Capítulo 11
Yeosang estaba sentado en las escaleras de la entrada mirando el paisaje digno de una postal navideña. El clima era frío y la nieve caía a borbotones sobre el jardín, contrastando con las brillantes luces de los adornos navideños que pusieron la semana pasada.
Disfrutó de la tranquilidad envuelto en su gran suéter y bebiendo sorbos pausados de su chocolate caliente, todo lo contrario a su pesada noche de navidad.
Parpadeó perezosamente, cansado y somnoliento. Tras recibir el último regalo no pudo hacer más que rodar en su cama tratando de pensar, su corazón cayendo en un espiral mientras aclaraba sus sentimientos.
Era extraño sentirse en una encrucijada por tres personas diferentes cuando solo conocía a una. Primero estaba su compañero destinado que aún no hacía un esfuerzo por aparecer y que poco a poco comenzó a perder el poder que tenía sobre Yeosang. En segundo tenía a su alfa de medianoche, el lobo misterioso que dejaba preciosos regalos en su puerta, pero que jamás intentó comunicarse. Por último estaba Jongho, el joven beta que por algún motivo estaba metiéndose en su corazón sin permiso.
Hacía un par de meses habría vociferado que esperaba a su compañero destinado y que nadie tendría la oportunidad de tenerlo más que su otra mitad, ahora no había palabras que pudiera decir.
Ni siquiera podía decir que anhelaba a su compañero destinado tanto como antes.
La noche de navidad fue una locura porque entre la comida deliciosa y los abrazos empalagosos, terminó pensando en sus sentimientos y deprimiéndose. Los asuntos del muérdago que hizo a Jongho besar su mejilla y encontrarse después con el collar de la luna lo desconcertaron terriblemente, ambos eventos habían acelerado su corazón a ritmos iguales.
Intentó pensar en eso mientras los días pasaban, irremediablemente el año nuevo llegó y Yeosang seguía actuando con torpeza.
No podía seguir engañándose a sí mismo. Había sentimientos creciendo en su pecho y si los ignoraba iría peor.
Tanto su compañero destinado como el alfa de medianoche eran una fantasía sacada de su romántica cabeza. La única persona real que estaba allí para apoyarlo y mantener una sonrisa en sus labios era Jongho.
Perder a alguien tan maravilloso solo para alimentarse de una fantasía era estúpido.
Yeosang estuvo pensándolo unos días, y al final concluyó que pasar cada día de su vida junto a Jongho sería bueno... muy bueno.
Todavía habría problemas, eso no podía negarlo.
No tendría su momento de reconocimiento y tampoco podría apaciguar a su lobo con el aroma de un alfa porque los betas no poseían uno. El periodo de celo sería infernal, a pesar de que era vergonzoso de admitir las ansias por recibir un nudo alfa eran desesperantes. Obtener una marca sería difícil, los betas no poseían colmillos tan afilados como los de un alfa, así que los omegas que decidían aparearse con un beta pasaban por un doloroso proceso de reclamo.
Además las posibilidades de conseguir un cachorro eran muy bajas, casi inexistentes.
Sorprendentemente... descubrió que no le importaba. Eran solo unas cuantas desventajas contra todo lo bueno que estaba viviendo gracias a ese beta.
Por primera vez en mucho tiempo se sintió a salvo. Jongho le hacía sentir a salvo.
Yeosang se sonrojó justo cuando un copo de nieve cayó en su nariz.
¡Ay! ¿Qué se supone que estaba pensando? Es decir, ¿estaba haciendo planes aun sin conocer los sentimientos de Jongho?
Se avergonzó.
¡Diosa Luna! Jongho le trataba con suma dulzura, pero eso no significaba que sintiera algo por él. Yeosang iba a tener que intentar si de verdad quería que Jongho le viera como algo más que familia.
Vio la puerta de la cerca se abriéndose y a un alfa de la manada envuelto en un grueso abrigo entrando. Yeosang se apresuró en levantarse, apretando su taza de chocolate contra su pecho y tratando de llegar a la puerta antes de que el alfa lo notara.
— ¡Hola! —el alfa ladró al notar sus intenciones.
Yeosang se encogió sobre sí mismo, obligado a girar sobre sus talones para encararlo. Entrecerró sus ojos intentando recordar su nombre, pero solo logró reconocerlo como "el alfa de regalos caros" y que no aceptaba sus devoluciones durante las maratones.
Ese sujeto solía cortejar a Wooyoung antes de que estuviera emparejado con San, una vez se dio la unión, el siguiente blanco fue Yeosang.
No parecía importarle que tuviera al menos diez años más que cualquiera de ellos.
—Si buscas a Hongjoong lamento decirte que está ocupado.
