Fuimos amigos mientras perseguías el sueño de convertirte en ídolo de multitudes, fui la primera en escucharte, te apoyé en tus triunfos y también en tus fracasos. Porque tú eras mi amor secreto y, aunque nunca me correspondiste, no dejé ni un solo día de amarte.
Me conformaba con verte triunfar, escucharte y soñar que cantabas para mí.
Tu voz melodiosa conquistó miles de corazones que, como yo, soñaban con tenerte entre sus brazos.
Mas tu no quisiste a nadie en tu vida y decías que el amor no era para ti.
Aquella noche, tras el concierto, fuimos a celebrar tu éxito: estabas en la cima de tu carrera. Bebimos más de la cuenta y perdí el control sobre mis sentimientos y mis acciones. Me aproveché de tu embriaguez, lo sé, pero me dejé llevar y te arrastré conmigo a una noche de pasión. Conseguí tenerte entre mis brazos y te di mi cuerpo y el alma.
La mañana llegó con reproches y me echaste de tu lado, perdí tu amistad y mi corazón. Mi felicidad se esfumó. Pero me llevé un pedacito de ti que ahora crece conmigo, recordándome día tras día que te amé y te amaré siempre.