoreadas por un tenue carmesí, si bien, no acostumbra a tener estos momentos de semejante intimidad con Max, últimamente siente que ha podido ver el lado más sensible del periodista y le gusta dicha dualidad—. Gracias por prestarme algo tan valioso.
—Te queda mejor que a mí de todas maneras.
—Claro que sí. —Ash eleva el cuello de la chaqueta—. Tú estás viejo.
—¡Mocoso!
—Además, yo soy más estilizado que tú. —Espera una respuesta mordaz de parte del contrario, algo que refute su primera validación física.
—Lo hace. —No obstante, se topa con aceptación—. Eres un lince, eres mucho más estilizado. —Le da ternura que haga alusión a las intervenciones en terapia y supone que Blanca no es un charlatán.
—Estoy nervioso. —Entonces suelta—. Esta es la primera vez que Eiji y yo salimos con todo sobre la mesa.
—Muchacho. —Max lo abraza por los hombros—. Permítete ser feliz al menos una vez y te prometo que el mundo no se acabará solo porque has elegido superar tu faceta emo de traga-libros. —El más joven resopla cruzando sus brazos por encima de su pecho, mirando con un pincho de vanidad aquel reflejo en el espejo y carajo, le gusta, es la primera vez que le gusta y no evita la dismorfia corporal.
—Eres un hijo de puta.
—Un hijo de puta al que amas y adoptaste como tu papá.
—Yo no te adopté. —Enfatiza—. Griff te trajo a la fuerza.
—Y aun así... —Max le da una sonrisa brillante y sincera, de esas que no había visto desde que ambos jugaban béisbol entre los maizales de Cape Cod—. Me amas.
Claro que sí.
Eres mi papá y te amo tanto, bastardo.
Bueno, su "papá" peligrará cuando Griff se entere de que le prestó su vieja motocicleta para esa cita con Eiji pero hey, si su hermano solía montarla él también quiere, Max le saca fotografías como todo un viejo sentimentalón y le permite irse y poder cabalgar hasta los dormitorios, con el calor pegando contra la brillante pintura roja del vehículo, con el viento en sus cabellos y el ronroneo del acelerador quitándole el sueño y la pesadumbre de golpe. No tarda en pasar a buscar a Eiji.
—¡Oye, onii-chan! —Y claro que tiene que gritarle por la ventana para que toda la facultad se entere de dicha cita—. ¡Ya estoy acá!
—¡Ash! —El nipón se asoma por la ventana y es tan lindo que apenas puede mantenerse equilibrado en la motocicleta porque diablos, no es justo que su cabello luzca tan esponjado y adorable inclusive desde la lumbrera—. ¡Ya voy!
—¡Oye, versión barata de Romeo! —Yut-Lung no tarda en amenazarlo desde otra ventana—. Viven otras personas en este lugar ¿sabes? Llévate tu asqueroso romance a otra parte.
—Eso haremos. —Sonríe—. Toda la noche. —Entonces el más joven entorna los ojos en blanco, lleva un puño hacia su pecho como si estuviera sufriendo un ataque cardíaco, procede a soltar un montón de sandeces contra su amorcito.
—¡No lo quiero dentro de nuestra relación!
Pero a pesar de los regaños Eiji sonríe y lo llama «Ashu Lynxu» y aunque Ash le dijo que mataba todo el inglés con su pronunciación jura que se cambiaría el nombre a eso con tal de escucharlo reír.
—Te ves precioso. —Entonces su boca lo suelta, es débil ante el gigantesco suéter crema que aprieta su cuerpo dándole una apariencia dulce y suave gracias a la camisa que viste debajo, los botones los tiene abiertos y Aslan podría jurar que lo ha hecho a propósito para liberar sus feromonas con mayor facilidad, unos pantalones ajustados que hacen juego lo acompañan—. Eres precioso. —Y solo atina a decir.
—Tú te ves galante. —Por supuesto, el omega es coqueto y le sigue el juego—. Te ves increíble como un líder de pandilla.
—¿Eh? —Una sonrisa traviesa chispea en sus mejillas—. Eso te convierte en el chico del jefe.
