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☽ | Chapter 94.

UNA VÍA ALTERNATIVA

En aquel momento, como si todos los líderes que conformaban aquel pequeño grupo de reunión se hubieran puesto de acuerdo, empezaron a ladrar órdenes a sus respectivos aquelarres.

Ferenc nos gritó que nos alejáramos de las lindes del bosque, por temor a que pudieran usar de nuevo aquella frondosa extensión cubierta de árboles en su propio beneficio; ahora que habíamos resuelto el misterio de la nota teníamos que movilizarnos y ocupar nuestras respectivas posiciones antes de tiempo.

Derek tiró de mí para apartarme de la multitud de vampiros que se movilizaban a toda velocidad para cumplir con las órdenes que seguían impartiéndose a voz en grito; al mirar hacia el bosque tuve un desagradable sentimiento al respecto. Tanto Calígula como Eneas habían mantenido el plan establecido, aun con la posibilidad de que Anastacia hubiera confesado; aquellos últimos días se habían limitado a jugar con nosotros, a probarnos.

-Derek –lo llamé, tirando de su mano para atraer su atención.

El vampiro desvió la mirada hacia mí.

-¿Y si la emboscada hubiera tenido otra finalidad? –le pregunté, cayendo en la cuenta de algo.

Derek se mantuvo en silencio, con una expresión que delataba su estado de inquietud ante mi pregunta. Todos habíamos dado por supuesto que el mensaje de la emboscada era un juego más por parte de los vampiros que formaban parte del bando contrario, de aquellos que conspiraban para intentar dar un golpe de gobierno en Londres; sin embargo, no habíamos tomado en consideración algo bastante importante: Calígula y Eneas contaban con una espía encubierta tras los muros de la mansión Vanczák. Quizá hubiera más vampiros traidores en otros aquelarres, de eso no estaba segura.

Lo importante en aquellos instantes era la posibilidad que se me estaba planteando.

-Eneas y Calígula confiaban en Anastacia, en que ella siguiera dándoles informaciones sobre nosotros –empecé a hablar, con una horrible sensación en el pecho-. Y, supongo, que habían pasado varios días desde la última vez que Anastacia se hubiera puesto en contacto con ellos...

Lo cierto es que desconocía el método que había usado la vampira para pasar información. Se había respaldado en aquella ausencia de información sobre sus orígenes, creyendo que no encontraríamos la verdad; creyendo que Derek no me creería cuando le dijera que no era de fiar.

Y, en cierto modo, no se había equivocado: Derek había protegido a Anastacia desde el mismo momento que la sacó de entre los escombros, con el cuerpo parcialmente quemado para dar más veracidad a su terrible historia. Había decidido usar a Derek y la protección que le proporcionaba para afianzarse dentro del aquelarre; había utilizado las buenas intenciones de Derek para envenenarlo, para llevarlo a su terreno.

Luego me había hecho quedar a mí como una novia celópata y peligrosa que buscaba desesperadamente deshacerse de ella.

Derek le había dado total libertad de movimientos dentro de la mansión, incluso había permitido que estuviera cerca de él. Que conociera de primera mano todo lo que hacía mientras era líder del aquelarre.

Sin saberlo, le había proporcionado una inagotable fuente de información que había beneficiado enormemente a Calígula y Eneas.

Un silencio como el de Anastacia resultaría notable en los futuros movimientos por parte de nuestros enemigos.

Derek frunció el ceño, como si hubiera empezado a recorrer el mismo hilo de pensamiento que yo.

-Pero podrían creer que mi padre ha cerrado todo el perímetro de la mansión –habló el vampiro, confirmando mi sospecha de que sabía por dónde iban mis pensamientos-. Además de las comunicaciones. Por desconfianza... por creer que podrían traicionarnos.

Asentí, valorando aquella aportación.

-Tomemos en cuenta esa posibilidad –concedí-. ¿Y si aquella nota fuera... fuera para Anastacia? Ellos saben los avances que ha hecho dentro del aquelarre, la libertad que tenía... ¿Sería posible que se hubieran arriesgado, además de venir a comprobar nuestras propias fuerzas, a hacerle llegar un mensaje a Anastacia, puesto que no tenían otro modo de comunicárselo?

