Sarah:

— Sarah, cariño, limpia la cuadra de Olimpia, que estoy demasiado ocupada haciendo la comida!

Era mi madre, quería que le limpiara la cuadra a Olimpia, su yegua.

— Vale, enseguida voy!!

Salí de casa y me dirigí a los establos. Teníamos dos caballos, Tifón, que es el caballo de mi padre, y Olimpia, la yegua de mi madre. Tifón es un caballo muy grande y alto (mi padre es muy alto), es alazán y tiene una mancha blanca desde la frente asta su morro. Olimpia, la yegua de mi madre, no es muy alta, es blanca y gris a la vez (torda) y tiene una bonita y larga crin ondulada.

— Hola preciosa! —saludé a la yegua. —Voy a limpiarte la cuadra para que quede perfecta! —

Me gustaba hablar con los caballos, puede parecer raro, pero me sentía a gusto. Saqué a la yegua de su cuadra y me puse a limpiarla, luego puse paja limpia y metí a la yegua de nuevo en su cuadra.

—Como me gustaría tener un caballo para mi... — dijé.

Yo siempre he querido tener un caballo, pero mis padres siempre dicen que es demasiado pronto. Me gustaría tener un caballo como el de mis sueños...

Se me ha olvidado describirme. Soy una chica alta, tengo el pelo castaño oscuro y ondulado, mis ojos son marrón oscuro y soy mas bien delgada.

Acabé de hacer unas tareas más asta que mi madre me llamó para comer.

—Sarah, ya puedes venir a comer! Y tu también John! — John es mi padre.

— Voy  mamá!

Me senté en la mesa del comedor y mi madre me sirvió la comida. Era pollo asado con arroz. Empezamos a comer, y mi padre me dijo algo que no me esperaba.

—Hija, tu madre i yo hemos estado observando como cuidas de los caballos estos días, lo haces estupendamente y estamos orgullosos de ti.

—Grácias! Ya sabes, a mi me encanta cuidar de ellos y montarlos. —dijé.

—Por eso, hemos decidido que ya ha llegado el momento de que tengas tu propio caballo.