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☽ | Chapter 88.

LOS VIVOS, SÍ LAS HACEN. DEMASIADAS

Las rodillas empezaron a temblarme mientras que la voz de mi conciencia me aseguraba que no era posible que Derek supiera la verdad sobre esa fatídica noche; que, simplemente, era imposible que pudiera saber lo que había sucedido en realidad. Derek no podía saberlo... ¿verdad?

Me tragué a duras penas la bola de temor que había comenzado a formárseme en la garganta, intentando aparentar una tranquilidad que en absoluto sentía desde que había escuchado a Derek mentar aquella noche que me había forzado a borrar de mi cabeza para intentar salir adelante.

-Ha pasado mucho tiempo de esa noche –intenté desviar la conversación, alejarla de ese espinoso tema que, de repente, había salido de nuevo a colación.

Los ojos de Derek reflejaban la luz de las velas, además de proyectar tétricas sombras sobre su rostro. Mi desesperación empezó a crecer a cada segundo que pasaba allí abajo, con una nube de pensamientos sobre lo que realmente pasó en aquel bosque pasando a toda velocidad por mi cabeza.

-Galatea.

El vello se me puso de punta al escucharle pronunciar mi nombre. Era como un preludio a una dura batalla que yo tenía perdida desde el principio; aún quería aferrarme a ese pequeño rayo de esperanza de que mis pensamientos estaban siendo enrevesados, producto de mi habitual grado de paranoia. No quería valorar la posibilidad de que, de algún modo, Derek hubiera adivinado mi secreto.

La verdad.

Cerré los ojos con fuerza, cubriéndomelos con las palmas de las manos hasta hacerme daño. En mi interior se había disparado la alarma, haciendo resurgir a mi lado más instintivo; el mismo que no paraba de gritarme que saliera huyendo de allí antes de que las cosas se torcieran de forma irremediable.

-Quizá debería dejarte solo –probé a decir, esperanzada de que Derek dijera que sí.

Cuando destapé mis ojos, vi que el vampiro me miraba con demasiada intensidad. Pero no era capaz de adivinar qué tipo de emoción se ocultaba tras su mirada azul; y esa incertidumbre no me ayudó en absoluto.

-Quizá deberíamos hablar de esto, de una vez por todas.

Resbalé por la puerta hasta apoyar mi culo sobre las frías baldosas de piedra. Las palabras de Derek, lo directas que habían sido, me hicieron que me quedara clavada en el suelo; el nudo de mi garganta creció, aumentando la sensación de intranquilidad que había empezado a cubrir cada palmo de la cripta.

Quise maldecir y escupir sobre la tumba de Axel. Maldito fuera.

-Galatea, te pregunté en el pasado en dos ocasiones qué sucedió en aquel bosque –tragué saliva, sacando de mi caja aquellos dos momentos; uno de ellos me empujó a que abandonara el aquelarre y terminara mi relación con Hunter-. Ahora, un año después, te repito la misma pregunta, y quiero sinceridad.

Me hundí las uñas contra mis palmas hasta hacerme daño.

-¿Qué sucedió en aquel bosque, Galatea? –me preguntó, mirándome muy seriamente.

Abrí la boca, pero no me salió ni una sola palabra. La caja de Pandora se había abierto dentro de mi cabeza, sacando la verdad que había corroído como veneno en el pasado; mi cabeza no encontraba sentido a que hubiéramos terminado hablando de aquel tema en cuestión.

No estaba preparada para tener esa conversación.

No estaba preparada para confesarle que había atravesado el pecho de su hermano mayor, acabando con su vida.

-Wolfgang huyó –respondí de manera titubeante, temblando de pies a cabeza-. Axel y yo lo perseguimos hasta arrinconarlo en el bosque.

Me detuve unos instantes, evaluando la reacción de Derek. Había temido la llegada de ese inevitable momento, y había intentado atrasarla desde que había regresado a la mansión; era evidente que el karma tenía otros planes guardados para mí.

