Busqué en todos los rincones de casa aquella maldita carta que me enviaste. No podía creer lo que me estaba pasando.
Recuerdo tu mirada en nuestra adolescencia, intensa, que todavía puedo sentir. Tu rostro triste me buscaba siempre entre la gente y yo intentaba escapar de ti. Nuestros ojos conectaban y mi mente negaba lo que mi corazón gritaba al verte. Supuse que te olvidaría... ¡Qué iluso! Nunca conseguí sacarte de mis pensamientos.
Mientras tú, ajena a mi lucha interior, creíste que no sentía nada por ti y te alejaste. Quizás hasta olvidaste mi nombre. Pero mi corazón se empeñaba en latir acelerado si tan solo te pensaba un instante.
Mis manos temblaban cuando abrí aquella carta donde me contabas tus sentimientos, me desnudaste tu alma y fuiste valiente, mas no reaccioné y la guardé entre mis cosas. En aquellos momentos no estaba preparado para enfrentarme a la gente, que nos juzgaría y nos condenaría a los dos. Ahora una canción te trajo a mis recuerdos y quiero encontrarte, ¿quizás tenga una última oportunidad? Dejé que te alejaras y se me escapó la felicidad entre los dedos como los granos de arena de la playa. Pero juro que te encontraré hoy.