Hola mis bonitos lectores~ Okey, como les comente este capítulo igual se viene intenso, entonces dejare más explicaciones en las notitas de abajo pero acá arribita les pido empatia sobre el amor por la ship, ya entenderán porqué. Pero eso, hoy oficialmente termino mi examen eterno, Dios, pero llegue viva, gracias por todo el amor.
Love you~
—Buenos días, Ash.
Ash-u, nunca Ash (incluso a las tres de la mañana).
—Buenos días. —Responde por inercia arrastrando los pies descalzos sobre los vidriosos azulejos de la cocina, Eiji está acomodado sobre la isla de granita con una taza que huele extremadamente dulce humeando hacia sus racimos de pestañas, se mira más reconfortante que una manta y más adorable que un conejito—. ¿El sillón estaba muy incómodo? Te dije que usaras mi cama, el sofá es incómodo.
—No. —El omega balancea sus piernas casi desnudas por debajo del mesón—. No podía dormir, eso es todo.
—Eiji...
—¿Nunca te ha ocurrido que has estado preocupado por tantas cosas al mismo tiempo que inclusive si intentas dormir por el agotamiento que te generan no puedes?
—Sí. —Ash se desliza enfrente del japonés—. Me ha pasado.
—Bueno, hoy es una de esas noches. —El lince se encoge dentro de su roñosa camisa, se arrepiente de no haber aceptado la oferta de su hermano y permitir que le comprara un pijama mullido e inútil porque al menos así tendría algo con que impresionar a Eiji—. No creo que pueda dormir nada más.
—Perdón.
—¿Por qué te disculpas? No es tu culpa.
—Estás haciendo de niñero.
—No estoy haciendo de niñero. —Entonces se ríe y su risa hace estrellas en la cocina oscura—. Griff solo me preguntó si podía quedarme contigo para que ellos salieran, eso no es hacer de niñero.
—¡Eso es justamente hacer de niñero! —Ash gimotea desplegando su madurez mental—. Me trata como un bebé. —Bufa.
—También tengo una hermanita menor, es difícil dejarlos de ver como bebés.
—¿Eh? —El alfa sonríe—. No sabía, debe ser muy linda.
—No es linda para nada. —Su puchero es irresistible e incluso empapado de oscuridad hace que lata muy fuerte su corazón—. Por esto, me identifico con la necesidad de amparo, los hermanos mayores cuidan de los hermanos menores, es así de simple.
—Ya veo.
¿Pero cómo podría decirle a Eiji que no es solo eso?
¿Qué es mucho más complicado por detrás?
Qué si Griffin lo llamó fue para que indirectamente lo vigilara sobre las purgas, la pauta y las comidas ordenadas, qué si Max les dejó la cena y el desayuno listos no fue para "ahorrarles tiempo" sino que es lo que debe comer según la nutricionista, qué si el maridaje se negaba a salir y dejarlo solo aunque es un adulto en teoría era por el temor a encontrarlo muerto a la vuelta por haber mezclado ejercicio y vómito o haberse dado un atracón demasiado grande y desequilibrado sus electrolitos gracias a la sobre ingesta. Ya les ocurrió antes, por eso no salían desde hace... desde esa primera hospitalización.
Le alegra que lo hagan y que también confíen lo suficiente en Eiji (y a veces Shorter) para que apoyen en el tema de la salud, sin embargo, desde que su alfa interior despertó y pasó lo de la pijamada Ash ha estado deliberadamente ignorando al moreno porque ¡vamos! No es justo tenerlo tan vulnerable enfrente, vistiendo una de sus camisetas celestes que le queda demasiado grande y apenas tapa sus clavículas, con su cara de bebé adormilada en una sonrisa tranquila, su cabello de pluma curvándose hacia todas partes, con un sonrojo mañanero y sus feromonas esparcidas sin cuidado, luciendo lindo y etéreo bañado por la tenue luz que se cuela a la cocina. Eiji lo vuelve loco.
«Es tu omega», entonces dice la voz en su cabeza.
Es tuyo. Es tuyo. Es tuyo.
Márcalo.
Claro, podría ser una persona normal y explicarle eso al nipón para que empiece a ser más precavido y use bloqueadores de feromonas o collares a pesar de su marca pero la cosa es que en el fondo, no quiere eso. Adora que Eiji se sienta seguro a su lado y no anhela que eso cambie (aunque ya cambió).
