Sentada en la arena, veo surgir la luna por el horizonte. El canto de los delfines anuncia tu llegada y yo, impaciente por volverte a ver, juego distraida con una caracola: Mi preciado tesoro marino, que un día me regalaste para que te recordara... ¡Como si fuera posible olvidarte! Te metiste en mis venas y, desde la luna llena de hace seis años, mis sentimientos me arrastran hacia ti.
Se acerca el momento, me pongo en pie temblorosa mientras surges de las profundidades. Tu cuerpo esculpido, tus ojos verdes como el mar, tu pelo largo y rubio. Todo en ti es perfecto.
Tu vista recorre mi cuerpo, que anhela fundirse con el tuyo. Ha pasado un año, pero hoy tengo que contarte algo...
Veo las gotas de mar deslizarse por tu piel y mi deseo se enciende, me deslizo entre tus brazos y nos besamos. Estamos solos bajo la luz de la luna llena, me acoplo a ti y me lo das todo. Te entregas sin medida, pensando en el año de ausencia que nos espera. Mas hoy no habrá un adiós, pues aquellos que me ataban a la tierra partieron hacia el cielo. Hoy comenzará mi vida en las profundidades, contigo.