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05. Pelusa

Capítulo V. Lista de cosas para hacer en navidad.

Jueves 21 Noviembre, 2024
📍Buenos Aires, Argentina.


⭐️


Isabella's pov

El aroma del café recién hecho llenaba el departamento, mezclándose con el dulce olor de las facturas que había comprado hace un rato.

Mientras esperaba a que el agua del mate terminara de calentar, revolvía el café distraídamente, pensando en lo mucho que me faltaba por hacer para terminar con las invitaciones del "Spreen Pong", el evento de ping pong que Iván estaba organizando.

Tomé el café y me acerqué a la mesa para preparar el mate mientras el sonido de una canción familiar se escapaba del living. Era la música del starting soon del stream de Iván, que había dejado puesto en la tele. Me encontré cantando las letra sin darme cuenta.

Do you not realize that it hurts me? —murmuré, siguiéndole el ritmo mientras acomodaba las medialunas en un plato—. When I see you go out... 'Cause you have the time of your life, only when I'm not around...

Reí sola al darme cuenta de lo metida que estaba en la canción, aunque nadie estuviera para escuchar.

Dejé el mate listo con el termo al lado y llevé todo al sofá. Mi notebook ya estaba abierta, con los bocetos de las invitaciones en pantalla. Me acomodé entre los almohadones y tomé el primer mate, sintiendo el calor recorrerme mientras miraba mi diseño.

Era simple, todavía en proceso, pero ya tenía algo de esa energía que Iván quería transmitir.

Mientras daba otro sorbo al mate, la voz de Iván llenó la habitación. Había empezado su stream, y como siempre, el chat explotaba de mensajes apenas aparecía. Su energía era contagiosa, incluso a través de una pantalla.

—¿Hola? ¿Ya se escucha? —dijo mientras se colocaba los audífonos—. Ahí va, boludo. El hijo de puta de Matute me desconectó la consola, no sabía qué estaba pasando —rió levemente—. Qué onda, gente. ¿Cómo andan? ¿Todo bien?

Lo observé durante unos segundos antes de volver a dirigir mi vista a la pantalla, apenas hace unos días comencé a seguir sus streams. Quizá el no lo sabía pero, era relajante estar haciendo cualquier cosa y escucharlo hablar boludeces de fondo.

—... Hoy capaz que auncio un par de cosas que estuve preparando, también vamos a jugar con los VR —comentó—. ¡Ah! Y seguramente vamos a buscar a los participantes del Spreen Pong, que de hecho ya mandé a hacer las invitaciones.

Me detuve un segundo, escuchando atentamente mientras él seguía hablando sobre los planes del evento. Me hacía gracia cómo siempre hablaba con tanta seguridad, como si todo ya estuviera listo, aunque sabía que en realidad faltaban un montón de detalles por ajustar. Terminé mi medialuna y agarré el celular para enviarle un mensaje.

hoy
17:34

ya que andas
hablando de eso

te mando lo que hice
así me decís qué opinas

hola

no sabía que andabas
viendo el stream

bueno, dale :)
visto.


Lo vi sonreír en la pantalla mientras leía el mensaje, y no pude evitar sonreír también. Aunque todavía no estaba acostumbrada a trabajar con él, seguía sorprendiéndome la facilidad con la que lograba hacerme sentir cómoda.

Era alguien genuino, sin filtros, y eso lo hacía especial.

Sin embargo, mi sonrisa se amplió aún más cuando lo vi distraerse con el celular por un momento, sin dejar de sonreír.

—Eh... che, ¿pueden dejar de decir boludeces? —dijo riendo cuando su mirada se enfocó en el segundo monitor—. Ahora no puedo agarrar el celu dos segundos porque ya flashean cualquiera...

Reí, moviendo la cabeza con incredulidad y seguí haciéndo lo mío mientras lo escuchaba interactuar con el chat. Había algo en la forma en la que lograba mantener una conversación entretenida incluso con miles de personas al otro lado de la pantalla, que me hacía sentir tranquila.

Mis pensamientos se detuvieron cuando vi que había cambiado de categoría y ahora estaba jugando un simulador extraño donde tenía que ser un guardia de seguridad usando gafas de realidad virtual. Apenas empezó a caminar con movimientos torpes, me largué a reír.

—¡¿Cómo mierda mato a las moscas?! —gritó desesperado mientras movía sus brazos de manera exagerada intentando aplastar a los bichos en el jueguito.

La risa no me dejaba concentrarme en mi trabajo, pero el momento de diversión acabó al sentír mi teléfono vibrar por la llegada de una notificación.

