☽ | Chapter 76. [02]
SANGRE OSCURA, SANGRE MUERTA
[PARTE 2]
Mi voz tronó cuando ordené que viniera inmediatamente Randall. El temblor de mis manos había regresado, inquietando profundamente a mis dos amigos, que se mantenían a mi lado; el vampiro no tardó en aparecer, con el rostro convertido en una máscara pétrea.
-Ayúdala –le supliqué.
Todos los presentes, incluido yo, fueron testigos de la urgencia con la que me había salido aquella simple palabra. Me encontraba frenético, bañado en la sangre oscura que había vomitado Galatea y con la visión de su cuerpo tendido en la cama, con una palidez que no era normal ni siquiera en nosotros; Randall bajó la mirada a mi traje sucio y tragó saliva, comprendiendo a quién pertenecía. Se apresuró a acercarse a la cama y a ladrarnos órdenes.
-Sangre –exigió mientras le abría los párpados a Galatea-. Necesito sangre inmediatamente.
Étienne salió como una exhalación del dormitorio para cumplir con lo que Randall había pedido. Bala se mantenía imperturbablemente a mi lado, con un ojo siempre encima de mí; intentaba ser discreto con sus movimientos, escudándose en la preocupación que sentía sobre el estado de Galatea, pero podía ver que sus pasos siempre se mantenían cerca de donde yo me encontraba, como si temiera que pudiera cometer una locura.
Di un par de pasos en dirección a la cama cuando vi que las manos de Randall se paseaban libremente por el cuerpo de Galatea. Noté fuego en las venas y las manos comenzaron a temblarme de nuevo; una vocecilla en mi cabeza intentaba advertirme que mi comportamiento no era racional, que se trataba de Randall y que no había ningún tipo de intención en lo que estaba haciendo.
Otra, más poderosa, me instigaba a que se lo quitara de encima. Que él no podía tocarla de ese modo.
Al intentar dar otro paso, Bala cruzó un brazo sobre mi pecho, frenándome en seco. Giré la cabeza para poder mirar a mi amigo y vi que tenía el rostro mortalmente serio; sin ser consciente, había desenfundado mis colmillos.
-Está haciendo su trabajo –me explicó en voz baja, sin apartar la mirada de mí-. Está intentando salvarle la vida, Derek.
En ese momento regresó Étienne con dos jarras grandes a rebosar de sangre. Su interrupción fue milagrosa, pues me permitió distraerme lo suficiente para que Bala me llevara junto a la pared, lejos de Randall.
La vergüenza de mis pensamientos, de lo que había estado a punto de hacer, se enroscó en mi garganta. Di gracias en silencio a no encontrarme solo en la habitación, pues era evidente que mi estado estaba empeorando cada vez más; Bala me palmeó el hombro mientras ambos observábamos cómo Étienne ayudaba a Randall a darle beber sangre a Galatea.
Contuvimos la respiración cuando vimos a Galatea beber la sangre que le estaba dando Randall. Étienne y el vampiro se miraron entre ellos, algo aliviados, creyendo que todo se quedaba en un susto; mis ojos se dirigieron de nuevo hacia Galatea, que respiraba entrecortadamente y jadeaba.
Segundos después, volvió a inclinarse sobre el borde de la cama para vomitar violentamente la sangre que habían logrado hacerle ingerir. Los ojos de Randall se abrieron como platos al comprobar que la sustancia que bañaba mi traje era la misma que ella había expulsado.
Sangre oscura.
-No admite sangre –dijo Randall, completamente horrorizado.
No intentaron hacerle beber de nuevo. Era evidente que Galatea, por algún extraño motivo, no era capaz de tolerar la sangre; quizá Nadine había intentado lo mismo que nosotros, consiguiendo idéntico resultado: su expulsión casi inmediata.
Miré a Randall. Los vampiros subsistíamos gracias a la sangre, pues era nuestra única fuente de alimento; Galatea era incapaz de retenerla, lo que suponía quitarle una de las fuentes de energía de las que podía disponer.
Aún nos quedaba otra opción.
-Es capaz de comer... comer como un humano... –les recordé y caí en la cuenta de algo-. ¿Por qué está tan cálida? ¿Cómo es posible que esté tan cálida?
En aquellos momentos mis teorías podían ser un completo disparate, pero no me importaba. No teníamos nada con lo que trabajar y Galatea no podía estar mucho tiempo sin recibir algo de alimento; había algo que se nos escapaba, algo que tenía que ver con el hecho de que su temperatura hubiera subido y que la sangre no pudiera quedarse en su sistema.
Los cuatro nos miramos entre nosotros, a la espera de que alguien hablara.