—Me estás evitando. —Por supuesto, incluso si con todas sus fuerzas trató de evitar el tema es vano ante lo susceptible que resulta este omega—. ¿Por qué?
—No te estoy evitando.
—No te lo estoy preguntando, te lo estoy confrontando. —Ah, mierda, de noche es más directo que de costumbre—. ¿Hice algo que te incomodara? —Sus ojos cafés se suavizan en la oscuridad y brillan con culpa, como si realmente pudiera hacer algo potencialmente dañino para Aslan, ¿no es ridículo?
—No. —Okumura es literalmente su zona segura ¿cómo podría hacerle daño?—. Nunca podrías.
—¿Entonces...?
—Pero últimamente siento que soy peligroso para ti.
—¿Qué? —El japonés ladea la cabeza con el ceño fruncido, las mejillas ligeramente infladas y la boca estirada en lo que se supone debe manifestar indignación pero solo lo hace ver más lindo bajo la luz plateada que se cuela de las estrellas a través de la ventana y le da un aspecto inalcanzable aun si el alfa siempre supo que estaba fuera de su alcance—. Explícame, por favor. —Entonces le suplica, Ash se desarma ante semejante inocencia.
—Últimamente estoy sintiendo mucho más a mi alfa interior y... —Traga duro sintiendo la vergüenza quemarle la cara—. Y creo que a mi alfa le gusta tu omega o algo así.
—Oh. —Genial, ya debe odiarlo.
—Entonces tus feromonas me hacen sentir cosas y despiertan instintos en mí, instintos muy básicos que hacen que te desee hacer mi omega, es mucho que tolerar, es la primera vez que me siento así, pero no sé, a mi alfa le gustaría sostenerte y restregarse en ti e impregnarte de feromonas y tocarte y ese tipo de cosas cursilonas, empalagosas, incluso apasionadas, creo que mi alfa quiere devorarte.
—Para. —Le pide y antes de que la catástrofe estalle en su cabeza—. Ya entendí. —Alza la mirada y se encuentra con un Eiji tan rojo que parece a punto de explotar.
—¿Te dio vergüenza? —Y es maravilloso finalmente ganar una disputa—. ¿De verdad? ¿Te dio pena?
—¡Claro que me dio vergüenza! —Gimotea—. Estás diciendo cosas vergonzosas. —Y sexuales.
—Tú has dicho cosas mucho más vergonzosas, onii-chan. —Lo confronta con un tono burlesco, cruza una de sus piernas por encima de la otra y empieza a balancear los pies bajo la mesa para que toquen los del moreno y se gane un sobresalto—. Tú eres el descarado entre nosotros dos, ¿acaso no hiciste bromas sobre nuestras salchichas?
—Sí, pero esto es diferente. —Ah, su dualidad es entrañable—. Porque mi omega te desea como su alfa. —Oh no, no, no ¿cómo diablos siempre se las arregla para tergiversar sus victorias? No es justo.
—Tu alfa.
—Mi alfa.
—Ya veo
—Sí.
Se quedan en silencio mientras su rostro quema y se cuestiona por dichosa dualidad ya que así como Eiji puede ser tibio, lindo y adorable también es fiero, malditamente terco y desvergonzado, ninguna de sus defensas nunca ha funcionado con él ni contra su ingenuidad y eso lo descoloca, Aslan tiende a exponer su horror de forma progresiva para tantear los límites de los demás y sin embargo con Eiji ha sido diferente, al omega solo le ha lanzado sus traumas a la cara y rezado para ser odiado, a pesar de esto, no ha pasado ni una sola vez y al contrario, Eiji lo ha leído igual que un libro abierto.
Un libro, ja, Ash cree que es como un libro abierto, esto es verdad, pero uno que se encuentra dentro de una caja fuerte de metal recubierta por cadenas, protegido por un elegante sistema de seguridad repleto de claves indescifrables y láser que queman a quién se quiere acercar 24/7, por ende, resulta desconcertante cómo este imprudente pudo atravesar todo eso sin esfuerzo alguno y sostener dicha novela entre sus gentiles manos.
—Supongo que somos compatibles si nos deseamos en ese sentido. —Esa es la trampa, mientras el alfa se protege tras todo esto Eiji simplemente es un libro al aire libre, uno que podría sacar cuándo lo quisiera sin mayor inconveniente—. Creo.
—Sí. —El problema es que está en un idioma que desconoce y todavía no termina de descifrar—. Ya lo creo.
