Capítulo 2
— ¡Mierda!
Jongho frunció sus labios para no soltar otra grosería. Apenas iba saliendo de casa y acabó por pisar un pomposo arreglo floral. Miró hacia el cielo. Por supuesto, olvidó que el día de hoy era domingo.
Ese maldito día...
— ¡Cuida tu boca, niño maleducado!
Hizo una mueca al notar a Yunho y Mingi sentados en las escaleras de la entrada. Llevaban ropa deportiva, supuso que estuvieron corriendo antes de ponerse a descansar al aire libre.
—Cállate, Mingi.
Escuchó a Yunho y Mingi reírse mientras que Jongho no pudo hacer más que mirar los obsequios en el suelo. Esa era la imagen que se repetía todos los domingos por la mañana sin falta alguna, no entendía por qué estaba tan indignado otra vez, para este punto debía estar acostumbrado.
Suspiró sintiéndose asqueado, pateó el arreglo floral y trató de salir del laberinto de obsequios frente a la puerta sin dañar algo más. No tendría forma de explicar que arruinó un obsequio para Yeosang por mero accidente.
— ¿Yeosang hyung despertó?
—No. De haberlo hecho ya lo tendrías recogiendo este desastre. —Mingi se estiró para alcanzar una pequeña cajita envuelta en terciopelo, sacudiéndola junto a su oído para descubrir qué tenía dentro—. Creo que es un anillo.
Jongho hizo una mueca. Su lobo estaba hecho una furia en su interior, gruñendo y rasgando por la impotencia. Obviamente ver un montón de alfas cortejando al único omega que amaba lo ponía furioso, y era peor porque sabía que no podía hacer nada para impedirlo.
Yeosang no era una posesión, no era suyo, de hecho ni siquiera podía decir que eran amigos. Jongho se encargó de escapar de él durante los años que llevaban viviendo en la misma casa y aunque el día anterior hablaron bastante seguían siendo distantes el uno con el otro.
— ¿Estás bien? —Yunho preguntó al notar su silencio.
—No.
Jongho se hincó frente al desastre empujando un par de regalos con disgusto. ¿Realmente creían que lo conquistarían con demostraciones como esas? No conocían a Yeosang en lo absoluto. Bastaba con una simple mirada para saber que era un chico dulce muy apegado a sus ideales que no se doblegaría ante nadie por un poco de lujo.
El aroma combinado de pino y lavanda llegó hasta su nariz. Instintivamente miró hacia arriba para encontrarse con el alfa líder y su luna caminando hacia la entrada, uno más agotado que el otro.
—Es extraño verlos madrugar un fin de semana —Seonghwa, su luna, comentó mientras tiraba de la mano de un adormilado Hongjoong.
El líder de la manada parecía un desastre con su cabello revuelto y marcas oscuras bajo los ojos. Acostumbraba no regresar a casa durante el fin de semana porque eran los días más ocupados del Santuario. El club que originalmente pertenecía a los padres de Hongjoong ahora era su responsabilidad y no pensaba descuidarlo. Por suerte tenía a Seonghwa como su compañero y su luna. El hombre era el único que podía persuadirlo para que descansara un poco.
— ¿Se quedaron toda la noche juntos? —Yunho silbó.
— ¿En el Santuario? —Mingi jadeó.
— ¡Trabajamos ahí! ¿Cómo pudieron?
—La indecencia de esta familia está superando los límites. —Mingi se llevó una mano al pecho y se inclinó hacia su alfa fingiendo sorpresa.
Hongjoong los miró con adormilada indignación.
— ¡No hicimos nada! Solo nos dedicamos a administrar y... —El alfa líder frunció el ceño—. ¿Por qué estoy dándoles explicaciones? Dejen de insinuar estupideces.
Ambos chicos rieron a pesar del regaño. Jongho hizo oídos sordos al desastre, perdiéndose en sus propios pensamientos y la frustración que comenzó a quemarlo por dentro.
Realmente se preguntó si podría soportar otro domingo más de alfas cortejando a Yeosang. Comenzaba a hartarse. Estaría bien si tan solo uno fuera digno del corazón de Yeosang, pero habían pasado años y ninguno demostró valer lo suficiente para tenerlo.
Era horrible.
—Jongho, ¿qué sucede? —Seonghwa preguntó con preocupación. Claramente como luna era muy empático y podía notar cuando uno de los miembros de la manada estaba mal.
—Es uno de nuestros domingos normales, hyung. Jongho negando su enamoramiento por Yeosang y muriéndose de celos en el proceso.
Jongho golpeó el hombro de Mingi por ponerlo al descubierto.
—No estoy enamorado ni celoso.
—Jjong, mentir es malo. —Yunho lo miró con ojos entrecerrados.
