Llevaba semanas buscándose a sí mismo, pero no se encontraba en ningún lado.

En el bar de Pepe no estaba, ni en su casa, ni en el despacho de su oficina. Tampoco en el parque del centro de la ciudad.

Al final, desesperado, decidió buscar un espejo, por lo que entró en una tienda de antigüedades y buscó el más viejo que tenían. Sin embargo, cuando miró en él, no se vio reflejado, ni tampoco en el más nuevo, ni en el más ornamentado. No vio nada.

Estaba empezando a perder la esperanza de encontrase cuando vio un periódico abierto por la mitad. Fue entonces cuando, al lado de una foto suya, leyó: "Mariano Mural Prey, fallecido a los treinta años de edad".