Bajé el volumen del stream y desbloqueé la pantalla. Era un mensaje de mi mamá. El contenido era breve, pero ya sabía de qué se trataba. La sensación de pesadez en el pecho fue inmediata.

Mañana sería el cumpleaños de mi hermana.

Otro año desde que se fue.

No la conocí, pero esa fecha siempre me llenaba de un sentimiento que no sabía cómo manejar. Y este año era distinto. Este año no estaría con mis padres para conmemorar el día. Sabía que no debería sentirme culpable, pero lo hacía. Una parte de mí se sentía como si los estuviera abandonando, como si al elegir no estar ahí estuviera faltándole el respeto a su memoria.

Suspiré, dejando el teléfono a un lado. No quería seguir sintiéndome así, como me habían hecho sentir por años. Había luchado mucho por llegar a donde estaba, estaba a nada de graduarme de la universidad, y lo mejor era alejarme de mi familia, aunque fuera por un tiempo. Me concentré en la pantalla de la laptop y en el diseño que seguía esperando por mí.

Volví a subir el volumen del stream y dejé que la voz de Iván llenara el vacío en mi mente otra vez. Por ahora, eso era suficiente.


⭐️


Al día siguiente.

Viernes 22 de noviembre. Doce del mediodía. El sol estaba en su máximo esplendor, por lo que hacía un calor de la san puta. Sin embargo, el aire acondicionado de mi departamento contrarrestaba la temperatura, así que era un ambiente agradable. 

Solo había desayunado una tostada con una torreja de queso mozzarella, no porque no tuviera hambre, yo siempre tengo hambre. En realidad, era porque no tenía nada de comida en la heladera. 

Anoté mentalmente que debía ir al súper lo más antes posible y volví a tirarme en el sofá sin tener algo más entretenido que hacer. 

Recién había vuelto del café. Vine antes de que mi turno finalizara únicamente porque no me sentía bien. Fingí estar enferma, pero la verdad es que solo había recibido una llamada de mi madre en la mañana que me había jodido el día. 

La escuché hablar por veinte minutos seguidos, y cuando me dejó hablar solo le deseé que tuviera un buen día y finalicé la llamada. Cuando corté, me sentí vacía, y para evitar llorar enfrente de mis compañeros fingí tener un fuerte dolor de cabeza que no me iba a dejar en paz. 

Ahora me encontraba en mi sofá, rodeada de una manta y con una taza de té que se enfriaba demasiado rápido en las manos. Mi mente estaba nublada, tanto que ni siquiera estaba prestando atención a la canción que sonaba de fondo, aunque lo más probable era que fuera una de Milo J. 

Odiaba esta parte de mí, la parte que no sabía afrontar sus problemas, la parte que se sentía insuficiente, la parte que solo quería un poco de felicidad pero parecía nunca conseguirla. La parte sensible, que se derrumbaba ante cualquier comentario y sobrepensaba la más mínima opinión. 

Suspiré, dejando la taza en la mesita ratona, y me recosté en el sofá, cubriéndome por completo la cabeza. No quería transformar un viernes de verano tan prometedor deprimiéndome en mi sofá todo el día. 

Resignada a pensar en todo eso, tomé el control remoto y saqué la canción a la mierda. Busqué en YouTube contenido de calidad que pudiera alegrarme el día al menos durante unos minutos. 

Después de una hora y de haber mirado el canal entero de Hola Soy Germán por duodécima vez solo para revivir los viejos tiempos y encontrar algo de felicidad, decidí que era momento de buscar algo más. 

Después de vagar por la página, creyendo que no iba a tener éxito, lo encontré. Un video de Iván. 

Dudé en hacer clic, pero no tenía la fuerza de voluntad como para seguir bajando por la infinidad de videos que ofrecía YouTube, así que simplemente apreté el botón y, segundos después, su voz llenó el living de mi departamento. 

No era un contenido al que estuviera acostumbrada, de hecho, solo había visto dos videos de su canal (con este eran tres), pero aun así lo encontraba entretenido y me sacó un par de sonrisas. 

Pude notar que era un video viejo porque su set up era diferente, pero me gustó lo suficiente como para decidir darle like y suscribirme al canal. 

Con curiosidad, me adentré en este buscando algo más. Era absurda la variedad de contenido que tenía. 

Había videos probando comida extraña, jugando jueguitos random, haciendo retos de fútbol y su último video era un gameplay de un videojuego de terror, mientras que él estaba disfrazado de un personaje al que no pude reconocer viendo la miniatura. 