Derek ladeó la cabeza, tomando en consideración lo que acababa de decir. Podría parecer una locura, pero nos habíamos olvidado muy fácilmente del papel que había jugado en todo esto la vampira; una vez Derek la había ejecutado, pues no había otra forma de describirlo, habíamos decidido cerrar ese capítulo de nuestras vidas. Yo misma había sentido un inmenso alivio de poder borrar de mi mente a aquella perversa mujer que había estado manejando sus propios hilos.

-Un mensaje con una doble finalidad –comprendió entonces Derek-. Los vampiros que nos tendieron la emboscada sabían que saldríamos en su búsqueda... y le hicieron llegar un mensaje que Anastacia comprendería.

Asentí con gesto sombrío.

-Ella querría desaparecer antes de que todo se descubriera, quizá en el mismo momento que las fuerzas de Eneas entraran por la misma puerta de la mansión.

Nos movimos con cuidado, esquivando a vampiros y humanos que parecían estar frenéticos. Escuché la voz de Ferenc ordenando que todo el servicio se reuniera en el comedor y supe que iban a sacarlos de la mansión... y que borrarían sus memorias por temor a que nuestro secreto quedara al descubierto; Derek tiró de mí para que siguiéramos a la multitud hacia el interior de la mansión.

-Ahora nada de esto tiene importancia –dijo, desviándose hacia un pasillo vacío que conducía a la sala de seguridad.

-Por supuesto que la tiene –protesté, granjeándome una mirada de desconcierto por parte de Derek-. Si supiéramos cómo se comunicaba... Quizá en el dormitorio que usaba quede alguna prueba de ello.

Derek negó con la cabeza.

-Mientras estuviste convaleciente ordené que limpiaran esa habitación –me confió; ambos nos detuvimos frente a la puerta que bajaba a la sala de seguridad-. Bala se acercó por si acaso encontraban algo, pero no había nada.

Anastacia había sido sumamente cuidadosa con cada paso que daba para que nadie pudiera sospechar de lo que estaba haciendo a espaldas del aquelarre que la había acogido.

No había querido dejar cabos sueltos en caso de sucederle algo y lo único que habíamos conseguido de ella antes de morir había sido una mínima parte de todo lo que nos había estado ocultando.

-El tiempo corre en nuestra contra, Galatea –prosiguió Derek, tecleando su código de acceso y tirando después del picaporte-. Esto es una auténtica pérdida de tiempo...

No insistí en el tema de Anastacia y seguí en silencio al vampiro por aquel pasillo de piedra que conducía a la sala de control. Allí nos encontramos con aquel destacamento adicional que Shane había reclutado de humanos para que vigilaran nuestras espaldas mientras nosotros entrenábamos; todos nos miraron con alarma, pero Derek no tardó mucho en despacharlos con una simple mirada.

Una vez nos quedamos a solas, miré a Derek sin saber por qué nos habíamos refugiado allí cuando se nos necesitaba arriba.

-¿Qué hacemos aquí? –pregunté con una leve sospecha.

Derek soltó mi mano con suavidad y se acercó hacia una de las paredes que estaba forrada por paneles metálicos; yo me quedé en mi sitio, sin perder de vista al vampiro y con un nudo formándoseme en la garganta. Entrecerré los ojos cuando Derek se detuvo en un punto concreto, apoyando la palma de su mano sobre uno de los paneles cuyo aspecto era ligeramente distinto al resto.

-Simplemente quería mostrarte algo.

Alcé la mirada de la mano hasta su rostro.

-No voy a huir, Derek –le advertí, intuyendo qué escondía aquel panel de la pared-. Voy a luchar junto a mi aquelarre y no puedes obligarme a lo contrario porque es mi decisión y no espero que...

Su entrecortada risa silenció de golpe mi apasionante monólogo sobre mis intenciones respecto a quedarme en la mansión, cumpliendo las órdenes que me fueran asignadas y defendiendo a los que se habían terminado por convertir en mi familia; su mirada decaída contrarrestaba notablemente la media sonrisa que habían formado sus labios, quizá de manera forzada para elevar un poco mi pésimo sentido del humor que tenía en esos momentos.

