Cuando conocí al amor...
— Papá, ¿el amor verdadero existe?
— Sí, pequeños dragonsitos, su madre es mí amor verdadero.
— ¿Y cómo conociste al amor?
— Nunca podré olvidar ese día en que conocí al amor...
...‘En esa época, era un dragonsito muy soñador. Soñaba con el amor verdadero y con volar más allá de los límites del nido.
Cierto día antes del amanecer, yo volaba entre las nubes desafiando a mi propia velocidad, y de pronto, apareció ella. Todo cobraba luz al verla pasar. Las nubes se sentían como el terciopelo y el sol en el horizonte nos saludó. Ambos nos detuvimos y quedamos frente a frente. Callado la observaba, maravillado por su presencia.
¡Qué hermosa dragonsita! Un color blanco brillante la cubría de la cabeza a la cola, resplandecía bajo los rayos del sol. Se me hizo fácil perderme en sus grandes ojos y en su mirada profunda. Desde ese primer momento en que la vi, me hipnotizó por completo.
Me presenté con palabras entrecortada, pues seguía embelesado; ella sonrió y dijo su nombre. Esa voz sonaba como música para mis orejas y supe que era mi dragonsita anhelada. Fue entonces cuando comprendí la frase "amor a primera vista".
El cielo se volvió un testigo de nuestra historia. En él, volamos sin parar. Jugábamos con las nubes y la brisa nos acompañaba. Nuestras alas se topaban, tal vez sin querer o tal vez no, haciéndome sentir emociones nuevas. Ese día fue mágico.
Por un tiempo, se quedó en nuestro nido. La manada le dió una cálida bienvenida y la acogieron. Andábamos siempre juntos, tanto en el cielo como en tierra y pude tener la oportunidad de conocerla mejor.
Amable, bondadosa, comprensiva, son algunas de las cualidades de las que me enamoré. Le gustaba ayudar a otros y jugar con los pequeños. No era sólo bella por fuera, su corazón también demostraba serlo. Me hacía sentir las llamadas "mariposas revoloteando" casi siempre.
El tiempo pasó muy rápido y el momento de que regresara con los suyos había llegado. Nos despedimos justo en donde nos conocimos. Fue muy doloroso, para los dos, decir adiós. Pero antes de marcharse, nos prometimos volver a cruzar nuestros caminos.
Cada noche soñaba con verla otra vez, y cada mañana, esperaba su regreso. Las horas pasaban y no paraba de hablar de ella, era todo lo que tenía en mente. Vivía de nuestros recuerdos.
Un día, me cansé de esperar y pensé en salir a buscarla. Tomé la decisión de cumplir mi segundo sueño: volar fuera de los límites del nido, y así lo hice. Me armé con todo el valor necesario y emprendí un viaje sin rumbo fijo pero con un objetivo.
Volé y volé sin cesar, hasta que mis alas ya no podían más. Entonces baje a tierra a descansar para seguir en la mañana. Todo a mi alrededor era desconocido, había tanto mundo que no conocía.
Esa noche me puse a meditar en todo lo sucedido. Esa dragonsita había cambiado toda mi vida. Gracias a ella, había cumplido mis dos sueños.
A la mañana siguiente, emprendí mi vuelo otra vez. Al pasar las horas, una sensación de desesperanza de no volverla a ver, me abrazó. En ese momento y de repente, mis ojos se encontraron con una mirada conocida, quitándome todo temor.
Allí comprobé que ella era mi verdadero amor. Nuestra promesa cumplimos: nuestros caminos se cruzaron para siempre...'
— ¿Y qué pasó después de que se cruzaron otra vez?
— Otro día les contaré, el por qué estaba muy enamorado de ella y aún lo estoy.
— ¿Cómo es estar enamorado?
— Es inimaginable, pero algún día lo sabrán ustedes mismos.
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Reto 19: "Sensacional bestia"
Bestia: Un dragón enamorado
Cantidad de palabras: 599
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