Una notificación en mi teléfono desvió mi atención de la pantalla. Lo observé unos segundos, preguntándome qué tan importante era como para moverme de la posición tan cómoda en la que me encontraba, y luego de que mi cerebro tuviera un debate interno, decidí estirar el brazo para agarrarlo. 

El mensaje me hizo fruncir el ceño, así que abrí el chat de inmediato para responder. 

hoy
12:58

tan fan vas a ser

hasta acá afuera se
escucha mi video

eh??
qué decís?
en donde estás?

estoy observandote
desde la ventana

wtf sali de acá
stalker

xd

estoy en tu puerta
en realidad

y qué haces aca?

micha me dijo que
te sentias mal y me obligó
a traerte sandwichitos
de miga para animarte

ahora si me dejas pasar?

esperame un
momento
visto.

Dejé el celular a un lado y pausé el video, pensando si las paredes de aquí eran de cartón o si realmente tenía el volumen tan alto. 

Creo que la segunda opción es más probable. 

Aún envuelta en la manta y con el celular en la mano, me dirigí a la puerta. Cuando la abrí, estaba él. Vestido en su mayoría de negro, como siempre, y con una bolsa marrón en las manos. Sonrió en grande, y mi cerebro no pudo evitar volver a hacer la estúpida pregunta: 

—¿Qué hacés acá? 

—Estuve hasta recién en el café. Fui a visitar a la Micha y a vos, pero solo estaba ella. Después le pregunté a Vic y me dijo que estabas medio bajón —respondió, encogiéndose de hombros como si no fuera nada—. Entonces te traje comida. 

Sonreí, aún desconcertada por su repentina aparición en mi casa, y me hice a un lado para dejarlo pasar. 

Fuimos hasta el living, y pude notar cómo su sonrisa se volvía más grande al ver su cara en la pantalla de mi tele. 

—Lo estaba viendo porque me daba curiosidad, no porque sea tu fan —aclaré. 

—Hagamos como que te creo —me miró achinando los ojos—. ¿Tenés hambre? 

—Sí, un toque —sonreí—. Bancame un cachito, y busco algo para tomar. 

Corrí directo a la cocina y puse a calentar el agua para preparar unos mates. 

Mientras tanto, aproveché para limpiar un poco el desastre de mi cocina. No entiendo cómo puedo causar tanto desorden si apenas desayuné una tostada. 

Terminé de limpiar los cubiertos, vertí el agua caliente en un termo y llevé todo en una bandeja hasta la mesita del living. Miré el televisor, donde se reproducía un video del Rubius abriendo sobres de Pokémon. Iván lo observaba entretenido mientras jugaba con una de las almohadas del sofá. 

—¿Qué tan fan sos del Rubius? —pregunté, intentando iniciar una conversación. 

—Es mi ídolo desde que era un wachin —confesó mientras me hacía espacio para sentarme. 

—¿Y hoy en día lo conocés? ¿Corte, hablás con él? —asintió—. Re piola. Mi ídolo siempre fue Germán. 

—Yo hice un stream con Germán —comentó. 

—¿¡Posta!? —sonrió al ver mi reacción—. Increíble, ¿me conseguís un saludo de Germán? 

Frunció el ceño y me miró con una expresión divertida mientras preparaba los mates. 

—No me mirés así. Sé que podés. Dale, no sabés lo feliz que me haría. 

—¿Y qué me darías vos a cambio de un saludo de Germán? —preguntó, interesado. 

—¿En serio me estás pidiendo algo a cambio? —abrí la boca, ofendida—. Sos un cara dura. 

—Si voy a molestar al mismísimo Germán Garmendia para pedirle un saludo para mi amiga, mínimo quiero algo a cambio —se encogió de hombros. 

Resoplé, rendida, y me crucé de brazos. 

—¿Qué querés? 

—¿Qué me ofrecés? —me extendió un mate. 

—Dale, Spreen, ¿qué se supone que te ofrezca? Ya sos millonario. 

—No soy millonario —negó, riendo. 

—Sí, sí, negalo. 

Seguimos hablando de una cantidad absurda de boludeces mientras comíamos. Su compañía era demasiado agradable. No sé si era su capacidad para hacerme reír por lo pelotudo que era o si en realidad solo necesitaba a alguien con quien pudiera hablar de cualquier cosa sin aburrirlo. La cosa es que comencé a sentirme mucho mejor. Y esas conversaciones que, a simple vista, no tenían sentido para muchos, se convirtieron en la parte favorita de mi día. 