—Supongo. —Eiji no duda en deslizarse hacia el asiento trasero, paseando sus dedos contra el pecho de Aslan y haciendo que su piel arda, sus manos están mojadas en el acelerador, esto se siente bien.
—¿Listo? —Pregunta y siente los cálidos labios del omega presionarle un beso en la nuca.
—Listo.
Mierda, sin duda este omega es su perdición.
Pero como Ash es un idiota enamorado procede a apretar el acelerador y sucumbir en una tormenta de feromonas, brisa y risas, el céfiro golpeándole el rostro y arrastrando las feromonas de Eiji debajo de su nariz es adictivo, entonces sabe que va más rápido de lo que debería porque el viento inclusive con los cascos lo deja medio sordo, sin embargo, Eiji se está afirmando con tanta fuerza en su cintura que no puede evitarlo y es gracioso, antes era muy reticente a que alguien tocara su zona abdominal, solo que cuando ese terco lo hace no piensa en defectos ni se siente como una piscina de grasa sino que se siente como Aslan y ya.
Llegan al centro comercial empapados por las luces iridiscentes de la autopista, cuando Okumura se saca el casco su cabello es un desastre adorable del que solo puede suspirar enamorado y gay y muy feliz porque diablos, realmente está pasando.
Es una cita.
¡Su primera cita real!
—¿Vamos? —Y que el omega tenga la audacia de extenderle la mano.
—Vamos.
Nunca creyó que podría tener eso, Ash nunca esperó vivir lo suficiente como para que efectivamente alguien lo amara por quién es y tuviera el coraje para sostenerle la mano en público igual que todas las parejas lo hacen y en secreto siempre anheló que ocurriera. Bueno, supone que debió anticiparlo de parte de Eiji ya que es la clase de persona que se arroja al agua sin duda cuando alguien se ahoga.
—¿Deberíamos pasar al cine luego de comprar? —Su corazón late rápido ante la idea, ir al cine cabe dentro de esa lista de cosas que nunca hizo por la anorexia, ir al cine implica palomitas, bebidas y la comida en general, la última vez que fue con Griff terminó volcando todo en un baño, el encargado de la limpieza lo delató y eso hizo llorar a su hermano.
—Me encantaría.
—No tenemos que comprar nada sino quieres. —Y es increíble que ni siquiera deba decir algo pero Eiji de todas maneras lo sepa—. Estoy bien mientras vaya contigo.
—Creo que si compramos un paquete pequeño estaré bien.
—Okey. —Eiji entrecierra la mirada, suspicaz—. Pero no te sientas obligado.
—Nunca me siento obligado contigo. —Entonces un lindo sonrojo brota bajo las mejillas de su pareja y eso lo hace suspirar embobado—. Te amo.
—Lo dices con más libertad ahora. —El omega se acomoda el cabello, está nervioso, lo sabe porque Eiji es un libro a simple vista que poco a poco ha ido aprendiendo a leer.
—Estás apenado.
—Claro que sí, dices cosas como esas. —El moreno se encoge dentro del suéter, los botones debajo de su cuello se abren un poco más por el movimiento, retrocede igual que un conejito ante las fauces de un depredador y cree que la metáfora le sienta de maravilla—. Me tomas por sorpresa así.
—Eiji... —Entonces Ash recuerda los movimientos que Shorter le enseñó y procede a acorralarlo con una pared de soporte, sus ojos cafés brillan como gotas de miel ante la cercanía y eso lo hace perder el aliento, está deseoso, sus feromonas lo delatan, Eiji está deseoso por ser besado—. Dilo. —Usa la voz de su alfa para ordenarlo, ha ido aprendiendo a controlarla gracias a Max.
—Bésame. —Le ruega—. Muero por besarte.
¿Y cuándo Ash ha podido negarle algo?
Así que lo besa.
