Anastasia
Mi madre siempre dijo que luchemos por lo que queremos. Y tener la vida asegurada era lo que queríamos con mi hermana.
Mi madre se ocupó de ello cuando éramos pequeñas casándose con un hombre viudo con una linda casa y una hija de nuestra edad. Pero al pasar los años el hombre murió y nosotras crecimos.
Era nuestro turno de asegurarnos la vida.
Pero claro, en el mundo de estos días todo se consigue si eres bonita.
Y eso es lo que le sucedió a nuestra hermanastra, Cenicienta le había puesto mamá al verla siempre sucia por las tareas que le enviaba hacer.
Ella ni siquiera se esforzó. Solo bailó con el príncipe y de pronto ya lo tenía a sus pies. También bailé con él, pero ni siquiera pudo mirarme a los ojos.
Prefirió amar a una desconocida que ni sabía si volvería a ver que a alguien dispuesta a todo para amarlo.
Mamá intentó que el príncipe no la encontrara. Mientras, Drizella y yo intentamos que nuestro pie entrara en la zapatilla, pero obviamente todo fue en vano, no teníamos un pie pequeño digno de una dama ni tampoco la apariencia para que el príncipe vuelva a enamorarse.
No es lo mismo alguien pequeño de cabello rubio, ojos azules hermosos y rostro perfecto que alguien alta, pelirroja, de ojos verdes opacos y con imperfecciones.
Cenicienta pudo escapar del encierro de mi madre y se probó la zapatilla en su pequeño y delicado pie, la cual le quedó perfecta.
Se fue de casa y se casó con el príncipe. Ni siquiera se preocupó por qué sería de nosotras
Así, en un abrir y cerrar de ojos todo por lo que me había preparado toda mi vida me fue arrebatado en una noche por alguien "más bonita" que yo.
Lloré y lloré esa noche, pero ningún hada madrina vino para ayudarme como a Cenicienta.
Por eso, el día que se presentó la oportunidad de revertir todo, no me opuse a mi madre.
Por fin tuve todo lo que había deseado. El príncipe se enamoró de mí, estaba en camino a casarme con él y mamá junto a Drizella vivirían en el castillo. Todo iba bien, pero algo faltaba.
El príncipe no era lo que pensaba, era demasiado diferente a mí y yo a él. Pero me amaba incondicionalmente, creyendo que era la chica con la que bailó en la fiesta.
Me arrepentí de lo que habíamos hecho, pero mi madre se cegó ante el poder, tanto que cuando Cenicienta llegó al castillo y el príncipe perdió el hechizo, la encerró y con la varita me hizo tener su perfecta apariencia. Pero todo se descubrió cuando Cenicienta pudo escapar.
Dejé mis diferencias con ella a un lado y la ayudé a detener a mi madre. No pude volver a quitarle su final feliz.
Todo volvió a la normalidad y caminando cabizbaja me encontré con el panadero del pueblo que varias veces me había regalado su delicioso pan con la excusa de que alguien tan bonita no debería pagarlo, yo no le creí, en más de una ocasión le dije que no era bonita, pero nunca se rindió y ese día tampoco fue la excepción.
Pasando el tiempo con él me di cuenta de que lo que quería no era dinero ni estabilidad, lo que yo realmente deseaba era alguien que me amara por como soy, alguien que apreciara mis belleza propia y no la del estándar.
Y sólo así, pude encontrar mi final feliz.
Fin.
El relato cuenta con 584 palabras y está basado en la versión de la trilogía de la Cenicienta de Disney.
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