Capítulo 4: El gran día
Sarah:
Esa misma noche, tuve un sueño fantástico con el caballo de siempre, con el que curiosamente soñaba cada noche. El sueño era este:
" Estaba dormida en mi cama cuando de repente escuché un ruido que parecía ser un relincho de caballo. Me levanté y miré por la ventana para ver si había algo, pero no había nadie. Pensé que fueron Olimpia o Tifón que relinchaban. Pero un ruido de cascos al galope me sobresaltó. Me puse las zapatillas y salí fuera para ver que era. No veía nada, pense que era una alucinación por lo cansada que estaba. Pero de repente, me giré y vi que a mis espaldas tenía un caballo, si, el caballo con el que soñaba siempre, ese precioso caballo que no me podia quitar de la mente. El caballo se acercó a mi y dejó que le acariciara. Soltó un relincho, parecía que me quería llevar a dar una vuelta. Así que me subí a su lomo y el caballo se puso a galopar por el prado. Era todo maravilloso, su galope era suave y ligero, era el caballo que tenía el mejor galope que he visto nunca. Íbamos a toda velocidad, y sentía mucha libertad. Pero de repente escuché un ruido que venia de la nada, y todo lo que había en mi alrededor iba desapareciendo. No quería que esta maravilla de sueño terminase, no me quería despertar aún"
Me desperté sobresaltada por el ruido del despertador. Eran las siete, hora de levantarse. Recordé que hoy era el día que porfín podría ir a ver cual sería mi caballo, así que me levante contenta y bajé a desayunar.
—Buenos días mama, ¿a que hora vamos a escoger el caballo?
— Iremos cuando termines de desayunar y te vistas. —Dijó mi madre.
Me comí mi tostada con mermelada y fuí a mi habitación a vestirme. Me puse ropa para montar, ya que tendría que montar a unos cuantos caballos para saber con cual me quedaría. Bajé y me dirigí al coche de mi padre.
—¿Donde vamos a ir para ver los caballos? —pregunté.
—Vamos al rancho de un amigo nuestro. Nos dijo que si estabamos interesados en comprar un caballo él tenía unos en venta, nos dijo que están muy bien cuidados. —Dijo mi padre.
—De acuerdo, ¡me muero de ganas de verlos!
El rancho del amigo de mis padres estaba a media hora del nuestro. Yo estaba impaciente, quería llegar ya a ese lugar.
Finalmente llegamos, bajé del coche y vi que un hombre se acercaba a nosotros.
—¡Hola! Encantado de veros, tu debes de ser Sarah, la interesada en tener un caballo, ¿no?
—Si, soy yo. —dije.
—Yo soy Mark, amigo de tus padres, nos conocimos en el instituto.
—¡jajaja encantada!
—Ven, te voy a ensenyar los caballos que tengo en venta.
El rancho de Mark era muy grande, era mucho más grande que el nuestro, porque tenía muchos mas caballos. Seguí a Mark para llegar a las cuadras, tenía ganas de ver que caballos habrían, y sobretodo cuál sería mi nuevo caballo.
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