Y había decidido que aquel duro momento tuviera que ser justo cuando nuestra relación se encontraba tan tocada. Aquel golpe podría ser definitivo.

-Wolfgang se enfrentó a nosotros –continué, reviviendo a cada palabra que pronunciaba una imagen de ese momento concreto-. A mí me dejó momentáneamente fuera de combate, Axel se encontraba solo contra el vampiro. Una vez me despejé, regresé de nuevo al enfrentamiento; Wolfgang no tardó mucho en someterme, a pesar de que yo contaba con la ventaja de mi fuerza de neófita...

Mi voz se apagó un instante después. La intensidad de mis pensamientos me envolvió en un asfixiante abrazo; poco después de haberme conseguido añadir de nuevo a la pelea que estaba teniendo lugar entre Wolfgang y Axel, mi creador había demostrado su superioridad en aquel encuentro físico.

Me encogí contra mí misma al rememorar cómo Wolfgang me había hablado sobre por qué me había elegido para sus retorcidos planes, añadiendo que sentía cierto cariño hacia mí porque yo representaba la hija que no había tenido; después, tras haberme hecho partícipe de la decepción que le había provocado, se abalanzó hacia mí con claras intenciones de eliminarme del mapa.

Jadeé cuando mi cabeza pasó al fotograma siguiente, donde el cuerpo de Axel Vanczák aparecía de la nada y se colocaba entre nosotros. Cuando el puño de Wolfgang se incrustaba en el pecho del hermano de los Vanczák, que se había convertido en un escudo humano para mí.

Escondí mi cabeza, hundiendo mis dedos entre mi cabello.

-Wolfgang lo atravesó cuando se interpuso entre nosotros –confesé, con la voz ahogada, asfixiándome en mis recuerdos-. Lo siguiente que recuerdo es encontrarme frente... frente al cadáver destrozado de Wolfgang.

Levanté la mirada y vi que Derek se había inclinado en mi dirección, pero que no se había acercado. Su mirada había ganado intensidad al llegar a este punto de mi relato; era lo mismo que les había contado cuando me habían interrogado al respecto, pero ahora estaba a punto de cruzar una línea invisible.

Estaba dispuesta a cambiarlo, a enmendar mis errores del pasado.

Había empezado poco a poco, intentando ser sincera con Derek. El siguiente paso era darle lo que Derek necesitaba escuchar: la verdad sobre la muerte de su hermano mayor; la identidad del verdadero asesino de Axel Vanczák.

-Axel aún seguía vivo –hundí con más fuerza mis dedos contra mi cabeza-. Seguía vivo una vez acabé con Wolfgang y yo... yo intenté ayudarle, Derek. Te juro que traté de ayudarle, a pesar de todo el daño que me había causado. A pesar de odiarlo.

Me quedé tensa cuando los brazos de Derek me rodearon con indecisión. Mi cerebro no conseguía encontrar una razón del comportamiento de aquel Derek que tenía frente a mí; estaba a punto de confesarle que yo había acabado con su hermano mayor y aquel gesto me había dejado totalmente desconcertada.

-Pero Axel me lo pidió –confesé, abandonándome al llanto que pugnaba por salir, presionando las paredes de mi garganta-. Me pidió que lo hiciera... Y me negué; me negué una y otra vez hasta que Axel dijo... dijo unas cosas horribles sobre ti. Dijo que te odiaba, que no se arrepentía de lo que había hecho... que el aquelarre era suyo; dijo que estaba dispuesto a destruirte para mantenerse como líder.

Y yo había sucumbido a sus deseos. No había podido seguir escuchando un segundo más las malintencionadas acciones que tenía Axel si se recuperaba de aquella terrible herida; no había permitido que pudiera llevarlas a cabo en un futuro porque había elegido a Derek.

Había elegido salvar la vida de Derek y fragmentar mi propia alma al asesinar a su hermano, convirtiendo todo aquello en un secreto. Un secreto que había prometido llevarme a la tumba.

-Yo lo maté.

Cogí aire con un sollozo intercalado.

-Yo maté a Axel Vanczák.