Durmiendo, pero nadie iba a levantarlo.
El alfa rió.
—Oh, no. Esta vez vengo a hablar contigo.
Yeosang se acercó más a la puerta, preparándose para irse en cuanto encontrara la oportunidad.
—No tengo tiempo, si quieres decirme algo tiene que ser rápido.
—Pelearé por ti en la Luna del Lobo.
Yeosang frunció el ceño. No sabía de qué demonios estaba hablando ese sujeto, tal vez se trataba alguna tradición que desconocía así que solo asintió con dificultad. El alfa sonrió de oreja a oreja y se marchó triunfante.
La puerta de la casa se abrió con un fuerte estruendo. Yeosang casi saltó sobre sí mismo y volteó para mirar al culpable de su susto.
— ¿Qué te dijo el alfa de regalos caros? —Wooyoung se quejó mirando al alfa mayor marcharse del jardín—. No intentes decirme que nada, lo vi desde la ventana.
Yeosang le dio otro sorbito a su taza de chocolate caliente, intentando que el trago amargo pasara pronto.
—Peleará por mí en la Luna del Lobo. ¿Qué significa eso?
Wooyoung palideció.
— ¡¿Qué?! Oh, no. Esto está mal, muy mal. —Wooyoung jadeó por aire y luego se enfadó—. ¡¿Qué pasa con ese estúpido?! ¡Eso es bajo y asqueroso!
— ¿De qué estás hablando? Me estoy poniendo nervioso.
Wooyoung sostuvo su mano y le obligó a entrar.
— ¡San, despierta a todo el mundo! —Wooyoung le gritó a su alfa destinado que se veía sumamente somnoliento, apenas parpadeando cuando su omega le gritó—. Tenemos una emergencia, una grande.
El alfa asintió poquito antes de dirigirse escaleras arriba. Yeosang intentó darle otro sorbo a su taza, pero Wooyoung se lo impidió.
—Siéntate, vamos a solucionar esto.
—No estoy entendiendo nada.
—Lo harás, Yeosangie. Pero necesito que te tomes un momento.
Yeosang se desparramó sobre el sofá. Esperaba que Wooyoung estuviera exagerando porque no estaba dispuesto a recibir otro problema en su vida.
Sus amigos comenzaron a bajar las escaleras de a poco, Yeosang se sintió un poco culpable porque apenas podían abrir los ojos debido al sueño. Sin embargo, todo sentimiento se esfumó al ver a Jongho. El beta usaba una camiseta oscura y un par de pantalones de pijama, pero se veía muy hogareño.
Ideal para acurrucarse con él una mañana fría.
Ay... ahí iba su mente de nuevo.
El beta le dio una pequeña sonrisita antes de apoyarse en el respaldo del sofá donde unos adormilados Yunho y Mingi intentaban recuperar la consciencia.
— ¡Hey, los necesito despiertos!
—Por la Diosa Luna, Wooyoung. Ya nos hiciste levantarnos a todos, ¿puedes hablar de una vez para que podamos regresar a la cama? —Hongjoong casi gruñó en voz baja, Yeosang estaba seguro de que tiraría de sus orejas si lo molestaban demasiado.
Wooyoung casi rodó los ojos.
—Tú eres el que menos tiene derecho a decir algo, ¡esto es en gran parte tu culpa!
Seonghwa alzó una de sus cejas.
—Disculpa, Wooyoung. ¿Puedes hablar claramente de una buena vez?
El omega puso las manos en su cadera, una postura orgullosa y firme.
— ¡Uno de los estúpidos alfas de la manada dijo que pelearía por Yeosang en la Luna del Lobo!
Las muecas de horror puro y duro se acoplaron en todos los lobos de la habitación. Aromas enfadados inundaron el ambiente al punto de hacerlo jadear. Seonghwa fue el primero en levantarse para acercarse a Hongjoong y sacudirlo por los hombros.
— ¡Alfa! ¡¿Qué demonios?! ¡Te dije que debías quitar esa estúpida tradición!
Hongjoong jadeó por aire.
— ¡Lo siento, luna! No creí que alguien sería capaz de algo tan repugnante, por eso lo postergué. —El alfa líder acunó las manos de su compañero destinado y regresó a mirar a Yeosang con el ceño fruncido—. ¿Quién fue el estúpido? ¡Patearé su trasero fuera de esta manada!
Yeosang se sonrojó cuando toda la atención cayó sobre él.
—La Luna del Lobo es solo la primera luna llena del año, ¿por qué tanto escándalo?
—Antiguamente los alfas aprovechaban esa única noche del año para pelear por un omega —Mingi informó con tono firme—. Si ganaban tenían la posibilidad de reclamar al omega sin darle la oportunidad de negarse.