—¿Y hace cuánto que creás contenido para internet? —pregunté. 

—Desde los trece, aunque comencé a hacerme conocido muchísimo tiempo después —respondió—. La mayoría de la gente me conoció por el Minecraft en... 

Se detuvo de repente, y yo fruncí el ceño. 

—Seguí —ordené. 

—¿Por qué parecés tan interesada en escucharme hablar sobre el jueguito? —me encogí de hombros. 

—No lo sé. Capaz es porque quiero saber más de vos. Y también porque prefiero escucharte hablar del jueguito antes de pensar en... —me callé al darme cuenta de que estaba hablando de más. 

—¿En qué? 

—Nada, nada —sonreí, intentando disimular—. Si no querés hablarme sobre eso, está bien. Ya hablamos de muchas cosas... ¿Querés jugar a algo mejor? 

Me miró por unos instantes antes de sonreír, como si entendiera mi incomodidad respecto al tema, y luego asintió. 

—¿Qué jueguitos tenés? 

—Solo sé jugar al Mario Kart —advertí—. Espero que quieras. 

—Me sirve, pero Yoshi es mío —advirtió. 

—Ni en pedo —negué, buscando los joysticks en el cajón debajo de la tele. Lo escuché quejarse—. Mi casa, mis reglas, Yoshi es mío. 


⭐️


Iván's pov

El reloj ya marcaba las tres de la tarde en el departamento de Isabella. El frío del lugar contrastaba con el calor que se sentía afuera, y aunque habíamos estado jugando al Mario Kart y comiendo algo antes, ahora el hambre volvía a hacerse presente.

—¿Querés algo más para comer? —preguntó, levantándose del sofá.

—Dale, pero no te esfuerces mucho —respondí, estirándome.

Ella asintió y comenzó a caminar hacia la cocina, pero un movimiento torpe hizo que un par de libros, que estaban en el borde de la mesita, se cayeran al suelo.

Los recogí para volver a ponerlos en su lugar y me di cuenta que en medio de ellos había un cuaderno pequeño, en la primera página estaba escrito el título "Cosas para hacer en Navidad".

—¿Qué es esto? —pregunté, alzando una ceja mientras ella se giraba desde la cocina con cara de haberse olvidado de su existencia.

—Ah, eso... No es nada importante —dijo, intentando restarle importancia mientras se acercaba a mí y trataba de tomarlo.

Lo aparté un poco, siguiéndole el juego.

—¿No me vas a dejár leer? Esto está piola.

—Dale, Iván —murmuró con vergüenza.

—"Hacer un muñeco de nieve..." —comencé a leer—. Flaca, no sé si sabés pero no cae nieve en Buenos Aires.

—Lo sé, no soy tan estúpida —rodó los ojos.

—"Hacer maratón de películas navideñas con chocolate caliente... Decorar el departamento... ¿Adoptar un gato?"

Isabella suspiró y se dejó caer en el sillón junto a mí, llevándose las manos al rostro un segundo.

—Lo escribí una noche en la que estaba... ¿cómo decirlo? —hizo una pausa y sonrió irónicamente—. Muy fisura. No es que lo vaya a hacer todo. Capaz ni la mitad —se encogió de hombros—. Y lo de adoptar un gato es porque no soportaré pasar otra navidad sola. Necesito compañía.

—Hay un par de cosas que están buenas, igual —comenté, dejando el cuaderno en la mesa frente a nosotros, sin haber pasado de la primera página.

—¿En serio? —preguntó, mirándome con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—Sí, posta. Mis Navidades son siempre lo mismo; asado, fuegos artificiales, pasar tiempo con mi familia... Está bueno, pero no tiene nada fuera de lo común.

Ella se quedó pensativa un momento antes de responder.

—Bueno, pero no podés quejarte. Se nota que la pasás bien con tu familia. Eso ya es algo...

Algo en su tono me hizo sentir que había pisado un terreno sensible. Quise decir algo para quitarle peso, pero ella ya estaba levantándose hacia la cocina otra vez, evitando mi mirada.

Mientras ella estaba ocupada en la cocina, un sonido suave llegó desde la puerta. Primero lo ignoré, pensando que era un ruido cualquiera, pero luego lo escuché de nuevo. Algo estaba rascando la puerta.

Me levanté y fui a abrir, solo para encontrarme con un gatito sentado frente al umbral.

