Capítulo 3: Un sueño hecho realidad
No me podía creer lo que dijo mi padre. Salté de la emoción y les di un abrazo a mis padres.
—No me lo puedo creer! No se como agradecerlo, sois los mejores!!
—De nada hija, creemos que ya eres muy responsable para poder cuidar un caballo por ti sola. — dijo mi madre.
— ¿Y cuando lo tendré?
— Mañana mismo vamos a ver caballos que te podrían interesar. —dijo mi padre.
—Y podrás escoger el que mas te guste. —siguió mi madre.
—Que bien! Que ganas tengo! —Por fin mi sueño se podra hacer realidad. Era el mejor momento de mi vida.
—Por cierto Sarah, Julia y Megan me han dicho si te apetecía ir con ellas a montar esta tarde. —dijo mi madre.
Julia y Megan son mis mejores amigas. A ellas también les encantan los caballos, como a mi, y tienen un caballo para ellas las dos. Siempre que salimos a montar, ellas llevan a sus caballos, y yo siempre tengo que llevarme a Olimpia a montar. Pero pronto podré ir con mi propio caballo.
—Claro que iré! A que hora estarán aqui?
— Sobre las cinco pasarán a recogerte, acuérdate de preparar a Olimpia.
—¡Vale mamá!
Pasó el rato y se hicieron las cuatro y media, asi que decidí ir a preparar a Olimpia. La cepillé, le limpié los cascos y la ensillé. La monté y me dirigí a la entrada de los establos, allí había quedado con mis amigas. Al cabo de un rato llegaron las dos con sus dos caballos.
—Hola Sarah! Que tal tu día?—dijo Julia.
—Fenomenal! Chicas, os tengo que explicar algo fantástico!! —Julia tenia el pelo rubio y los ojos verdes, y su caballo se llama Brownie. Brownie es un caballo castaño con calcetines blancos, y tiene unos ojos azules preciosos.
—Pues me muero de ganas de saberlo! — dijo Megan. Megan tenia el pelo negro y largo, y los ojos de color miel. Su yegua se llama Pía, y es blanca con manchas marrones.
— Pues veréis, voy a tener un caballo para mi!! — dije muy feliz.
Mis amigas se alegraron mucho, y lo celebramos galopando por el prado. Me lo pasé muy bien, nos adentramos en el bosque y nos divertimos mucho las tres.
Se nos hizo tarde, y decidimos volver a nuestras casas. Me despedí de mis amigas y fuí mi rancho. Llegué sobre las ocho a casa. Llevé a Olimpia a la cuadra y entre en casa.
—Hola Sarah! Llegas justo a tiempo para cenar. —dijo mi madre.
Cené con mis padres y me fuí a mi cuarto. Me estiré en la cama y pensé cómo quería que fuera mi caballo. Me acordé del caballo con el que soñaba cada noche, y pensé que mi caballo tenia que ser como él. Me entró el sueño y decidí ir a dormir, mañana será un gran día.
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