Querido Arthur:

Las flores de marzo caen a mi alrededor mientras te escribo esta carta. Hoy me encuentro junto al árbol del que solía ser "nuestro lugar". ¿Sigue ese pequeño rincón del fin del mundo en tu mente?

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me viste. Quiero que sepas que en todos estos años no me faltó comida y ni un techo en donde vivir. Me gusta pensar que aún te queda un poco de preocupación por mí. Yo pienso en ti cada día desde que te conocí.

Si llegas a leer esto, espero que no lo hagas con rencor en tu corazón. Sin embargo, si es lo único que te provoca pensar en mí, siéntelo. No te pido que me ames, pero sí que me recuerdes. He olvidado muchas cosas con el pasar del tiempo pero cada momento que pasamos juntos sigue intacto en mi memoria. Hay muchas definiciones de amor, y para mí, fue lo que sentimos la más real de todas. Indudablemente, un pedazo de mi corazón lleva grabado tu nombre. Y no te sientas obligado a corresponderme. La razón de esta carta va más allá de descifrar tus sentimientos después de tanto.

Te escribí porque he decidido marcharme. Tenías razón, la vida de esposa perfecta nunca me asentó ni me llenó por dentro, y ni siquiera pude darle un hijo al hombre con el que me arreglaron matrimonio. Vivir con un extraño fue lo más difícil que tuve que pasar, después de perderte. A veces, me cuestiono si debí haber tomado tu mano aquel día.

¿Recuerdas cómo entraste por la ventana de la habitación en donde me arreglaba y me pediste que huyéramos? Ay, Arthur, me sentí tan feliz de verte. De ver que aún me querías a pesar de haberte dicho que había aceptado el matrimonio que mi padre me había organizado; él solía ser un hombre tan estricto... nunca nos aprobó. Si hubiera tomado tu mano, y decepcionado a todos los otros presentes en aquel entonces, me pregunto si viviríamos felices ahora. Pero me quité el peso de la duda hace dos meses.

Veinte años no son suficientes para olvidarte. Sigues siendo el mismo, tal vez con algo menos de cabello y barba, pero tu sonrisa sigue brillando igual de alegre que antes, incluso más.

Ibas de la mano de una hermosa niña y, en tus hombros, cargabas a un niño, un poco más pequeño. ¿Son tus hijos? Se veían tan lindos que no sabes cuánta felicidad me dió saber que uno de nosotros fuera tan feliz. Cuando llegaste a la esquina, una mujer se agarró de tu brazo y tomó la otra mano de la pequeña, ¿es ella tu esposa? Se veía hermosa y bondadosa, solo por la forma en que los miraba, tuviste mucha suerte. Recuerdo haber llorado por un rato en ese rincón mientras te veía marchar con ellos, pero estaba feliz, no te preocupes.

Cuando esta carta llegue a tus manos, ya yo me habré ido, tomé la decisión de vivir lo que me queda en un lugar desconocido, diferente, pacífico, ya me conoces. No te diré a dónde me voy, y a pesar de saber que probablemente estoy siendo injusta, solo quiero que sepas esto y no me respondas. Mi última carta es para ti, en donde dejo reposar mis latentes sentimientos y finalmente me despido apropiadamente, ¿mejor tarde que nunca, no?

Adiós, Arthur, aunque no haya podido decírtelo cara a cara. Mis letras son portadoras de mi sinceridad al decirte que fuiste lo mejor en mi vida, y que es hora de que me aleje y continúe; no como había hecho, si no en paz conmigo misma. Perdóname por haberme tardado tanto tiempo en hacer esto, resultó ser más difícil de lo que pensaba. Espero reencontrarte en mi próxima vida, prometo saludarte con una sonrisa cuando te vea.

Cuídate y sé feliz, yo haré lo mismo.

Con sinceridad y solo añejos sentimientos,

Mila,
la mujer que alguna
vez llegaste a amar.