Dan
Corría hacia la parada del autobús cuando algo llamó mi atención. La muchedumbre que caminaba por la acera realizaba un extraño viraje en masa, para esquivar algo... Al llegar a aquel punto lo vi, sentado en el suelo, ignorado y olvidado por todos. Sus ojos almendrados, que miraban sin esperanza, contactaron con los míos durante un segundo y me dio un vuelco el corazón. No podía hacer nada, llegaba tarde, mas le di el bocadillo de mi almuerzo y le pedí que me esperara. La rutina y las prisas me arrastraron hasta el trabajo, pero al volver pasé por aquel mismo lugar y lo vi de nuevo: Sus ojos sonrieron al verme.
Su pelo enmarañado y su aspecto dasaliñado, no me desalentaron al decirle que me siguiera, quizás estaba loca pero quería darle una oportunidad.
Me siguió despacio, con miedo e incredulidad. Lo invité a entrar en mi casa y le di de comer. Más tarde, saciada su hambre lo invité a bañarse. Para mi sorpresa accedió y le ayudé a deshacerse de la mugre de su delgado cuerpo, le desenredé y peiné descubriendo un pelo rubio precioso. Nos sentamos ambos en el sofá y él, agotado de luchar en la vida, apoyó su cabeza en mis piernas y se durmió.
—Ahora tienes un hogar —susurré acariciándole—. Nunca más estarás solo.
A partir de entonces Dan, se instaló en mi vida y mi corazón. Una hermosa coincidencia nos unió y nuestras almas seguirían juntas por siempre.
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