La boca de Eiji es una ensordecedora adicción, es cálida, dulce, tiene un resqueme a té de manzanilla que definitivamente lo hace pensar en su hogar pero no en ese con nombre de Gremlins, dioses que te hacen pobres y comidas apestosas, si no en ojos de ciervo, pucheros infames, saltos libres, caricias amorosas, besitos mañaneros para-siempre y haría-lo-que-fuera-por-ti, eso es Eiji, aunque con amor no se sana porque mejor que nadie comprende que no es un centro de terapia, cuando ambos están en el lugar correcto y han puesto sus dolencias sobre la mesa puede ser un soporte. Así que lo abraza y lo besa totalmente agradecido de todo lo que le ha dado y todo lo que ha estado dispuesto a tomar de Aslan. ¿Tomar? No, esa no es la palabra correcta, sino más bien "recibir", eh ahí la diferencia con Eiji y los demás:
Eiji nunca le ha pedido nada a cambio de su amor. Ni una sola vez. Salvó su vida.
Gracias.
Cuándo se terminan de besar se ríen nerviosos entre las quejas del encargado de la tienda, se toman de la mano y siguen vitrineando en otros negocios.
—Creo que esta te quedará bien. —Y aunque Ash siempre ha detestado ir de compras porque ¿hola? Su dismorfia corporal no lo deja probarse outfits sin que se sienta como una plasta grasienta a punto de explotar, existe algo maravilloso en hacer algo tan cotidiano como eso con el omega—. Voy a ver si hay de tu talla.
—¿Cuál? —Aslan se da vueltas expectante para ver lo que su amorcito ha elegido solo para descubrir que el hijo de puta le está buscando uno de esos pajarracos con cara de psicópata/drogadicto.
—¡Ah! Acá hay.
—¡Eiji! —Chilla y no porque sea chillón, no, no, es maduro, pero a veces es necesario chillar de forma especial para reestablecer sus derechos humanos—. ¿Realmente venden esas abominaciones?
—¡No le digas abominación! —Patea porque es un conejo—. Nori Nori es lindo.
—Lindo si te gustan las cosas horrendas, pero bueno, si Yut-Lung es tu mejor amigo, no debí esperar otra cosa. —Aslan esboza una sonrisa sañosa.
—Tienes razón. —Y Eiji le devuelve una mueca de comemierda—. Tú eres mi novio después de todo, eso debe hablar bastante de mis gustos.
—¡Eso no! —Se queja tomando otra de las prendas—. Mira, puedes usar algo normal, te luciría bien.
—Ash. —El nipón se cruza los brazos indignado—. Esa es una falda.
—Diablos, verdad. —No se dio cuenta—. A menos que...
—No. —Lo corta—. No estamos en ese nivel todavía.
—Buh, no eres divertido. —Entonces el moreno rueda los ojos con falsa indignación.
—No tengo que ser divertido. —Y le prensa la mano con fuerza—. Tengo que ser tu novio. —«Novio» todavía le cuesta creer que realmente haya pasado, es más duro de lo que creía irse despegando de las creencias totalitarias de la anorexia—. Y como tu novio quiero usar outfit de pareja.
—¡Eso no...! —Pero Aslan realmente quiere vestir a juego con su amante, si, le gustaría que fuera al menos una polera decente en lugar de una caricatura de dudosa procedencia, sin embargo sus ojitos cafés brillan mientras le muestra la camiseta.
—No se te verá bien. —La anorexia gruñe—. Es muy pequeña ¿de verdad crees que se te verá bonita una vestimenta en pareja con el Fly boy? Eiji es musculoso y más fino, quiere que la vistas para poner en ridículo tu asqueroso cuerpo de ballena.
—Quiero comprarla. —Apenas jadea angustiado, si bien, no puede controlar lo que la anorexia elige decirle está trabajando en escucharla menos, ya no lo limitará—. Quiero usarla contigo.
—Bien. —Eiji se alza en la punta de sus pies para darle un beso en la mejilla—. Yo invito.