—Sí. —Nunca sabe lo que Eiji piensa—. Ash.
—¿Qué?
—¿Estás bien siendo mi amigo? No quiero insistir con el tema pero te siento más distante, realmente me quiero disculpar si hice algo que te incomodara o te lastimara.
—Eiji. —Entonces no puede resistirse más y debe tocarle la cara, el omega ronronea restregando su mejilla contra su palma y el toque quema—. Estamos bien.
—Promételo, eres muy importante para mí y me dolería que pasara algo. —Traga duro, el resqueme dulce de sus feromonas le quema la nariz entremezclado al té—. No me malentiendas, estás en todo tu derecho de alejarte de mí cuándo así lo quieras, pero sé claro por favor, no me gusta tener malos entendidos, usualmente soy yo quién termina lastimado.
—¿Te pasó con Arthur?
—Un poco. —No lo veas a los ojos o estás perdido, no lo veas a los ojos, no lo mires a los ojos—. Ash.
—¿Sí?
—No te alejes de la nada, al menos avísame ¿ya? Sino no lo entenderé y me volveré loco pensando.
—Lo prometo. —Entonces dice y debe presionar un beso en los nudillos del moreno dado que es un idiota y lo miró—. ¿Qué estabas haciendo en la cocina de todas maneras?
—Quería algo para beber.
—Té.
—El té es delicioso. —Ahí está esa expresión indignada que tanto adora contemplar, poco a poco la atmósfera regresa a la normalidad—. ¿Quieres un poco?
Oh no.
El té es versátil en relación a las calorías y depende de con qué se acompañe, ya sabe que Griff posee sucralosa y algún edulcorante escondido pero cómo Blanca le dijo que era necesario reincorporar el azúcar a su dieta dado que la anorexia no se recupera hasta que desaparezca su restricción es mucho más probable que Eiji le haya echado azúcar al té y este tenga entre 20 a 60 calorías que están afuera de su pauta alimentaria y por ende, son extras, Ash no quiere engordar esas calorías y casi siente su grasa gruñir insatisfecha por negarles la comida porque es un gordo de mierda y...
—Para, estás poniendo esa cara otra vez.
—¿Eh?
—Cuando piensas mucho pones una cara realmente dolorosa, me duele. —De repente, Aslan olvida lo qué estaba pensando—. Es té de manzanilla, es agradable, mi mamá solía prepararlo, mi papá era muy enfermizo y esto lo ayudaba con los dolores, desde ahí el aroma me recuerda a mi hogar.
—¿Tu papá está enfermo?
—Del hígado, sí. —Entonces Ash sostiene las manos del moreno por encima de la taza—. De manera irónica este olor me reconforta.
—Está delicioso. —Y antes de que se pueda dar cuenta se ha bebido toda la taza—. Sin duda sabe a hogar.
—¿También te recuerda a tu casa?
—No. —Musita—. Cape Cod no era un buen lugar.
—Estás poniendo esa cara otra vez. —Eiji lo regaña pinchándole el ceño antes de levantarse—. Ven.
—¿A dónde?
—Vamos a bailar. —Y claro que le daría una petición totalmente irracional—. Bailar mejora el ánimo, está comprobado científicamente y todo eso.
—¿Según quién? —Claro que Ash es un tonto y le sigue el juego, apretando su mano sin cuestionar.
—Según yo.
—Ah, ese es un pésimo estudio científico.
—Pero vas a bailar conmigo de todas formas, ¿verdad?
—Sin duda alguna.
Eiji escoge la canción de su celular mientras Ash intenta desenredar los audífonos de cable, acomoda el derecho en el oído del omega y el izquierdo en el suyo, deja que el teléfono descanse en su bolsillo (ya que su compañero no trae gracias a la camisa), otra vez la cercanía y la tensión generan un vuelco en su corazón, pero no permite que eso lo distraiga, tomando de la mano a Eiji lo guía hacia el centro de la cocina y empiezan a bailar empapados única y exclusivamente por la luz plateada que se tamiza a través de las cortinas.
La música es todo lo que esperaría de Eiji y un poco más: es cliché, romántica, pegajosa y tristemente acertada, sonríe sin poderle quitar la mirada de encima, está tentado a dejar que su mandíbula caiga sobre el hombro del moreno, no obstante no cree poder disimular más sus sentimientos oliendo sus feromonas tan de cerca, las manos del omega se amoldan alrededor de su espalda sin llegar a formar un abrazo aunque casi lo parece. Se quedan ahí balanceándose en la cocina, dando vueltas y vueltas.