—Oh, entonces pelearé. Sé que puedo...
—Ese es el problema, Yeosangie. —San lo interrumpió quitándose la mano del rostro para mirarlo—. No puedes pelear, debe hacerlo un alfa o en defecto, un beta de tu familia.
—La tradición es tan antigua que no permite a los omegas defenderse por sí mismos, ya sabes que antiguamente solo se nos consideraba posesiones.
Si Mingi y San decían la verdad, entonces estaba metido en un gran problema. Yeosang no tenía una familia de sangre en Seúl... o en ningún lado, su propio padre lo sacó fuera de la manada y ni su madre ni su hermana fueron capaces de defenderlo, así que no existían para él. Lo único que tenía era a los chicos, su actual familia creada por lazos verdaderamente importantes, lazos de amistad y lealtad.
— ¿Q-Qué hago? Esto es terrible.
Seonghwa soltó las manos de su alfa y se acercó al otro chico para abrazarlo, dándole palmaditas en el cabello rubio tratando de consolarlo.
—Nos vamos a negar.
—Ese tipo reclamará que es una tradición vigente y causará un gran conflicto antes de nuestra carrera de plenilunio —Wooyoung dijo lo evidente—. Si llegó hasta ese punto no dejará ir su única oportunidad tan fácilmente, ¿cierto?
—Es cierto. —Hongjoong concordó entre dientes.
— ¡Hongjoong! —Seonghwa le reclamó.
—Pero no permitiremos que tome a Yeosang de esta manera. Incluso si no compartimos sangre, somos su familia. —Hongjoong se dirigió a los únicos que podían hacer algo en contra de ese desastre, los otros dos alfas en la habitación—. Uno de ustedes peleará.
Yeosang tragó. Nada parecía una buena idea.
— ¿Quién lo hará? —Mingi preguntó mirando a los otros dos alfas.
San se inclinó hacia Yunho con pesar.
—Yunho.
—San —el otro alfa respondió.
—Decidamos rápido. Piedra, papel o tijeras.
—Vale.
— ¡¿Lo piensan decidir así?! —Wooyoung jadeó y golpeó a San en la nuca por impulso—. ¡Están peleando por el futuro de mi mejor amigo, idiotas!
— ¡Es lo más justo! —San hizo un puchero—. No me pegues, soy sensible.
Wooyoung rodó los ojos y acomodó sus brazos alrededor de su alfa para abrazarlo. Yeosang contuvo las ganas de suspirar, era increíble que su futuro dependiera de ellos ahora.
—Yo lo haré. —La habitación cayó en un silencio profundo cuando Jongho habló. El beta no se movió del sofá ni interrumpió la conversación en ningún momento, inverso en sus propios pensamientos hasta ese punto—. Puede que no sea un alfa, pero sigo siendo el lobo más fuerte aquí. ¿No?
—Sabes que prefieren competir contra alfas, si te presentas a pelear ese alfa puede enfardarse y-
— ¿Y eso qué, San? Los enfadados deberíamos ser nosotros. Ese mal alfa se atrevió a invocar una tradición cavernaria para reclamar a Yeosang. Ni siquiera se esforzó en cortejarlo como debería. Es obvio que no le importan sus sentimientos, solo quiere tenerlo. —Jongho se levantó completamente tenso, de no ser por su autocontrol ya hubiera salido por la puerta a enfrentarse a ese estúpido—. No sé lo que harán ustedes, pero no me quedaré sentado viendo como debaten el futuro de Yeosang así.
Yeosang intentó abrir la boca para decir algo, cualquier cosa, pero no pudo hacerlo cuando su mirada se encontró con la de Jongho. Todo en él gritaba determinación y el omega comprendió que no importaba lo que hicieran, ese lobo no iba a detenerse aun si no contaba con apoyo.
El beta desvió la mirada y se marchó sin más, dejándolo atrapado en una bruma de pensamientos engorrosos. No sabía qué decirle. Lo único que sabía era que quería abrazarlo y agradecerle por todo. Tanto sus palabras como su determinación fueron suficientes para tranquilizarlo. No importaba lo que sucediera durante la Luna del Lobo, Jongho lo protegería.
—Entonces está decidido.
— ¡No, Hongjoong, no lo está!
—Luna tiene razón. ¿Qué haremos si la pelea se pone peor? —Yunho reclamó dándole la razón a Seonghwa.
— ¿Creen que Jongho perderá?
—No, pero...
—Entonces déjenlo. —Hongjoong sentenció bajándose del sofá y dirigiéndose a las escaleras—. Están en su derecho de intervenir y tratar de hacerlo entrar en razón, pero Jongho probablemente terminará golpeando a cualquiera que le impida pelear.