Es gracioso cómo la presencia del nipón se las arregla para cautivarlo de forma inexplicable e incluso durante los días de amistad o mejor dicho en el momento exacto en dónde lo vio saltar con la sonrisa más maravillosa que jamás en su vida había vislumbrado sabe que lo anhela, ha estado embelesado de Eiji igual que un ateo conociendo a Dios, solo pudo quedarse ahí, boquiabierto deseando que por alguna casualidad cósmica pudiera Eiji algún día prestarle atención y acá está mejor, comiendo poco a poco, devorando un helado antes de entrar al cine, disfrutándolo, creyendo que el bigote cremoso que hay entre los labios de su amante luce apetitoso y devorándolo. Pero Eiji siempre ha tenido esta increíble habilidad de escuchar las últimas y desesperadas señales de auxilio y ¿saben? Es lindo que Eiji también le muestre las suyas sin tapujos.
—Hace mucho no vengo al cine. —Entonces Aslan dice cuando finalmente han entrado a la película, hay un paquete pequeño de palomitas en su regazo, un refresco grande a su derecha y a su izquierda ha levantado la separación para poder acurrucarse—. Casi olvido el frío que hace en la sala.
—Puedes usarme de almohada. —El moreno dice porque es un irracional—. Estoy calentito.
—Lo estás. —Su alfa interior ronronea contra sus cabellos esponjados de pluma de pájaro bebé.
—Tu chaqueta es genial. —Claro que pone el tema—. No te la había visto, parece de líder pandillero.
—Es del viejo. —Sonríe—. Max me la prestó.
—Eso es lindo.
—Sí. —Pero nunca se lo admitirá en voz alta—. También me ha estado enseñando a pelear para que ya sabes, pueda protegerte a ti y a los chicos y me ha ayudado a manejar mi naturaleza de alfa.
—¿Eh? —El moreno se separa con ojos grandes y muy grandes—. ¿Cómo es eso? —La curiosidad es obvia entre sus palabras y al rubio le resulta efervescente, pasa su brazo detrás de Eiji y lo atrae.
—Cuando dejé de luchar contra mis instintos y acepté lo que era se volvió más llevadero, aunque al principio tuve un poco de miedo porque mi alfa te desea y pensé que podría hacerte daño de a poco entendí que hay un instinto que está por sobre todas las demás cosas, incluso sobre la codicia.
—¿Cuál?
—Protegerte. —Sus dedos cosquillean contra la marca—. Quiero protegerte más que nada, daría mi propia vida para garantizar tu seguridad.
—Tú. —Los ojos de Eiji se llenan de una emoción rebosante, sus manos gentiles lo toman del mentón y se siente bien, se siente malditamente bien ser amado de esta manera—. Eres tan dramático, Yue tiene razón cuando se burla de ti al compararte con Edward.
—Es que lo digo en serio. —Aslan se deja mimar—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Tú igual. —El omega ronronea sin dejarlo de acariciar—. ¿Sabes? Todo este tema del Fly boy está siendo más llevadero no porque no me afecte lo que pasa con Mizuno, sino porque viste el esfuerzo que yo he puesto, lo viste y le diste importancia y eso... esa fue la primera vez que alguien me validó con tanta honestidad, siento que me quitaste un peso de encima o más bien, me diste la motivación que necesitaba para seguirlo intentando, no quiero rendirme todavía.
—Eiji. —Musita—. Mi terco Eiji.
—Gracias.
—¿Cómo no debo amarte así? —Aun en la oscuridad puede apreciar un brillo malditamente devoto ardiendo en sus pupilas y eso lo derrite, pero Eiji es su sol de todas formas y debería haber anticipado quemarse tan cerca—. Eres injusto.
—Tú eres injusto. —Ríe nervioso—. También tuve mucho miedo con la marca de Arthur pero no por mí, ya no... —Su mirada baja, los infomerciales empiezan y no obstante, no podría importarle menos la trama, solo importa Eiji y su corazón sangrante—. Sé que nunca me habrías rechazado por eso, lo hemos hablado pero aun así, una voz en mi cabeza me decía que te perdería si era un omega...usado.
—Eiji.
—Me dolía. —Musita—. Me dolía mucho la idea de perderte, estoy muy enamorado, estaba con un pánico terrible al siquiera pensar que me dirías lo mismo que me dijeron en casa, me retaron, dijeron que fue mi culpa por andar sin collar y todo eso.