-¿Existe alguna posibilidad de que se esté llevando a cabo un proceso de conversión inversa? –les pregunté, tragando saliva-. ¿Galatea está... está convirtiéndose en humana?
No teníamos ningún documento que hubiera registrado tal acontecimiento, no sabíamos siquiera si era posible. Pero debíamos tenerlo en cuenta, pues los síntomas eran demasiado evidentes. ¿Acaso no habíamos ocultado algunos pocos vampiros antiguos la verdad sobre los embarazos en vampiras? ¿Sería posible que alguien supiera cómo invertir la conversión en vampiro y hubiera decidido utilizarlo con ella?
¿Y qué sucedería en tal caso? Recordaba la vida de mi madre en la mansión mientras seguía siendo humana. Sabía que había sido muy complicado para todos, pues los vampiros tenían que refrenar su naturaleza y mi madre, consciente de ello, se encerró en su dormitorio para evitar altercados. ¿Qué sucedería en caso de que Galatea se convirtiera de nuevo en humana? Evidentemente, no estaría segura estando con nosotros... en la mansión.
La habitación se había quedado repentinamente en silencio ante mis preguntas. Bala y Étienne me miraban como si hubiera perdido el juicio, pero Randall no parecía tan alarmado ante lo que estaba insinuando. ¿Sería posible...?
-No sabría... no sabría qué decirte, Derek –contestó con honestidad; ambos miramos en dirección a la cama-. Estos síntomas son anómalos en vampiros, y no... Tendríamos que esperar para ver qué sucede.
Contuve las ganas de abalanzarme sobre Randall.
-No tenemos tiempo –escupí entre dientes.
Bala me aferró por la espalda a modo de aviso.
-¿Hace cuánto fue la última vez que Galatea se alimentó? –preguntó entonces Randall.
La pregunta me golpeó con contundencia pues no sabía la respuesta. Debido a nuestros continuos problemas, y tras la huida que protagonizó dos días atrás, apenas la había visto; había dejado de bajar al comedor, encerrándose en su dormitorio, por lo que no tenía la más mínima idea. Lo que demostraba la poca atención que le había prestado a Galatea, situación que acrecentaba aún más mi sentimiento de culpa.
Los ojos de Randall estaban fijos en mí, esperando a que respondiera. Nadie, a excepción de mis dos amigos y mi propio hermano, sabía lo que había sucedido entre Galatea y yo; mientras yo había estado tratando de recuperarme de mi funesto episodio de ira no contenida, ella se había encargado de vender una tranquilidad y estabilidad que no existía.
-Quizá Deirdre lo sepa –intervino Bala.
Fruncí el ceño.
-Attila y Deirdre salieron de la mansión a media tarde –les informé-. Estarán rumbo a Dios sabe dónde y no quiero que se les moleste. Ambos se merecen este período de tranquilidad.
No quise añadir que aún me sentía culpable de todo el tiempo que Deirdre había pasado bajo el control de Anna, sufriendo en silencio. La había liberado de su responsabilidad apenas un año atrás, pero mi deuda no estaba resuelta aún, ni de lejos. Sin embargo, sabía que, de ponernos en contacto con Deirdre, ella sospecharía que algo malo había sucedido, cancelando por completo el pequeño permiso que les había dado a ambos para que pudieran pasar algo de tiempo juntos lejos de la mansión.
Randall pestañeó con lentitud.
-Supongamos que la última vez que se alimentó fue horas atrás –volvió a hablar Randall, intentando calmar los ánimos-. Eso nos da un pequeño margen para poder actuar; Galatea aún tiene en su sistema sangre suficiente para que podamos respirar tranquilos... de momento.
Apreté los dientes con fuerza... y rabia.
-¿Vamos a dejar a Galatea... así? –inquirí, alzando el tono de voz; Bala detuvo mi brazo antes de que pudiera alcanzar el cuello de Randall-. ¿De verdad estás diciéndome que no vas a hacer nada?
El vampiro no se amedrentó ante mi tono de voz.
-Necesito tiempo, Derek –respondió-. Todo esto es... es insólito. Galatea aún posee algo de sangre en su interior que podrá mantenerla estable dentro de su... de su situación. No podemos hacer nada; si de verdad está teniendo lugar una conversión inversa... Lo único que podemos hacer es mantenerla vigilada e investigar.
La idea de que Galatea estuviera volviéndose humana provocó que se me estrechara la garganta pues no sabía qué hacer en semejante caso. Había construido una vida aquí, en la mansión, pero no podría mantenerla como humana; yo no permitiría que tuviera que sufrir el mismo destino que mi madre... no la expondría a los riesgos que correría con su nueva condición.
