Muchas personas no tienen objetivos bien planteados o no saben en qué son "buenos". Hay incluso quienes abandonan esa "búsqueda" y se dedican a lo que se supone que deben hacer según otros. Porque sí, cuando se trata del futuro ajeno, todos tienen algo que decir.

He llegado a una etapa de mi vida en donde solo escucho: "no debes dejarte influenciar por lo que quieran tus amigos" o "en la universidad en donde estudié hay muy buenos profesores" y todo termina con un: "confío en la decisión que tomes". Familiares, amigos, a todos les interesa qué voy a decidir y qué haré cuando termine el verano. Sonríen y me dicen que todo saldrá bien. ¡Claro que sí! A ellos no les toca elegir. Vivo con el peso que es hacer a todos felices y el miedo de decepcionar y no llegar a sus expectativas. Dudar es lo único que hago.

Anoté todo lo que me dijeron y recomendaron. Hice una lista de los pros y contras que se debatieron. Y ahora que leo el papel... me doy cuenta de que nada de lo que está escrito tiene mi voz o mi voluntad. Solo anoté como una autómata. Como un títere que necesita ser movido por sus hilos, en este caso, las opiniones ajenas.

Así que agarro mis llaves y salgo.

—¿A dónde vas? —pregunta mi madre cuando me escucha abrir la puerta.

—A donde me lleve la carretera.

Y es que hay veces en que necesitas un momento para olvidar. Un instante para sentir el viento en tu rostro y pensar que "el mañana" es solo algo subjetivo. Y que al final pasará lo que tenga que pasar, porque es tu vida y ser feliz es tu máximo objetivo.

A veces... necesitas desacelerar para seguir el ritmo.

***

Microrrelato de 298 palabras escrito para el Reto #74 de Novela Juvenil.

En realidad lo escribí bastante rápido y me gustó mucho hacerlo. Espero que ustedes también sean capaces de escuchar a sus seres queridos y al final del día tomar sus propias decisiones. Y que desaceleren de vez en cuando si lo necesitan.

¡Gracias por leer! <3