—Cariño. —Ash lo besa con ternura—. Te amo, no eres un omega usado, eres maravilloso y si alguna vez yo dije esa estupidez es porque estaba muy enfermo y confundido y no sabía qué otra cosa hacer pero solo quiero que entiendas que eres extraordinario, eres la persona más extraordinaria de todo el universo y estoy muy orgulloso del esfuerzo y coraje que le has puesto a la pértiga.
—Yo también. —Sus ojos se han cristalizado luego de semejante confesión, el tiempo se detiene en esta sala oscura y helada de cine—. También me siento muy orgulloso de ti.
—¿Por qué? —¿De qué podrías estar orgulloso?
—Porque también veo lo duro que lo estás intentando. —Oh, mierda—. Y eso es más que suficiente.
Quiere llorar.
Realmente quiere llorar y deshacerse entre los incondicionales brazos de ese insoportable terco que solo se abrió paso a su vida saltando.
—Gracias. —Pero en su lugar prefiere tomar una palomita acaramelada y presionarla contra la boca de su amante para luego comerla directamente de su fuente de inspiración—. Eres delicioso.
—Los linces comen conejos, pero no de esta manera. —El nipón se burla entre risas y besos.
—Ahora los comen de esta manera.
No tiene precio que Eiji confíe lo suficiente como para mostrarse así de vulnerable puesto que tiende a adoptar un papel de protector, es un tipo de persona similar a Griff en ese sentido, el problema es que a veces también olvidan que son humanos y pueden quemarse, es ahí cuando necesitan de una zona de confort y seguridad que los libre de culpa y le dé importancia al malestar. Ama a Eiji porque es perfectamente imperfecto para Aslan.
Es el sol de su medianoche.
Es la claridad de su lluvia estelar.
Y bueno, si le preguntan a Aslan de qué trata la película la respuesta sería que no tiene ni idea puesto que toda su atención se enfoca en los gestos del moreno y es curioso cómo cada día va descubriendo más detalles de Eiji, de esas letras indescifrables en un idioma que recién aprende o el veneno oculto entre los girasoles, sonríe embobado, entonces Eiji lo mira mientras devoran palomitas e interpreta esa sonrisa como un coqueteo y le sigue el juego.
—Ni siquiera estás prestándole atención. —La queja que yace en su voz no es real sino que le resulta incluso juguetona.
—La gente no va al cine a ver películas, onii-chan. —Canturrea, dejando de lado el bote de palomitas (ahora casi vacío) acunándolo del mentón, acariciándole un mechón de cabello detrás de la oreja.
—¿Y a qué vienen las personas entonces?
—A besuquearse.
—¡Ash!
Claro que el resto de la audiencia se queja pero al carajo, prefiere estampar sus labios contra los del nipón, siente un resqueme de caramelo en su lengua, el tacto es cálido, pronto desaparece el gélido que antes sintió al entrar al cine, lo inclina en la butaca, Eiji enreda sus brazos alrededor de su cuello largo y pálido, lo estrecha con fuerza, demandándole más, la chaqueta rechina contra su suéter y el eco que sueltan es plástico, no lo distrae, no lo distrae lo fuerte que están los altoparlantes, la trama ni los colores proyectándose en un caleidoscopio sobre tan torneada piel. Lo besa. Lo besa. Lo besa.
Eiji ríe.
Ash ríe.
Eiji lo vuelve a besar y Aslan se deshace en ese beso, relajando sus párpados y eligiendo perecer acá.
Para siempre.
Es gracioso cómo también poco a poco ha ido deseando más cosas, cosas que ni siquiera sabía podía llegar a anhelar dado lo pegoteada que tenía la anorexia, una conclusión a la que llega con esa nueva claridad mental es que adora tener un novio o más bien, adora que Eiji sea su novio.