Hongjoong hizo una mueca disconforme. El líder sabía perfectamente las razones de Jongho para no hacer nada más que callar y aguantar sus sentimientos por Yeosang.
—Dejen a nuestro niño en paz. Saben que es complicado para un beta enamorarse de un omega, sobre todo si hablamos de Yeosang. Los alfas en la manada no estarán felices.
— ¿Y a quién le importa lo que piensen? —Mingi replicó—. No es como si Yeosang estuviera interesado en alguno de ellos.
—Exactamente. Consigue a tu chico, Jjong. —Yunho le palmeó la rodilla en un intento de apoyarlo.
Jongho gimoteó por lo bajo. No estaban ayudando.
— ¡Ay! —En cuanto escuchó la voz de Yeosang regresó a mirar hacia la puerta. El lobo mayor también pisó uno de los arreglos florales y estaba haciendo muecas disconformes ante el desastre de obsequios—. ¿Por qué a mí?
—Tienes un buen botín ahí. ¿Crees que haya algo que podamos vender y conseguir carne? —Hongjoong preguntó tratando de hacer el ambiente menos pesado. Todos sabían que los cortejos de la manada no hacían feliz a Yeosang, de hecho lo mortificaban.
—Probablemente. —Yeosang hizo una mueca. El obsequio más memorable fue un brazalete de tres oros que debió devolver el mismo día que lo recibió por el bien de su estabilidad mental—. Si no hay un pastel de fresas aquí entonces no quiero nada.
—Deberías hacer una lista de las cosas que quieres y las que no. Dudo que alguno de ellos se enfade.
—No pienso hacerles ilusiones, Yunho. —Yeosang pateó el arreglo floral frunciendo sus labios. Jongho supuso que se sintió triste por arruinar un regalo sin intención—. ¿Qué hago con esto?
—Por el momento recógelos. Seonghwa podría barrerlos y tirarlos a la basura si siguen ahí en la tarde —Hongjoong le advirtió recibiendo un ceño fruncido de su compañero.
—No me hagas sonar como un loco por la limpieza.
—Luna, eres un loco por la limpieza.
Yunho aplaudió y Mingi celebró como si estuvieran viendo una sitcom, avergonzando al líder y su luna. A Jongho no le importó, estaba demasiado ocupado mirando a Yeosang haciendo pucheros, preguntándose cómo cargaría tantas cosas a su habitación en el segundo piso de la casa.
Deseaba decirle que no se preocupara, que haría todo por él para que pudiera disfrutar su día libre. Personalmente adoraba verlo leer porque hacía muecas y soltaba pequeñas risitas por las historias que le fascinaban, también adoraba su calma al garabatear diminutos personajes en sus cuadernillos o su bonita sonrisa al manejar drones en el jardín.
Antes de darse cuenta ya estaba ayudándolo a recoger los obsequios. Yeosang esbozó una pequeña sonrisa y Jongho debió hacer todo lo posible para mantenerse estoico.
Demonios.
— ¿Saben qué? Creo que dejaré a Luna barrer —Yeosang interrumpió las risas con un par de ramos presionados contra su pecho.
Su Luna jadeó.
— ¡Yeosang, no esperaba eso de ti! Se supone que eres el considerado.
—Nunca acepté ese papel, Luna.
—Creo que tirar los obsequios es mucho peor, solo regrésalos durante la carrera de plenilunio de este mes —Mingi lo alentó a seguir haciendo su rutina de los últimos años. Yeosang guardaba los obsequios y se encargaba de devolverlos en la carrera de plenilunio cuando la manada se reunía para correr en el bosque.
—Son demasiados.
— ¡Jongho puede ayudarte a llevarlos arriba!
Jongho miró a Mingi con pánico en los ojos. Empujarlo hacia Yeosang era una idea terrible que terminaría de la peor manera, con suerte conseguía controlar a su estúpido lobo posesivo viviendo bajo el mismo techo, tenerlo solo unos centímetros de distancia lo volvería loco.
Pero Yeosang esperaba pacientemente por una respuesta, casi suplicándole con la mirada de cachorrito bajo la lluvia que aceptara.
—Puedo hacerlo.
¡Claro que no! Apenas mantenía sus ideas juntas cuando se quedaba con Yeosang. Lo que necesitaba era escaparse y conseguir la fuerza para fingir que no lo quería.
—Gracias, Jongho.
Y ahí se iba su propio autocontrol.
Notó que Hongjoong lo miró con preocupación, Jongho se aseguró en hacer una seña casual para asegurarle que estaría bien. Más tarde acabarían charlando en el despacho del alfa líder por culpa de esto, lo sabía. No había excusa que lo salvara de ese torpe desliz.
Era ridículo que bastara con una mirada de Yeosang para hacerlo doblegarse. Se suponía que Jongho era lo suficientemente fuerte para soportar cualquier cosa y aun así su fuerza se volvía nada cuando se trataba de Yeosang.