—¡Un gatito siamés! —grité agachándome y extendiendo mi mano para acariciarlo—. Isa, vení rápido. Mirá esto.

Ella apareció en la sala con las cejas fruncidas, secándose las manos con una toalla. Cuando vió al gatito, sus ojos se iluminaron.

—¡Que lindo! —chilló con emoción—. Salí vos —me apartó empujándome con su cuerpo—. Hola michi... —su voz volvió a ser suave mientras se acercaba al gatito.

—¿Se habrá escapado de algún lado? —pregunté.

—No lo sé, no tiene collar y se ve muy sucio —dijo mientras lo inspeccionaba—. Ay, pobre...

—¿Qué pasó?

—Tiene una astilla clavada en la patita —señaló una de sus patas traseras—. Ven, ayudame.

Lo llevé al baño con cuidado y entre los dos lo bañamos con agua tibia, aunque no dejaba de maullar y moverse de un lado a otro. Una vez limpio y seco, Isabella se encargó de retirar con cuidado la astilla en su pata. Recibió un par de arañazos en el proceso pero al final lo logró.

Luego le ofrecimos un poco de comida que Isa tenía guardada, y el lo devoró todo como si no hubiera comido en días.

—Tenía mucha hambre —comenté, riendo cuando el gato dejó escapar un pequeño ronroneo—. Pobrecito, ¿de quién será?

—Será muy difícil saber eso, no tenía collar —me recordó—. Podría preguntarle a los vecinos si lo habían visto antes o algo...

—No es mala.


⭐️


Regresamos al departamento luego de no haber tenido éxito. Nadie conocía al gatito, ni siquiera lo habían visto, así que asumimos que se había perdido.

Isabella vivía en el tercer piso del edificio, no me sorprendería que hubiera subido por las escaleras hasta terminar enfrente de su puerta.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Isa, acariciándolo con cuidado.

—¿Y si lo llevás al café?

Lo miró por unos segundos, pensando en mi propuesta.

—Capaz lo haga... ¿Y si le ponemos un nombre?

—Uhh sí, pero un nombre copado.

—¿Un nombre copado como... Rayito?

—Nah, es una poronga —negué y ella me miró mal.

—¿Galleta? ¿Canela? —frunció el ceño y negó con la cabeza—. No, no me gustan... ¿Mauricio? ¿Simón?

—No tiene mucha cara de llamarse Simón... —admití.

—¿Y si busco un nombre basado en su personalidad? —preguntó levantándo al gato y mirándolo fijamente, este solo maulló perezosamente pero no intentó librarse de su agarre—. Es macho, tiene pinta de que es re flojo, que solo te mira, come y duerme.

—Sí, como la mayoría de los gatos —dije con obviedad.

—Más bien, como la mayoría de los hombres —retrucó y la miré mal. Soltó una risa leve antes de volver a hablar—. ¿Y si lo llamo Pelusa?

El gatito maulló al instante, como si hubiera aprobado ese nombre.

—Así se llamaba mi gatito en tortillaland —dije, sonriendo—. Es un buen nombre.

—¿Eh? —frunció el ceño—. ¿Qué es tortillaland?

—¿No sabés? Te falta cultura —bromeé—. Es una serie de Minecraft en la que estuve. Le puse ese nombre al gatito que tenía en el juego.

—Ah... —asintió levemente aunque parecía que no entendía por completo.

El gatito parecía más relajado ahora, acomodándose entre las piernas de Isa como si ese fuera su lugar. Yo sabía que me tenía que ir pronto si quería llegar a prender stream, pero era difícil despegarse de esa escena.

—Que lindo que es —murmuró pasando sus dedos por su pelaje—. Te quiero, Pelusa.

—Acabaste de conocerlo —le recordé.

—No me importa, ya me encariñé —lo abrazó.

Antes de salir, Isa me miró con una expresión más ligera, como si el pequeño intruso hubiera cambiado por completo su estado de ánimo.

—No sé si quiero llevarlo al café... ¿y si mejor lo adopto?

—No es mala idea —opiné—. Además, sería la primera cosa que completaste de tu lista de cosas para hacer en navidad.

Sonrió y miró al gato en sus brazos.

—Bienvenido a tu nuevo hogar, Pelusa.

Mientras me despedía y salía, no pude evitar pensar en lo curioso que era que algo tan pequeño como un gato pudiera cambiar la atmósfera de un lugar. Pelusa había llegado en el momento justo, y en más de un sentido, nos había hecho bien a ambos. Pero sobre todo a ella.


⭐️

feliz navidad <3

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