Así que lo besa profundo usando labios, dientes y lengua, Eiji jadea y tensa sus manos encima de los hombros de cuerina, más, no lo detiene, al contrario, lo recibe gustoso en este desborde apasionado de feromonas, sabores y sensaciones que nunca antes ha sentido y aumentan in crescendo, es difícil de explicar dicha efervescencia, es deliciosa y adictiva y abrumadora y lo asusta un poco, pero Eiji lo trae también un poco loco y por eso lo está besuqueando en medio del cine ¿verdad?
—Eres tan besable. —Entonces suelta y debe hundir su rostro contra el hombro de su pareja y tomar una gran bocanada de aire, sin embargo, las feromonas lo abofetean sin piedad.
—A-Ash... —Eiji se mira nervioso y rojo—. ¿Podemos irnos a casa?
—¿Qué? —Okey, ya está en pánico.
—Mi celo. —Jadea y el aroma se intensifica aún más—. Creo que indujiste mi celo.
—¿Ahora? —Asiente paniqueado—. Mierda, vamos.
Se lleva al omega como puede al departamento y le pasa uno de los supresores de Griff para aplacar el malestar, pero tardan en hacer efecto y Eiji luce pegajoso, caliente e incómodo por lo que escoge ayudarlo a forjar un nido con sus prendas, su pareja en efecto se hace pequeño bajo su montaña de camisetas, las aspira con descaro y hay algo en ver a Eiji tan necesitado de su aroma, de sus caricias, su calor y sus labios que le envía una ola de excitación.
—¿Puedo entrar? —Entonces pregunta, sabe que los nidos son algo íntimo, que sería un ataque no obtener un permiso explícito.
—Puedes. —Jadea a duras penas.
—Eiji...
Y Ash quiere ofrecerse a pasar el celo con él.
¿Acaso está demente? Tiene la imagen más sexy que podría esperar en la vida: Eiji jadeando bajo la luz dorada de su cuarto, con sus piernas temblorosas y un poco empapadas, con su matita entintada hecha un desastre crespo y esponjado, con los labios entreabiertos e hinchados, un sonrojo tan rojo que sus mejillas impresionan hirviendo y sus ojos llenos de lujuria mientras olfatea su camisa blanca, debería poder hacerlo, Ash quiere hacerlo, quiere tener sexo. Pero...
Pero.
Ja.
Baja su mirada, recuerda el ejercicio en dónde tuvo que mirarse en el espejo y de repente, le golpea demasiado fuerte la sensación de ser una plasta monstruosa debajo de la chaqueta de Max pero así como él tiene necesidades de alfa, Eiji tiene de omega y si no es capaz de satisfacerlo lo decepcionará por lo que se quita la chaqueta, la polera y sus manos tiemblan en su cinturón, no está duro, ni sabe si puede permitirse eso, la anorexia ya le jodió el libido una vez y recién lo está recuperando. Además sabe que si Eiji rechaza su cuerpo o hace un comentario doloroso no se podrá recobrar jamás, nunca ha sido más vulnerable en su vida y de pronto, quiere llorar al ser un tarro de basura, comió cabritas, diablos, ¿será muy tarde para purgar?
—Ash... —De repente, Eiji lo ha tumbado contra la cama y va a pasar, quiere vomitar, aun no siente que esté listo para algo tan íntimo pero si no se lo da lo dejará y...—. Así está bien.
¿Y?
Y Eiji no ha hecho más que tumbarse encima de él y restregar su nariz por sus glándulas aromáticas, el pánico no le permitió ver que Eiji nunca tomaría nada por la fuerza, Eiji no es como los demás y ni siquiera luce enfadado de que no pueda darle esto ¿así que por qué?
—Lo siento. —Su voz es patética y baja.
—¿Por qué?
—Sé que es doloroso pasar el celo sin un alfa.
—Pero tengo un alfa. —El nipón se restriega doméstico contra su pecho desnudo y que se conforme con tan poco hace que el corazón se le dispare hacia la garganta—. Tengo mi alfa justo acá, creo que si uno de los dos se debe disculpar además soy yo, arruiné nuestra cita.
—No. —El rubio sonríe—. No arruinaste nada.
—Ash. —Hay temor en su voz.
—¿Sí?