-Respeto tu decisión, Galatea –dijo, golpeando con los nudillos la superficie de aquel panel-. Al igual que tú vas a respetar la mía...

Abrí la boca para protestar sobre su decisión, pero Derek no me dejó siquiera emitir ni un simple quejido.

-No voy a impedirte que participes con el resto del aquelarre en el... enfrentamiento –dudó unos segundos antes de escoger el término que le parecía más adecuado-. Pero quisiera que, si las cosas de inclinan en nuestra contra, si no somos capaces de frenarlos, huyeras de la mansión y desaparecieras de Londres.

Miré a Derek con horror, intentando digerir lo que estaba insinuando... lo que me estaba pidiendo en ese terrible caso. Derek sabía que, si Eneas y Calígula triunfaban con su revolución, ninguno de los miembros de los aquelarres mayores sobrevivirían a esa noche; buscarían en cada rincón de Londres hasta dar con aquellos que hubieran logrado evadir su funesto destino...

Y Derek quería que yo huyera si aquella sangrienta locura conseguía imponerse y romper con los esquemas establecidos desde tanto tiempo. Quería que huyera, que los abandonara, y después me marchara definitivamente de Londres para que no pudieran dar conmigo.

La explicación del vampiro me distrajo por completo de seguir hilando aquellos turbios pensamientos sobre qué sería de nuestro futuro si las cosas se torcían y salían mal.

-Detrás de este panel hay un pasadizo que te conducirá a las afueras de la mansión –estaba diciéndome Derek, golpeando de nuevo con los nudillos el panel en concreto-. Dentro he dejado un pequeño sobre con algo de dinero y un juego de llaves del apartamento de mi madre en Londres; me temo que tendrás que llegar a la ciudad por tu propio pie.

No me salieron las palabras para negarme. Estaba entumecida ante la posibilidad de que Derek hubiera estado barajando todas nuestras posibilidades y hubiera decidido mostrarme aquel secreto de la mansión.

-Si alguien te persiguiera... el pasadizo tiene un sistema de seguridad que permite que se cierre el panel por dentro y que retrasa la abertura unas veinticuatro horas, tiempo suficiente para que tú estés lejos de aquí –finalizó aquel plan de evacuación diseñado únicamente para mí.

Me recuperé lo suficiente para hacer aspavientos con ambas manos, sintiendo el nudo de nervios que estaba formándoseme en el estómago desde que habíamos bajado allí nosotros dos.

-¿Estás pidiéndome que lo abandone todo? –dije, una octava más alta-. ¿Que a la mínima de cambio salga corriendo, dejándote aquí abandonado?

¿Entonces de qué había servido nuestra reconciliación si Derek estaba seguro de que todo aquello iba a terminar en desastre? ¿Para qué habíamos decidido darnos una segunda oportunidad si solamente íbamos a disponer de unas pocas horas en las que poder disfrutar el uno del otro?

Mi cuerpo se había quedado rígido y las piernas fijadas al suelo. Derek se apartó del panel para regresar a mi lado; contuve las ganas de golpearlo y empezar a gritar improperios, de echarle en cara que no estaba cumpliendo con nada de lo que nos habíamos prometido.

Que estaba seguro de que jamás estaríamos juntos.

-Te estoy pidiendo que, cuando llegue el momento y las cosas se tuerzan, no te hagas la heroína que cree que puede salvar a todo el mundo –me corrigió con suavidad; sus brazos me rodearon y yo oculté mi rostro en su pecho, incapaz de hacer nada más-. Te estoy dando la oportunidad de que puedas continuar con tu vida, que puedas disfrutar de la eternidad... Quiero que vivas, Galatea; y quiero que me prometas que lo harás.

Me mordí el interior de la mejilla hasta hacerme daño, hasta que mis colmillos cortaron la carne y pude saborear mi propia sangre; mis intentos de contener las lágrimas fueron totalmente infructuosos al escuchar a Derek hablar.