Además, existía la posibilidad de que quisiera huir. Un brillante futuro se le extendería por delante como humana; tenía una nueva identidad que le permitiría llegar hasta donde ella quisiera.
Étienne me estrechó el hombro en señal de comprensión y consuelo. No podíamos hacer nada sin una base por la que poder movernos; habíamos averiguado que la sangre no se mantenía dentro de su sistema y eso era alarmante. Galatea necesitaba la sangre para poder subsistir.
-Nosotros nos quedaremos con ella –prometió Étienne-. Así podrás subir para... -hizo un aspaviento en dirección a mi traje manchado, indicándome que debía cambiarme de ropa.
Dudé unos segundos antes de asentir. Sabía que Bala y Étienne se mantendrían junto a Galatea, que estarían pendientes de ella mientras yo me encontrara ausente; salí de la habitación del primer piso y me dirigí hacia el tercero. El servicio se había marchado hacia sus habitaciones desde hacía tiempo, por lo que los pasillos se encontraban completamente desérticos.
El resto del aquelarre disfrutaba de la noche en alguna parte de la mansión o fuera de ella. Agradecí mi golpe de suerte de no toparme con nadie, pues no estaba seguro de poder mantener las apariencias por mucho tiempo más; la tensión de los últimos meses había ido acumulándose como en un dique... y ahora sus puertas habían estallado.
No sabía cuándo volverían las cosas a su cauce. Pero tenía que ser pronto.
Me deshice del traje bañado en sangre, además de darme una ducha para quitarme el polvo de los escombros. Durante todo ese tiempo no pude evitar pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de que Galatea estuviera sufriendo una conversión inversa, de que alguien hubiera decidido usarla como conejillo de indias... o Dios sabía para qué.
Randall no había solucionado ninguno de los problemas y me sentía inquieto. Inquieto ante el hecho de no saber nada; Molly no había podido dar con la respuesta, como tampoco el vampiro. Aunque Galatea aún mantuviera un nivel importante dentro de su sistema, eso no quería decir que no corriera el tiempo en nuestra contra. Un vampiro podía estar en abstinencia, sin probar una sola gota de sangre, tres días a lo sumo.
Pero yo no quería correr riesgos.
Salí de la habitación con ropa limpia, dispuesto a regresar al lado de Galatea, cuando me vi interceptado por Anastacia. No la había visto desde que habíamos regresado de la recepción de Eneas Wendt... y tampoco me había preocupado mucho por ella debido a los crecientes problemas que había tenido con Galatea. La vampira parecía compungida y una parte de mí se sintió culpable por haberla dejado sola.
Anastacia había logrado acomodarse bastante bien al aquelarre. Sin embargo, no había logrado convencer a ciertas personas, entre las que se encontraban mi propio padre o Galatea; había sido con ella la que más enfrentamientos había tenido debido a la presencia de Anastacia dentro de la mansión. Lo único que me había motivado a acoger a Anastacia junto a nosotros era demostrarle a Galatea que había algo de bondad dentro de mí, que el papel de líder no suponía entrar en disputas con otros aquelarres día sí y día también.
Había hecho lo mismo que hice en su momento con Galatea: sacarla de las turbias calles londinenses y darle un hogar.
Era evidente que todo me había salido mal. Muy mal. Horriblemente mal.
-Derek –dijo Anastacia, quedándose aferrada a la barandilla de la escalera.
-Ahora no –le avisé, tratando de pasar a su lado.
Ella se movió discretamente para evitar que pudiera seguir bajando las escaleras. Fruncí el ceño ante ese gesto, en apariencia inocente, por su parte; sus ojos me contemplaban con una expresión dolida, como si la hubiera traicionado de algún modo.
-He escuchado lo que ha sucedido –repuso, mordiéndose el labio inferior-. Lamento mucho lo referente a Galatea...
La aparté con suavidad. En aquellos momentos no tenía tiempo para seguir escuchando las palabras cargadas de lástima, necesitaba encontrar una salida para lo que fuera que estuviera sucediéndole a Galatea; Anastacia abrió la boca para seguir hablándome, pero yo ya me encontraba bajando a toda prisa las escaleras, escuchando cómo me llamaba a mi espalda.
Fui bajando el ritmo cuando vi a mi padre, sin Morticia a su lado, hablando seriamente con Hunter, quien parecía haberse enterado de todo lo sucedido por boca de nuestro propio padre. Bala y Étienne aún debían continuar dentro de la habitación de Galatea, vigilándola en mi lugar.
La mirada que me dirigieron mi padre y mi hermano no trajo consigo unas buenas vibraciones al respecto. Ambos tenían el rostro mortalmente serio y sus ojos estaban clavados en mí, a la espera de que alcanzara el lugar donde estaban situados, cerca de la puerta.