Todos los lobos bajaron la cabeza, no era como si pudieran hacer algo ahora.
Sin embargo, Yeosang se levantó.
—Iré con él.
Hongjoong le dio una pequeña sonrisita y un asentimiento.
Siguió a Jongho hacia la otra habitación, no parecía estar del todo bien, seguía tenso. Yeosang quiso abrir la boca para decir algo, pero tal vez su aroma angustiado se descontroló de forma horrible, porque Jongho se volteó antes de que pudiera llamarlo.
El beta dejó de fruncir el ceño al notarlo bajo el umbral de la puerta, en su lugar extendió su mano hacia él en un gesto gentil. Yeosang la tomó, no esperando ser empujado hacia un abrazo firme que casi le hizo suspirar.
—Te protegeré, hyung.
El agarre se hizo más apretado, Yeosang pudo derretirse en él.
—Gracias, Jongho.
Yeosang amaba la libertad que le regalaba las carreras de plenilunio.
La oscuridad que se cernía sobre el espeso bosque nocturno. La luna que apenas era visible entre las ramas siendo la única fuente de luz en medio de la penumbra. Los árboles altos y frondosos se entrelazaban otorgando oscuridad debajo de sus hojas.
El suave susurro del viento agitaba las hojas y hacía que las sombras se movieran. En el aire flotó el aroma de tierra húmeda y musgo, impregnando el ambiente con la esencia del bosque.
A su lobo interior le encantaba, pero el sentimiento que se instaló en su pecho desde la mañana no dejaba al omega complacerse. Ahora solo sentía temor.
El día fue silencioso y casi molesto. Su familia se había sentido defraudada de sí misma desde que ese lobo asqueroso se atrevió a decir que pelearía por él, así que a duras penas consiguieron mirarle a la cara.
Seonghwa intentó contentarlo con infusiones de té que podían relajarle, asegurándole que todo estaría bien y que después de esa noche haría a Hongjoong abolir esa tradición o se encargaría de torturarlo hasta el desfallecimiento.
Yeosang hizo lo posible por no reírse, adoraba la tonta dinámica que compartía la pareja de la zona este de Seúl.
Sin embargo, su corazón se mantuvo en vela porque desde el apretado abrazo de la mañana no había visto a Jongho en todo el día. El beta apareció justo cuando comenzaron a prepararse para mancharse a esa desastrosa carrera de plenilunio y no se dignó a decirles nada, solo le dio una pequeña mirada de seguridad a Yeosang.
No pudieron hacer ningún comentario al respecto en todo el camino, la tensión podría cortarse con un cuchillo.
Así fue como terminaron ahí en el bosque que usaban para la carrera, esperando a que todos los integrantes de su manada terminaran de llegar.
Yeosang reconoció al alfa de regalos caros entre el montón, pero se ocultó tras Wooyoung para evitar acercarse a ese lobo tonto.
De seguro eso lo haría alejarse. Nadie quería pelear con la pequeña manada del alfa líder, y básicamente tenían a Yeosang en su punto de protección ahora. Cuando un alfa al azar intentó acercársele, Yunho le gruñó tan fuerte que Yeosang se preguntó si no se había roto la garganta.
— ¿Están todos aquí? —Hongjoong preguntó en voz alta, ninguno de los lobos delante de él dijo una palabra, solo asintieron con la cabeza—. Perfecto. Me gustaría darles un discurso significativo por ser nuestra primera carrera de plenilunio del año, pero algo interfirió y no estoy feliz por eso.
Yeosang apretó sus labios al notar las miradas perturbadas del resto de lobos. Hongjoong era un buen alfa líder, muy amable y benevolente, pero por la Diosa Luna, nadie quería verlo enojado.
Y ahora lo estaba.
—Alfa... —Seonghwa llamó a su pareja destinada en un tono bajo, ni siquiera le miró, pero fue suficiente para que su líder dejara de verse tan aterrador frente al resto de la manada.
—No es su culpa, es la mía. Pero sigo enojado por eso. —Hongjoong intentó aliviar la tensión, no era necesario decir que no lo logró—. Kim Hajoon, alfa de la manada este de Seúl, decidió convocar la tradición de la Luna del Lobo para solicitar la mano de Kang Yeosang, omega de la manada este de Seúl.
Hubo ligeros jadeos que rompieron el silencio, a pesar de eso el alfa no se vio perturbado, parecía muy seguro de sí mismo y sus decisiones.
— ¿Esa tradición no estaba revocada? —Una omega preguntó alzando su mano, estaba pálida.
—No lo está, olvidé abolirla y es por eso por lo que estoy enojado conmigo mismo. Declaro hoy, como alfa líder de la manada este de Seúl, que esta es la última vez que se invocará una ley de la era antigua, sobre todo una que vulnera a sus propios miembros de manada.