—¿Puedo tocarte? —Traga duro—. Eso aplacaría un poco mi calor hasta que el supresor funcione.
—¿Realmente crees que él querrá tocar algo tan asqueroso como tú? —Y claro que Ana debe hacer un comentario mordaz porque ha estado demasiado silenciosa—. El pobrecito va a vomitar por todo lo repulsivo que eres.
—Puedes. —Pero Ash ha decidido que si Eiji va a amarlo—. Puedes tocarme. —Debe mostrarle hasta la última de sus grietas.
Así que se queda totalmente vulnerable ante los ojos curiosos de su omega, aprieta las sábanas, Ana sigue susurrándole cosas horrendas, pero se intenta concentrar en las suaves palmas de Eiji tocando su piel, sangrando calidez hacia cada uno de sus poros mientras las feromonas forjan una atmósfera íntima, si Max no lo hubiera ayudado probablemente habría hecho algo similar a lo ocurrido en casa de Shorter, sin embargo, está mejorando.
Eiji se acomoda frente a frente, sus respiraciones chocan y la temperatura sube entre el nulo espacio que queda en el nido, siempre le gustó la forma en que sus cuerpos encajaban y ahora que lo disfruta más cerca que nunca lo corrobora, el moreno empieza tocándolo desde la espalda y eso lanza desde su columna vertebral un espasmo hirviendo hacia el resto de su sangre, lo ve hacer trazos dulces de su pecho, su cuello, sus clavículas, su cintura y de hecho, es reconfortante que alguien lo toque con tanto cuidado, como si su cuerpo fuera algo digno de...atesorar en lugar de una fuente de vergüenza.
—Eres precioso. —Las palabras del omega escapan tan genuinas que se le encoge el corazón—. Eres precioso, Aslan.
—No lo soy.
—Lo eres.
—Tu concepto de belleza entonces está un poco atrofiado, no soy una belleza... común.
—Eso está bien. —Musita—. Te lo dije antes, ¿no? Tu belleza nunca me asustó.
—Eiji.
—Ni una sola vez.
De repente los ojos le pican y entiende que Eiji debe estar sufriendo mucho por el celo y aun así está controlando sus instintos para la comodidad del alfa, su respiración se corta cuando sus manos tibias llegan hasta su estómago, esa es la parte más difícil, eh acá el corazón de la dismorfia corporal, otra vez se siente desnudo frente al espejo amplificando cada uno de sus defectos y casi está listo a que su amante lo tome de la grasa y le muestre lo asqueroso que es porque es lo único que conoce.
—Qué alivio verte más sano. —Eso es lo que dice en su lugar—. Cuando nos conocimos se marcaban tus costillas.
Y esto podría ser perfectamente fuente de inseguridad y catástrofe y bla, bla, bla.
—Es porque tengo la pancita rellena de natto. —Pero no lo es—. Me has estado alimentando bien.
—Te dije que tu salud estaba a salvo conmigo. —Ash abraza a Eiji con fuerza hacia su cuerpo herido, desnudo y vulnerable.
—Sí. —Presiona un beso sobre la coronilla de su cabeza—. Te amo.
—También te amo. —Eiji corresponde el abrazo con desesperación, adorando cada retazo que tiene Aslan para mostrarle y acogiéndolo—. Gracias por hacer esto por mí, me siento mejor.
—Gracias a ti.
—¿Por qué?
Por salvarme.
Me salvaste la vida de verdad.
Mi sol de medianoche. Mi luz de estrellas. Mi Nick Nelson. Mi Sophie. Mi bella. Mi terco. Mi omega.
Mi alma gemela.
Yo sé que muchos quieren cachorritos pero mientras no tengamos la distorción corporal más avanzada es un no para mí, Ash no puede darle su cuerpo fisicamente a Eiji sino lo siente como suyo todavía o puede, pero sería doloroso y esa no es la idea. Pero por lo mismo es tan importante que tengan estos momentos de intimidad y Ash se sienta seguro dejando que Eiji lo toque a su propio paso, eso me da confort.
Ya mañana vemos a Arthur otra vez, ojala no lo hayan extrañado mucho~
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