Solo son Eiji y él.
Juntos.
Acá.
Están en su propio mundo, los toques del moreno son de seda contra su piel, provocan que un látigo de electricidad lo azote ante el más ínfimo roce, se siente bien, tan bien que se aventura a descender su mano hacia la cadera del nipón quién si bien, al principio se sobresalta, no lo rechaza, al contrario, le sonríe con una sonrisa jodidamente cariñosa y le sigue la corriente, balanceándose bajo ese reflejo de estrellas que se proyecta en el piso, incitándolo a quedarse acá para siempre. Eso lo flecha. Mata. Duele. Arde.
—No entiendo del todo está canción. —Entonces Eiji le dice, sus dedos se sienten como fuego contra su espalda mientras que Aslan debe contenerse todo lo que puede para no hundir sus yemas todavía más en la cintura del japonés.
—¿Qué no entiendes de la canción? ¿Te hace falta plaza sésamo? —Ah, claro que patea el piso aun si están bailando, es un conejo después de todo.
—Ya no quiero preguntarte.
—Vamos, no seas infantil. —Lo incita—. ¿Qué no entiendes de la canción?
—Ella dice que le rompió el corazón porque él era un buen chico. —El aliento del moreno se aprecia tibio, dulce y cosquilloso contra su nariz, le gustaría poder sentir esto para siempre, incluso si existe algo doloroso en este momento, si pudiera, definitivamente se quedaría aquí.
—Me parece que el mensaje es bastante claro, ella le rompió el corazón.
—¿Pero por qué? Si era un buen chico no iba a hacerle daño.
—Porque lo suyo no podía funcionar, supongo. —Las manos de Ash se deslizan aun más cerca sobre la camisa celeste atrayendo inconscientemente a Eiji hacia su pecho quién no se resiste, al contrario, le permite ser egoísta puesto que es esa clase de persona—. Eran demasiado diferentes.
—¿En qué sentido?
—Él era sol. —Entonces musita, acariciando la mejilla del omega, acomodándole un mechón detrás de la oreja sin dejarse de mover al son de la melodía—. Y ella era lluvia de medianoche.
—Creo que eso podría funcionar. —Claro que lo haces, eres terco, nada te detiene jamás—. Si ambos lo quisieran de esa manera.
—Creo que a veces hay cosas que se salen del control propio. —De repente la letra cursilona se está volviendo demasiado personal y los ojos le pican—. A veces por mucho que te enamores es en vano.
—Ash...
—Porque tú eres un sol y yo soy lluvia de medianoche.
—No me importaría que me rompieras el corazón en ese caso. —Algo cae profundamente sobre sus entrañas, es pesado, abrumador y caliente pero incluso con dicha calidez quemándole cada fibra de su ser hay una sensación de hielo deteniendo sus latidos y sumergiéndolo en el agua helada que son sus palabras.
—¿A qué te refieres? —Balbucea.
—Puedes romperme el corazón, Ash. —El aludido pierde el aliento, siente cómo la tierra detiene su rotación justo debajo de sus pies y el tiempo se congela en la fotografía que son sus ojos negros más negros que cualquier noche de Halloween pero también...cálidos—. Está bien mientras tú seas quien me lo rompa.
—¿Por qué? —La pregunta escapa repleta de dolor de sus propios labios, se siente otra vez en caída libre por un precipicio que carece de final—. ¿Por qué me dejarías lastimarte de esa forma?
—Porque te amo. —Eiji lo lleva alto, alto y muy alto con esa confesión—. Y puedo ver que te ocurre algo muy doloroso para que te estés conteniendo, creo que lo que trato de decir es que no necesitas tener miedo de lastimarme o lo que sea que estés pensando si te acercas demasiado, no me apagaré por ti e inclusive si lo hago encontraré la forma de encendernos a los dos, así que por favor, detente, no asumas más lo que es mejor para mí y déjame tomar esa decisión así como yo hice contigo.
—Pero...
—Tú me lo dijiste, somos amigos no porque quiera una versión idealizada, somos amigos en los días buenos y malos, soleados y lluviosos y nada de lo que me muestres me hará cambiar de idea.
—¿Y si es algo realmente malo? —Entonces balbucea aunque no puede apartarse, tiene la sensación de que si se aferra más tiempo también terminará arrastrando a Eiji al precipicio y no puede permitir eso—. ¿Y si es algo que me supera?
