El camino para llegar hasta el lago parecía querer tragarse las almas. La luz de mi linterna intentaba horadar la oscuridad sin conseguirlo. Mis pasos, inseguros, me llevaban hacia el claro de luz, donde esperaba poder refugiarme de «Eso».
Lo sentía detrás de mí, me buscaba y el miedo se apoderó de mi razón. El bosque estaba repleto de ruidos siniestros y mis sentidos, en estado de alerta, los captaban todos. Mi piel se erizó.
A pesar de no ver el camino corrí y el bosque entero quiso detenerme, las raíces de los árboles me hacían tropezar y las ramas me aferraban por la ropa, mis ojos ciegos por el terror se salían de sus órbitas y un sudor frío corría por mi espalda.
De pronto «Eso» me atrapó, se abalanzó sobre mi cuerpo haciéndome caer, noté cómo penetraba en mi alma, cómo se apropió de mi razón. Después me levanté, impulsada por «Eso», sin poder controlar mi cuerpo llegué al fin al claro.

-Has tardado mucho, cariño.

Me acerco lentamente, «Eso» domina mis movimientos, al lado del fuego está el cuchillo, lo cojo, me acerco y... Cuando despierto «Eso» se ha ido y él yace muerto a mi lado. Otra vez volvió a atraparme...