Mantuvo la cabeza baja mientras recogía los obsequios. Si Yeosang fuera un omega de mal corazón no dudaría en tirar cada uno de ellos a la basura, pero no era así. Incluso odiando esa atención desmedida no se atrevía a herir los sentimientos de alguien más. Era dulce... y problemático como el infierno.
Escuchó al alfa líder y su Luna entrar a la casa siendo seguidos por la otra pareja destinada. Mingi incluso le revolvió el cabello antes de entrar, pero Jongho no se movió ni un centímetro, demasiado concentrado en el pequeño favor que estaba haciéndole a Yeosang y nada más.
Necesitaba terminar pronto y marcharse al bosque para librarse de la frustración que vivía día a día. Su lobo estaba matándolo por dentro con rasguños y gruñidos aterradores y no sabía cuánto tiempo conseguiría soportarlo.
—Espera, yo llevaré las flores. —Yeosang le arrebató un ramillete de lirios de las manos, rozando la punta de sus dedos y causándole un escalofrío—. No es justo que lleves todo.
Tampoco era justo que sonriera tan bonito y Jongho no decía nada.
—Bien —Jongho apenas contestó y regresó a mirarlo para notar una mueca disconforme en los labios del omega. Usualmente Yeosang se mantenía tranquilo, por lo que verlo consternado lo alertó—. ¿Sucede algo?
—Pareces enfadado.
—No lo estoy.
—Hm...
—Lo prometo. —Jongho acomodó nerviosamente los obsequios entre sus brazos. No entendía que estaba ocurriendo con Yeosang hoy, la mayoría de sus encuentros eran silenciosos y nunca tuvo problemas con eso—. Solo... no sabía si querías hablar.
— ¿Por qué no querría?
—Es domingo. Te desanimas mucho este día.
En gran parte era verdad. Cada domingo Yeosang se convertía en un espíritu deprimido rondando por la casa, no hablaba con nadie y solo se esforzaba para comer. Jongho nunca comprendió si ese malestar era producto de los obsequios o algo más.
—Solo me siento triste porque esta situación seguirá hasta que mi compañero destinado aparezca. —Yeosang se levantó con una mirada desolada y los brazos repletos de flores, parecía el cuadro más melancólicamente hermoso de una exhibición—. No sé si podré soportarlo más.
— ¿Qué cosa?
—Las ansias de golpear a esos alfas idiotas. Les he dicho millones de veces que no quiero nada con ninguno de ellos, pero insisten.
Jongho presionó sus labios para no sonreír. Ahí estaba esa pequeña alma fiera que vivía debajo de su dulzura, un lado que solo pocos conseguían ver y que lo tenía fascinado.
—Puedo golpearlos por ti.
—Descuida, quisiera tener el placer de hacerlo por mi cuenta.
Yeosang golpeó burdamente al aire como si intentara golpear la cara de alguien, pero los ramos casi cayeron de sus brazos y debió apresurarse en acomodarlos para no hacer un desastre. Jongho rio por lo bajo con los ojos cerrados, se sentía tan estúpido y enamorado.
Cuando regresó a mirarlo, se percató de que Yeosang estaba atento a sus movimientos y casi satisfecho por sacarle una pequeña carcajada.
—Perdón. —Jongho se apresuró en levantarse olvidándose de la mirada soñadora en Yeosang. Necesitaba marcharse antes de que su corazón cayera en picada por su culpa—. Lidera el camino a tu habitación, hyung.
Yeosang empujó la puerta con el pie para entrar con Jongho a sus espaldas. La casa estaba silenciosa y sería de ese modo al menos durante un par de horas. Era su día libre y ninguno de sus amigos aparecería por la sala hasta pasadas las doce.
—Sé silencioso. —Yeosang inclinó la cabeza hacia la habitación de San y Wooyoung, dando pasos precisos para evitar hacer ruido.
Jongho sonrió. Ese chico era tan adorable como podía serlo.
La pequeña felicidad se desmoronó a pedazos al llegar a la puerta blanca de la habitación de Yeosang. Ese no era un buen lugar. Jongho incluso eligió la habitación del ala contraria de la casa para mantenerse lo más alejado posible... y ahora estaba ahí.
Yeosang empujó la puerta revelando una habitación pulcra, nada demasiado extravagante porque no era su estilo. Lo más llamativo era un pequeño desastre en el escritorio, combinando libros y lapiceras coloridas desparramadas. Incluso tenía un tablero cargado de post-its con pequeños recordatorios escritos, además que firmados con caricaturas que inventó.
—Puedes dejar las cosas sobre la cama. Creo que le llevaré las flores a Luna, él sabrá qué hacer.
Jongho soltó el montón de obsequios sobre la cama e inhaló profundamente.