Aguardé a que la rabia y odio de Derek se desataran sobre mí; era lo que merecía por el crimen que había cometido, por lo que había hecho. Sin embargo, los brazos de Derek se estrecharon contra mi cuerpo y su rostro se hundió en la curva de mi cuello.

Entonces fui consciente de que no era la única que temblaba: Derek también lo hacía de pies a cabeza.

-Él ya estaba muriéndose, Galatea –escuché que susurraba cerca de mi oído-. No había esperanza para mi hermano y tú decidiste apiadarte de Axel.

Intenté hacerme más pequeña, aovillarme para intentar mantener todas mis piezas unidas. Aquello estaba resultando ser mucho peor que tener que enfrentarme a un Derek desatado, cegado por haber sabido que le había estado ocultando algo tan importante durante todo aquel tiempo.

-¿Cómo es posible que me estés diciendo... eso? Deberías odiarme por lo que hice. Tendrías que sentirte asqueado contigo mismo por estar tocándome en estos precisos instantes.

-Mostraste piedad por mi hermano, Galatea –repitió Derek, lleno de convicción-. Podrías haberte negado a hacerlo, alargando aún más la agonía de Axel; incluso podrías haberle dejado solo en el bosque, moribundo, para ir a buscar ayuda. Quizá entonces podría haber muerto en mitad del bosque sin nadie a su alrededor, como mi madre.

»Decidiste acabar con su sufrimiento.

-Lo hice por todas esas cosas horribles que dijo sobre ti –le corregí-. Lo hice por ti, Derek; porque no quería que Axel pudiera seguir haciéndote daño de ese modo, utilizando su posición de líder.

Nos quedamos entonces en silencio. Derek todavía abrazándome con fuerza mientras yo seguía llorando, entumecida por no haberle arrancado al vampiro la reacción que siempre se había repetido en mi cabeza cuando imaginaba que llegaba el momento de confesarme.

-Galatea, he visto cómo te retorcías por la fiebre, presa de esos horribles recuerdos que formaban parte de tus delirios –Derek habló en voz baja, casi en un susurro-. He visto cómo llorabas y suplicabas perdón una y otra vez; he escuchado el nombre de mi hermano y el mío, rogándonos una oportunidad y mostrando tu arrepentimiento. Te he visto sufrir en silencio, Galatea.

Me atreví a alzar la mirada para poder comprobar que Derek estaba hablándome en serio.

-Me lo confesaste entre delirios y yo... yo aproveché que tus defensas mentales se encontraban débiles a causa de la fiebre para poder sumergirme en tus recuerdos, para poder verlo con mis propios ojos. Sé cómo te sentiste, Galatea; sé que aquella noche una parte de ti quedó terriblemente dañada.

Una vorágine de sentimientos contradictorios se removieron dolorosamente en mi pecho tras la avergonzada confesión de cómo Derek había logrado adivinar la verdad y descubrir mi secreto.

-No puedo evitar sentirme aliviado –continuó hablando, sumido en sus propios pensamientos-. No tienes idea de las veces, desde aquella noche, que tenía la sensación de que había algo que se me escapaba entre los dedos; te observé atentamente durante un tiempo y fui consciente de que no eras la misma. Te esforzabas por Hunter y, un par de meses después, Deirdre confirmó mis sospechas: parecías haber recuperado tu vitalidad y te asemejabas más a la Galatea que todos conocíamos. Ella me dijo que era debido a que Hunter te hacía feliz.

Y lo hacía. Desde aquella noche, el pequeño de los Vanczák se había esforzado duramente para ayudarme; había sido testigo directo de mis pesadillas nocturnas y se había quedado conmigo para consolarme, además de brindarme su apoyo. Me aferré a la presencia de Hunter y a nuestra relación como si fueran un bote salvavidas, pues debía añadir a mi turbio secreto el hecho de que Derek se había comportado como un cobarde al decidir mantener su compromiso con Anna.

Hunter me había hecho feliz y me había salvado de la oscuridad que había tratado de apoderarse de mí. Había estado ocupando el sitio en el que tendría que haberse quedado Derek.

