Viajes
Mi vida transcurría entre aviones, terminales y hoteles; las ciudades eran todas iguales para mí. Los hoteles,con sus habitaciones asépticas e impersonales, me resultaban fríos. Utilizaba como vía de escape tu cuerpo cálido para que me acompañases en mi soledad. Cada madrugada soñaba con prados verdes, el amor y un hogar. Busqué ese amor día tras día. Y trataste de ayudarme a encontrarlo... aunque tu corazón sangrara por ello. Te convertiste en mi amiga, mi confidente y mi amante. Siempre con esa sonrisa triste, aceptabas lo poco que te ofrecía y me lo dabas todo de ti: tus sueños, tu cuerpo y tu alma. Y no me di cuenta...
Un día tus ojos, cansados de llorar a escondidas, me miraron de frente y me dijiste que te ibas.
-¿Por qué me dejas, amiga mía?
-Si algún día te das cuenta, ven a buscarme. Hasta entonces... Adiós.
Supliqué como un niño, me arrodillé ante ti. No entendía.
Tras meses de soledad, encontré una foto tuya en una casita con un prado verde. Y comprendí que, lo que buscaba, estuvo siempre a mi lado.
Corrí a buscarte y sólo te dije:
-Te amo. Déjame viajar siempre a tu lado.
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