El bolígrafo cayó de su mano temblorosa, sus labios se torcieron en una mueca de dolor mientras leía lo que sus dedos habían ido escribiendo en el papel. Se había quedado dormido un instante, ¿o fueron horas?. Cansado de luchar por la vida, recordando el momento fatídico en el que decidió conducir su moto, ebrio, llevando a la dueña de su corazón. Sus ánsias por demostrarle su amor, tan hermoso e intenso, le llevaron a cometer el peor de los errores. La suerte les esquivó cuando, delante de ellos, un camión tuvo que frenar de súbito. Su cuerpo y el de la niña de su vida salieron disparados, unidos por un abrazo mortal.
Las sirenas, los médicos y las súplicas desesperadas no pudieron evitar lo inevitable. Su frágil cuerpo de princesa no aguantó el impacto. Sus ojos quedaron vacíos, su voz se apagó y la magia de su alma se perdió en el infinito.
En cambio él... su corazón se desgarró de dolor mas la vida no quiso abandonarle. Sin poder moverse de la silla, cruel destino el suyo, observa el trazo inequívoco de su princesa, sólo una despedida:
«Te quiero mi amor, sigue adelante, nos volveremos a ver en el infinito»