Las lágrimas empezaron a mojar mis mejillas, pero no hice ningún amago de intentar ocultarlas.

-La eternidad no resulta nada atractiva si tú no estás conmigo.

Sus brazos me estrecharon con fuerza mientras yo seguía llorando y emitiendo ridículos sonidos similares al graznar de un pato. No quería prometerle a Derek que lo intentaría, no quería abandonarlo en caso de que las cosas salieran mal y nos viéramos avocados a un gran desastre; quería retroceder en el tiempo y quería quedarme atrapada en aquella suite del hotel donde pudimos disfrutar de nosotros sin que nadie nos molestara.

-Tengo la sospecha de que encontrarías algo con la que matar el tiempo –murmuró sobre mi coronilla.

Los sollozos me impidieron responderle y Derek no añadió nada más. Me permitió que siguiera llorando contra su pecho en silencio, a la espera de que me recuperara lo suficiente para que pudiéramos volver al piso de arriba; cuando creí que era capaz de verme rodeada de vampiros sin estallar en lágrimas, me aparté con cuidado de su pecho y me froté la nariz.

Gracias al tejido negro de su camiseta, mis lágrimas se disimulaban bastante bien. De todas formas, le pasé una mano por el pecho, como si así pudiera hacer desaparecer las manchas que habían dejado mis lágrimas; aún no me atrevía a mirarle a los ojos porque temía echarme de nuevo a llorar.

-¿Estás preparada para subir? –me preguntó Derek.

Sorbí por la nariz y asentí.

Los dedos del vampiro se apoyaron en mi mentón, alzándome el rostro con cuidado. Sus ojos azules estaban apagados y pude ver que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por mostrarse entero frente a mí; estaba conteniéndose porque aquella decisión le destrozaba del mismo modo.

-Es demasiado evidente que has estado llorando –dijo.

Sorbí por la nariz de nuevo. Derek forzó una sonrisa que no alcanzó sus ojos y frotó con suavidad mis mejillas, eliminado el delator rastro que habían dejado las lágrimas; en todo momento yo me quedé quieta, observando cómo fruncía el ceño de manera inconsciente cuando se le resistía algún punto de mi mejilla para quitarme la sangre.

Contuve un gimoteo cuando Derek se apartó de mi lado, seguro de que había cumplido eficientemente con su tarea. Me rodeó los hombros con un brazo y ambos nos dirigimos hacia la puerta; de manera inconsciente giré la cabeza en dirección al panel que me había señalado Derek y que ocultaba un pasadizo que me conduciría a la libertad y a una nueva vida en caso de que las cosas se torcieran.

Subimos en silencio y torcimos en dirección al vestíbulo. Era la primera vez que veía tanta afluencia dentro de la mansión, pues los vampiros se encontraban muy juntos y un ligero murmullo que procedía de las conversaciones de los presentes era lo único que rompía el silencio.

Derek nos hizo hueco a duras penas entre el público para que pudiésemos avanzar entre la multitud hasta quedarnos cerca de las escaleras; allí se habían reunido todos los líderes y Ferenc se encontraba un escalón más abajo que el resto, observándonos a los presentes con su mirada azul hielo.

Hunter no tardó en encontrarnos entre la multitud, acercándose hasta nosotros con una expresión que no auguraba buenas noticias. Aferré la mano de Derek con fuerza, intentando aparentar una seguridad que no sentía después del momento que habíamos tenido en la sala de seguridad.

-¿Qué está pasando? –quiso saber Derek, manteniendo la calma.

Hunter se cruzó de brazos.

-Estamos a la espera de que nos digan qué debemos hacer.

En aquel instante Ferenc se aclaró la garganta, silenciando a todo el vestíbulo.

-Hemos recibido una nueva nota por parte de nuestros enemigos –les desveló al resto, arrancándoles una exclamación ahogada-. Después de repasarla durante unos minutos, hemos llegado a la conclusión de qué significaba.

El silencio volvió a extenderse entre nosotros. Esperando.

-Procederemos a repartir el equipo necesario y Shane, junto a un par de nuestros invitados de Hungría, se encargarán de indicaros qué hacer.

La cuenta atrás había empezado.

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