Hongjoong fijó sus ojos en Hajoon, pero el alfa solo se encogió de hombros con su sonrisa socarrona.
Yeosang no creía en la violencia, pero quería golpearlo tanto.
—Conocen las reglas, un lobo de la familia de Yeosang puede pelear por él para proteger su mano. —Hongjoong dictó en voz alta—. Choi Jongho, beta de la manda este de Seúl, peleará por proteger a Kang Yeosang. Si no existe ningún tipo de objeción, podemos continuar con esta última batalla en la Luna del Lobo.
Yeosang casi tambaleó sobre sus propios pies cuando Jongho dio un paso al frente. Las miradas sorpresivas de su manada dieron con el beta como si no pudieran creer lo que veían.
Hubo murmullos que se juntaron con el viento. Yeosang no necesitó poner mucho esfuerzo para escuchar lo que las voces sorprendidas intentaban decir.
"Es el beta de la familia de Hongjoong." "¿Todavía pertenece a la manada?" "¿Alguien le vio durante una carrera de plenilunio? "¿Si quiera hemos visto su lobo?"
No intentaban ser mezquinos, solo era pura sorpresa hablando por ellos.
—Pueden prepararse. —Hongjoong finalizó.
Hajoon se acercó hasta el centro, el resto de los lobos se acomodaron para crear un círculo alrededor de ellos. Yeosang evitó por todos los medios mirar hacia Hajoon, aferrándose al brazo de Wooyoung y acurrucándose ahí.
— ¿Alguien ha visto a Jongho desnudo antes?
Ambos omegas giraron hacia San, el alfa tenía el ceño fruncido como si no pudiera recordar.
—No que yo recuerde. De hecho, deberíamos estar más preocupados de no haber visto a su lobo antes que preocuparnos por saber si lo hemos visto desnudo o no. —Yunho intentó meter algo de razón en la cabeza de San.
San sonrió bobaliconamente.
Ajá. Yunho fracasó.
—Bueno, vamos a matar dos pájaros de un tiro hoy.
— ¿Pueden preocuparse por el destino matrimonial de mi mejor amigo antes de intentar mirar más piel de nuestro lobo menor? —Wooyoung se quejó abrazándose a Yeosang como si fuera un bebé que intentaba proteger.
Los alfas quisieron decir algo, pero Yeosang solo se fijó hacia donde ambos lobos estaban. Hajoon había comenzado a quitar su costosa ropa de oficina, pero Jongho parecía algo recio a quitarse la ropa delante de tanta gente.
Yeosang bajó la cabeza para fijarse en sus propios pies porque no era momento para atiborrarse de pensamientos raros.
—Oh bueno... mierda. —Wooyoung jadeó a su lado—. ¿Alguien sabía de esto?
—Las cicatrices eran predecibles, pero...
Bueno, Yeosang era un lobo curioso, así que dio un vistazo hacia Jongho de nuevo, ahogándose con su propia respiración.
Tatuajes.
El beta no se volteó, eso les permitió mirar su espalda desnuda a libertad. Había tinta oscura creando los dibujos de runas antiguas en su piel, pero muchas cicatrices habían cubierto la tinta provocando que los trazos se vieran desordenados.
Eso explicaba por qué no se quitaba la ropa delante de ellos.
Jongho comenzó a cambiar, el sonido característico de los huesos acomodándose a medida que la metamorfosis ocurría logró sacarlo de su mente nublosa. Más pronto que tarde el lobo estaba delante del otro lobo gris.
El viento sopló suavemente agitando las hojas y aumentando la tensión en el aire. Ambos lobos se miraron fijamente, pero Yeosang solo pudo fijarse en el lobo negro que alguna vez fue un cachorro tierno para él, porque ahora sus ojos brillantes estaban reflejando una determinación indomable.
El lobo negro con su pelaje oscuro como la noche mostró sus colmillos y gruñó amenazadoramente. Su tamaño imponente y su mirada desafiante hicieron que Yeosang se sintiera nervioso, y estaba seguro de que no era el único porque pudo notar a un par de alfas de la manada temblar.
Jongho imponía respeto incluso siendo un beta.
El lobo gris apenas hizo un gruñido bajo, un intento de respuesta al desafío que fue aventado a su hocico.
Ambos lobos avanzaron lentamente, pero el lobo negro atacó rápidamente con garras afiladas, buscando debilitar a su oponente en sus zonas débiles. El lobo gris pudo arrojarse al suelo y evitar ser masticado al primer instante.
Los lobos se enzarzan en una violenta lucha, gruñidos y aullidos llenan el aire. El lobo negro utilizó su fuerza y destreza para dominar al lobo gris, lanzándolo al suelo y mordiendo grandes tramos de piel. Con movimientos rápidos y precisos, logó desequilibrar a su oponente y derribarlo al suelo.