Mierda.
El aroma de melocotón estaba por cada rincón de la habitación, embriagándolo acogedoramente como un abrazo fantasmal. Siempre odió los dulces y no entendía cómo ahora podía gustarle tanto el dulce aroma de un omega, al punto de hacerlo desear quedarse ahí consumiéndolo para la eternidad.
¡Necesitaba salir de ahí, ya!
—Uh... necesito irme ahora.
Yeosang ni siquiera pudo voltearse antes que el beta huyera por la puerta. Se apresuró en alcanzarlo antes de que se alejara por el pasillo, tomando su muñeca con mucha más fuerza de la que usó alguna vez. La desesperación estaba escapando en cada uno de sus movimientos.
— ¡Espera, Jongho! Creí... creí que...
El firme agarre alrededor de su muñeca se sintió como fuego quemando en su piel. Jongho mordió el interior de su mejilla hasta que el sabor metálico de la sangre se apoderó de sus papilas, se hirió tratando de mantenerse bajo control cuando lo único que quería era acunar al chico entre sus brazos.
— ¿Creíste qué?
Suave calor vergonzoso inundó las mejillas del omega.
—Es... estábamos pasando el rato.
Las palabras fueron como un pinchazo en su corazón. Escuchaba tanta decepción en su voz que comenzó a intranquilizarse, parecía como si hubiera roto cruelmente las ilusiones de Yeosang.
—Sí, estábamos pasando el rato. —Jongho se esforzó por sonreír y calmar al lobo mayor—. Solo se me hizo demasiado tarde y debo irme pronto.
— ¿Por qué?
—Me reuniré con compañeros de clase, tenemos un proyecto para esta semana.
Los ojos de Yeosang se iluminaron al comprender que no estaba huyendo otra vez y Jongho se sintió culpable, era verdad lo del proyecto, pero también era verdad que solo quería irse lo más pronto posible.
—Está bien, pero me preguntaba si podríamos hacer algo un día de estos.
¿Qué?
Se sintió como caer en un espiral de pánico. No había ni broma, ni chiste en las palabras de Yeosang, el lobo estaba siendo sincero y esperaba pacientemente por una respuesta.
—Uh, claro. Podemos preguntarles a los demás cuándo tienen tiempo. —Jongho intentó retirar su mano del agarre de Yeosang, pero él no hizo más que aferrarse con más fuerza. Había algo de codicia y reproche en su mirada—. ¿Sucede algo?
—Me refería a solo tú y yo.
Nunca le había pedido algo así. Durante años no hizo más que alejarse sin ningún tipo de repercusión o enfrentamiento, simplemente se mantuvo lejos y Yeosang lo aceptó. Ahora parecía que su suerte se había terminado, el omega estaba muy empeñado en hacerlo aceptar.
Estaba contra la espada y la pared, sin opción alguna más que aceptar porque entristecer a Yeosang era imperdonable para Jongho.
—Eso sería genial, hyung. Hablemos sobre esto después, ¿sí?
Jongho no regresaría hasta el anochecer, tenía tiempo para crear alguna excusa creíble para librarse de lo que sea que estuviera pasando por la cabeza de Yeosang.
Por el momento solo disfrutó de la bonita sonrisa, sus pequeños colmillos asomándose entre sus labios de melocotón.
—Claro, esperaré.
Jongho asintió mientras el agarre en su muñeca se desvaneció, los dedos de Yeosang crearon rastros cálidos todo el camino sobre su piel.
Todo ese asunto comenzaba a aterrarle. Yeosang nunca se había comportado de esa manera con Jongho, tratando de acercarse sin una razón aparente. Usualmente era tranquilo y se mantenía alejado, por eso su nueva actitud estaba haciendo líos en su cabeza.
¿Qué estaba sucediendo? No saberlo solo lo hacía más complicado.
Por el momento se conformó de alejarse de Yeosang, tal vez conseguiría descubrir qué andaba mal si guardaba la distancia del único lobo que lo volvía estúpido. Necesitaba pensar con la cabeza fría y descubrir cómo podría alejarse otra vez sin hacerle daño.
Yeosang se sintió satisfecho cuando vio a Jongho escaparse, no tenía otra palabra para decirlo porque el lobo casi trotó hacia las escaleras para marcharse. Solo vio a Jongho así de aterrado dos veces, la primera vez por un insecto y la segunda era esta, por su culpa.
Pensó que era un lobo interesante, definitivamente no pensaba rendirse ahora que podía entablar una buena relación con él y descubrir más de esos especiales detalles.
Listo, segundo capítulo. Lo siguiente que actualizaré es el final de Take Care Of Him, este fic es el que ocupará ese lugar vacío que dejara.
Dejenme saber qué les está pareciendo.
Saludos. <3
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