El secreto de Delia
A medida que el tiempo transcurría en el abandonado distrito de Agensca, el silencio se veía interrumpido por unos pasos apurados, seguidos de unos extraños ruidos.
—Esos muertos vivientes no me van a dejar en paz, tendré que distraerlos de una u otra forma.
Agensca estaba caracterizado, además de la explosión y sus secuelas, por los paisajes que había dejado desde entonces, un suelo lima con tonos anaranjados y hongos, unos árboles con troncos carmesí y un paisaje llano, no había presencia de plantas o animales en ese entonces
Mientras corre, pone su mano en el bolso de Enelecia, mientras trata de sacar algo para distraer.
—Un recuerdo del Neseca, pastillas para la congestión nasal, ¿una licuadora? No sé qué hace aquí... Me debes estar bromeando, ¿¡frutos rojos, un plátano, chocolate y leche!? ¿¡acaso esta cosa quiere que haga Kelesqui!? Capaz que me haga uno en casa. Pero ahora lo voy a tirar de a poco, no quiero perder alimento —frena en seco y lanza una frutilla hacia los seres, parecen salir despavoridos.
—Una fruta y todos huyen, bueno, hora de volver con el resto.
Algo la toma del antebrazo y la empuja hacia la zona vegetal, cae de espalda al piso.
—¿Estás bien? Pensé que esos maleducados te habían hecho algo.
Se sienta y mira a una chica, su atuendo casual estaba deteriorado.
—Sí, ya me había encargado de ellos con... una frutilla.
—¿T-tienes frutillas?
—Frutos rojos, leche, chocolate, un plátano y una licuadora por alguna razón.
—¿¡Dijiste frutos rojos!? —exaltó, con tono de preocupación.
—Sí, ¿algún problema?
—Digo, ¿t-te alcanza para un par de Kelesquis?
—Tal vez, pero no tenemos para hacer funcionar la máquina.
—Tranquila, hay un conocido que puede hacerla funcionar.
—¡Genial! Ahora tengo que ir a cumplir mi misión.
—¿También? Yo tenía que buscar una cosa; no la encontré.
—¿Recuerdas cuál era?
—No, no recuerdo nada que no sea antes del día de ayer.
—Que mal, espero que recuerdes, pero lamentablemente me tengo que ir, un gusto —Alexa se levanta y avanza hacia el norte.
—Creo que vas a la zona errónea.
—¿A qué te refieres?
—Vas hacia la base de mi conocido, donde yo estoy.
—Entiendo, pero esta es la ruta hacia mi base.
—¿Puedo ir contigo? Necesito volver con mi conocido.
Alexa mira a la chica con precaución, su destrozado cabello esmeralda le causaba curiosidad.
—Melissa dice que no es bueno ir con desconocidos porque pasan problemas y traiciones inesperadas... pero esto es la vida real, y ella parece ser una persona inocente, no creo que quiera hacer algo —se dijo a sí misma.
—Vamos, di que sí.
—Bien, vamos a la base, se hace de noche.
Ambas chicas empiezan a avanzar por la zona norte del distrito, el valle se empezaba a transformar en un desierto.
—¿Desde cuándo estas aquí? —le preguntó la chica.
—Un par de día después de la explosión.
—¿Una explosión?
—Sí, venimos a buscar una cura para las personas afectadas.
—No entiendo.
—Después de la explosión, la mayor parte de las personas de los distritos afectados sufrieron graves mutaciones, parte de ellas se volvieron zombis.
—¿Zombis? ¿en Agensca? No recuerdo ninguno, ¿Cuáles son los síntomas?
—Lo que tengo claro es falta de conciencia, poca o nula memoria, hambre excesiva, entre otros.
—Interesante, ¿falta mucho? Tengo hambre.
—¿No que era también tu base?
—Tengo ganas de comer.
A medida que avanzan, la chica actúa extraña.
—Oye, no me has dicho sobre ti, ¿cuál es tu nombre?
—¿Nombre?
—Sí, lo que te hace diferente al resto.
—Aaah, no lo sé.
—Invéntate uno, solo es para evitarme decir "oye esto", "oye aquello".
—Un nombre... ¡ya sé! Ahora soy Delia. ¿y tú?
—Alexa.
—Okey, ¿ya llegamos?
—Eso parece Delia —llegan hasta una pared, Alexa se acerca a la puerta—. ¿Hola? ¿hay alguien?
—Alexa, ¿quién es ella? —una voz sale de la puerta.
—Saludos Melissa, ella dice tener un conocido.
—¿De quién hablamos?
—El que tiene alas grandes y azules, puede hacer muchas cosas tecnológicas y reparar objetos.
—¿Hablas de Michael?
—Sí.
—Qué raro, él está al lado mío y no parece reconocerla.
—¿Me dejas mirar de nuevo? —Michael se asoma a la ventanilla de la puerta— No, no sabía de su existencia.
Alexa queda en blanco, mira a Delia, la cual estaba a punto de lanzarse encima.
—¿D-delia? Espera, ¡no me comas! Tengo frutos rojos —saca una cereza mientras trata de apartar a Delia—. ¿Quieres? Son nutritivas.
Delia mira la fruta, sus ojos se abren y sale corriendo, Alexa aprovecha de levantarse.
—Interesante, nos servirá para el futuro —comentó Melissa.
—¿Por?
—Ella era un zombi, y en base a lo que acabamos de ver, ¿Será lo mismo con los otros?
—Sí lo es, ya lo intenté.
—Tal vez las frutas en general sean su debilidad —agregó Michael.
—Al menos traer a la desconocida sirvió de algo. ¿puedo entrar?
—Claro, ahora tenemos un plan, pero entra rápido —Melissa abre la puerta, Alexa entra corriendo...
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823 palabras
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