El lobo gris soltó un chillido, librándose de las mordidas y levantándose rápidamente. A pesar de que el lobo negro estaba dándole una paliza parecía negarse a perder.
Yeosang esperó que Jongho se detuviera un momento ahora que Hajoon no estaba atacando, pero el lobo negro gruñó y se lanzó hacia el frente sin piedad alguna, una mezcla de movimientos letales que derrumbaron a su oponente.
Eso no se veía como una pelea normal. Jongho no estaba atacando por defensiva, era como si su lobo estuviera entrenado para matar, conociendo los puntos débiles de su enemigo y atacándolo sin piedad.
Yeosang cerró sus ojos cuando el lobo negro sujetó una de las patas del lobo gris con la mandíbula, los demás miembros de la manada jadearon cuando el lobo gris aulló en dolor.
— ¡Jongho! —La voz de Hongjoong resonó por lo alto en tono de mando.
El lobo beta soltó por fin, alejándose del alfa con pasos lentos. Hajoon no conseguiría levantarse de nuevo.
Yeosang estaba a salvo.
Sin embargo, todo su cuerpo tembló al fijarse en el lobo negro, no había ni rastro de la ternura que le provocó la primera vez que le vio, ahora había un aura oscura en él como si se tratara de una bestia peligrosa. Aunque para Yeosang había una voz cantando bajo, algo que murmuraba que Jongho no le haría daño, que solamente le protegería justo como acababa de hacer.
Wooyoung empujó una manta en sus manos y le hizo dar un paso al frente, acercándose al lobo que ya estaba frente a su pequeña manada. Rápidamente el lobo comenzó a cambiar de forma, el pelaje quedándose atrás para darle paso a la piel humana.
Yeosang tragó. Jongho estaba frente a él.
— ¿Estás bien? ¿Quieres algo? —San preguntó rápidamente, siendo el primero en salir de su estupefacción.
Los demás todavía estaban algo perdidos mirando las distintas cicatrices que cubrían su torso.
Jongho les frunció el ceño.
—Ropa.
Exacto. La ropa.
Yeosang se apresuró en extenderle la manta para que pudiera cubrirse por ahora, el beta cubrió su cuerpo con ella ocultando los dibujos en tinta y las cicatrices marcadas en su piel.
— ¿Te sientes bien, Jjong? —Mingi preguntó.
—La verdad no. ¿Por qué todavía insistimos en desnudarnos en frente de la manada? No es agradable que más de cinco personas sepan cómo se te ve el cu-
— ¡Me refiero a tu ojo, idiota! —Mingi le agarró la cara con ambas manos, examinándolo con la mirada—. Bien, tengo todo lo necesario en la camioneta de Yuyu, vamos a curarte el ojito.
—No me hables como si fuera un bebé, en la mañana me dijiste hijo de-
— ¡Shh! Andando, andando.
Yeosang bajó sus manos y apretó los puños. Se había pasado un buen momento esperando por algo, pero no pudo entender qué antes de que Mingi se llevara a Jongho lejos de él.
El corazón pareció latirle en los oídos. Se sentía mareado, ajeno, era como si su mundo se hubiera puesto de cabeza de pronto.
La primera vez que vio al lobo de Jongho le encantó la dulzura que expresó y también le encantó que se convirtiera en un luchador si se trataba de protegerlo. Aunque debería sentirse intimidado justo como todos los demás simplemente no pudo hacerlo.
Yeosang no podía dejar de sentir.
Le gustaba Jongho, mucho. Y le entristecía no entender nada de él en realidad.
Quería acercarse, quería conocer, quería saber. Sentirse ajeno a Jongho le entristecía, ¿qué tanto estaba ocultando detrás de esas cicatrices?
Yeosang no quería mantenerse al margen, no podía mantenerse al margen.
Quería estar junto a Jongho.
¿Realmente quería un alfa al azar cuando tenía a todo lo que deseaba justo en frente?
El resto de la manada comenzó a prepararse para la carrera de plenilunio, pero Yeosang se apresuró en volver hacia la entrada del bosque para encontrar a Jongho. No podía esperar.
Al llegar se encontró a Jongho apoyado contra el capó de la camioneta de Yunho, al menos consiguió ponerse un par de pantalones antes de que Mingi comenzara a curarle la herida que quedó en su ojo. Yeosang apretó sus labios, ansioso, y se acercó.
—Mingi —Llamó al otro omega en voz baja, su amigo se volteó mientras terminaba de poner una curita sobre la herida en el rostro de Jongho—. ¿Puedo curarlo yo? Se lo debo... después de todo.
