8
El cielo estrellado era lo más hermoso que hubiera visto en su vida. Era algo sencillamente único; la mezcla de colores en el cielo nocturno y la ausencia de la luna eran sólo factores que ayudaban a que la noche fuera simplemente divina.
Aún si helaba ahí, para la pequeña era mejor eso que seguir soportando gritos en "casa". Al menos ahí tenía paz... y podía pensar con claridad, susurrando además bellas frases que alguna vez su madre usó con ella en aquellas noches en que no podía dormir antes de acostumbrarse a ello. Extrañaba su dulce voz, sus caricias y mimos para hacerla dormir; incluso echaba de menos a su padre, que aunque no lo fuera de sangre siempre fue mejor en la crianza de lo que era el príncipe de las pesadillas. Y ni hablar de sus hermanos; cada uno tan diferente pero todos tan especiales y únicos a su manera.
Un sentimiento de añoranza la acogió, teniendo vagos recuerdos de experiencias pasadas... Las deliciosas comidas que preparaba su hermano Sad, las bromas de Lino que la hacían sonreír aunque fuera, las atenciones amorosas de Calcine quien demostró ser el mejor hermano mayor del mundo, las veces que Sunshine la cuidaba mientras tomaba sus siestas, los cuidados especiales que Kibou le daba sólo a ella por ser la menor, las veces que jugaba con Calm, los vestidos que Zet le ponía para hacerla verse como esa chica mágica del anime que tanto le gustaba... de verdad quería verlos a todos de nuevo...
... pero ya era tarde para eso.
Siguió divagando en sus pensamientos, sumergida tanto en éstos que no notó a aquel que se acercó hasta que le tiró algo encima: un montón de nieve. Se sacudió cómo pudo y volteó molesta hacia el mayor que se recargaba divertido en su hacha.
— ¿Otra vez aquí, princesa? Papá se dio cuenta que escapaste de nuevo, no está nada feliz y va a castigarte~ —ese tono burlón fue ignorado por la menor quien volvió su vista hacia el espacio de Outertale.
— Sólo meditaba, ¿es eso algo malo?
— Para ti, sí. Ya sabes que no le gusta que salgas sin permiso...
— ¡No soy una mascota como para sólo esperar que me dejen salir cuando se le plazca! ¡Soy su hija! —gritó molesta, no tanto por la actitud de Delirium sino por su propio padre.
El mayor la miró con una expresión neutra, para luego sólo suspirar y sentarse a su lado, mirando aquel infinito espacio lleno de pequeñas luces titilando.
— Es agradable aquí... —comentó, a lo que la menor asintió sin dudar.
— Mi hermano Zet me trajo aquí una vez; quiso compensarme por ponerme vestidos aún cuando le dije que odiaba usarlos... fue un buen tiempo entre hermanos... Hicimos un picnic con los demás, y Calcine cuidó de mí manteniéndome tibia entre sus brazos... Su calor era tan anestésico, me dormí mejor que nunca esa ocasión y ninguno me despertó hasta que Kibou comenzó a tirarle cosas a Zet y terminó dándome en la cara con un plátano... —sonrió débilmente, esperando ya las burlas de su hermano hacia su vida familiar. Y en efecto, lo escuchó reír pero no con ese tono malintencionado de siempre, era más natural.
— ¡No puede ser! Jaja, vaya familia tan extraña que tienes —comentó sin dejar de reír, incluso llevando sus manos a su "estómago" casi ahogándose por la anécdota ajena.
— Eran mi todo... —susurró ella con mirada triste, Delirium dejó de reír un momento.
— ... uh, ¿tienes más historias como ésa?
Midnight levantó la mirada para verlo con sorpresa. ¿Le pedía que siguiera hablando? Eso era nuevo.
Sin embargo, asintió para comenzar a narrarle más convivencias con su familia; desde las más extrañas hasta las más graciosas. Delirium escuchaba atento hasta que le tomó por sorpresa con una pregunta.
— ¿Por qué de pronto el interés? Digo, nunca pareció interesarte nada de mí, y ahora me pides que te cuente más de mi vida...
Dudó. Era obvio que no sabía qué contestar, más cuando lo hizo, Midnight quiso arrepentirse.
— Papá me mandaba a hacer trabajos desde pequeño, siendo en ese tiempo incluso más joven que tú... Nunca me dejó conocer a "mamá", y jamás pasó tiempo así conmigo ni Demise... me gustaría un día tener la oportunidad de tener lo que tú... una familia normal...
El silencio los invadió un momento, era incómodo para ambos pero poco a poco lograron relajarse.
— Soy tu hermana... puedo compensar en algo, ¿no? —se recargó en su hombro, Delirium no hizo ni un esfuerzo por quitarla de ahí.
— Supongo... —se removió un poco para pasar su brazo por los hombros de la menor, notando la ropa rasgada de ésta y varias marcas en sus huesos producto de sus ataques hacia ella —Sólo... descansa hasta que volvamos a casa.
Ambos lo sabían...
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