-Y ahora... ahora soy capaz de entender tu reacción cuando te llevé a mi despacho, cuatro meses atrás, para interrogarte al respecto –el corazón se me estrujó, y no solamente por el tenso momento que viví mientras Derek trataba de arrancarme con suma amabilidad lo que había sucedido aquella noche en el bosque-. Yo... yo solamente quería comprenderlo, intentar llenar las lagunas que las pocas informaciones que nos habías dado en aquellos meses.

-No pude aguantarlo, Derek. A pesar de los meses que habían pasado, vivía con el miedo de que alguien lo supiera; y que tú hubieras decidido interrogarme, precisamente tú, provocó que perdiera el control. Que mis miedos tomaran las riendas de la situación.

Me encogí cuando escuché el sonido estrangulado que dejó escapar Derek.

-Huiste.

-Huí –confirmé en voz baja.

-Te marchaste de la mansión porque tenías miedo de mí.

-Tenía miedo de lo que pudiera sucederme, pero no solo por tu parte –me froté las mejillas, embadurnándolas con la sangre de mis lágrimas-. Tu padre, Hunter... incluso algunos miembros del aquelarre. Estaba confundida y muy atemorizada, no pensaba... no pensaba con claridad; creí que si me marchaba de la mansión y dejaba el tiempo pasar todo volvería a la normalidad.

No me moví cuando las manos de Derek inmovilizaron mi rostro, con sus pulgares presionando mis mejillas, manchándose con mis lágrimas; su gesto se mantenía imperturbable y sus ojos se habían convertido en dos bloques de hielo que no me transmitían nada.

Y tuve miedo.

-De no haberlo averiguado por mí mismo... ¿Habrías sido sincera conmigo? –su nuez se movió al tragar saliva-. ¿Me habrías dicho la verdad sobre Axel o hubieras seguido en silencio, ocultándomelo?

-Mi intención era decírtelo pero... pero no tuve el valor necesario para hacerlo; no cuando vi que las cosas entre nosotros estaban mejorando.

Un instante después, me encontraba apresada entre los brazos de Derek. Moví mis manos de manera inconsciente, temiendo que aquel gesto por su parte fuera lo que había estado esperando desde el principio, para intentar desembarazarme del vampiro; pero me quedé congelada al comprobar que Derek únicamente estaba abrazándome... abrazándome mientras él seguía temblando de pies a cabeza.

Brindándome un consuelo que Derek necesitaba, no yo.

Tras unos segundos de dudas por mi parte, logré mover mis brazos hasta rodear su torso, devolviéndole a duras penas el abrazo.

-Yo también odiaba a Axel –me confesó con voz temblorosa, como si admitirlo en voz alta fuera un acto atroz-. Odiaba a la persona en quien se convirtió cuando mi padre cambió de opinión respecto a quién debía ser el líder del aquelarre. Mi hermano se transformó en una criatura vil y sedienta de venganza que no era capaz de reconocer; alguien que se dedicó a volcar todas sus energías en hacerme la vida imposible.

»Llegué a tal extremo de odio hacia mi propio hermano que valoré la posibilidad de... de acabar con Axel. Él siempre buscaba la oportunidad propicia para intentar hacerme perder el control, presionando en los temas que sabía de antemano que más daño podían hacerme.

Yo había sido testigo de la guerra que había tenido lugar entre Axel y Derek. El primogénito de los Vanczák se había burlado de mí en una ocasión, agradeciéndome la ayuda que le estaba proporcionando con mi pueril comportamiento y que le estaba beneficiando enormemente en lo relacionado con que Derek siguiera estando a la cabeza del aquelarre.

-En ocasiones quise matarlo con mis propias manos, ceder a sus provocaciones y hacer lo que Axel quería exactamente de mí. Tarde o temprano hubiera sucedido, Galatea...

»Tarde o temprano habría sido yo la persona que hubiera hundido mi mano en su pecho abierto; y no habría sentido el más mínimo remordimiento por hacerlo.

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