Mingi se encogió de hombros.
—Claro, hazlo. Ya traté su ojito, solo debes tratar las heridas en sus brazos y un par de rasguños que le hicieron en el torso. ¡Parece que alguien es bueno atacando, pero no defendiéndose! —Jongho le pellizcó las costillas a Mingi, él soltó un grito y se alejó tres pasos—. ¡Todo tuyo, Yeosang!
Yeosang debió moverse para que Mingi no le empujara en su huida, si seguía a esa velocidad de seguro alcanzaba a los demás.
El silencio llenó el ambiente entre ambos, el corazón volvió a latirle en los oídos. Yeosang no sabía cómo debería acercarse sin parecer tan nervioso.
— ¿Hyung? —Jongho le llamó en voz baja, el beta no se había movido un solo centímetro.
— D-Dime.
Jongho hizo una mueca incomoda como si comenzara a aceptar su destino.
— ¿Puedes ayudarme vendando mi brazo?
Yeosang se exaltó apresurándose hacia Jongho. Sí, se suponía que venía a curarlo, no a mirarlo durante un largo y tortuoso tiempo.
—Perdón... me estaba comportando todo incomodo hace un momento, no quería... uh... olvídalo. —Yeosang se apresuró en tomar algo de antiséptico de la maleta de primeros auxilios que estaba en el capó, haciendo un movimiento incomodo para que Jongho le entregara su brazo herido. El beta dudó un momento antes de ceder—. Bien, toma una respiración profunda.
—Hyung, no me va a doler.
—No estamos discutiendo eso.
Jongho negó divertido como si Yeosang fuera un adorable caso perdido.
El omega comenzó a desinfectar la mordida en el brazo de Jongho. A pesar de estar arriba durante toda la pelea había terminado bastante herido. Mingi tenía razón, Jongho era bueno atacando, pero se descuidaba en su defensa.
Comenzó a secar cada hendidura con cuidado, dándole pequeñas miraditas a Jongho de vez en cuando para asegurarse de que no estaba haciéndole daño.
El silencio del bosque esa noche se sintió pesado, tanto como el latido constante de su corazón en su pecho y el hormigueo fugaz que comenzaba en su piel cada vez que tocaba a Jongho.
Yeosang sintió su rostro enrojecer.
Dejar de correr en círculos para detenerse en ese momento era tan, tan bueno. No había forma de que se retractara de esto, si había alguien con quien quería pasar el resto de sus días ese definitivamente era Jongho, el lobo amable y protector que parecía tener toda su atención en él.
Sí.
Se sentía tan correcto, no importaba que su naturaleza no estuviera hecha para Jongho, solo importaba que su corazón estuviera hecho para él.
Sus dedos vendaron cuidadosamente la mordida, trazando un par de cicatrices poco notorias que estaban en los antebrazos de Jongho.
— ¿Por qué tienes...?
— ¿Cicatrices?
Yeosang inhaló profundamente.
—Sí. Nuestra sanación es muchísimo mejor que la de un humano, existen pocas cosas que podrían marcar nuestra piel. Sin embargo, hay varias cicatrices en ti, sobre todo en tu espalda.
Jongho le dio una pequeña sonrisa, pero Yeosang supo que solo intentaba tranquilizarlo.
—Me metí en unos cuantos problemas antes, todo eso está en el pasado, así que ahora no tiene importancia.
— ¿De verdad?
—No debería importarte mucho.
—Lo hace. Me importas mucho.
Jongho apretó sus labios al quedarse sin habla. Yeosang sintió un poco de orgullo. Sí, el podía hacer esto. Buscaría la manera en que Jongho se decidiera por amarlo en la misma forma que Yeosang lo hizo con él.
—Gracias, Yeosang. Pero no debes preocuparte por esto, como te dije, es algo que dejé en el pasado. Ahora los chicos... y tú... son mi presente.
Oh.
Los ojos que eran tan oscuros como la noche sobre sus cabezas brillaron con un resplandor ligero. Yeosang no pudo evitar recostarse en su hombro, respirando ahí con una alegría que se replicó en su lobo omega. Jongho se tensó por el gesto, pero no se movió un solo milímetro.
—Gracias. —Yeosang murmuró en un suspiro—. Esta noche estoy a salvo gracias a ti.
—Yo...
—Gracias por preocuparte por mí.
—Yeosang.
—Eres... eres mucho más de lo que merezco.
Y aun así lo quería, Diosa Luna, lo quería tanto.
Quería conocer hasta la parte más recóndita de él, los secretos que jamás contó. Quería estar a su lado para disfrutar del calor de los días y apaciguar el dolor de las noches. Quería amarlo como nadie más en el mundo haría.