—No nos superará a los dos.
—¿Y si lo hace?
—En ese caso te lo dije. —Sonríe—. Está bien que me rompas el corazón.
—Pero no quiero rompértelo.
—¿Por qué?
Porque también te amo.
Estoy absoluta, loca y perdidamente enamorado de ti, Eiji Okumura.
—¿Crees que él te amará cuando lo sepa? —Entonces ya no está bailando más con Eiji si no que esta pieza ha sido arrebatada por la anorexia—. Te odiará. —Y es así de simple. Baja, baja, baja, baja aún más hasta estrellarse—. Sé realista.
—No quiero escucharte. —Le suplica sintiendo cómo las garras de la anorexia se funden a su cuerpo.
—Porque sabes que tengo razón. —Dice—. ¿Qué puedes ofrecerle tú? Nunca lo podrás llevar a una cita normal y él siempre tendrá que estar preocupado por lo que comas, se sentirá paranoico cuando entres al baño y te odiará porque pensará que tus besos saben a vómito, no te podrá presentar con nadie importante porque tú siempre estarás así de jodido y a fin de cuentas serás una carga tal como lo eres con Griffin y Max, no les permites hacer una vida normal, ni siquiera pueden tener el alimento que ansían en casa al poderte reactivar algo, eso no es vida, te dejaron un niñero, los estás matando.
—Lo sé.
—Eiji nunca podrá ser feliz contigo porque en el fondo siempre te verá como una enfermedad, va a resentirte por eso, te lo prometo, además ¿te imaginas qué pasará cuando quiera ir a lo sexual? Con tu distorsión corporal será una catástrofe, ¿realmente lo obligarás a ahogarse en una poza de grasa?, ¿realmente eres tan egoísta para enfermarlo a él también? Eres contagioso y eres peor que la peste.
I broke his heart 'cause he was nice
He was sunshine, I was midnight
Rain
El alfa frena sus pasos de baile, se aparta con un nudo palpitándole desde su estómago a la garganta, es duro, porque Ash realmente anhela dejar que Eiji se quede a su lado, bailando por siempre dentro de esta burbuja de irrealidad, pero no puede.
Porque lo único peor que tener anorexia es contagiarle la anorexia a quién amas.
He wanted it comfortable, I wanted that pain
He wanted a bride, I was making my own name
Chasing that fame, he stayed the same
Y Eiji está feliz ignorando el tema ¿para qué arruinarlo?
—Ya deberíamos irnos a acostar.
—¿Ash?
—Buenas noches, Eiji.
All of me changed like midnight.
Cuando Eiji se va la sensación de ruptura es tan grande que lo único que Ash logra hacer es quedarse tumbado en el piso mirando la nada, con los ojos vacíos, el alma helada y lo mejor que le ha ocurrido en la vida haciéndose trizas entre sus manos sin que lo pueda sostener, hay algo afilado en su vientre y le duele, angustia entonces la identifica, pero es una angustia un millón de veces más desgarradora que cualquiera que haya sufrido antes, esta es la angustia brotando por haber tomado una decisión equivocada, esta es la angustia sangrienta, cruda y visceral por haberle roto el corazón al ser amado y de paso haberse roto su propio corazón.
—No estés triste. —La anorexia se tumba a su lado, pasa un brazo por encima de sus hombros para poderse acurrucar, a veces hace esto, a veces es gentil—. Las cosas con Eiji nunca se sintieron... bien.
—Se sentían bien. —Las lágrimas caen sin cesar hacia sus mejillas, el trayecto arde y se siente salado contra su boca, es el colmo pero aún así quiere contar las calorías, saber lo verdaderamente enfermo que está es jodido—. Se sentía correcto estar con Eiji y las cosas ya no estarán bien.
—Sí, se fue raro al final. —Se burla con un tono cantarín y malvado, es su Dios y su satanás—. Pero prácticamente lo rechazaste, es esperable que se fuera con el corazón quebrado.
—Yo no quería rechazarlo.
—Apesta sentirse mal ¿cierto? —La anorexia se para de un salto—. Vamos, los supermercados están abiertos a esta hora, podemos ir por un atracón.
—No quiero. —Llora. Llora. No deja de llorar. Se siente roto. Despedazado. Despersonalizado—. No quiero vomitar. —Ash flexiona las piernas hacia su vientre, haciéndose un bulto, protegiéndose a sí mismo de sí mismo y la ironía es cruel—. No comeré.