Los escruté con la mirada, intentando adivinar qué era aquello que les había reunido en el pasillo.
-Derek, me temo que no tenemos buenas noticias –anunció Hunter cuando logré alcanzarlos.
Entorné los ojos.
-Galatea no es la única que ha resultado afectada tras la explosión –prosiguió mi padre, tomando el lugar que mi hermano menor-. Acabo de recibir la llamada del aquelarre Poirier; Yolanda estaba histérica, afirmando que Ryan se encontraba inconsciente, en apariencia sin estar herido, y que después... su estado había empeorado repentinamente...
Mi padre desvió la mirada, haciéndome dudar entre si aquello era todo lo que tenía que decirme o si no sería capaz de continuar hablando; el rostro de mi hermano se encontraba convertido en una máscara de piedra, aunque sus ojos delataban el agitado estado en el que se encontraba por el turbio estado de Galatea.
-He estado hablando con Bala y Étienne sobre Galatea y me han contado lo mismo que Yolanda: Ryan tampoco es capaz de retener sangre y sufre unas constantes convulsiones –reveló, apretando los puños junto a sus costados-. También ha añadido que está demasiado caliente.
Mi mirada iba y venía del rostro de mi padre al de Hunter, y viceversa. No podía ser una casualidad que ambos tuvieran los mismos síntomas; sabía que Hunter estaba pensando lo mismo que yo: alguien había provocado precisamente eso. Añadiendo ese pequeño detalle a mis sospechas, todo aquel asunto se enmarañaba aún más.
-Tenemos una teoría al respecto –me tocó el turno de contarles lo poco que habíamos podido averiguar a partir de las circunstancias-. Una teoría sobre qué es lo que podría estar sucediendo.
Las cejas de mi padre se fruncieron hasta casi juntarse en el puente de su nariz. Hunter se mantenía atento a mis palabras, ansioso por conocer cualquier dato sobre el estado de Galatea; una punzada de pesar me golpeó al comprobar que mi hermano pequeño aún estaba perdidamente enamorado de ella.
-Valoramos la posibilidad de que estén sufriendo una conversión inversa –pronuncié con lentitud.
Los ojos de mi hermano pequeño se abrieron de par en par, al igual que su boca; la reacción de mi padre, por el contrario, fue mucho más comedida: sus ojos reflejaron el desconcierto y sus labios se fruncieron en una tensa línea recta. No me fue difícil adivinar que mi padre no parecía estar de acuerdo con mis hipótesis...
Luego Hunter y mi padre compartieron una misteriosa mirada en la que Hunter pareció algo suplicante.
-La conversión en vampiro es definitiva –habló mi padre-. No existe ninguna posibilidad de que pueda revertirse. De lo contrario...
-¿Y qué hay de los embarazos en vampiras? –le corté con brusquedad-. No deberíamos ser capaces de reproducirnos y, sin embargo, es posible gracias a la ingesta de sangre de embarazada. ¿Acaso vas a negarme que algún vampiro antiguo tuviera el conocimiento de poder revertir nuestro estado... a uno anterior?
Vi a mi padre dudar, dándome la razón.
-Derek, las posibilidades de que eso suceda son... son casi nulas –insistió.
Hunter se adelantó un único paso, mirándome con severidad. Sin embargo, yo seguía obsesionado con esa extrema preocupación que tenía por Galatea, por la fuerza que aún tenían sus sentimientos hacia ella.
Era insoportable.
-Tiberius Herz ha llamado –anunció, temblándole la voz-. Me he encargado de hacerle saber dónde se encontraba Galatea, además de su estado; Lucrezia y Jana también... también están en el mismo estado.
Me mordí la lengua al conocer que la situación se había vuelto más enrevesada aún. Cuatro vampiros que compartían los mismos síntomas, todos ellos habían estado presentes en el momento de la explosión, alcanzándoles de lleno; las casualidades estaban convirtiéndose en hechos que parecían relacionar algo...
Algo como que todos ellos pertenecían a uno de los cuatro aquelarres más poderosos de Londres.
-Necesito que me digas las identidades, y a qué aquelarre pertenecen, en caso de que estén en algún aquelarre, de todos los vampiros que tengan este tipo de síntomas –le exigí a Hunter, aunque también iba dedicado a mi padre.
Él me estudió con atención, del mismo modo que alguien observaría a un depredador potencialmente peligroso.
-Deberías compartir tus deducciones, Derek.
Miré a mi padre.
-Me temo que solamente son suposiciones –le corregí-. Pero tengo la inquietante sensación de que no han elegido a las víctimas al azar.
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