Oh, por favor. Solo quería que se lo permitiera.
A Yeosang no le importaba nada más que Jongho en ese momento, ni el pasado ni el presente podrían interferir en el futuro que quería alcanzar con la punta de los dedos.
Jongho respiró con dificultad.
—No soy... definitivamente no soy más de lo que mereces. Ahora te protegí como parte de tu pequeña manada, no es la gran cosa. —Yeosang pudo reírse de eso. No había forma en el mundo en que eso fuera algo sencillo. Este lobo había arriesgado su cuerpo por él, y eso era mucho más que cualquier regalo que fue dejado en su puerta—. Solo... por favor, cuando encuentres un alfa asegúrate de que pueda darte mucho más que yo.
—Eso es difícil. —Yeosang se quejó desde su lugar en su hombro, reposando su mejilla contra su piel para intentar encontrar su mirada—. No estoy bromeando cuando digo que haces demasiado por mí.
—Eso solo es...
—Asombroso.
Jongho regresó a mirarlo por fin. Yeosang disfrutó de verlo algo avergonzado, su lobo omega regocijándose de tener algo de poder sobre el beta.
— ¿Qué estás intentando hacer? —preguntó.
Sí. ¿Qué estaba intentando hacer?
No lo sabía del todo, solo que ahora quería sentir algo. Por más pequeño y poco duradero que fuese.
Acunó la mejilla del beta en su mano, asegurando su rostro antes de levantarse un poco. En un movimiento lento y deliberado, acercó su rostro al de Jongho sintiendo la suave respiración en su piel. Sus labios se rozaron suavemente en un beso tímido, pero cargado de anhelos y deseos que por fin podía demostrar.
Yeosang esperaba que no reaccionara en lo absoluto o que, al contrario, le empujara al momento en que sus labios se sellaron sobre los suyos, pero Jongho reaccionó un poco después inclinándose más cerca, profundizando lentamente en el calor de su boca.
Sí, de eso se trataba.
Solo eso bastaba para que su omega interior se regodeara en la calidez.
¿Qué podía ser esto si no era lo correcto?
Era imposible que el amor en su pecho, la intimidad y la gentileza en que su boca cubrió la suya fuera errónea.
Debía ser de esta manera. Diosa Luna, siempre debió ser así.
No supo cuánto tiempo pasaron ahí bajo la oscuridad de la noche simplemente probando el calor del otro. Yeosang solo disfrutó de las manos que se asentaron en su cintura para apretarlo en un abrazo y adoró enredar sus dedos en su cabello oscuro, rozando apenas las cicatrices de su cuello.
Yeosang jadeó por la mordidita traviesa en su labio inferior, alejándose un poco para respirar, aunque el agarre sobre su cuerpo se mantuvo firme.
Jongho le regresó la mirada con más confusión de la que esperaría. Era como si un millón de preguntas estuvieran pasando por su cabeza, todo por culpa del omega entre sus brazos.
—Y-Yo...—Yeosang comenzó en búsqueda de algo que decir.
— ¡La carrera acabó, quiero volver a casa pronto! ¿Qué se supone que haremos en el bosque con este frío...? ¡Nada! Así que... oh.
Wooyoung apareció haciendo un escándalo, pero se quedó parado como una estatua al encontrarlos frente a la camioneta de Yunho. San, que venía tras su omega, hizo un rudito al chocar con la espalda de este.
— ¡Woo, no te quedes parado así! No ves que... oh.
Jongho le quitó las manos de encima como si se tratara de fuego ardiente. Yeosang estaba seguro de que se hubiera alejado unos pasos de no ser porque estaba contra el capó de la camioneta.
—No es lo que piensan.
—Tenías tus manos en la cintura de mi mejor amigo. ¿Qué otra cosa se supone que deberíamos estar pensando? —Wooyoung le acusó con el dedo.
— ¿Abrazo fraternal?
Wooyoung rodó los ojos.
—Bien, abrazo fraternal. Discutan eso en casa. Los demás chicos venían justo detrás de nosotros. —El omega tomó la mano de San para dirigirse al otro auto—. ¡No diremos nada!
¿Era necesario decir que el camino de vuelta a casa fue muy incómodo?
¡Buenas noches! No tengo mucho para decir hoy y no tengo un chiste para rematar, así que solo voy a rellenar con información que se van a saltear, ah.
Es probable que termine este fic en unos cuantos capítulos más, ya van a tener respuestas sobre Jongho y todo el quilombo que armé. Así que esperenlo.
Por cierto, para el tatuaje de Jongho me imaginaba algo así:
Ustedes pensarán que le di un tatuaje por puro fetiche Y SI, pero prometo que lo haré tener sentido.
Eso sería, me retiro por hoy.
Besitos.
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