—Ah, te sientes en humor restrictivo entonces, vamos a hacer ejercicio.
—Para. —Suplica—. Me siento mal, para.
—Sabes cómo sentirte mejor. —Entonces le susurra—. No tienes que sentirte así para siempre, solo tienes que darme la mano.
—¡Para! —Ash grita—. No quiero darte nunca más la mano, arruinaste mi vida, yo estoy enamorado de Eiji y tú no sabes lo malditamente frustrante que es no poder aceptarlo por lo que soy, por lo que me has convertido, ya ni siquiera me siento cómo un ser humano, me siento como una máquina de comida y vómito y es asqueroso, ¿siquiera puedo vivir así? Estoy tan cansado.
—Claro que estás cansado, eres un cerdo, una pelota de grasa fofa y flácida que anda arrastrándose.
—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!
—Y Eiji nunca podría amar a una porquería inmunda como tú.
El alfa deja escapar un grito estrangulado mientras se cubre las orejas, colapsa en el piso, las lágrimas empañan su visión, sus dedos oprimen tan duro su cabeza que tiene la impresión de estar estrujando hasta los sesos, de estarlos taladrando, arrancando, tirando ¡quiere que se calle!, quiere que se vaya pero nunca se va, la voz habita en su cabeza y mientras más sufre más fuerte se ríe y es insufrible el tener que vivir así. Llora. Llora. Llora. Se hace un ovillo en el piso abrazándose igual que cuando papá lo pateaba por no comerse toda la comida siendo apenas un niño. Abre los ojos pero nada le parece real, ríe, se pregunta si finalmente le dará algún derrame y morirá y deja de reír. Es real. Por fin llegó.
Blanca siempre le habló de que tarde o temprano habría algo que la anorexia le impediría al ser una especie de jaula, pero él nunca le creyó, nunca esperó desear nada. Acá está: mientras esté enfermo jamás de los jamases podrá tener amigos de manera normal.
Y Eiji.
Dios, Eiji le duele mucho.
—¡Aslan! ¡Aslan! —Y de pronto, Griff está abrazándolo contra su pecho con una mirada preocupada porque otra vez lo hizo poner esa cara, no debería hacerlo llorar, no debería ser un problema.
—Si te hubieras dado un atracón esto no habría pasado, pero mira los problemas que les causas, ja.
—Ya... —Ni siquiera puede terminar de suplicar, las lágrimas corren sin cesar por su cara, la angustia lo apuñala dentro de su estómago hasta desgarrar cada órgano vital y eventualmente matarlo.
—¿Qué pasó? Cariño, estoy aquí, estamos aquí, Max fue por hielo, todo estará bien.
—Eiji... —Entonces se rompe.
—¿Qué pasó con Eiji?
—Estoy enamorado de él. —Repite como sino pudiera creerlo—. Mis días no son tan malos cuando él está ahí, no me siento tan enfermo, él me hace feliz, Griff, él me hace tan feliz que no puedo creer lo bien que se siente estar vivo y yo no puedo amarlo de vuelta, quiero hacerlo, mierda, pero cuando estamos juntos se siente como si lo estuviera engañando, como si estuviera usando una versión más apta de mí y estoy muy asustado.
—Aslan. —Max ha llegado al otro lado, ha puesto una compresa de hielo en su nuca y eso enfría de golpe la emoción, al menos durante estos años aprendieron un par de técnicas útiles—. En ese caso deberías decirle.
—No. —Vomita la palabra—. No puedo decirle.
—¿Realmente crees que alguien tan dulce como Eiji te rechazaría solo por tu condición? El chico no valdría la pena si ese fuera el caso. —Pero Eiji vale la pena, joder, es de las pocas personas que valen la pena para luchar.
—No creo que él lo haga.
—¿Entonces...?
—Ese es el problema.
Si Ash ama a Eiji, su anorexia también lo matará.
Creo que igual en el capítulo quedo bien explicito pero pucha, mientras Ash no se sienta en un lugar solido mentalmente no va a iniciar nada porque sabe que no lo podrá sostener y tambien es heavy para él tener que andarle escondiendo la anorexia a eiji porque si bien, está mucho más externalizada y Ash no es solo la anorexia, igual es algo importante que Eiji debería saber, mañana se viene un capítulo igual potente, pero eso, onda, lo responsable afectivamente a veces es no entrar a nada sino estás bien.
¡Nos vemos mañana!
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